sábado, 29 de diciembre de 2007

Un juego hipnotizador...

La primera vez que supe de esta canción fue hace más de diez años, en un anuncio sobre un coche, un modelo de Jaguar creo. Tras escucharla en un primer momento percibí que no era una melodía normal, pues tenía un nosequé que la hacía especial. Quizás fueran sus meláncolicos rasgados de guitarra o esos coros fantasmales, pero la canción conseguía un efecto hipnótico idóneo para un spot donde lo onírico y el subconsciente se daban la mano de una manera sorprendente.

Y es que se trata de una canción que tiene la capacidad de hechizar, de transportar a quién la escucha una sensación de sosiego que no es muy frecuente en la música comercial de los últimos años. Ahora, más de una década después, vuelvo a oírla y me acuerdo de aquél anuncio y de esa melodía, profunda y cautivadora, que fue capaz de llamarme la atención como pocas canciones lo han hecho.

P.D. Aporto la versión original y la gregoriana...


Wicked Game, Chris Isaak (1989)

Wicked Game, Gregorian - Masters of Chant (2002)

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cuando la diferencia se llama Íker Casillas

A lo largo de la historia del fútbol, la demarcación del portero ha sido devaluada y minusvalorada por la mayoría de los aficionados y entendidos. Y es que el trabajo que le toca hacer a los cancerberos es el más oscuro de todos, aquél en el que deben evitar los tantos de sus rivales y conseguir que los gritos de los aficionados se ahoguen antes de ni siquiera nacer en sus gargantas. Se convierten en algo así como los antagonistas, los aguafiestas del mundo del balompié, en los verdaderos rivales a batir del equipo contrario.

De esta manera, lo habitual es pensar que cuando un portero hace un buen partido, simplemente ha cumplido con su trabajo. Digamos que la sensación generalizada es que no suman para sus equipos, que simplemente evitan los males. La gloria queda para los delanteros y los centrocampistas, los que aparentemente son las verdaderas estrellas de sus equipos y los capaces de conducirlos a la gloria. Porque el fútbol son los goles, y los cancerberos no los marcan. Los evitan.

Desde esta perspectiva, resulta complicado encontrar un jugador en el fútbol mundial que siendo portero, haya recibido el reconocimiento internacional por sus actuaciones. Y no hablo ya de premios, aspecto acotado a los magos del balón; sino a las portadas de la prensa, a los minutos en los telediarios y a las conversaciones en los bares durante las mañanas de lunes. A bote pronto, y centrándonos en la última década, tan sólo me surgen un puñado de nombres de arqueros de relevancia planetaria: Kahn, Buffon, Cech y Casillas.

...y Casillas. Hoy en día, y para mi gusto, el mejor portero del mundo. Con tan sólo 26 años, el jugador de Móstoles ha sido capaz de acaparar un palmarés envidiable y de liderar a un Real Madrid que ha pasado una de las peores rachas de su trayectoria. Tres años sin ganar un trofeo es mucho tiempo para el club que presume de ser el mejor de la historia, pero la realidad es que las cosas hubieran podido ser mucho peores de no contar con un portero de la talla de Casillas. Éste ha sido uno de los pocos jugadores que ha conseguido mantener la regularidad durante todo este tiempo, convirtiéndose en el salvador del equipo partido tras partido.

Evidentemente, yo no he tenido la oportunidad de ver jugar a Zamora, a la araña negra Yashin o a Dino Zoff, pero sí he podido disfrutar de otros como Jorge Campos, Schmeichel o Van der Saar. Sin embargo, ninguno me ha dado nunca tal sensación de seguridad como Paco Buyo, portero del Real Madrid en la década de los 90. Se trataba de un jugador dado al espectáculo e incluso a la teatralidad, pero que era capaz de realizar cualquier pirueta para salvar hasta los balones más complicados. Era lo que tradicionalmente se llama un gato. Pues bien, ahora, casi quince años después, el Madrid vuelve a tener un arquero espectacular bajo sus palos. Pero esta vez éste no se caracteriza por su vistosidad, sino por su sencillez y eficacia.

Íker Casillas es un portero con el don de los reflejos. Tiene una capacidad sobrehumana para reaccionar en décimas de segundo a los balones que le llegan, y lo hace además con una facilidad impresionante. De hecho, el madrileño no destaca por otros detalles como sus salidas, su agilidad o colocación. Simplemente, se puede decir que se encuentra con la pelota, ya que su cuerpo reacciona siempre en el momento y direcciones precisas para hacerse con el esférico. Y además, tiene estrella.

Digo esto porque durante todos estos años se ha podido comprobar que es un jugador tocado por la suerte. Sólo a él le puede suceder lo que le pasó en la final de la novena Copa de Europa del Madrid en el 2002 en Glasgow, cuando tras estar más de media temporada como suplente, se lesiónó César, el portero titular del equipo. El Real ganaba 2-1, quedaba media hora de partido y estaba sufriendo mucho ante las acometidas de su rival, el Bayer Leverkusen. Así pues, la lesión llegaba en el peor momento, ya que Casillas tenía que salir en frío, en uno de los partidos más importantes de su vida y con tan sólo 21 años. Sus tres posteriores y antológicas paradas son ya historia.

Otro aspecto que juega a su favor es su edad. Lleva ya nueve años en la élite, pero condiciones normales, le deberían quedar otros diez como mínimo. Y si tenemos en cuenta que la madurez de los porteros no llega hasta los 30 años aproximadamente, pues aún tiene mucho camino por recorrer. A mejorar en este tiempo le quedan aspectos como las salidas, la colocación de su defensa y el juego con los pies. Pero sin duda, minucias para un auténtico genio en el juego debajo de los palos y en el uno contra uno frente a los delanteros.

Íker Casillas. Algunos ya lo catalogan como un santo, otros simplemente dicen que es la verdadera estrella del Real Madrid. Pero se diga lo que se diga, no se le puede perder ojo a este portero, porque a buen seguro dentro de unas décadas tendrá su nombre reservado entre las verdaderas leyendas de este deporte.

martes, 25 de diciembre de 2007

Grandes Momentos del cine: "Indiana Jones y la última cruzada"

¿Qué es lo que pasa cuando juntamos en un mismo cóctel a Harrison Ford, a Sean Connery y a Steven Spielberg? Pues que obtenemos la que es para mi gusto la mejor película de aventuras de la historia. En ella, la acción y el humor se combinan de manera excepcional para dar como resultado un filme sublime, en el que la diversión está asegurada durante todo el metraje.

Me he permitido el lujo de seleccionar una de las escenas de la película, en concreto aquélla en la que el padre de Indiana y su hijo son atrapados y atados a unas sillas por los alemanes. Lo que viene después es quizás una de las escenas más hilarantes y surrealistas del cine, con unos momentos de tensión aderezados con el mejor humor made in Spielberg.

Y es que, por muy difíciles que se pusieran las cosas, Indy siempre consiguía acabar con los malos dejándonos una sonrisa en la cara...

Indiana Jones y la última cruzada, Steven Spielberg (1989)

domingo, 16 de diciembre de 2007

sábado, 15 de diciembre de 2007

"No hay gen para el espíritu humano"

(Vicent Freeman - Ethan Hawke, Gattaca/ 1997)

viernes, 14 de diciembre de 2007

La Cerradura: El Orfanato

Esta peli de miedo ya la he visto. Ésa es la sensación que me dejó El Orfanato al salir del cine al que había acudido a verla, lo que no significa que no me gustase. Simplemente, nos encontramos ante un filme interesante y correctamente llevado a cabo, pero que para mi gusto peca en exceso de recurrir a los recursos tradicionales del cine de este género.

Y es que tiene todos los elementos necesarios para crear un cóctel de terror: una mansión de tamaño gigantesco en estado de semi-abandono; un pasado turbio de dolor, muerte y enfermedad, parajes naturales rodados en la cornisa cantábrica, personajes misteriosos y cómo no, niños de por medio. Esto es algo que me parece muy interesante, porque la cultura pupular del misterio siempre ha asociado la presencia de niños (con su correspondiente inocencia) con lo desconocido y paranormal, curioso hecho éste.

Pero vamos, al hilo de lo que comentaba, el que vaya a ver la película tiene el mal rollito asegurado. Sin embargo, y viendo esto, podríamos pensar que la cinta es una sucesión de sobresaltos y de sustos repentinos. Pues nada más lejos de la realidad, porque éstos están perfectamente racionados durante todo el metraje, de manera que aparecen en su justa medida y en complicidad con los momentos de clímax que nos ofrecen las escenas principales.

Pocos sustos y bien repartidos, pues; unidos a una trama más que correcta y a una atmósfera que envuelve desde el principio. La madeja argumental aportada por el guión no tiene excesivas dobleces y al final todo encaja a la perfección, aunque quizás lo termine por hacer de manera algo forzada. Por otro lado, la tensión se hace palpable en todo momento, muy bien apoyada por unas meclas de sonido que contribuyen a mantener el nivel de tensión que el filme exige. De hecho, y como consejo para aquellos que no la hayan visto y les guste atar cabos antes del final, ojito al apartado sonoro, porque acaba por convertirse en clave para la resolución del conflicto.

A todo ello, me gustaría comentar algo sobre la credibilidad del argumento. Quizás partía de una idea equivocada, o quizás no estaba bien informado, pero cuando entré en el cine pensaba que lo hacía para ver una historia con algo más de realismo. Miedo real, diríamos. Pero me equivocaba, porque la película juega mucho con el aspecto paranormal, llegando incluso a aportar una sesión de espiritismo en una de sus escenas. Bien es verdad que cosas como estas están a la orden del día y que, ciertas o no, suceden todos los días a nuestro alrededor. Pero esperaba sucesos más palpables, más propios de este mundo tangible en el que vivimos que del que investiga Íker Jiménez.

Y aquí es dónde me llega mi principal queja. Aquellos que hayan visto ya El Sexto Sentido o Los Otros posiblemente sepan de qué hablo. En esta ocasión nos encontramos ante una desembocadura muy previsible, donde lo humano y lo inhumano se dan la mano para dar un resultado suficiente, pero quizás insatisfactorio. Y cuando esas mismas estrategias o similares ya las has visto en el cine comercial de los últimos años, pues uno se queda al final con un poso amargo.

En definitiva, se trata de una buena película que merced a ya manidos recursos fílmicos aporta lo que la mayoría de espectadores buscan en ella: miedo. Además, con el protagonismo absoluto de Belén Rueda (muy notable en su interpretación) y la consiguiente identificación con el personaje que se consigue, la tensión y angustia están asegurados para todos. Pero eso sí, si estás ansioso por un poco de aire fresco y creatividad en el género, El Orfanato te sabrá a poco.

martes, 11 de diciembre de 2007

sábado, 8 de diciembre de 2007

El precio de la inmortalidad

Con una carta en la que se autodefinía como "una mierda" y en la que afirmaba que pretendía ser famoso. Así se despidió del mundo Robert Hawkins, el joven de 19 años que el pasado miércoles asesinaba a ocho personas en un centro comercial de Nebraska (EE.UU) y poco después se suicidaba. Días antes había sido despedido de su trabajo y lo había dejado con su novia, quedando sumido en una espiral depresiva que acabó por precipitar los acontecimientos.

Baja autoestima, armas fáciles y una sociedad donde prima la fama fugaz y efímera han sido los ingredientes del caldo de cultivo de un suceso que cada vez se repite más. Jóvenes antisociales y desequilibrados, incomprendidos por una sociedad en ocasiones cruel, que optan por coger un arma con el único fin de sentirse escuchados. El resultado: una matanza innecesaria y evitable; y con ella, un loco que alcanza su instante de gloria y que por unos momentos antes de volarse la cabeza saborea las mieles del "éxito".

La sociedad occidental tiene un grave problema y sus consecuencias empiezan a salpicarnos gota a gota en este comienzo del siglo XXI. Vivimos en un mundo que gira a una velocidad frenética donde cumplir con las expectativas es más una obligación que un deber. Y es que no se puede obviar que el ser humano es un animal social, por lo que aquél individuo que por cualquier motivo experimente la sensación de rechazo, corre el riesgo de convertirse en una bomba de relojería. Sobre todo si tiene la posibilidad de acceder fácilmente a un arma, como en EE.UU.

Así pues, ¿qué es lo que pasa por esas inestables cabezas antes de coger un rifle y liarse a tiros? Básicamente un necesidad de fama y reconocimiento aderezada con un gran sentimiento de venganza. Gente como Robert Hawkins o Cho Seung-Hui son jóvenes que perciben que han fracasado dentro de una sociedad que consideran injusta y que, ante tal situación de marginación, escogen rebelarse. Se sienten minusvalorados, incomprendidos (en ocasiones bajo su propia manipulación de la realidad) y reaccionan con violencia, aún a pena de perder su propia vida. De hecho, poco les importa, porque tienen mucho que ganar y poco que perder.

Digo que tienen poco que perder, aunque sea su propia vida, porque en realidad se encuentran en un punto de difícil retorno en el que sienten que no van a conseguir encajar en la sociedad. Creen que el mundo no está hecho para ellos y ante tal sensación, optan por demostrar su inconformidad atacando a lo que ésta representa. Así, Hawkings optó por entrar en un centro comercial y ponerse a disparar a las personas que se encontraba a su paso, y poco le importaba quiénes fueran: eran simples figuras, mero ejemplo de todo aquello que odiaba y que le había hecho sentirse "una mierda".

En cuanto a qué es lo que gana con ello, respondo con lo que él mismo aludía en su misiva, con la fama. Aunque ésta sea efímera, porque hoy nos acordamos de su nombre y su foto. Y quizás la semana que viene. Pero dentro de un año no será más que una mera estadística más en las páginas de sucesos, un número más de las decenas de asesinatos por parte de locos en colegios, institutos, universidades y centros comerciales estadounidenses. Por tanto, habrá conseguido lo que tanto ansiaba, la inmortalidad. Pero una inmortalidad inútil, innecesaria, porque su legado no aportará nada positivo y porque en unos meses nadie se acordará de su nombre sin mirarlo en los libros.

Es curioso, pero desde tiempos inmemoriales el ser humano siempre ha buscado el secreto de la eterna juventud, de la inmortalidad. Dejando atrás los avances en genética, la realidad es que hoy en día sabemos que sólo hay una forma de alcanzarla, y paradójicamente ésta llega sólo tras la muerte. Como reflexiona Milan Kundera en su genial obra La inmortalidad, ésta no es más que el reconocimiento y el recuerdo que consigue una persona tras su muerte. Es, en resumen, la posibilidad de evocar a alguien que no está, merced al legado que le dejó a los vivos. Por eso, todas las personas que han conseguido entrar en los libros de historia han logrado ser inmortales.

Sin embargo, hay muchas formas de alcanzarla. Unas loables, otras deleznables. El caso del desequilibrado de Nebraska que nos ocupa pertenece al segundo grupo. El chico ha conseguido después de muerto la fama que tanto ansiaba en vida y poco importa si no la ha podido disfrutar más que unos segundos, porque una de las condiciones de la inmortalidad es que no se puede saborear. Al final se ha salido con la suya, aunque por lo menos a los vivos siempre nos quedará la opción de inscribirle en la lista de los inmortales aborrecibles.

viernes, 7 de diciembre de 2007

martes, 4 de diciembre de 2007

domingo, 2 de diciembre de 2007

viernes, 30 de noviembre de 2007

¿Hay alguien ahí?

Una de las grandes preguntas que el ser humano se ha hecho a lo largo de la historia es si realmente se encuentra solo en el universo. La realidad es que se trata de una cuestión muy peliaguda, porque no estamos preparados para asumir su respuesta, tanto si es en un sentido o si es en otro. Y es que la posibilidad de no ser el centro del universo, su ombligo cósmico, el ojito derecho del dios de las religiones monoteístas o el de los dioses de las politeístas, se hace difícilmente asumible para unos seres que han demostrado a lo largo de la historia su egocentrismo y vanidad.

Por su parte, la posibilidad opuesta, aquella que nos llevaría a encontrarnos en la soledad cual naúfragos en una isla desierta, es quizás demasiado cruel para ser aceptada. En el caso utópico de que se confirmase (la califico así ante la imposibilidad de rastrear cada rincón del universo) nos dejaría ante una tesitura bastante terrible: ser el único planeta habitado entre un número ingente de mundos inhóspitos, no tener vecinos a los que pedirles un poquito de sal cuando ésta escasee en casa. Estar solos, en definitiva. Y aunque en este caso estemos hablando de vecinos verdes y con antenitas, a nadie le gusta estar solo; y menos en un barrio tan grande.

Dos respuestas posibles por tanto a la pregunta, y dos respuestas problemáticas. En esta situación, parece evidente que lo mejor es quedarse como estamos, en el más puro desconocimiento. Sin embargo, se trata de una cuestión que entra en conflicto con las clásicas del "¿quiénes somos?" y de "¿dónde venimos?", por lo que la naturaleza curiosa del ser humano nunca va a dejar de planteársela hasta que sacie su interés. Nos encontramos, por tanto, ante el gigantesco puzzle de la existencia, y si queremos resolverlo, necesitamos imperiosamente esa fichita que nos facilite las cosas.

Mi opinión es que la contestación a tan interesante cuestión es evidente, muy evidente; aunque carezca de elementos empíricos para confirmarla. El ser humano no puede plantearse la vida en el planeta Tierra como la única presente en un universo que se calcula que tiene 20.000 trillones de estrellas, unas 100.000 galaxias y un tamaño de unos 15.000 millones de años luz. Hacerlo sería desafiar las leyes de la lógica y de la estadística, sería una necedad propia de quien se cree un milagro surgido dentro de un lugar dónde no se precisa de éstos.

A principios de los años 60 algunos científicos se empezaron a plantear seriamente estas cuestiones, de manera que crearon el programa de búsqueda de inteligencia extraterrestre SETI y formularon algunas de las teorías sobre la cuestión. Entre ellas se encuentra la famosa ecuación de Drake, la cual viene a calcular el número de civilizaciones extraterrestres posibles en base a unos parámetros como el número de planetas adecuados para la vida o el porcentaje de los mismos que desarrollarían la vida. Los resultados si se calcula en relación a nuestra Vía Láctea son esclarecedores: 10.000 civilizaciones. Y eso sólo en nuestro barrio...

Unas cifras, que a pesar de hablar por sí solas, no garantizan unos buenos resultados en programas como el SETI. De hecho, hasta el momento la única constancia de una señal diferente recibida en un radio telescopio es la conocida por Señal WOW, captada en 1977 y que a día de hoy continúa sin tener una explicación coherente. Extraña por tanto, pero a todas luces insuficiente para unos datos tan demoledores como los anteriores.

La realidad es que estas más de cinco décadas de investigación infructuosa respecto al tema sirven a día de hoy como justificación a todos aquellos que se posicionan contrarios a la hipótesis de existencia de vida extraterrestre. De hecho es curioso que ahora, en pleno siglo XXI (era de los móviles, las fotografías y los vídeos), el fenómeno OVNI esté en decadencia, cuando en realidad debería ser su momento de mayor relevancia. A día de hoy, seguimos sin ninguna prueba fehaciente de ello, lo que es, como poco, extraño.

Quizás la explicación esté en que no estamos sabiendo buscar de la manera adecuada. No podemos olvidar que somos una raza joven, de apenas dos millones de años y muy poco evolucionados, a pesar de lo que pueda parecer. Durante los últimos cincuenta años ha sido cuando hemos comenzado a dar pasos de gigante, cuando hemos empezado a conocernos a nosotros mismos y a ser conscientes de nuestras propias posibilidades. Ahora es momento de empezar a mirar fuera de las ventanas de nuestra casa, pero para ello no podemos hacerlo esperando encontrarnos lo que queremos ver, porque la realidad probablemente sea muy diferente a lo que creíamos.

Sería momento, por tanto, de dejar atrás la egolatría y de plantearnos la posibilidad de que, como se decía en la famosa serie, la verdad esté ahí fuera. Una verdad desconocida y que quizás sea muy distinta a lo que esperamos descubrir, pero que nos está esperando, y con ella, el comienzo de la solución al puzzle de la vida.

martes, 27 de noviembre de 2007

Grandes Momentos del Cine: "Blade Runner"

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"

(Roy Batty - Rutger Hauer, Blade Runner / 1982)


domingo, 25 de noviembre de 2007

Y volar...

...como Peter Pan en la película que usó esta canción para su promoción.


Clocks, Coldplay (2002)

viernes, 23 de noviembre de 2007

A la chita callando

Tan sólo cinco palabras han bastado para crear un terremoto mediático de repercusiones aún ilimitadas. Un simple "¿por qué no te callas?" dicho oportunamente, pero no por ello de manera premeditada, ha centrado en los últimos días la atención del panorama noticioso español y de paso ha servido para revitalizar la imagen de una Monarquía que en los últimos meses comenzaba a mostrar síntomas de flaqueza. Muestras que, incluso un par de días después de este suceso, han continuado dándose con la separación entre la Infanta Elena y Jaime de Marichalar.

Se puede afirmar que éste ha sido para la Casa Real un año muy complicado. A la polémica portada de El Jueves de este verano se han unido otros acontecimientos que han llevado a la sociedad española a plantearse la verdadera utilidad de la institución en el país. Así, la quema de imágenes del Rey, que llegó a convertirse en un medio de publicitario más que en un fin; o la ultimísima visita de SS.MM. a las ciudades de Ceuta y Melilla, han provocado la polémica en una sociedad que no deja de cuestionarse su propia identidad.

Llegada a este punto, la Monarquía necesitaba un espaldarazo que reafirmase su función, que demostrase que a pesar de las dificultades recientes continúa acarreando con sus responsabilidades. Y la oportunidad llegó el pasado 10 de noviembre, durante la clausura de la XVII cumbre Iberoamericana. Tras la incendiaria intervención de Hugo Chávez en contra de Aznar y su política, le llegaba el turno de palabra a Rodríguez Zapatero. El presidente español, como es evidente, no comulga con su antecesor, pero en esta ocasión cumplió con la necesidad del momento: salió en su defensa y en la de la democracia, pidiendo un poco de respeto para alguien que había sido elegido por millones de españoles.

Sin embargo, los argumentos del presidente español no parecieron suficientes para el líder venezolano, quien haciendo uso de su habitual irrespetuosidad, empezó a criticar en voz alta a Aznar mientras Zapatero hacía uso de su palabra. Para mí el hecho es un síntoma claro de que algo falla en este hombre cuando se le llena la boca con el "fascismo" (sí, esa palabra por desgracia tan manida hoy en día) y en realidad él es incapaz de dejar a hablar a un interlocutor durante una cumbre internacional. Y es que, ya que se utiliza para tantas cosas la famosa palabrita, no estaría mal que el propio Chávez se aplicase el cuento y demostrase un poquito de respeto por la opinión del presidente de un país democrático como España.

Llegados a este punto, Don Juan Carlos, en una reacción a la que nos tiene poco acostumbrados, le espetó a Chávez el consabido "¿Por qué no te callas?". Se trató de tan sólo cinco segundos, quizás menos, pero tiempo suficiente para transportar un simbolismo que ha calado hondo entre muchos españoles. Todo ello porque fue más que una simple pregunta, fue casi un exabrupto fruto de un impulso humano y sentimental, y lo más importante de todo, dicho por el Rey, el modelo de protocolo y saber estar para muchos.

En cualquier otra situación o con cualquier otro destinatario, esta "salida de tono" de nuestro monarca hubiera sido ampliamente criticada. Pero dicha a Hugo Chávez, diría que ha sido hasta aplaudida. Y así ha sido porque el Rey le espetó una frase que a muchos de nosotros nos hubiera encantado poder decirle en ese momento a este individuo, ya que, ¿a quién no le indigna la típica mosca cojonera que siempre está comentando algo por debajo cuando los demás hablan? Pues bien, Don Juan Carlos estaba allí para ponerle en su sitio, y encima, hacerlo de una manera de lo más natural y coloquial. Había nacido una nueva frase de moda y con ella se consolidaba la imagen de una Monarquía en situación inestable.

El resultado de esta polémica sigue teniendo repercusiones a día de hoy, en especial por un Hugo Chávez que ha llegado a afirmar que el "Rey tuvo suerte de que no lo escuchara" decirle eso, o que está esperando unas disculpas por su parte. Es curioso, pero la víctima de todo resulta ahora que ha sido él, y que el maleducado ha sido Don Juan Carlos. Pero bueno, estas consecuencias tiene el quererse mucho a uno mismo.


domingo, 18 de noviembre de 2007

With or without you

Me gustaría acabar esta serie de post dedicados a mi viaje por Londres y Dublín con esta canción de U2, para mí la mejor de los irlandeses. La he escogido para esta ocasión porque fue versionada por el grupo que tocó durante nuestra visita al Temple Bar, en una noche que se ha acabado por convertir en memorable para los que la pudimos disfrutar.

Con todos ustedes, buena música irlandesa.


With or without you, U2 (1987)

viernes, 16 de noviembre de 2007

La cerradura: Un viaje por la Europa invertida

Tan cercanos y tan distintos... Se suele decir que lo de vivir en unas islas alejadas del resto del continente es algo que marca, que crea un sentimiento de aislamiento que lleva a la gente a considerarse diferente al resto. Esto es algo que ocurre con el pueblo británico, empeñado a lo largo de la historia en hacer la guerra por su cuenta (en ocasiones en el verdadero sentido de la palabra) y en seguir unas costumbres prácticamente opuestas a las de sus vecinos europeos.

Hoy en día Londres es una ciudad cosmopolita y peculiar. De gran inmensidad territorial y poblacional, la capital británica es todo un espectáculo para los turistas menos experimentados, como es mi caso. Al llegar a ella, lo primero que choca es la mezcla de tradición y modernidad en una ciudad de pleno siglo XXI: los modelos clásicos de taxis se entremezclan en las calles con coches de lujo sólo al alcance de billeteras repletas. Por otro lado,el estilo arquitectónico, como no podía ser de otra manera, es el victoriano, que tanto atractivo le da a una ciudad única como esta: casas bajas y de gran elegancia.

Diferencias que se quedan en aguas de borrajas ante aspectos como la circulación vial. Esto es algo que ya me imaginaba antes de viajar allí, pero me ha sorprendido el detalle de lo caótico que puede suponerle el tráfico por la izquierda para alguien acostumbrado a una ciudad estructurada al revés. Y es que no he tenido un percance vial por puro milagro: hay cruces habilitados entre calles en los lugares más insospechados (incluso en diagonal) y los semáforos duran abiertos para los pedestrians menos tiempo que lo que se tarda en cruzar la calle. Ahh, y otro detalle: En los pasos de cebra se indica para dónde debe mirar el viandante al atravesarlo, será que son conscientes de lo raros que son y de que nunca viene mal avisar de su condición.

Por otro lado, reseñar el comportamiento de los "paisanos" londinenses. Como suponía, muy educados todos, siempre con sus sorry y sus thanks en la boca; pero a la hora de la verdad, muy individualistas. ¿Que en qué lo he apreciado? Pues en pequeños detalles, como que al caminar por la calle no se apartan si van a chocar contigo o como que les cuesta socializar con gente que les es desconocida. De hecho, si se les pide que te indiquen dónde está un lugar, probablemente te digan que no lo saben y sigan caminando. Igualito, vamos, que los españoles, capaces muchos de decirte que cojas la primera calle a la derecha y sigas todo de frente; cuando en realidad no saben ni ellos dónde te están mandando.

Individualistas respetuosos, los definiría. Respetuosos porque como he dicho antes, la educación inglesa siempre está presente, aunque en realidad estén pasando olímpicamente de tí. O porque son capaces de mantener los mullidos asientos que tienen en el metro (que viajo ahí y parece que estoy en el sofá de mi casa) en un estado de conservación sorprendente. Vamos, díle tú a un criajo español de 15 años que resista la tentación de no destrozar un asiento público: Mission Impossible.

Esto tambíén se aprecia en lo limpias que suelen estar las calles, donde, quizás por miedo a las bombas, quizás por innecesarias, se hace muy difícil encontrar basuras y papeleras. Pues bien, este hecho, lejos de incrementar la guarrería tirada por el suelo, lo mantiene en un nivel aceptable de higiene, sólo estropeado por los habituales chicles pegados desde la época del Paleolítico Superior. A ello hay que añadirle la inexistencia de defecaciones caninas, algo muy de agredecer por alguien acostumbrado a realizar una ginkana para evitarlas cada vez que sale de casa. Eso sí, me asalta la duda de si este último detalle es por verdera limpieza o por ausencia de perros, unos animales que deben estar en extinción en Londres.

Un hecho revelador

Dublín, un lunes cualquiera de noviembre, en un McDonald´s cualquiera. Ceno junto a mis amigos y compañeros de viaje en una de las mesas, situada junto a un par de individuos (probablemente nativos) que hacen lo propio. De pronto, nuestra castellana conversación se ve sacudida por una ventosidad de duración exagerada y altos decibelios, que no debía ser fruto del error humano. "Bueno", decimos, "qué asco, pero lo mismo se le ha escapado", así que seguimos cenando tranquilamente. Pero poco después, el poco respetable sonido se vuelve a escuchar, esta vez acompañado de una sonrisita cómplice del amigo infractor, lo que nos lleva a sospechar que el suceso no ha sido cosa del azar.

La verdad es que no se si esta anécdota será algo habitual en estas regiones, pero algo me lleva a pensar que puede que no sea infrecuente. A mí Dublín me ha parecido una ciudad que carece de la elegancia londinense y de su belleza, habitada por una gente de maneras más bastas y bruscas. Descripción que se compensa con el hecho de que quizás los irlandeses son más acogedores que sus vecinos británicos y mucho más amigables con el turista extranjero, sobre todo si hay unas Guinness de por medio.

También se suele hablar de lo violentos que pueden llegar a ser británicos e irlandeses. En este punto, sólo he podido apreciar un episodio catalogable como tal, durante mi última noche en la capital irlandesa. En él, un leprechaun local (por su tamaño de bolsillo) excedido en copas mantenía una discusión a voz en grito con un par de dependientes asiáticos de una tienda. La realidad es que el personaje, azuzado por las copas, tenía cierto valor porque los vendedores tenían contratado a un segurata de raza negra y cerca de los dos metros que no dejaba de pedir al individuo que se relajara. Cuando nos fuimos de la tienda, el little irish seguía con su cantinela, así que no se cómo acabaría la cosa para sus intereses.

Sin embargo, a pesar de la sensación de frialdad y aburrimiento que me dejó Dublín, he de decir que la noche que pasamos en el Temple Bar superó para mis amigos y para mí todas las expectativas. Y es que no tiene precio vivir una noche así en un bar irlandés, con música* en directo, con sus Guinness (aunque en esto no hablo por mí xD) y con un "plasta" irlandés con varias copas encima como compañero de mesa. Vaya noche la de aquél día.

*Os recomiendo encarecidamente que si os gusta la música irlandesa, le echeis un vistazo a esta músico y su banda Sharon Hussey, porque ellos fueron parte importante de aquella noche mágica.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Mna na H´Eireann

El recuerdo de esta magnífica melodía me llegó hace poco más de un año, durante un curso de Humanidades sobre cine que realicé en mi universidad. En una de las clases pudimos ver la genial Barry Lindon, película durante la cual se recurre repetidamente a esta bonita canción, lo que contribuye a mejorar la calidad del filme.

Digo el recuerdo porque meses antes ya había podido escucharla en reversionada en el disco de Mike Oldfield Voyager (1996). Como es habitual (al menos en mi caso), suele ser necesario escuchar varias veces una misma canción para que te acabe de gustar, y Women of Ireland ha sido un ejemplo de ello. Así, las veces que escuché el disco antes de ver la película, me pareció simplemente una buena canción, pero tras poder disfrutarla en la cinta de Kubrick no pude evitar ponérmela una y otra vez.

Ahora se ha convertido en una de mis canciones favoritas. Por eso, en las vísperas de mi viaje a tierras irlandesas, no puedo evitar recurrir a ella. Y de hecho, lo hago aportando tres versiones diferentes de la misma: la clásica, la de la cantante Sinéad O'Connor (de un estilo claramente gaélico) y un remix del propio Mike Oldfield. Las tres son muy distintas entre sí, pero mantienen la magia de la melodía original.

¿Y tú, cual prefieres?



Mna na H´Eireann (Women of Ireland), Seán Ó Riada

Mna na H´Eireann (Women of Ireland), Sinéad O'Connor

Women of Ireland, Mike Oldfield remix

jueves, 1 de noviembre de 2007

PlayStation Home llegará a Japón en primavera

Tras la suspensión del lanzamiento inicial para el mes de octubre de la plataforma PlayStation Home, el periódico japonés Nikker ha publicado que este revolucionario sistema llegará a las tiendas niponas en la primavera de 2008. Unas fechas que se espera que sean similares para los usuarios occidentales, por lo que el mercado europeo y americano no se verá excesivamente afectado por el retraso en la salida del producto.

El nuevo servicio consistirá en un programa de avatares tridimensionales para el sistema en red de la consola PlayStation 3. Así, los jugadores que deseen emplearlo podrán compartir sus propios contenidos e información a través de su personaje virtual, el cual se verá inmerso en un mundo de bits que podrá recorrer junto con el resto de usuarios de la plataforma.

Con esta descripción resulta inevitable compararlo con otros programas similares y de reciente aparición como es el caso del juego en red Second Life o el del sistema XboxLive de la consola homónima. Y es que los avatares presentes en este nuevo servicio podrán bailar, moverse, chatear (por texto, vídeo y voz), jugar a actividades de carácter lúdico (piscina, bolos, salones recreativos…), ver traílers de futuros estrenos de cine real, etc.

Otra semejanza es que los jugadores podrán tener también su propio hogar, de manera que cada uno podrá invitar a sus propios amigos e interactuar con ellos. Este espacio se empleará habitualmente para crear grupos sociales a modo de lobby, en los que se podrán realizar fiestas virtuales con música incorporada desde el propio disco duro de la consola. Además, como complemento, algunos de los electrodomésticos y muebles disponibles serán de la propia marca Sony.
En cuanto a las diferencias más importantes respecto a programas como Second Life, es destacable que todo lo relativo al control de este mundo virtual quedará en manos de la empresa Sony, por lo que los usuarios no podrán manipular los contenidos ni tendrán posibilidad de editar el mundo virtual (no existirá la modalidad de construcción). Sin embargo, sí está previsto que sean posibles los intercambios económicos entre los usuarios, aunque se trata de una opción sobre la que la compañía no ha dado aún demasiados detalles.

Además, como curiosidad, todos los menús de este servicio podrán ser dirigidos mediante una consola de PSP virtual que facilitará una interfaz de acceso sencillo y rápido a las funcione disponibles. Todo ello estará disponible a partir de la próxima primavera en un servicio gratuito para todos los poseedores de una consola PlayStation, si bien no está descartado que se incorporen algunos contenidos de personalización que sean de pago en el futuro.

viernes, 26 de octubre de 2007

¿Qué es eso?...¡¡¡Arghhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!

Quién no se ha encontrado nunca esto por la noche y en las cercanías de un cementerio...

P.D.: Y no, no es el nuevo disfraz de Jorge Lorenzo.

sábado, 20 de octubre de 2007

Yo he visto jugar a Zidane

Pues sí, me considero afortunado por haber podido hacerlo. Y es que si analizo los que dicen que han sido los más grandes del deporte de la pelotita, llego a la conclusión de que he visto muy poquito fútbol. No he podido ver nunca en directo a Di Stéfano, Pelé y Cruyff; y de Maradona tan sólo tengo el vago recuerdo de un jugador obeso que, a pesar de sus circusntancias, seguía haciendo lo que quería por los terrenos de juego.

Cuando llegó el momento de que el Pelusa se retirara, el fútbol mundial se quedó sin un referente, sin alguien que asumiera la responsabilidad de ser el mejor. Creo que este tipo de relevos en el mundo del deporte se producen generalmente de manera natural, y que cada quince o veinte años surge alguien capaz de representar a toda una generación de seguidores. Así,
Zidane sólo tardó un par de años en coger el testigo de Maradona, para tranquilidad de todos a los que les gusta(ba) el fútbol.

Mi primer recuerdo de Zidane data de finales de 1995, de un partido de Copa de la UEFA entre el Girondins francés y el Betis. Un encuentro más y aparentemente sin historia, si no hubiera sido por un futbolista que contaba con casi 24 años y que empezaba a despuntar en su club. Un balón que cae del cielo en el centro del campo, un jugador que lo deja botar y que empalma una volea desde casi cuarenta metros que se colaba en la portería sevillana. El resultado no importaba, porque había nacido una estrella.

Esa estrella no tardó en fichar por un club grande, y ese mismo verano el marsellés recalaba en la Juventus de Turín. Allí el jugador se consolidó como uno de los mejores de Europa y consiguió ganar la Liga italiana por dos veces consecutivas (1997, 1998), entre otros títulos. Sin embargo, en la Vecchia Signora no lograba cumplir uno de sus sueños, que era ganar la Copa de Europa. Primero el Borussia de Dortmund y más tarde el Madrid se cruzaron con su equipo para apearlo del camino hacia el título.

Parecía que Zidane, que por aquél entonces tenía 26 años, no iba a traspasar la frontera que separa a los grandes de las leyendas. Sin embargo, el verano de 1998 cambiaría su vida y la de todo un país, porque el Mundial se celebraba en Francia y era una oportunidad de oro para la tricolor. Tras una fase previa desafortunada, en la que el mediapunta era expulsado por agredir a un rival en el partido contra Arabia Saudí, Francia conseguía avanzar las diferentes rondas hasta llegar a la final, al momento donde los nombres de los futbolistas se escriben con letras de oro.

La realidad es que nunca hubo final y en parte, gracias a Zidane. El galo anotaba dos tantos de cabeza a Brasil antes de que se llegase al descanso, y su compañero Petit refrendaba la goleada con un postrero gol. 3-0, Brasil humillada y París tenía un nuevo héroe. Había nacido el mito de Zizou.

Pronto llegaron las distinciones individuales con el FIFA World Player y el Balón de Oro; si bien el jugador vivía días negros en la Juventus, equipo que estaba envuelto en una importante crisis de resultados no acordes con la calidad de su crack. Aún así, todas las frustraciones de Zidane con su equipo las paliaba con los éxitos jugando para su país, ya que en la Eurocopa del 2000 su selección se convertía en el mejor equipo del continente.

En el verano del 2001 la situación de Zidane con su club era bastante complicada, ya que la Juve no conseguía salir del bache. Era la oportunidad de Florentino Pérez y del Real Madrid, conjunto que fichaba al francés gracias a una estratósferica oferta próxima a los 12.000 millones de las antiguas pesetas. De esta manera se convertía en la culminación del proyecto galáctico del centenario merengue y, si bien el futbolista tardó cerca de medio año en acoplarse, los éxitos no se hicieron esperar.

15 de Mayo de 2002, San Isidro. Final de la Copa de Europa, Real Madrid - Bayer Leverkusen. Minuto 44, 1-1 en el marcador y el equipo alemán achucha y mete miedo al Madrid. Roberto Carlos "caza" en la banda un balón que se pierde por la línea de fondo y lo envía como puede a la frontal del área. La pelota cae llovida, con "nieve". Zidane planta su pierna derecha en el césped y arquea su cuerpo hasta elevar su zurda a la altura de la cadera, golpeando al balón en una coreografía donde el esférico sigue una trayectoria imposible. Gol. 2-1 y el Real Madrid gana La Novena. Momento para encumbrar a una leyenda, momento de Zidane.

Después llegarían un par de trofeos menores europeos, la Liga de 2003 y muchos reconocimientos individuales. Tras ellos, la decadencia de los galácticos y la de Zidane, una de las peores épocas para el equipo de Concha Espina. Y finalmente llegaría el Mundial de Alemania de 2006, el renacer del capitán francés y una nueva final para la selección bleu. Con ella se produciría la despedida de Zidane tras un infausto cabezazo a Materazzi en la prórroga del partido. Antes, había abierto el marcador con un penalti increíblemente ejecutado a lo panenka, en una acción que demuestra la pasta de la que estaba hecho este jugador.

Zizou se retiraba en julio de 2006 a los 34 años de edad. Atrás dejaba su fútbol, un juego caracterizado por controles imposibles, regates salidos de coreografías más propias de la danza, pases de tiralíneas y una coordinación de piernas nunca antes vista. Un futbolista que parecía que jugaba con canicas en vez de balones, que se engrandecía frente a sus rivales y que siempre estaba en los momentos importantes, para bien o para mal.

Que disfruteis del vídeo.

jueves, 18 de octubre de 2007

"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla"

(Gabriel García Márquez)

martes, 16 de octubre de 2007

La cerradura: El Ultimatum de Bourne

Más de lo mismo. Es decir, buenas noticias. Este verano ha regresado a las carteleras el espía sin identidad, Jason Bourne, y lo hace ofreciendo los mismos ingredientes que en sus dos anteriores películas: acción, ritmo, una sobria espectacularidad y un argumento que engancha. Con ellos, el éxito está asegurado y más si en esta ocasión nos encontramos ante un filme que culmina de manera extraordinaria la saga.

Quizás El Ultimatum de Bourne no sea la película más llamativa de las tres (tras la escena de persecución automovilística de El mito de Bourne la tarea era casi utópica), ni tampoco la que aporta la mejor trama. Sin embargo, sí es la más frenética, las más intensa de todas. Esta vez sus guionistas se han permitido el lujo de ofrecernos a un personaje protagonista más frío de lo normal, en favor de un ritmo que deja al espectador sin aliento.

Y es que durante los cerca de 110 minutos de duración del filme, el espectador se ve envuelto por una historia trepidante, que no da lugar al descanso y que es capaz de jugar con el tiempo del metraje de la cinta hasta reducirlo a la mínima expresión. La película se hace corta, muy corta, y sobre todo, deja con ganas de más.

Parece que será la última de la trilogía (aunque sus autores tienen bien aprendida una de las lecciones básicas de Hollywood: nunca mates a la gallina de los huevos de oro) ya que nuestro protagonista consigue por fin atar todos los cabos que quedaban sueltos dentro de su amnésica memoria. Esta vez Bourne verá truncado su retiro cuando descubra que un periodista británico Simon Ross (Paddy Considine) está investigando los detalles relativos a su pasado en la organización Treadstone .

El antiguo asesino pronto se dará cuenta de que una vez más está hurgando demasiado en su pasado y que la nueva organización secreta gubernamental Blackbriar quiere verlo muerto. Con estos elementos, muy similares a las dos películas precendentes, el cóctel está servido y dispuesto para que el agente secreto vuelva a embarcarse en un viaje por el mundo que le lleve a descubrir los motivos por los que se convirtió en la máquina de matar que es.

Entre los momentos reseñables, tres son dignos de mención. El primero es la escena que transcurre en la estación londinense de Waterloo, donde el protagonista se ve envuelto en una persecución en la que además de protegerse así mismo deberá hacer lo propio con el periodista. La segunda es la que discurre por las calles de Madrid, que si bien supone el punto más pausado del filme (si se puede decir que lo hay), tiene el interés de ver al protagonista por nuestras calles.

El tercero y último es para mí uno de los momentos culminantes de la saga. Las secuencias desarrolladas en Tánger constituyen el momento más intenso del filme y quizás de la trilogía. En esta ocasión el espía se tiene que enfrentar a uno de sus rivales más complicados, y para eliminarlo tendrá que recurrir a sus mejores habilidades. Una vez más, la escena de persecución por las calles africanas es digna de elogio.

Nos encontramos pues ante una de las mejores películas de acción de los últimos años, que ofrece los mismos ingredientes a los que no tiene acostumbrados esta saga. ACCIÓN con mayúsculas, con unos actores que cumplen en su papel y un montaje que contribuye sobradamente a darle la intensidad necesaria que requiere el filme. A ello hay que añadirle el buen trabajo habitual de John Powell en la banda sonora, culminada con una nueva versión del clásico tema de Moby Extreme Ways.

En resumen, estamos de enhorabuena, porque Bourne ha vuelto y lo ha hecho para perfeccionarse así mismo.

domingo, 14 de octubre de 2007

Ski Ba Bop Ba Dop Bop

Nunca antes un tartamudo había creado un ritmo tan endiablado...



Scatman, Scatman John (1995)

viernes, 12 de octubre de 2007

A Luis se le acaban las excusas

Esta semana la Liga para de nuevo para dejar paso a las selecciones, lo que, en una época como esta, no le hace gracia a ningún aficionado. Y es que vivimos en un período donde la selección española ha pasado a convertirse en un estorbo, en un equipo que no inspira ninguna confianza y que sólo trae precupaciones para el aficionado del deporte rey. El equipo de todos lleva varios años dando bandazos, sin ninguna identidad, y acostumbra a pasarlo muy mal para clasificarse en grupos donde los principales rivales son Serbia o Suecia.

Por tanto, la crisis que vive nuestro fútbol es patente. Han sido muchos golpes los vividos recientemente en las competiciones de renombre (Francia en el 2000, Corea en el 2002, Portugal en el 2004, de nuevo Francia el año pasado) como para que los aficionados vuelvan a esperanzarse con rapidez con este equipo. Y ante todo, está Luis, ése seleccionador que gusta de ser más protagonista que sus propios jugadores, que acostumbra a pensar en voz alta para que todos sepamos que él es de los que no se muerde la lengua.

Pero claro, luego pasa lo que pasa. El seleccionador se dedica a hacerle una peineta a un par de jugadores en pleno entrenamiento, o le habla a otro sobre si es mejor que su compañero negro (sic) de equipo. Genio y figura, a este Luis le gusta demasiado la polémica y no es capaz de darse cuenta de que lo que menos necesita este país es un seleccionador que ocupe más portadas que sus propios jugadores. Es el momento de hablar de Cesc, Xavi, Villa o Torres; no de Zapatones.

Creo que tenemos una de las mejores selecciones españolas de los últimos años, con uno de los mejores centros del campo del mundo. Iniesta, Xavi, Xabi Alonso, Cesc, Silva y demás son jóvenes y buenos, muy buenos. Pero acostumbran a estar más preocupados de sus propios equipos que de la selección, y cuando llegan a ésta, se encuentran con un equipo que no tiene un estilo de juego ni referentes.

Porque, ¿quién es el líder de la selección española? El actual capitán, Casillas, es quizás el mejor jugador del mundo en su puesto, pero no tiene aún la personalidad ni la experiencia para convertirse en la verdadera referencia de este equipo. Por su parte, sus actuales compañeros, o son muy jóvenes o tampoco parecen querer asumir ningún tipo de galón. La situación no invita al optimismo... pero nos queda Raúl.

El 7 es un jugador que hasta el momento ha disputado 102 partidos con España y ha marcado 44 goles, todo ello con apenas 30 años. Es el líder espiritual del Real Madrid, el equipo que actualmente lidera la Liga y que parece volver a la senda de la victoria tras estar cerca de cuatro años sin ganar nada. Datos a los que además hay que sumarle que el jugador ha vuelto a jugar su mejor fútbol, después de que la estancia de Ronaldo en el club merengue lo condenara a tareas futbolísticas que no eran la suya.

Como dice Santiago Segurola, el peor Raúl iba a la selección y el mejor ya no es llamado. Luis se ha empeñado en no convocarle y está dispuesto a llevar su decisión hasta las últimas consecuencias, aunque nos suponga no ir a la Eurocopa de Austria y Suiza. Preguntado por los motivos por los que no llevaba a Raúl, el seleccionador aludía a que quería mantener el equipo que tan buenos resultados le había dado últimamente. Pues bien, el sábado pasado Villa se lesionaba y Aragonés se veía obligado a llamar a un sustituto, a cambiar de equipo. ¿El elegido? Raúl. Pero Raúl Tamudo.

Creo que a nuestro seleccionador se le acabó la credibilidad hace tiempo, en concreto aquél día cuando dijo que si España no estaba entre los mejores en el Mundial de Alemania, él se iría. Pues bien, caímos en octavos y Luis sigue ocupando las portadas de los principales diarios deportivos. Tiene a la prensa encima y él se defiende acusando a los periodistas de manipular lo que dice y hace. Meras excusas para alguien que se encuentra solo en su cargo, que no cuenta con apoyos y que para colmo, acostumbra a traicionar sus propias palabras con demasiada frecuencia. Ya no le quedan más excusas para aferrarse a su cargo y, tristemente, la gran perjudicada de todo esto está siendo la selección española.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Un saludo a la indiferencia

Un educado apretón de manos. Con esta imagen se resume la relación entre dos de los países más poderosos del mundo, dos naciones que hace tan sólo cuatro años y medio se reunían en las Azores con el objetivo de declarar una guerra quizás innecesaria. Un tiempo más que suficiente para revertir unas relaciones que por aquél entonces eran más amistosas de lo necesario y que ahora se han convertido en más frías de lo que debieran. El motivo: romper con el anterior Gobierno del PP y con todo lo que recordase a él, aunque el precio de esta actitud llevase a la marginación internacional.

Sólo así se explica que la actual España pueda “presumir” de relacionarse amigablemente con países como Cuba, Bolivia o Venezuela. Se ha pasado de estar con Estados Unidos a estar contra él, cuando en realidad lo más inteligente no era ni una cosa ni lo otra. Zapatero ha confundido la idea, y ha pensado que si no se está de acuerdo con el país de las barras y estrellas, hay que oponerse a su política. De esta manera, ha podido más el orgullo de demostrar la total negativa a la Guerra de Irak que el hecho de mantener una buena relación con el país más poderoso del mundo.

Y es que había otros caminos, los cuales no implicaban necesariamente la sumisión de antaño a Bush. No estar de acuerdo con la política del presidente yankee no quiere decir oponerse a sus intereses, y menos implica apoyar a sus enemigos, países que actualmente tienen un status de parias en el escenario internacional. No había porqué escoger bando, pero Zapatero quiso hacerlo y optó por el perdedor, por mostrarse abiertamente contrario a las últimas decisiones de la Casa Blanca. Primero llegó la pronta retirada de las tropas españolas en Irak, en una decisión premeditada e impropia de un país serio.

Digo esto porque uno de los principales deberes de un político cuando es elegido como nuevo presidente de un país es asumir las decisiones de su antecesor, y, si no está de acuerdo con ellas, cambiarlas de la manera menos traumática posible. Sin embargo, Zapatero no tardó ni un mes en retirar a las tropas españolas de Irak, en traicionar un pacto que España (la España de Aznar) había alcanzado con EE.UU. El resultado fue que Bush y sus aliados se encontraron casi sin margen de maniobra, dejando la imagen de España muy mal parada por traicionar unos compromisos que merecían ser cuidados con mayor tacto.

Aún así, no todo estaba perdido. Pero la culminación del error llegó muy poco después, cuando nuestro actual presidente se mantuvo sentado ante el paso de la bandera estadounidense en el desfile de las tropas el día de la hispanidad del 2003. Zapatero confundió protocolo con principios y con este acto hipotecó las relaciones internacionales del país para los siguientes cuatro años. La línea a seguir estaba marcada, y desde entonces España ha pasado al segundo plano de la esfera internacional, por mucho que ahora se presuma de ser la octava economía mundial. La realidad es que actualmente la opinión de nuestro país no es más que un suave murmullo para los oídos de potencias como la norteamericana, la alemana o la británica.

Así pues, nuestro lugar ahora se encuentra junto a países como Mauritania, Turquía y Bolivia. Y no, no digo países al azar, porque estos fueron las naciones con las que Zapatero se pudo reunir durante la reciente cumbre sobre el cambio climático en la sede de la ONU. Allí, en Nueva York, fue donde se produjo la esperada imagen del saludo entre Zapatero y Bush, la cual se limitó a un simple intercambio de mera cortesía. Ése es el único contacto que guardan nuestros presidentes, maquillado por infrecuentes reuniones entre Condoleezza Rice y Moratinos. Un hecho que se podría resumir en indiferencia estadounidense hacia España, lo que es una triste noticia para nuestros intereses políticos mundiales.

El resultado de todo ello es que Zapatero sabe que ha hecho algo mal y ahora pretende arreglarlo de manera precipitada. El interés en acudir a la cena celebrada por la ONU (donde iba a estar Bush) así lo atestigua. No estábamos invitados, pero la diplomacia nacional movió los hilos necesarios para estar presentes en una cita donde el tema de fondo, el cambio climático, apenas tenía importancia. La intención era aproximarse a Estados Unidos, dar la sensación de codearse con la "crème de la crème". Pero la realidad es otra, y se escribe con la palabra de la indiferencia.


lunes, 8 de octubre de 2007

Los peligros de Internet

Ojito con quién se chatea en la red, nunca se sabe quién puede aguardar detrás del monitor...


domingo, 7 de octubre de 2007

"La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente."

(Albert Einstein)

viernes, 5 de octubre de 2007

Hasta la luna y más allá

La poderosa empresa de Internet Google se ha fijado un nuevo objetivo: poner el pie en la Luna. O más bien los chips, porque su última apuesta radica en ofrecer 20 millones de dólares a aquellos ingenieros que sean capaces de crear un robot que viaje hasta nuestro satélite, recorra unos 500 metros por la árida superficie y envíe unas cuantas fotos de regreso a la Tierra.

Sin embargo, para quien la misión le pueda parecer excesivamente compleja, la empresa californiana ha decidido ampliar el abanico de su concurso: 5 millones de dólares para quien idee un ingenio que no se mueva y que simplemente sea capaz de enviar fotografías y otros 5 millones de dólares para los creadores de un aparato que encuentre agua, hielo, a otros vehículos espaciales abandonados o que simplemente recorra cinco kilómetros por la Luna.

Este interés por el satélite no es nuevo en Google, ya que desde agosto de este año la multinacional ofrece a sus usuarios un servicio llamado Google Sky, gracias al cual los más curiosos pueden visualizar las más de un millón de estrellas y doscientos millones de galaxias disponibles en nuestro firmamento. Una opción que se une otras aplicaciones más antiguas como Google Moon y Google Mars, versiones espaciales del conocido programa de mapas Google Earth.

La nueva propuesta es el resultado de la alianza del buscador con la Fundación X Prize, conocida por haber creado en el año 2004 el premio Ansari X, el cual entregó 10 millones de dólares al primer equipo privado que logró salir al espacio. Su interés básico es favorecer la privatización de la moderna carrera espacial, lo que facilitaría la participación de grupos indepencientes, pequeñas empresas y universidades en la búsqueda de ingenios espaciales que compitan contra las grandes agencias especializadas.

Los interesados en poner en marcha sus proyectos pueden obtener más información en la página ESP X PRIZE Foundation (español), donde se explican todos los requisitos necesarios para participar. Eso sí, los que quieran intentarlo deben darse prisa, porque el plazo para conseguir el premio completo acaba el 31 de diciembre de 2012. A partir de entonces, el resto de propuestas serán admitidas y valoradas, pero el premio principal al que optarán se reducirá a 12 millones de euros.

miércoles, 3 de octubre de 2007

En ocasiones veo clones


Gracias a AS y al Photoshop, las gradas del Vicente Calderón cuentan con una nueva cenefa decorativa. En esta ocasión, llevar el recuento de gemelos y trillizos presentes se convierte en un buen entretenimiento...

lunes, 1 de octubre de 2007

Posiblemente, la melodía más bella de Mike Oldfield...

The top of the morning, Tubular Bells III (1998)

Dos vidas en un instante

El baloncesto es un deporte distinto, especial. Su peculiar relación con el tiempo lo hace único, lo convierte en un espectáculo donde cualquier cosa puede pasar. En él la suerte y el fracaso pueden entrecruzarse en décimas de segundo mientras mantienen en vilo a millones de personas. Todas pendientes de la trayectoria de un balón naranja y de sus caprichos. De poco vale todo lo jugado antes: el baloncesto puede decidirse en un instante fugaz, y con él, la gloria o el llanto de un equipo, la victoria o el fracaso.

Han pasado ya más de dos semanas de la derrota de la selección española de baloncesto en la final del Eurobasket de España. Tiempo más que suficiente para analizar fríamente cuáles fueron los errores cometidos. Y es que, a pesar del gran éxito que supone la medalla de plata conseguida, el regusto que se nos quedó a los aficionados es agridulce.

El primer motivo es lógico, ya que siempre saben mejor los terceros puestos que los segundos, pues generalmente estos últimos llegan tras una derrota. El segundo factor es la ilusión y expectativas creadas con anterioridad por los campeones del mundo, conjunto que llegó a jugar en los partidos previos a un nivel espectacular, de esos que a uno se le quedan en la retina por décadas.

La realidad es que fallaron bastantes cosas en este conjunto que parecía invencible. Pequeños detalles, que individualizados no son más que pequeñas nimiedades, pero que acumulados pueden llevar al traste con cualquier objetivo, por fácil que sea este. Para mí el principal fue el factor psicológico. Este equipo era superior, se sabía superior, y ése es un error que sólo se comete merced a la falta de humildad.

A esta "prepotencia" contribuyó que el torneo se disputase en casa. Por raro que pueda parecer, el consabido factor cancha nos perjudicó. Fue una presión extra para un conjunto obligado a ganar, que tenía mucho que perder y poco (no nos engañemos) que ganar. Aspecto al que hay que sumarle la pésima gestión y organización del evento, caracterizada por unos marcadores que no funcionaban en la mayoría de encuentros y por una afición VIP, cuando lo que se necesitaban eran verderos aficionados, de esos que saben lo que es el baloncesto.

Por otro lado, Pepu también traicionó sus principios. El factor que muchos analistas habían señalado como clave en Japón, bautizado por el propio seleccionador como "E-QUI-PO", tampoco apareció. Los jugadores se seguirían llevando tan bien como siempre y demás, pero el peso de las responsabilidades dejó de repartirse para centrarse en cinco o seis jugadores clave. La prueba está en el caso de Garbajosa, donde el nombre primó sobre el jugador y se luchó hasta el final por conseguir que el alero de Torrejón jugase al 60% de sus posibilidades. Tenía que jugar, debía jugar, y poco importaba cómo lo hiciese.

De hecho, el papel de los secundarios en esta ocasión fue terciario, diría yo. Sólo así se explica que en la final Marc Gasol desapareciese al acabar el primer cuarto tras estar seis buenos minutos en pista en los que anotó cinco puntos. O que Mumbrú jugase sólo 12 minutos sin anotar. O que Cabezas participase tan sólo en un cuarto. O que Berni ni pisara cancha...

Sin embargo, además del factor psicológico está otro aspecto. Y es lo rematadamente mal que se jugó la final. El equipo se empeñó en heroizar a un Pau Gasol ausente, timorato, que acabó en unos buenos 14 puntos y 14 rebotes por simple inercia. Si un conjunto se empeña en darle todos los balones a su jugador estrella y éste se las juega todas, pues es normal que haga números de escándalo. Es lo que le pasa a jugones como Iverson o Bryant. Sólo que éstos normalmente no acaban con un
25% en tiros de 2 y un 42% en tiros libres.

Creo que nos empecinamos en hacer de Pau Gasol nuestro salvador porque su fiel escudero Navarro estaba con la cabeza en su futuro en la NBA (y su cuerpo renqueante por sus problemas físicos), porque Rudy fue de más a menos en el torneo, porque como dije antes Garbajosa no era Garbo y porque Felipe nunca se ha sentido importante en este equipo. De Calderón mejor hablar aparte, porque aunque algunos creen que se escondió en la final, pienso que éste ya había hecho todo lo se le podía exigir.


Y a pesar de todo, España estuvo ahí. Pendiente del dictar de la pelotita, del balón que quiso entrar en aro español tras golpear el tablero en una "pedrada" de ruso-americano-putiniano Holden. Momentos después, la canasta contraria escupía el tiro de un Pau Gasol dispuesto a convertirse en el héroe tardío que no finalmente no fue y en el que había tenido múltiples oportunidades de constituirse. Dos vidas en un instante. Victoria y derrota. Por eso me gusta el baloncesto. I love this game.





domingo, 30 de septiembre de 2007

Una vez vi a alguien volar...

...sin motor.


El (des)honor japonés

Me sorprende la cultura japonesa. Y no, no soy un fanático del manga y similares, más bien todo lo contrario. De hecho, intento hacer memoria y los únicos contactos que he tenido con el país del sol naciente fueron mis antiguas clases de judo y una profesora japonesa de lengua castellana (sí, una nipona impartiendo clases de español) de la universidad.

Sin embargo, veo vídeos como estos y hay cosas que me "chocan". Se supone que la sociedad japonesa se caracteriza por un fuerte sentido de la colectividad, de la unidad. En la mayoría de los casos el trabajo prima sobre la persona y los atareados empleados japoneses curran como verdaderas hormiguitas en pos del bien común. Se podría decir que son como autómatas, porque ninguno protesta ni se queja si tienen que hacer horas extras o si tienen pocas vacaciones. Vamos, un chollazo para todos los jefes.

Detrás de estos "movimientos programados" está la presión social que sufre cada uno de los japoneses. Un ciudadano de este país debe procurar cumplir con sus deberes, responder a lo se espera de ellos. Por eso, consideran muy importante el aspecto individual frente a la colectividad, el YO dentro del NOSOTROS. Esto se resume en que viven permantentemente preocupados por agradar al prójimo y por causarle la mejor sensación posible.

De esta manera, es curioso saber que los nipones a duras penas se negarán categóricamente a algo o su peculiar sentido del honor. No hay más que ver los códigos que usaban en la antiguedad los samuráis para darse cuenta de que el deber y las expectativas creadas son los aspectos que rigen en gran parte su cultura.

Así se explican estadísticas como las que indican que Japón es el país con el índice más alto de suicidios, con
24,1 por cada 100.000 habitantes. Allí la persona que no cumple con lo esperado por la sociedad, directamente se elimina. Incluso recientemente está apareciendo un fenómeno muy relacionado: el de los hikikomoris, miles de jóvenes que se automarginan: un buen día deciden encerrarse en sus habitaciones porque son incapaces de responder a lo que se espera de ellos.

Una cultura curiosa, cuanto menos. Sin embargo, lo que me sorprende aún más son las bromas que se gastan los japoneses. No hay más que ver los siguientes vídeos como para descubrir que pueden llegar a ser realmente crueles con sus semejantes, ya que les hacen coñas que yo no se las desearía ni a mi peor enemigo (si lo tuviese xD). Como en muchos aspectos de la vida, su cultura presenta contradicciones, polos opuestos: les preocupa la imagen individual que ofrecen a la sociedad, pero por otro lado, no dudan en ridiculizar al prójimo de manera pública. Puro
Humor Amarillo.

Bromas en los WC



Bromas en la nieve

sábado, 29 de septiembre de 2007

Cuando las elecciones se convierten en preocupación

Queda bastante tiempo, de hecho aún no es oficial la fecha. Sin embargo, se perciben momentos importantes para el panorama político español. Se acerca el 2008, y con él, un año clave en el futuro del país. Será la ocasión para que el pueblo decida qué quiere hacer con su futuro, en la que dicte sentencia sobre estos cuatro años caracterizados por un giro radical a la política desarrollada anteriormente. Y es que ahora se cumplen tres años y medio desde que los españoles eligieron cambio, desde que optaron por romper con el pasado que en ese marzo de 2004 pareció querer rendir cuentas.

Tanto tiempo después nos encontramos con un panorama político lleno de dudas: ETA, Catalunya, Navarra, política exterior, problemas internos en el PSOE, desencuentros con el PP… Tras más de un trienio muchas de las piezas del rompecabezas no encajan, y Zapatero necesita más tiempo; bien para encontrar la solución a tan complejo problema que se ha planteado en varios frentes, bien para terminar de llevarlo al caos total. Por eso, el presidente empieza a plantearse la necesidad de conseguir cuatro años más de confianza, de una prórroga que le permita desarrollar una tarea hercúlea que hasta el momento no induce motivos para el optimismo.

Zapatero comienza a no sentirse tan respaldado como querría. Las dudas empiezan a asaltarlo y los escasos resultados obtenidos en algunas de sus principales apuestas (como en política antiterrorista y nacionalismos) no ayudan. Si a ello se le añaden unas elecciones autonómicas y municipales en las que el vencedor moral fue el partido de la oposición, el resultado es un presidente preocupado y más pendiente de su estabilidad futura que de los problemas actuales del país.

Por eso, el líder del Gobierno decidió remodelar repentinamente cuatro de sus carteras en pleno mes de julio, cuando sólo faltaban ocho meses para las elecciones generales. Un cambio que el propio Zapatero justificó con la intención de “preparar los cambios para la próxima legislatura”, en una acción producto más de las dudas que de la confianza. Sólo así se puede explicar la asignación de cuatro nuevos ministros con la provisionalidad que proporcionan los 240 días de legislatura restantes y aún a costa de políticas como la de la paridad en el Ejecutivo, otrora esgrimida con orgullo.

Con su decisión, el presidente quería transmitir una sensación de confianza en la estabilidad de su proyecto a largo plazo, seguridad en que los nuevos ministros continuarán ocupando las carteras del país en la próxima legislatura. Pero la sensación que dejó fue otra, la de empezar a jugar con unas elecciones que aún no debían centrar la atención del panorama político. Zapatero empezaba a mirar más al futuro que al día presente, y cada vez lo hacía de manera más clara, de manera más populista.

De esta manera, de la mano de un remodelado gabinete, vinieron poco después la mayoría de las decisiones estrella del Gobierno durante su legislatura. Aunque es evidente que estos más de tres años han sido un período de grandes reformas sociales, algunas de las más importantes han comenzado a acumularse sospechosamente en los meses previos a la campaña electoral. Así, en julio de este año se anunciaban los cheques-bebé; mientras que en este mes de septiembre el Gobierno confirmaba que todos los niños entre 7 y 15 años tendrán dentista gratis, oferta que se a une a las recientes ayudas para el alquiler de viviendas por parte de los jóvenes.

Decisiones, que curiosamente, cuentan con el apoyo de dos de los nuevos ministros, Bernat Soria (ministro de Sanidad) y Carmen Chacón (ministra de Vivienda) y que han generado críticas incluso en el propio Ejecutivo. Prueba de ello es que, el ministro de Economía, Pedro Solbes, ha sido el primero en mostrar sus dudas sobre la viabilidad de planes como el de salud bucodental. Un pesimismo que parece contrastar con la opinión de Zapatero, según el cual España juega en la Champions League de las economías mundiales. Sin embargo, la frase no es más que un intento de justificar los sorprendentes dispendios económicos en los que se ha embarcado nuestro presidente.

Se trata, pues, de un optimismo infundado, ya que a Solbes no le salen las cuentas. Al ministro de Economía se le presenta un problema de difícil solución, que es conseguir que las arcas del Estado no se vean seriamente afectadas por decisiones con objetivos tan electoralistas. Lo tendrá difícil, porque el propio Zapatero no deja de añadirle incógnitas a la ecuación (como su reciente compromiso para invertir más dinero en Catalunya y Andalucía) y porque aún quedan cerca de cinco meses de precampaña. Un tiempo más que suficiente para recuperar el terreno perdido durante la legislatura, sobretodo si se tiene al dinero como aliado. Las consecuencias, entre las que se encuentra un futuro hipotecado, vendrán después. Es la política del pan para hoy, pero del hambre para mañana.