lunes, 22 de octubre de 2012

Buscando a Carlos Suárez


Parece que ya ha pasado un mundo, pero hace solo dos veranos el baloncesto español vivió todo un culebrón con motivo del destino de Carlos Suárez. A sus 24 años recién cumplidos, el jugador había decidido cortar con los lazos que le unían a su club de toda la vida, el Estudiantes. Así, se ponía en el mercado una pieza extremadamente codiciada, pues el jugador pasaba por ser el mejor alero joven del baloncesto nacional. Madrid y Barcelona se pusieron manos a la obra por su fichaje, pero al final el equipo blanco se llevaría el 'gato al agua' gracias a la decisión del jugador de Aranjuez.

La operación se cifró en 1,3 millones de euros, mucho dinero para tratarse de un deportista de la canasta. Sin embargo, nadie dudaba entonces de que Suárez los valía. Era joven, prometedor y, para colmo, venía a ocupar una posición en la que el Real Madrid andaba bastante necesitado. El colegial redondeaba la mejor plantilla del club en los últimos años bajo las órdenes de uno de los técnicos más laureados del 'Viejo Continente', Ettore Messina.

Pero las cosas no marcharon como se esperaba y el Real Madrid vio cómo el italiano daba el portazo y dimitía en marzo de 2011. A cargo de la convulsa plantilla quedaba su ayudante Emanuele Molin, un entrenador casi sin currículum cuyo mayor éxito de ahí a final de campaña fue clasificar al equipo para su primera 'Final Four' en 16 años. En la ACB, sonoro fracaso al caer en semifinales por 1-3 ante el Bilbao Basket.

Todo ello influyó negativamente en Carlos Suárez, quien fue perdiendo poco a poco la frecura en su juego. La salida de su gran valedor en el Madrid le colocó en una situación complicada, de forma que el alero dejó de rendir a su mejor nivel. Sus inicios en el equipo habían sido más que positivos, pero todo cambió a comienzos del año pasado. Además, el club se reforzó en las posiciones exteriores con la llegada de jugadores como Pocius, Singler, Carroll o Rudy Fernández, de manera que Carlos empezó a perder minutos de forma evidente. De 822 en la Liga regular en la campaña 2010/11 pasó a 621 en la última. Es decir, de jugar 26 minutos con 15 de valoración por encuentro, a 19 minutos y 10 de valoración.

Y en la temporada actual va camino de seguir mermando sus estadísticas, pues en los cuatro primeros partidos su papel en el equipo ha sido claramente secundario. De momento acumula 18 minutos de media, con 5 puntos y 6 de valoración en cada choque. Aportación muy pobre para el octavo fichaje más caro del baloncesto patrio. Por bajar, hasta lo están haciendo sus porcentajes en el triple, ya que hace dos años exhibía desde la línea de 3 un 45%, el curso pasado cayó al 41% y ahora tiene un 36%. Se nota que el jugador tiene poca confianza y esto le lleva a entrar en una espiral donde su mal rendimiento se retroalimenta con sus pocos minutos en cancha.

Lo cierto es que le está tocando convivir en un equipo donde la gran mayor parte del potencial se concentra en el perímetro. Jugadores como Llull, Rudy, Carroll, Mirotic o Pocius han aumentado mucho la competencia en los últimos tiempos y el español está siendo el principal perjudicado. Sin embargo, no le queda otra que luchar, pues el madridismo y Pablo Laso saben que aún puede dar mucho más de sí.

El madrileño debe darse cuenta de que afronta un momento clave de su carrera, pues está muy cerca de entrar en la madurez profesional. Con 26 años le ha llegado el momento de dar un paso adelante y demostrar que él también está preparado para tirar del equipo. De momento los focos no le miran y eso tiene que ser una ventaja para su juego. Ya no tiene la presión de antaño en el Estudiantes o en el Madrid de Messina, por lo que su misión debe estar enfocada a aprovechar al máximo las oportunidades. Y, por qué no, a  centrar su baloncesto al poste, donde el equipo blanco tiene a estas alturas más carencias. Con el puesto de '2' y '3' bastante copado, quizás en el de '4' haya un hueco más amplio para él. No le queda otra que adaptarse para sacar lo mejor de sí mismo. Eso o seguir sembrando de incertidumbre su futuro.

lunes, 15 de octubre de 2012

El camino está lleno de trampas


Después de varios 'Clásicos' realmente tranquilos y ajenos a las polémicas dialécticas, en el del pasado día 7 de octubre el 'puente aéreo' volvió a enrarecerse un poco. Los sentimientos culés están siempre muy a flor de piel cuando Pepe está de por medio, por lo que unas palabras del portugués prendieron la mecha e iniciaron una persecución contra él que orquestó Tito Vilanova.

Todo empezó cuando al central le dio por decir una realidad, que hay varios jugadores culés a los que les gusta mucho el teatro. Afirmación que no es una opinión, sino una evidencia; pues hay multitud de ejemplos que demuestran que futbolistas como Busquets, Messi, Alves, Pedrito o Alexis han intentado en más de una ocasión engañar a los colegiados simulando. Una denuncia perfectamente entendible si no fuera porque, siendo realistas, estaba formulada por un hombre no exento de polémicas similares.

De hecho, se puede decir que el portugués es el blanco más fácil del Real Madrid. Con sus palabras solo abrió la veda y puso en bandeja que el barcelonismo le contestara. Y el primero en caer en la tentación fue Tito Vilanova, un hombre mucho más sincero y claro que su predecesor en estas lides. Porque lo más probable es que, en este caso, Guardiola hubiera regateado la cuestión con una sutil y retorcida indirecta. Pero como ahora manda su segundo la respuesta fue directa a la yugular: "Se podría hacer un vídeo con todas las faltas de Pepe".

Dicho y hecho. En cuestión de doce horas los dos principales medios barcelonistas habían recurrido a Youtube para criminalizar a Pepe. Como si el mundo del fútbol no supiera ya que se trata de un jugador duro. Lo que pasa es que, en esta ocasión y también a lo largo del último año, Pepe prácticamente no les ha dado carnaza en el terreno de juego. Porque una cosa es innegable: el '3' madridista lleva ya varios meses muy tranquilo, haciendo un esfuerzo de autocontrol para no dejarse llevar por la tensión y los nervios en los partidos. Un cambio de actitud con el que está ganando el Madrid y el propio jugador, pues cuando solo es protagonista por su fútbol se convierte en el mejor central del mundo (para mi gusto).

Por eso, esta vez los medios pro-culés han tenido que tirar de hemeroteca. Corren malos tiempos para la prensa azulgrana acostumbrada a vivir de Mourinho y sus referencias al Barcelona. Después de estar dos años masacrando al técnico por entrar en polémicas arbitrales y cruces dialécticos con el entorno barcelonista, ahora están algo descolocados por los tiempos de prudencia que corren en Concha Espina. Y es que, al igual que pasa con Pepe, el de Setúbal también lleva mucho tiempo viviendo a bajas pulsaciones. Donde antes dejaba grandes titulares, ahora hay silencios y frases pronunciadas a media voz. Más trabajo para la prensa azulgrana: en la actualidad tienen que rascar y descifrar, dar la vuelta a las palabras de Mourinho para encontrar su combustible, la declaración que sirva para motivar y enervar a sus jugadores y afición.

Los tiempos han cambiado y los nervios se han mudado de vecindario. Ahora el equipo a remolque del campeón es el Barcelona. La estabilidad se ha asentado en Madrid y la misión en la Ciudad Condal es intentar remover el vestuario blanco. Que si Mourinho se enfada con Özil, que si Ramos sale a defender al alemán, que si Casillas se lo cuenta todo a la prensa... Historias para no dormir con el objetivo de alterar los relajados biorritmos merengues. Algunos del sector culé quieren hiperbolizar las cosas y, cuando no pueden hacerlo, se dedican a tirar de hemeroteca para intentar justificar sus errores actuales con los antiguos del rival.

Todo trampas. A pesar que desde Barcelona se parapeten detrás de su manido 'seny' están deseosos por entrar a la gresca. Ven al Madrid muy fuerte y no van a dudar a la hora de buscarle los puntos débiles. Como Pepe. El portugués fue la excusa perfecta para que el lunes se hablase de él y no del mal juego barcelonista y de la superioridad puntual merengue en el partido. Porque, a pesar de sus 8 puntos de ventaja, saben que tienen enfrente al Madrid de los récords y que esto no ha hecho más que empezar. Y, para colmo, están más solos que nunca. Les falta su líder espiritual: Pep Guardiola. Cuya salida y ausencia, curiosamente, ha coincidido con los 'Clásicos' más pacíficos y tranquilos de los últimos cuatro años. ¿Casualidad?

lunes, 8 de octubre de 2012

Cuando la (mala) costumbre lleva a la distorsión

Dos días después del gran 'Clásico' del fútbol español quizás me tocaría hacer en estas líneas un análisis de lo que vi en el encuentro. Sin embargo, he preferido centrarme en un pequeño detalle que vengo apreciando en los últimos meses en un sector del madridismo y que me genera cierta inquietud. Se trata de la corriente crítica que está aflorando con los jugadores más simbólicos de la actual plantilla, aprovechando que su estado de forma no es el mejor en este comienzo de temporada.

Me refiero a dos futbolistas en concreto: Iker Casillas y Xabi Alonso. Se trata de un asunto que viene de lejos, de alguna que otra temporada atrás. Pero en la presente me está llamando la atención más que nunca y tras el partido del Camp Nou creo que la situación ha alcanzado unos extremos exagerados. Porque entre el domingo y el lunes he llegado a leer que Casillas hizo un mal partido en Barcelona. ¿Los argumentos? Que encajó dos goles. E, incluso, alguno le ha llegado a culpar de que no llegara a desviar el disparo de Montoya que se estrelló en el larguero. Un balón que, de haber entrado, hubiera sido un golazo espectacular e inevitable.

Viendo los dos tantos de Messi una y otra vez llego a la conclusión que Casillas estaba vendido en ambos. En el primero por tratarse de un error puntual de la defensa que le dejó en desventaja al caer el balón en las botas del argentino. Y el segundo por ser un lanzamiento de falta impepinable que entró por el palo de la barrera, el único lugar donde los porteros pueden alcanzar el perdón por encajar un gol así. Sin embargo, el diario 'As' tuvo la idea el lunes de comparar la jugada con la parada que hizo Palop al '10' culé hace una semana. Como si pudieran equipararse una y otra.

No seré yo el que niegue que el principio de temporada de Casillas está siendo muy discreto. Y el primero que lo sabe perfectamente es el propio Iker. En este comienzo de curso se le está viendo algo más apagado de lo habitual e incluso hasta distraído. Y ha cantado en alguna que otra ocasión, como en Ámsterdam o ante el City. Es más que evidente. Pero sus 'pecados' no deben sacarse de aquí. Errores humanos puntuales, productos de una mala racha propia de cualquier futbolista. Así que ir más allá es excederse, es olvidar quién es este jugador y lo que representa para el Real Madrid y la selección española.

Porque estamos hablando del mejor portero español de todos los tiempos. Sin discusión. Y, probablemente, de la historia. Aunque ahí puede que la haya, es cuestión de gustos. Pero si no fuera así, de lo que nunca se dudaría es de que es uno de los mejores de todos los tiempos. Su palmarés está ahí, a la vista de todos. Con solo 31 años. Aunque, por si esto fuera poco, el de Móstoles es el capitán del Real Madrid. El último gran símbolo de la cantera madridista. Un chaval que respira madridismo por los cuatro costados y del que nunca (digo bien: nunca) se puede dudar.

Intuyo que el problema está en que Iker nos ha mal acostumbrado a todos. La afición merengue ha estado años y años viendo como cada partido él salvaba al equipo de goles cantados. Porque ahora disfrutamos de la mejor defensa de la actualidad, pero hasta hace nada teníamos en la plantilla a zagueros que, sin desmerecerlos, no estaban al nivel actual de Pepe o Ramos. Véase Heinze, Miguel Torres, Pavón, Mejía, etc. Así, últimamente el papel de Casillas se está haciendo secundario, lo que le quita protagonismo y eleva sus errores (cuando los tiene) a la máxima potencia. La cuestión es que, al no ver tantos milagros suyos, algunos ya han dejado de creer y le quieren 'enterrar'.

A ello se suma el componente de la capitanía. Hay quien le critica que es mejor capitán con España que con el Real Madrid. Y así es. Pero por un matiz: con la selección no tiene la libertad de actuación que en su club. En el equipo blanco el único que manda en el vestuario es Mourinho y su papel es actuar de mediador más que de representante del plantel. En Valdebebas ha tenido que dar un paso atrás. Y cuando no lo ha hecho, como en la famosa llamada a Xavi, ha habido un conflicto interno evidente. En cambio, en España las cosas son muy diferentes. Del Bosque le da su espacio y él actúa como el gran capitán que es.

Que esto no se entienda como una crítica a Mourinho, nada más lejos de la realidad. Solo digo que el portugués tiene una filosofía distinta a la del seleccionador español. Cada técnico se comporta de distinta manera. Y es lo que lleva a Casillas a actuar de manera diferente en uno y otro sitio. Sin olvidar la presión mediática a la que lleva años sometido por su vida privada. El otro día recurrió a la ironía ante un nuevo episodio donde ciertos medios le tildaron de chivato. Uno más de los muchos que le han tenido como víctima. Sin ir más lejos, en el Mundial de Sudáfrica pagó el pato de la derrota ante Suiza y algunos con muy mala idea llegaron a decir que la causa de su mal partido había sido su novia. Un mes después le sacaba dos balones imposibles a Robben en la final. Dos acciones que ya son historia del fútbol español.

Con esto solo pretendo poner sobre la mesa de quién estamos hablando. Porque Casillas no es un jugador más. Como tampoco lo es Xabi Alonso, sobre el que también se escriben muchas críticas, en mi opinión injustas. El vasco es un hombre que tiene un mérito extraordinario por saber combinar el 'trabajo sucio' con la difícil tarea de iniciar el fútbol merengue. Sin embargo, no le faltan detractores cuando la situación le lleva a hacer de albañil para tapar las grietas del equipo.

Bajo mi punto de vista, son dos futbolistas únicos, de ésos de los que hay que sentirse orgullosos porque vistan la camiseta de nuestro equipo. Lo que no quita para que se pueda ser críticos con ellos en su justa medida cuando lo hagan mal. ¿Que Iker no está bien? Vale, digámoslo e intentemos que recupere su nivel habitual. Pero no le exijamos que haga milagros siempre ni le culpemos de todos los males del equipo. Porque el problema llega cuando el análisis se hace fuera de contexto y se lleva a niveles exagerados. Y es que se suele decir que uno nunca aprecia lo que tiene hasta que lo pierde. Y algunos se darán cuenta de ello cuando tanto Iker como Xabi se retiren.

lunes, 1 de octubre de 2012

Sami Khedira, un jugador en la sombra


Sami Khedira es uno de esos futbolistas cuyo trabajo tiene poco eco en los medios de comunicación. Como mediocentro defensivo que es, su labor está en tierra de nadie, pues es de las más ingratas en este deporte. Él juega en el Real Madrid y en la mayoría de las ocasiones tiene que ver cómo sus compañeros son los que se llevan los focos mientras que él debe moverse entre las sombras, trabajando día a día para que el equipo no pierda el equilibrio tan necesario.

En sus dos años y pico en el club blanco, el alemán ha tenido que convivir con la crítica diaria. Como digo, se trata de un jugador que por su perfil no luce en los partidos. No tiene una gran calidad ni destaca por su pase, regate o gol. Por eso no llama la atención. Sin embargo, para José Mourinho su presencia en el equipo es innegociable. Salvo contadas excepciones para darle descanso, el portugués prácticamente no prescinde nunca del teutón, un futbolista al que considera indespensable por su labor incansable en el centro del campo.

La posición de mediocentro defensivo es, hoy en día, clave en el fútbol. Mucho se ha hablado de ella últimamente, pero ninguno de los técnicos 'gurús' del fútbol mundial prescinden de ella. Mourinho, Del Bosque o Guardiola siempre han tenido en este lugar a un hombre de su confianza, a un jugador que sea capaz de poner equilibrio en onces que parten de clara vocación ofensiva. Y, bajo este panorama, Sami Khedira es uno de los mejores del mundo. Un par de temporadas al máximo nivel en el Real Madrid le avalan, pues aunque no es un jugador que aparezca a menudo en los resúmenes con las mejores jugadas de un partido, tiene el don de cometer muy pocos errores.

El partido del pasado domingo fue uno de ésos en los que Khedira llamó especialmente la atención. Por su gran sentido de la anticipación e, incluso, por su capacidad para generar fútbol ofensivo. El propio Aitor Karanka lo alabó en la sala de prensa por encima de la dupla Modric-Özil, lo que ya es suficientemente meritorio. Probablemente jugó uno de sus mejores partidos desde que está en la capital de España, pero no fue el único. Porque el germano cumple siempre, haciendo su trabajo con máxima profesionalidad y una entrega fuera de toda duda.

La pasada Eurocopa dejó una imagen sorprendente del de Stuttgart, pues en Ucrania y Polonia se coronó como uno de los mejores centrocampistas del continente. El seleccionador Löw le dio más libertades y él contestó metarfoseándose en un jugador 'box to box', un futbolista con capacidad para destruir juego, construir y llegar al ataque con opciones. Un centrocampista total. Y el madrismo terminó el torneo con la sensación de que Sami estaba algo desaprovechado en el Madrid, de que tenía muchas más virtudes de las que mostraba cada semana en el Bernabéu.

Puede que así sea, que con Mourinho su deber sea sacrificarse para que el resto de compañeros luzcan más y mejor. Creo que en otro club se podría ver a un Khedira más peligroso, más completo. Con más jerarquía. Al fin y al cabo, en Concha Espina le toca ser un obrero para que otros sean las estrellas. De ahí que su nombre no esté mucho en boca de la afición y que, cuando lo está, la mayoría de las veces sea con una finalidad crítica. Es uno más de los muchos jugadores que, partido tras partido, viven eclipsados por los cracks de este deporte.

Khedira no venderá muchas camisetas ni tendrá a muchos niños que sueñen ser como él de mayores. Pero no me cabe duda de que su labor merece un reconocimiento por parte de todos. Porque él tiene sus tareas específicas y las acostumbra a solventar a la perfección. Sin brillantez, pero con trabajo y esfuerzo. Algunos partidos llamará más la atención y se llevará ciertos aplausos, como ante el Deportivo. En otros pasará desapercibido. Pero en todos su trabajo habrá sido esencial. Porque no hay gran equipo que no tenga un gran 'corazón' detrás.