sábado, 31 de diciembre de 2011

Mourinho tiene el tiempo en sus manos


Una de las misiones que tiene cualquier periodista que se precie es interpretar la información y analizarla. Sin embargo, esta tarea que parece tan sencilla puede acabar por convertirse en un instrumento muy peligroso en unas manos que no sean las adecuadas. Porque el lenguaje tiene eso, que es tan complejo que puede dar lugar a distintas comprensiones según quién sea el receptor. Y Mourinho ha sido una víctima de ello, ya que ha visto cómo unas inocentes palabras suyas en un programa de la BBC han terminado protagonizando unas fiestas que prometían ser muy tranquilas entre los madridistas.

Nos encontramos en Navidades y eso es sinónimo de tedio y falta de informaciones para la prensa, especialmente la deportiva. En estas fechas el mundo del deporte se para mientras las rotativas siguen produciendo al mismo ritmo habitual, por lo que los medios están obligados a rascar, a escarbar donde prácticamente no hay nada. Por eso, que Mourinho hablase hace unos días para la televisión británica prometía ser un oasis en un desierto de papel y tinta seca. No había más que coger sus palabras por el lado más polémico, llevarlas y al extremo y... ¡voilà!. Habría una estupenda portada al día siguiente en la que se intentaba desestabilizar al Real Madrid.

Yo no voy a ser el que niegue que Mourinho pecó de cierta candidez al tomarse a la ligera un asunto que es prácticamente una cuestión de Estado. En una conversación distendida con Sebastian Coe comentó que en el futuro le gustaría entrenarde nuevo en Inglaterra. Bastó con un error de traducción (él dijo "a couple of years, una expresión de tiempo indeterminada que en España se convirtió en "un par de años") para armar el belén. El portugués bajó la guardia, no profundizó mucho en esto y lo dejó en el aire, dejando que los que quisieran se apropiaran de sus palabras para moldearlas a su gusto.

Así que lo de los días de después ha sido una sucesión de críticas hacia el entrenador madridista, llegándose incluso a insinuar que no está a gusto en el club y que no está implicado en su proyecto. Desde la prensa catalana algunos han corrido para pregonar a los cuatro vientos la supuesta inestabilidad del proyecto de Mourinho, preocupados como están de ver que, por una vez desde la época de Del Bosque, este club tiene muy claro cuál es el camino que tiene que seguir. Para los medios pro-culés que Mourinho no le jure amor eterno al Madrid es algo criticable, mientras que a Guardiola le tienen en un pedestal a pesar de que es incapaz de asegurar su continuidad a más de un año y medio vista.

 Pep seguramente renueve el mes que viene hasta junio de 2013. En cambio, Mourinho firmó hasta junio de 2014. Así que me pregunto ¿qué proyecto es más estable? Es evidente que el Barcelona lleva ya cuatro temporadas con su entrenador, pero también lo es que su fecha de caducidad es anterior a la del madridista. El propio Guardiola lo admite en privado, pues en abril pasado un periodista de la RAI italiana sacó a la luz estas declaraciones del catalán en 'petit comité': "mi tiempo en el Barcelona se está acabando. Estoy muy bien aquí pero cuando estás mucho tiempo en un club como este no es posible seguir mucho más. Tú tienes que entender cuando es tiempo de irte. Igual que cuando era jugador hubo un momento en que comprendí que debía salir".

Por eso, que ahora en Barcelona se echen las manos a la cabeza por lo que ha dicho Mourinho es curioso. En el Barça se vive permanentemente en el alambre, con el corazón en un puño cada diciembre ante la duda de si Guardiola estará lo suficientemente cómodo para seguir. En cambio, Mourinho está a estas alturas con un contrato a dos años y medio vista. Y, por si hacía falta, se ha encargado de aclarar en una entrevista al club lo que realmente quiso decir en la BBC. Que él está implicado en el proyecto del Real Madrid, que está seguro de cumplir cuatro años en el club si los resultados le dejan. Que él no ve un lugar mejor en el que estar que en el mejor club del mundo.

Yo en ningún momento he dudado de Mourinho. Soy consciente de que los tiempos de Miguel Muñoz ya pasaron y que en España "entrenador" no significa lo mismo que "manager" en Inglaterra. Tengo claro de que este club disfrutará de este entrenador un puñado de años, de que esta historia será más breve de lo que muchos desearíamos. Pero también sé que mientras esté aquí, Mourinho dará el máximo y sacará el 110% de sus jugadores y de las posibilidades del Real Madrid. Estoy seguro de que el portugués estará el tiempo suficiente para dejar su huella imborrable en este club y que no se irá sin haber corregido su errático rumbo para ponerlo en el camino del que descarriló en el verano de 2003. Así que olvidémonos de las contaminaciones externas y preocupémonos de cuidar a este entrenador, porque si lo hacemos, la suya será una historia lo suficientemente larga como para marcar una época en el club.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Este equipo tiene otra cara


El 2011 ha sido un año convulso para la sección de baloncesto del Real Madrid. El club buscó la estabilidad en el verano de 2009 fichando a Ettore Messina, pero en vez de conseguir su Mourinho particular para la canasta se encontró con un técnico superado por la presión de tener que dirigir a un grande. Su espantada a principios de marzo tiró por la borda la temporada justo cuando ésta se iba a empezar a decidir, lo que provocó que el club se replanteara la situación en julio.

La apuesta por el perfil de técnico estrella había fallado estrepitosamente. Bien es cierto que el equipo llegó a la Final Four europea por primera vez en 16 años. Pero la realidad es que lo hizo para ser humillado en los dos partidos, sin dar sensación de haber estado en Barcelona para competir por el título. El experimento de dejar a Molin en el banquillo fue una opción equivocada desde el sentido que echaba a perder el resto del curso, pero acertada viéndose desde la perspectiva de esperar al verano para tener la mejor opción.

Y así, la temporada se hizo larga, eterna. El secundario Molin fue incapaz de sacar algo decente de los mimbres que había, empeñado como estaba en perpetuar el legado del huido Messina. Con unas rotaciones miserables, con Begic, Velickovic y Mirotic en el ostracismo, el Real Madrid hizo un final de curso bochornoso, indigno del club con mejor palmarés del baloncesto europeo. Un 3-1 en semifinales de ACB ante el Bilbao Basket fue el epitafio de la etapa italiana del equipo, del baloncesto condicionado y depresivo que había dejado el técnico de Catania y su ayudante.

La situación exigía un cambio de rumbo. Y vaya si lo hubo. Tanto que el club escogió a Pablo Laso, toda una referencia para el baloncesto español como base de los 90, pero un novato en eso de los banquillos. Un hombre de la casa, que jugó en el Real Madrid durante un par de temporadas y en el que su currículum constaba un ascenso con el Lagún Aro San Sebastián a la ACB y un puñado de temporadas decentes en la máxima categoría.

Era una vuelta al perfil Plaza, sin llegar a tener los componentes de técnico formado en el club. Humildad, trabajo y juventud. Tres pilares básicos sobre los que se iba a cimentar el nuevo proyecto, a pesar de que la elección no gustaba ni convencía a muchos, a mí el primero. Recurrir a Laso tras haber tenido a Messina en el banquillo era como dar un paso atrás, como admitir que el Real Madrid solo debía aspirar a pelear los títulos, no a ganarlos realmente.

Pero fue llegar el vitoriano y las cosas se empezaron a hacer bien. Muy bien. Como no estaba acostumbrado el madridismo. Primero llegaron Carroll y Pocius, dos hombres exteriores de primer nivel. De hecho, Carroll ha sido el mejor fichaje de este equipo en muchos años. Me ha bastado cuatro meses viéndole con la camiseta blanca para pensar que su impacto en el club está siendo y será superior al de Louis Bullock. Y eso es mucho decir.

En el Real Madrid sabían que el equipo tenía que reforzar su juego exterior y así lo hicieron. Sin embargo, no se quedaron ahí, porque también trajeron a Rudy Fernández e Ibaka en dos movimientos que devolvieron la ilusión a la afición. La sombra de la NBA pendía sobre sus cabezas, pero que nos quitaran lo bailado mientras tanto. Duraron tres meses el primero y mes y medio el segundo. ¡Pero qué meses!

Los dos aportaron calidad y fuerza al equipo, haciéndolo temible en Europa y en España. Con ellos y el resto de la plantilla, Laso consiguió en tiempo récord cambiarle la cara al equipo, creando una escuadra de juego alegre, veloz y de ritmo endiablado. Se había pasado de los partidos rondando los setenta puntos a los choques con las tres cifras en el marcador del equipo. Desde el primer año de Plaza en el banquillo no se había visto algo semejante, a un Real Madrid jugando tan bien a este deporte.

Ahora, ni siquiera el regreso forzado de Ibaka y Rudy parece haber cambiado mucho el panorama. Herreros y Sánchez Lázaro estaban preparados para este contratiempo y reaccionaron rápidamente fichando al jugador revelación del comienzo de temporada en España, el joven Kyle Singler. Con él se ha tapado parcialmente el hueco dejado por el balear y se ha conseguido un hombre polivalente para el juego exterior, por lo que el equipo no se ha resentido demasiado.

Cuando se trabaja bien, lo lógico es que se consigan frutos. Y el Madrid de baloncesto está en el buen camino para ello. Ha sido el tercer mejor equipo de la primera fase de la Euroliga y ha dominado con solvencia el llamado ‘grupo de la muerte’. Además, es líder en la ACB empatado con el Barcelona, todo un equipazo que empieza a estar lastrado por los años. Sin embargo, el Real Madrid es un equipo joven que cuenta con el futuro del baloncesto, con una generación de jugadores llamada a recuperar la gloria que los aficionados llevamos más de tres lustros esperando. Por fin el proyecto huele a estabilidad y a buen baloncesto. Las cosas se han hecho bien en este 2011 y en el 2012 será el momento de refrendarlo haciendo justicia a las expectativas y a la camiseta.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Un año para firmar


Punto y final al 2011. En lo futbolístico, claro. El Real Madrid ha terminado el año y es momento de hacer un balance de todo lo que ha hecho el conjunto blanco, tanto para lo bueno como para lo malo. Aunque lo que importará de verdad de cara al 2012 es lo que ha sucedido de agosto para acá, pues lo sucedido con anterioridad no deja de ser historia ya. Y es que la situación ha cambiado mucho para el club en estos últimos 365 días.

La gran pregunta que debe contestar el madridista tras hacer balance del año es si el 1 de enero de 2011 hubiera firmado la situación en la que está el club en estos momentos. Si nos centramos en la primera plantilla, lo cierto es que ha habido pocos títulos y éxitos, menos de los esperados; pero también lo es que la progresión ascendente y la mejoría general ha sido patente.

Para el Madrid, el 2010 acabó de manera agridulce. Los de Mourinho empezaron arrasando, pero el traspiés en el Camp Nou a finales de noviembre destrozó todas las esperanzas que se habían levantado en los primeros meses de temporada. Luego, la situación no mejoró, principalmente en Liga. Una competición donde el equipo se dejó el título a principios de año en campos difíciles, pero de rivales asequibles. La cuestión es que todo acabó jugándose a dos cartas, la de la Champions y la de la Copa del Rey.

Y como suele pasar en este tipo de competiciones de formato tan impredecible, los resultados fueron de lo más diverso. Éxito mayúsculo en la competición del K.O., la de menor relevancia, sí, pero el primer título tras tres años de sequía y 18 sin levantar este trofeo. Su consecución suponía una tregua en las necesidades madridistas, pero por poco tiempo. Después, llegaría el gran palo y la decepción en Europa, pero con excusa. Lo digo por los penosos arbitrajes en las semifinales que ayudaron a la eliminación. Aún así, siendo justos, el Barcelona fue mejor en el balance general del final de temporada.

Con el término de la campaña, llegó el punto álgido de nerviosismo en el fútbol español. Tanta tensión con la avalancha de Madrid-Barça que hubo acabó por explotar en verano, en la Supercopa de España. Allí el Madrid fue mejor en lo futbolístico, pero Messi estaba ahí para hacer la diferencia. Sin embargo, nadie habló de la injusticia del marcador, pues Mourinho cometió su gran equivocación, la que le ayudaría a replantearse su actitud ante estos partidos.

Desde entonces, silencio, trabajo y resultados. El Real Madrid ha sido una apisonadora, especialmente después de los baches de Levante y Santander. Ha acabado el año con 18 triunfos en 19 partidos, logrando récords de tres en tres y liderando la Liga y la Champions, además de eliminar con solvencia a la Ponferradina en los octavos de la Copa del Rey. El Madrid ha hecho su mejor fútbol en años, quizás desde la época de los galácticos. Así que… ¿puede haber algún motivo para la preocupación?

Pues sí, hay un punto negro entre tantas noticias buenas. El equipo perdió su cuarto clásico de los ocho disputados. Esta vez en casa y dando la sensación de que había que algo fallaba en la cabeza de los futbolistas. No se jugó como se sabía y el temor al fracaso atenazó las piernas. Un problema importante en una temporada condenada a decidirse por detalles, al igual que la pasada; y con el Barcelona siempre en la sombra.

Aún así, en las últimas semanas ha habido tiempo para recuperar el color después de la palidez. Otras tres victorias más, dos ante la Ponferradina y una ante el Sevilla han evidenciado que solo hay un equipo que pueda plantarle cara a este Real Madrid. Sí, es el de Guardiola. Y lo cierto es que los azulgranas no son los de las últimas temporadas. Así lo dicen sus resultados, peores claramente en Liga, así como su juego, algo más apagado de lo habitual. Por eso, quizás ganar el título no acabe siendo cosa de los clásicos, sino de una regularidad que parece haberse enemistado con los culés.

En la Champions y la Copa del Rey, como digo, promete ser otra historia. Si los caprichosos sorteos así lo permiten, lo más probable es que volvamos a tener finales con los dos más grandes. Y ahí el Real Madrid deberá superar sus miedos y temores, jugar su fútbol. El que ha patentado en los últimos meses y que me permite firmar satisfecho lo ocurrido en este 2011. Porque, aunque el balance podía haber sido mucho mejor, lo cierto es que el camino seguido ha sido ascendente y va en la dirección correcta. Sabemos dónde estamos, quiénes somos y lo que queremos. Y eso solo puede darnos buenos presagios para el 2012

jueves, 15 de diciembre de 2011

Tiro al blanco

Lo que pueden cambiar las cosas en 90 minutos. Basta un partido para hundir todo el buen trabajo de los tres meses anteriores. Una labor excepcional, 15 triunfos consecutivos haciendo el mejor juego que se ha visto en este tiempo en España. Bien es cierto que se falló justo cuando no se debía. Aunque sí se podía enmendar, porque perder contra el Barcelona no ha sido tan decisivo como si el conjunto catalán hubiera sido el derrotado. La Liga se ha compromido, se ha igualado, pero el Madrid sigue teniéndola en su tejado. Lo único realmente negativo es que el encuentro ha tenido y tendrá secuelas, tanto a nivel interno como externo.

Tras el partido se ha apreciado un fenómeno que no deja de sorprenderme por su inmediatez y, por qué no decirlo, injusticia. La derrota clara y merecida ante el F.C. Barcelona ha servido de acicate para que la prensa declaramente antimadridista e incluso la generalista (en algunos casos) se haya lanzado al cuello de Mourinho, Cristiano Ronaldo y todo lo que represente al club blanco. Los dos portugueses y, por extensión, el Real Madrid, han sido el cruel objetivo de los medios que estaban deseosos de aprovechar la más mínima evidencia de debilidad para criticarlos sin piedad.

Cristiano Ronaldo ha sido el ejemplo más claro de ello. El crack madridista jugó muy mal el sábado. Y demostró estar ansioso, nervioso, haber sido superado por la presión. Algo que le acostumbra a pasar cuando juega contra el Barcelona. Es más que evidente que, cuando se enfrenta a ellos, su rendimiento baja de manera alarmante. No hay más que mirar los datos. El de Madeira se acerca a un promedio de gol por partido desde que está en el Real Madrid y, ante los azulgranas, solo ha marcado dos en ocho encuentros, uno de penalti. Así que, algo falla, evidentemente.

Sin embargo, lejos de ser justos y achacarlo a problemas de ansiedad derivados de su sobre-motivación, la tendencia es acusarle de no rendir en las grandes citas. Olvidando que él fue el que le marcó el gol que le dio la Copa del Rey al Madrid ante el propio Barcelona, superando entonces sus  errores y nervios previos. Obviando quién le marcó el primer gol a Bosnia con Portugal en la reciente repesca de la Eurocopa. Minusvalorando su tanto al Chelsea en la final de la Champions de 2008, que, a la postre, sería clave para que el Manchester ganara el torneo. Prescindiendo de su golazo desde 40 metros al Oporto en los cuartos de final de la Liga de Campeones que valió el pase a la siguiente ronda para los ingleses. O no queriendo acordarse de que, en marzo de 2010, fue él el jugador que marcó el único gol del Madrid en la funesta eliminatoria ante el Olympique de Lyon.

Por lo que parece, para muchos, esos no son partidos claves. No les importa que esos días Cristiano Ronaldo fuera el mejor de su equipo. Con su bloqueo ante el Barcelona basta para intentar hundirle en la miseria, llegando incluso a emplear la mentira sin tener ni siquiera el valor de reconocer que, con datos en la mano, es uno de los mayores goleadores de la historia del fútbol mundial. Sin admitir que es un jugador extraordinario, que tiene unas condiciones únicas y que es tan excepcional que solo una de sus virtudes podía ser su gran talón de Aquiles. Su inmensa ambición.

Su problema, como el del Madrid, me parece más que evidente. Hay una cuestión mental. Llamémoslo complejo de inferioridad. Algunos incluso se atrevían a decir que a este equipo le está empezando a pasar lo mismo que al Atlético de Madrid con el propio Real Madrid. Un problema psicológico derivado de la presión extrema, de saberse examinados y evaluados únicamente por lo que suceda ante los azulgranas. Y digo esto porque el sábado el Real Madrid no jugó como sabe ni debía. El Barça sí lo hizo, aunque podría haberlo hecho todavía mejor. Mientras los de Guardiola pusieron sobre la mesa los puntos que definen su doctrina, los de Mourinho eran solo una caricatura ridícula de sí mismos.

Me niego a pensar que las diferencias entre el Barcelona y el Madrid sean tan grandes a estas alturas. El catalán puede que sea mejor técnicamente, que tenga mejores centrocampistas. Pero los dos equipos están a la misma altura, siempre y cuando estén a su máximo nivel. Y los blancos no lo estuvieron el sábado. Estas diferencias se pueden minimizar desde el trabajo como equipo, desde una presión que deben desarrollar los 10 jugadores del campo. Y esto es algo que en el clásico solo hicieron cuatro, cinco jugadores. El resto no trabajó en la recuperación como se necesitaba, como se hizo a la perfección en la final de la Copa del Rey.

Ya dije en mi artículo anterior al partido que, para ganar, el Madrid necesitaba seis palabras: Intensidad, presión, recuperación, velocidad, remate y precisión. Pues bien, el equipo solo fue intenso y tuvo algo de remate. El resto no las utilizó, o las aplicó mal. La cuestión es que estos términos forman parte de la personalidad de este Madrid. Están a mano. Así que ahora la misión es encontrar la forma de que los nervios, la presión y la ansiedad permitan utilizarlos. Y para ello, el equipo debe abstraerse de toda esa contaminación que llega desde el exterior, desde la prensa antimadridista, sea culé o supuestamente imparcial. Cuando más pendiente esté el club de lo malo que se dice de él, más daño se hará. Porque esto significará cargarse la mochila de la culpabilidad, de complejos, permitiendo que su peso no deje que las piernas respondan. Así que vaciémosla.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Seis palabras para el clásico

El partido del miércoles en Amsterdam no me gustó. Prácticamente nada. Pero del mismo rescato varias conclusiones interesantes. La primera es que el Real Madrid gana fácil, muy fácil. Casi sin quererlo. La segunda es que es un equipo muy compacto en defensa, trabajado. A pesar de cambiar la zaga prácticamente al completo, el conjunto se fue de Amsterdam sin encajar gol. Y la tercera hace referencia al partido del sábado: el equipo está preparado para el que debe ser su bautismo de fuego. Ganarle en 90 minutos y de manera holgada al 'Pep Team'.

Mourinho dijo en agosto pasado que el Madrid necesita "jugar bien para ganar". Creo que eso era antes. El equipo ha llegado a un punto de madurez tal que ya no le hace falta jugar un buen partido para vencer sobrado. Lo de Amsterdam fue una clara prueba, pues se logró una victoria muy sencilla sin prácticamente pisar el campo rival. No hizo falta, porque tres magníficos pases en largo rompieron a la adelantada defensa del Ajax. El miércoles tocó jugar al contrataque, y el Madrid así lo entendió y lo ejecutó a la perfección.

Antaño, en temporadas pre-Mourinho, percibía que este conjunto sufría hasta para ganar a equipos menores. Lograba la victoria, sí, pero se la trabajaba y no se libraba de pasarlo mal en muchos partidos. Pero ahora la diferencia entre el Real Madrid y esas escuadras es abismal. Donde antes el Molinón era una película de terror con, generalmente, final feliz, ahora es prácticamente una superproducción llena de acción con el equipo blanco como gran protagonista. Y la extraordinaria condición física que ha logrado el cuerpo técnico tiene gran culpa de ello, pues la plantilla es una apisonadora que devora a sus rivales desde el primer minuto.

Hay una inercia ganadora. Algo que es evidente, que se explica desde las 15 victorias consecutivas que lleva. Pero el destino ha querido que este sábado se cruce la piedra más grande en el camino. La del Barcelona. No me suele gustar mucho eso de conseguir récords. O mejor dicho, estar a las puertas de lograrlos. Porque esto supone un plus de presión de para los jugadores. En este caso, y sin ánimo de ser 'cenizo', no puedo evitar acordarme de hace un par de veranos, cuando España logró en la Copa Confederaciones igualar el récord mundial de Brasil de estar 35 partidos seguidos sin perder. ¿Qué pasó en el 36? Que cayó sorprendentemente ante EE.UU. en semifinales.

Cuidado entonces. El Real Madrid está a las puertas de hacer historia. Y para conseguirlo, deberá superar a su antítesis. Al Barcelona. Un rival que parece estar en horas bajas pero que suele ganar sus partidos en casa por cuatro o cinco tantos de diferencia. El actual campeón de Europa y de Liga. Algo que no parece contar si los de Guardiola han encadenado tres o cuatro partidos malos fuera de su estadio. Es, en definitiva, un gigante dormido que tiene previsto despertarse justo a tiempo. En el Bernabéu. Y haciéndolo estará en su derecho de borrar todas sus dudas anteriores.

Ya he comentado en numerosas ocasiones desde este espacio que creo que el partido de este sábado va a ser clave. En el sentido de que ganarlo supondrá la culminación de los anhelos blancos. Porque la Copa se ganó, sí, pero en la prórroga y tras mucho sufrimiento. Y en la Supercopa se jugó mucho mejor y se perdió por los avatares del fútbol. Pero ahora hay que vencer de manera redonda. Sin apuros. Y haciéndolo bien. Porque, de no conseguirlo, sería como tropezar en la impoluta escalada que lleva el equipo, cediendo parte del terreno logrado para descubrir después que en el cuerpo hay magulladuras que harán que el próximo tramo sea más largo y complicado.

La cuestión es que tengo dudas sobre cómo va a plantear Mourinho el partido. Si el año pasado se me hubiera preguntado al respecto, hubiera pensado y apostado por un trivote para frenar al Barcelona. Como ya hizo con Pepe, Xabi y Khedira.  Entonces no pensaba que hubiera otra forma de ganarle a los azulgranas. Pero ahora las cosas han cambiado. Creo que la fórmula del éxito ya está escrita y la lleva usando el equipo durante toda esta temporada: Intensidad, presión, recuperación, velocidad, remate y precisión. Seis palabras que definen al conjunto blanco y que deben estar en la mente de sus jugadores este sábado. Usándolas, estoy seguro de que esta vez Messi no será suficiente para que el futuro se escriba con el nombre del Real Madrid.

martes, 6 de diciembre de 2011

El mejor clásico jamás contado

Todavía quedan los incómodos partidos de la Liga de Campeones, donde todo está vendido para el Madrid y el Barcelona, pero una vez acabados los partidos de este sábado, el clásico ya ha empezado a jugarse fuera del campo. Mientras en Barcelona Pep Guardiola no rehúye a hablar sobre cómo afrontará tácticamente el encuentro del Bernabéu, en el Real Madrid los jugadores se esfuerzan por centrarse en el partido del miércoles ante el Ajax. Y es que en Concha Espina se quiere dar sensación de ir paso a paso, justo lo contrario que en la Ciudad Condal. Allí queda claro que lo que importa es lo que pase el sábado, principalmente porque el Barça llegará al partido con más necesidades.

Guardiola ha optado por dar descanso a 13 de sus jugadores hasta el martes, día en el que el equipo se medirá al BATE en el Camp Nou para cerrar su clasificación a los octavos de final de la Champions. Así pues, todo apunta a que el técnico reservará a la mitad de su plantilla frente a los bielorrusos, más pendiente del Real Madrid que de este incómodo compromiso. En cambio, Mourinho ha optado por una política distinta: ante la proximidad de semejante partidazo, entrenamientos todos los días hasta entonces, el primero el pasado domingo.

Aún así, no parece que el portugués vaya a sacar un equipo de gala en Ámsterdam. Adán, Albiol, Sahin, Granero o Callejón apuntan a titulares ante el Ajax, de manera que los teóricos titulares descansen antes de recibir al Barcelona. La suerte que tiene este Real Madrid-Barcelona es que va a llegar en un momento magnífico para todos, tanto para los equipos como para los espectadores. Porque los encuentros anteriores no tendrán nada en juego y los entrenadores podrán reservar sus efectivos para que el sábado se vea el mayor espectáculo posible.

Todo para preparar el clásico entre los clásicos. Cada vez que se acerca un partido de esta enjundia los medios de comunicación se encargan de venderlo catalogándolo de “partido del siglo”, “mejor partido del mundo”, etc. Pero lo cierto es que nunca como esta semana le van a venir mejor estas descripciones al choque, porque se están dando todas las condiciones para tener el mejor Real Madrid-Barcelona posible. Y eso es mucho decir, si bien los hechos previos se encargan de demostrarlo.

Lo digo porque los conjuntos que se enfrenten el próximo sábado serán las versiones más perfeccionadas de las mejores plantillas que han tenido estos dos clubes en su historia. Bien es cierto que el Barcelona no llega al encuentro en su mejor momento, pero también lo es que sigue pareciéndose al equipo que ha arrasado en las últimas tres temporadas. Y qué decir del Madrid, un equipo que lleva mes y medio demostrando que es el mejor conjunto de Europa a estas alturas y que cada partido da una nueva exhibición de poderío físico.

Además, el madridismo tiene motivos para ser optimista. Hay pequeños detalles que animan a pensar que esta vez la balanza podría decantarse a favor de los de Mourinho. Más allá del gran momento que atraviesa la escuadra merengue, se puede concluir que el Real Madrid llega a la cita más preparado que nunca. Ya ha dejado atrás su periodo de formación para ser un equipo maduro. En el proceso se ha llevado varias derrotas ante los culés, algunas merecidas, otras injustas. Entre estas últimas estuvo la de la Supercopa, el primer síntoma verdadero de que a los de Guardiola se les puede ganar jugando a un fútbol diferente al que ellos practican.

El del sábado debe ser, por tanto, la primera piedra de la culminación del proyecto de Mourinho. En el último año y medio ha habido hasta siete clásicos, pero ninguno prometía ser tan perfecto como el que se nos avecina. Ni siquiera los centenares que le antecedieron durante más de un siglo de rivalidad. En cinco días nos espera el Madrid-Barça más prometedor de la historia y, en él, el conjunto blanco parte como claro favorito. La única pega es que todavía hay que refrendarlo y sufrirlo. Pero el premio lo merece: darle un golpe a la Liga y confirmar que el aspirante ha dejado de serlo para convertirse en la nueva referencial del fútbol mundial.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Algo está cambiando

Nadie se lo esperaba, pero no por imprevisto sabe peor. Todo lo contrario. El Barcelona se dejó este sábado tres sorprendentes puntos ante el Getafe más triste de los últimos años. Un equipo bien trabajado tácticamente, pero con bastante músculo y poca calidad. Con un poco de orden, mucho trabajo y fe el conjunto azulón le sacó los colores a los de Guardiola, demostrando que, a estas alturas de temporada, el Barcelona está a años luz del rendimiento que le hizo triunfar en los años pasados. Es decir, justo lo contrario que el Real Madrid, un equipo maduro futbolísticamente que está a un nivel físico espectacular.

Más que la derrota del Barcelona me gustaría destacar la imagen que dio el equipo. Esa toma de Messi cabizbajo llevándose las manos a la cara es la radiografía de un conjunto perdido, que por más que busca su viejo estilo, no lo encuentra. La culpa, el pésimo estado de forma que atraviesan esta temporada los culés. No hay que olvidar que jugadores clave como Iniesta, Piqué, Puyol, Cesc o Xavi se pasan últimamente más tiempo en la enfermería que en el campo. Por no mencionar que Guardiola se está empeñando en romper la jerarquía bien definida que había en el equipo dejando a dos campeones del mundo como Villa o Pedro en un claro segundo plano.

Algunos que entienden de este deporte dicen que los grandes equipos también se cansan de perder. De hecho, es muy difícil encontrar en la historia del fútbol un conjunto eterno, que fuera capaz de reinar en el fútbol mundial más de un lustro. El Real Madrid de Di Stéfano duró ese tiempo, el Milan de Sacchi ídem, al igual que el Dream Team de Cruyff o el Madrid de la Quinta del Buitre. Y los casos se podrían contar por decenas. No hay escuadra que conserve su estilo más allá de un puñado de temporadas y el Barça podría estar acercándose a su fecha de caducidad.

Y que quede claro que esto no es un tema de edad, de 'vejez' de la plantilla. Messi tiene solo 24 años, al igual que Piqué o Cesc, Iniesta 27, Busquets 23... Es una cuestión de ciclos circadianos, de rachas. Guardiola es el primero que sabe lo que significa esto y, por eso, en cualquer momento, una temporada de estas y, más pronto que tarde, anunciará que se va. Lo hará para dejar paso a un cambio que le de otro estilo al Barcelona, porque llegará un punto en que él no podrá exprimir más lo que hay. La cuestión es si ese momento está empezando a llegar ya o todo esto solo está siendo un hecho puntual.

La llave de ello la tiene el Madrid. Al igual que el Barça, el equipo blanco ha vivido durante su historia de rachas. Buenas y malas. Y tras una excesivamente negativa, ahora todo apunta a que tocan años de alegrías. De títulos. Porque nadie duda de que este equipo tiene hambre, mientras el Barça está empachado. La sensación que dan los dos equipos es que se han cambiado los papeles. Las caras que tenían los jugadores del Madrid la temporada pasada en Pamplona, Almería o Coruña las vi el sábado. Y estaban en Getafe.


Por supuesto, todo esto hay que terminar de confirmarlo. Seis puntos son muchos. Pero nada teniendo 75 por jugar. Queda un mundo. Y el punto de inflexión será el 'Clásico' del Bernabéu. Ganar posiblemente decantaría la Liga, porque supondría un golpe anímico brutal y el Barcelona empezaría a fijar sus objetivos en el Mundialito, la Champions y la Copa del Rey. El que mucho abarca poco aprieta, se dice. Y los azulgranas no parecen tener banquillo suficiente como para resistir una temporada que ya, a estas alturas, se le está haciendo larga.

En cambio, el Madrid da sensación de tener todo controlado. Líderes solventes en Liga, con 13 victorias consecutivas, primeros de su grupo en Champions y practicando un juego que no se veía hacía mucho tiempo en el Bernabéu. Tanto marcha la cosa que Mourinho hasta se está permitiendo el lujo de rotar en busca de un reparto justo de minutos. Los blancos está como motos, mientras los jugadores culés no pueden con las botas. Y esto es algo que hay que aprovechar dentro de dos semanas para certificar que esta temporada va a ser la del cambio. Será un solo partido. Pero 'EL' partido. Lo que suceda en él, probablemente condicione las próximas temporadas. Porque perder sería volver al pasado. Ganar cambiaría la historia.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Llega la hora de la verdad


Lo bueno se suele hacer esperar y esta vez así ha ocurrido. El Real Madrid afronta este sábado su primera gran prueba de la temporada tras diez días de partidos internacionales que han supuesto un engorro para los aficionados españoles. La selección nacional no ha hecho honor a su condición de campeona del mundo en los partidos amistosos ante Inglaterra o Costa Rica, por lo que la espera se ha hecho eterna para los que disfrutamos de la Liga española. Pero, por suerte, el regreso promete ser espectacular.

El Real Madrid paró el ritmo hace un par de semanas con la tranquilidad que le daban los tres puntos sobre el Barcelona y los cuatro sobre el Valencia. Una situación que, por otra parte, el equipo no conocía igual desde que Pep Guardiola entrena al conjunto catalán. Por tanto, el balance de los primeros dos meses y medio de temporada ha sido magnífico para el conjunto blanco, aunque con un par de puntos negros: la derrota en la Supercopa ante los culés a pesar de ser mejores sobre el campo; y el bache sufrido en Valencia y Santander en el que se perdieron cinco puntos inesperados.

Pero, como digo, el equipo ha saldado estos tropiezos cumpliendo con nota en el resto de enfrentamientos. Con los deberes hechos en Europa tras cuatro partidos, los de Mourinho han sido los mejores de la Liga en las primeras once jornadas y así lo demuestra la clasificación. Por ahora, todo le sonríe al equipo, pues el juego ha mejorado considerablemente respecto a la temporada pasada, Higuaín y Kaká han sido recuperados para la causa y Sergio Ramos empieza a destaparse como uno de los mejores centrales del mundo. Sin olvidar también que jugadores como Sahin y Coentrao están comenzando a aportar de manera exponencial.

Hasta ahí, todo perfecto. Pero este 19 de noviembre supone una frontera para la trayectoria del equipo. Lo digo porque el partido de Mestalla es el primer duelo de verdad al que se va a medir el Madrid esta temporada, más allá de la Supercopa. Antes, los rivales han sido buenos equipos, pero no rivales directos para los blancos. Porque, hay que ser claros, los tres puntos de ventaja sobre el Barcelona se han conseguido teniendo un calendario mucho mejor que el de ellos. Valencia, Sevilla, Atlético y Gijón son rivales peligrosos a los que ya se ha enfrentado Guardiola y compañía, mientras que el Real Madrid espera para encontrárselos de aquí a final de año.

Luego, el día 10 de diciembre, estará el 'Clásico' del Santiago Bernabéu. Tras varias temporadas empezando la temporada en el Camp Nou, esta vez el partido entre los partidos tendrá su primera parada en Madrid. Una ocasión idónea para abrir un hueco casi definitivo en la Liga a la espera de lo que ocurra en la vuelta. Ésa será la gran reválida de este equipo tras los exámenes previos de Mestalla, el Molinón y el derbi. El objetivo debe ser perder el mínimo de puntos en las próximas cinco jornadas. De lograr los 15 en juego, la Liga estaría más que encaminada.

De esta manera, el equipo debe afrontar los próximos partidos consciente de que aún no ha ganado nada. De que todo lo conseguido hasta el momento perdería su valor con un par de despistes en lo que queda de año. La diferencia vendrá marcada por lo que ocurra las próximas semanas, en las que por cierto, se añadirá el objetivo de la Copa del Rey. El momento de ganar la Liga es hoy y será la semana que viene. Y las inmediatas. Porque, aunque pueda parecer que las Ligas se deciden al final, lo más fiable es encaminarlas antes de febrero, de que vuelva la Champions. Es, por tanto, el momento de coger un colchón que de tranquilidad. Y habrá que hacerlo desde hoy, en los partidos de verdad. En los que servirán de baremo para saber si este Real Madrid es tan grande como apunta.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Una interrupción incómoda


La semana terminó. Lo que implica el fin de una molestia para el Real Madrid. Porque lo cierto es que esta pausa en la competición pinta que no va a favorecer en nada a los intereses de los hombres dirigidos por José Mourinho. Y es que, justo cuando el equipo había cogido el ritmo de juego idóneo, han llegado los partidos internacionales para frenárselo y echarle, indirectamente, una mano al Barcelona.

Creo que la FIFA debería plantearse un nuevo calendario de partidos. No puede ser que el principio de temporada sea todo un camino de minas para los clubes con futbolistas internacionales, pues en cuatro ocasiones la preparación y la competición de los equipos se ve interrumpida en los meses de agosto y noviembre. Y así, no hay conjunto ni afición que le coja el rimo a la temporada de clubes, al menos hasta casi el nuevo año.

Y esto no es una crítica a la selección ni al fútbol de naciones. Es una queja por la mala planificación de los organismos internacionales, que se empeñan en hacer una mezcolanza de partidos que perjudican a los aficionados, a los equipos y a los propios jugadores. La solución a  todo esto no es fácil, está claro. Pero quizás no sea tan complicado evitar que estos parones sean tan seguidos y continuados. Desde principios de septiembre han sido hasta tres las veces en las que equipos como el Real Madrid han perdido (cada vez) a sus jugadores durante unos diez días. O lo que es lo mismo: cerca de 30 fechas sin que los clubes puedan trabajar con sus jugadores en un tiempo comprendido por unos dos meses y medio.

Con lógica, en los últimos tiempos la expresión ‘Virus FIFA’ se está poniendo de moda. Ahora, cada semana después de estas fechas de clasificaciones para las eurocopas, mundiales y partidos amistosos surge el temor de que los grandes bajen su rendimiento. Son jornadas peligrosas, digamos. Y esta vez, al Madrid le ha tocado viajar a Mestalla. Es decir, una de las salidas más complicadas de la Liga, con los riesgos que ello supone.

Los de Mourinho se presentarán a la cita con una renta de tres puntos. Un colchón muy interesante que permite incluso un tropiezo, aunque éste no debe entrar en los planes de los jugadores. La cuestión es si el Real Madrid podrá coger las cosas donde las dejó el pasado día 6 de noviembre en el Santiago Bernabéu. Aquel día era un equipo pulido, de un ritmo e intensidad definidos. Es decir, estaba puesto a punto. Pero cuando se juegue en Valencia habrán pasado casi dos semanas, con solo tres entrenamientos de la plantilla al completo de por medio.

Tengo dudas, por tanto. Temo que estas fechas FIFA le hayan roto el ritmo al Madrid, cortando una progresión que apuntaba imparable. Una circunstancia que no implica necesariamente un retroceso en el trabajo conseguido, pero sí quizás una ralentización que dejaría más perjuicios que beneficios. Como un ‘tiempo muerto’ en baloncesto, pedido por uno de los técnicos para cortar la racha de su rival. Así le podría servir al Barcelona de Pep Guardiolal lo ocurrido estos días. Todo dependerá de lo que suceda en Mestalla, un campo llamado a decidir un trocito de esta Liga bajo unas circunstancias poco propicias.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Un Madrid borroso

A punto de cumplirse el primer mes de competición para el Real Madrid de baloncesto, ya se pueden ir haciendo las primeras lecturas sobre lo visto estas cuatro semanas. El proyecto más ambicioso del Real Madrid en la última década ya está en liza bajo la batuta de Pablo Laso. En plantilla, hasta ocho jugadores que cerraron de manera mediocre la temporada pasada, pero con cuatro caras nuevas que han llegado para dar un salto de calidad de valor diferencial. Y los resultados de ello ya empiezan a saltar a la vista.

Y no me refiero solo a ganar o perder los partidos. Lo digo porque el juego del equipo ha variado completamente, cimentándose sobre una filosofía antagónica a la que regía el Real Madrid la temporada pasada. De ser una escuadra que buscaba el control del ritmo del partido y se apoyaba en la defensa para ganar, ahora se ha pasado a todo lo contrario: velocidad, intensidad y juego ofensivo, dejando en un plano secundario lo que respecta a no recibir puntos. Ahora el Real Madrid es un equipo vistoso que encaja mucho mejor en las características de sus jugadores. Porque seamos realistas, con Messina y Molin gente como Mirotic, Velickovic, Sergio Rodríguez o Llull tenían condicionado su baloncesto.

Así que, esta temporada se podrán ganar títulos o no, pero los aficionados han ganado un equipo espectacular, cuyo juego entra por los ojos. A ello han contribuido las dos grandes sorpresas del mercado español, los fichajes de Rudy Fernández e Ibaka. El 'lockout' ha permitido que los dirigentes blancos hagan las dos mejores contrataciones de la sección en años. La lástima es que, por mucho que se pueda desear lo contrario, el parón sindical de la NBA no parece que vaya a ir más lejos de principios del año que viene. Y eso, con suerte.

Es decir, que este Real Madrid, tal y como el que jugó el jueves en Tel Aviv, no sobreviva más allá de un par de meses. Es un conjunto hecho para el aquí y ahora, no para los meses de abril, mayo y junio, cuando el equipo se juegue los títulos. Entonces, prácticamente seguro que Ibaka no estará, mientras que es probable que Rudy tampoco. Sobre el balear tengo más dudas, pues sospecho que cada día que pasa en el club, el Madrid lo gana un poquito más para su causa. Cuando el 'lockout' termine la pregunta que le asaltará será si le conviene más quedarse liderando a un equipo que aspira a todo en Europa o volver a la NBA para jugar un puñado de minutos con los campeones del anillo en una temporada apresurada y a medio disputar.

Imagino que, ante el (im)previsto de la salida de estos dos NBA, el Real Madrid ya tendrá pensado un plan B. Pero sea como fuere, sin Rudy e Ibaka el Madrid pasaría de ser un equipazo a ser un gran equipo. De poder ganar todo lo que juegue a pelear por estar en las finales y, con suerte, ganarlas. Creo que a estas alturas ya queda claro que Carroll es mucho más jugador que Tucker, o que Pocius es un alero excelente, además de que Begic puede incluso robarle minutos a Tomic. Hay más equipo que el año pasado, en definitiva. El problema es que el 'lockout' de la NBA está confundiendo al Madrid.

Lo comento porque percibo que algunos jugadores de la plantilla siguen sin tener claro su rol en el equipo. Carroll estaba acostumbrado a ser la referencia en el Gran Canaria, mientras que ahora está a la sombra de Rudy. Mirotic no tiene claras sus funciones con Laso y la llegada de Ibaka solo le ha confundido más. Carlos Suárez también ha perdido su papel protagonista, mientras Pocius aún sigue sin asentarse. Mientras tanto, el mejor pívot de la ACB la pasada temporada, Tomic, acumula minutos en el banquillo ante la pujanza de Begic y su falta de kilos para la zona.

Y el caso de los bases es para echar de comer a parte. El equipo fía todo a un jugador con alma de escolta, Sergio Llull, y a otro que sigue sin encontrar la magia de su juego, Sergio Rodríguez. El canario no muestra su baloncesto alegre y sigue sin coger su papel en el equipo, además de ser un agujero negro en lo que respecta al plano defensivo. Hay que tocar madera, porque dos bases en cualquier plantilla son pocos y más si uno de ellos no es especialista. Y es que hay talento en el puesto, pero no madurez ni consistencia.

El resultado de todo ello a principios de noviembre es un Real Madrid esperanzador e ilusionante, pero imprevisible. Fiado a un 'lockout' que se solucionará porque el dinero así lo dice, los blancos viven el presente sin preocuparse mucho por el futuro. Lo que es un riesgo. La llegada de los dos 'cracks' NBA ha cambiado el panorama y ha elevado el baloncesto a realizar a la enésima potencia, pero también ha variado los papeles de los jugadores en el equipo. Ahora la mayoría no saben si jugarán en el próximo encuentro 10, 15 ó 25 minutos. Ni si lo harán de escolta o alero o si mañana Rudy no estará y pasarán a estar en primer plano. Percibo desorden y caos, incertidumbre. Y eso solo se puede solucinar con la estabilidad que dará el tiempo al saber quiénes serán los hombres que lucharán por este escudo a partir de abril. Por eso, y aunque parezca mentira, mientras dure el 'lockout' solo veremos una imagen aumentada y borrosa del Madrid.

jueves, 27 de octubre de 2011

Encontrando a un equipo inolvidable

Mi primer recuerdo futbolístico, algo borroso ya en mi memoria, data de 1993. En concreto, de la final de Copa del Rey de por aquél entonces, la cual muchos madridistas (yo incluido) veían con añoranza hasta hace pocos meses. Fue el último trofeo del K.O. para el club hasta que el gol de Cristiano Ronaldo en la final del pasado mes de abril le devolvió la gloria en la competición. Desde ese recuerdo han pasado19 años, un largo periodo de tiempo que, a la vez, abarca mis conocimientos directos sobre el Real Madrid.

Son casi dos décadas en las que me he empapado de lo que supone este club. Ante mis ojos han pasado las felinas paradas de Paco Buyo, los goles imposibles de Hugo Sánchez, los centros de Míchel, el talento de Butragueño, los cabezazos de Zamorano, los pases mirando al tendido de Laudrup, la imponencia de Redondo, la inteligencia de Raúl, la danza de Zidane, los desbordes de Figo, las galopadas de Ronaldo, las faltas de Roberto Carlos, el trabajo de Beckham, la entrega de Higuaín, las paradas imposibles de Casillas, el hambre voraz de Cristiano Ronaldo o la magia de Özil, entre una multitud de nombres. Mucho fútbol, en definitiva, pero no el suficiente para alguien que ama este deporte.

Por eso, lo que yo pude apreciar el pasado miércoles en el Real Madrid - Villarreal se debe medir desde sus propios límites y desde la propia subjetividad de la que surge. Tras los diez primeros minutos ante el 'submarino amarillo', quizás quince, me pasó por la cabeza una reflexión. Nunca había visto a este equipo empezar de manera más impactante. Era el mejor éxtasis futbolístico del Real Madrid en mis casi 20 años de aficionado. Intensidad, presión, velocidad, técnica, remate, fuerza... son algunos de los términos que lo describían. Pero la realidad es que, a día de hoy, aún sigo sin las palabras idóneas para expresar lo ocurrido en esos cerca de 1.000 segundos.

Luego, el ritmo bajó y el Madrid durmió. Los deberes estaban hechos, porque había bastado un rato inolvidable para cerrar un partido complicado. El equipo ni se había despeinado. En un visto y no visto, un 2-0 que pudo ser un 5-0, un 6-0. Una apisonadora, un equipo mucho más intenso y frenético que el último Real Madrid que admiro de verdad. El de Vicente del Bosque de 2003. Ha llovido ya. Ocho años sin que mi equipo me embelesara de verdad.

En las manos de Mourinho y de esta plantilla esté que el actual Madrid se grabe en mis recuerdos y se convierta en un conjunto digno de que rememore toda mi vida. De momento tengo un puñado de partidos recientes que, poco a poco, van compactando un perfil reconocible, digno de ser exaltado. La tarea más difícil no es llegar arriba, sino mantenerse y eso es lo que tiene por delante este conjunto. Porque, seamos realistas, no dejamos de estar en el mes de octubre y los títulos se ganan en abril y mayo. El mérito es jugar bien durante meses y años, no durante un puñado de semanas. Y ése debe ser el reto del Real.

Se trata de una cuestión sobre la que soy optimista. Motivos tengo para ello. Lo digo porque este conjunto es una versión mejorada del que la temporada pasada ya gustó en muchos partidos. Es el Real Madrid 2.0. de Mourinho, un conjunto plenamente engrasado que tiene los automatismos propios de los equipos trabajados. Y con una gran ventaja diferencial respecto a su versión previa: ahora no hay solo once o doce jugadores aportando, ahora suman todos. Higuaín y Kaká no han sido fichajes de esta temporada, pero como si lo fueran. Ambos han sido recuperados para la causa y eso es hablar de dos de los mejores jugadores del mundo.

A ellos, sumémosle los verdaderos fichajes: Coentrao, Altintop, Varane, Callejón y Sahin. Que aunque están en un segundo plano, le dan empaque a la plantilla. Y la aparición fulgurante de Benzema en la delantera, así como el renacer de Ramos como central. O el impresionante nivel que ha alcanzado Xabi Alonso. O lo centrado que parece Pepe últimamente. O el nivelazo que está ofreciendo Marcelo. O... Son muchos detalles que la escuadra de Mourinho ha conseguido limar y que hacen mucho mejor a este equipo que el que logró la Copa del Rey la temporada pasada. Algo que me dice que este equipo no va a ser uno más en las lagunas de mi memoria. Sino que va a suponer un antes y un después en mi manera de recordar al Real Madrid.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Querer a papá y a mamá


El debate es un componente indispensable para la prensa deportiva. Sin él, ella estaría prácticamente muerta. Por ello, es lógico que desde las páginas y los minutos de televisión se fomente, aunque realmente su función sea superficial. Porque durante los días en los que están vigentes, se convierten en un pasatiempo para los aficionados y en una manera de mantener vivo el mundo del fútbol en la tediosa espera que hay entre partido y partido.

El último de ellos que ha tenido lugar en el seno del madridismo ha sido el de Benzema e Higuaín. La espectacular recuperación goleadora del argentino ha derivado en una discusión en la que los 'futboleros' han especulado sobre quién debe ser el '9' del Real Madrid. Un tema, por otra parte, bastante redundante en los últimos dos años, pues ya a finales de 2009 se empezaba a discutir sobre quién de los dos merecía liderar el ataque del conjunto blanco.

En resumen, tanto Mourinho como Pellegrini en la primera temporada han contado con ellos de manera equitativa y les han repartido los minutos. Es decir, ninguno se ha decantado por uno de los dos, descartando al otro. Tanto Higuaín como Benzema han sido parte importante de este equipo y han aportado en la medida de sus posibilidades. Así que, ¿por qué tener que elegir entre uno y otro?

Esta situación me recuerda a cuando a algunos niños se les pregunta a quién quieren más, si a papá o a mamá. No cabe duda de que cada caso es diferente, pero en un principio se trata de una cuestión absurda. Y es que Benzema e Higuaín son distintos, cada uno tiene sus aspectos buenos y malos. Pero juntos, en el campo o en la plantilla, se complementan a la perfección. Uno aporta más calidad técnica, más posibilidades en el juego combinativo en la generación de ocasiones, mientras que el otro es un goleador nato, con una garra y entrega sobrenatural. Así que, en este caso, elegir entre 'papá' o 'mamá' es imposible, porque el madridismo, como la mayoría de niños, tiene la suerte de tener a los dos.

No me cabe duda de que, en el futuro, Mourinho no se pondrá en la tesitura de escoger. Simplemente, recurrirá a cada uno de ellos en función de las necesidades que se le presenten. Como hasta ahora, Higuaín y Benzema tendrán un reparto de minutos acuánime, pues la temporada suele ser justa para los jugadores que se lo merecen. Y el Real Madrid será el verdadero beneficiado, más allá de debates estériles. Los dos juegan en este equipo y los dos miran y luchan para conseguir títulos con esta camiseta. Y eso, a la larga, es lo que importa. Más allá de preferir a Karim o a Gonzalo. Porque tras ser de uno u otro, está ser del Real Madrid.


Sin embargo, lo curioso es que en este tiempo poco se ha sacado en claro. Dos temporadas después, seguimos teniendo a un par de magníficos delanteros en el equipo y las mismas dudas sobre a quién debe sacar Mourinho de titular en el próximo encuentro. Unos interrogantes que, a lo largo de los meses, han encontrado su solución en muchas ocasiones gracias a las lesiones o a los picos de rendimiento de los dos protagonistas. Así, es imposible recordar un momento donde cualquiera de los dos haya eclipsado totalmente a su compañero. De hecho, la primera campaña fue de Higuaín, con 40 partidos jugados por 33 de Benzema. En cambio, la segunda perteneció al francés, con 48 choques disputados por 25 del argentino, lesión mediante.

jueves, 13 de octubre de 2011

La soledad de una multitud


El pasado lunes los aficionados al deporte en este país se levantaron con una de las portadas más sorprendentes de los últimos años. El diario 'As', medio madridista por definición, abría su edición titulando 'España se pasa del Madrid al Barcelona'. Para realizar semejante afirmación, el periódico se apoyaba en una encuesta que la empresa 'Ikerfel' le había realizado a petición suya. Los datos que se arrojaban en ella eran muy interesantes, sin duda, pero su interpretación merecía algo de sensatez. Sin embargo, desde entonces las lecturas interesadas y sesgadas no han dejado de sucederse.

Como si no fueran ya suficientes los ataques al Real Madrid provenientes de la prensa catalana, los propios medios madrileños (no todos) han empezado a tirar piedras contra su propio tejado. Quizás sea una cuestión de honestidad y de búsqueda de un buen ejercicio de la profesión, pero la realidad es que 'As' abonó el terreno con este reportaje para que los medios afines al barcelonismo se pusieran las botas. Así, el espectáculo estaba servido para los días siguientes.

De hecho, en una situación que calificaría de kafkiana y sin precedentes, tanto la prensa de Cataluña como (parte de) la madrileña han encontrado estos días un nexo de unión. Es decir, por una vez el 'Sport' y el 'Mundo Deportivo' han ocupado sus páginas haciéndose eco de la información de 'As', apoyándola sin dudas ni condiciones. Curioso. Líneas editoriales totalmente opuestas,a priori, han acabado unidas en favor del barcelonismo. De hecho, el propio 'Sport' no dudó en recurrir al estereotipo manido y anticuado del toro de Osborne para vestirlo de azulgrana bajo el titular 'España se hace culé'.
Tiene guasa que ahora se utilice al Barcelona como símbolo y motivo de orgullo para este país, cuando precisamente parte de la afición azulgrana achaca y acusa al Real Madrid de beneficiarse de la condición de equipo modelo de España durante la época de Santiago Bernabéu. Sin embargo, me parece bien que haya culés que se sientan felices de que el F.C. Barcelona sea un orgullo y un buen embajador para España. Están en su derecho y merecen verlo de esta manera. La cuestión es si, desde el propio club, así lo sienten.

Pero no nos quedemos en una interpretación donde no todo es el aspecto deportivo, porque no es mi intención. El tema es si, realmente, la encuesta de 'As' es merecedora de las afirmaciones que ha provocado. Porque lo primero que hay que decir es que se basa en entrevistas realizadas en los 20 campos de Primera División.  Así, de las 17 Comunidades Autónomas que hay en este país, mas Ceuta y Melilla, solo han tenido representación en esta encuesta Cataluña, Andalucía, Navarra, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, Cantabria, País Vasco, Comunidad de Madrid, Asturias y Aragón.

En resumen, que Murcia, las dos Castillas, Canarias, La Rioja, Extremadura y Galicia se han quedado fuera de esta encuesta. O lo que es lo mismo, doce millones de españoles sin ser tenidos en cuenta. Así que me pregunto, ¿esa cuarta parte de la población total del país es España? ¿No merecería haber entrado en la encuesta? Y eso, por no incidir en el hecho de que la misma se ha realizado en los campos de fútbol. O lo que es lo mismo, acotando al público asistente y obviando al resto de aficionados y, por extensión, a multitud de seguidores de provincias que no tienen equipo en la máxima categoría.

Sea como fuere, desde el propio reportaje de 'As' también traicionan la lectura que hacen al recordar que, recientes estudios más equitativos y equilibrados que este colocaban, hasta hace pocos años, al Real Madrid por encima del Barcelona en lo que respecta a seguidores en España. De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard (2006) hablaba del Madrid como el club de fútbol con más simpatizantes en el mundo, con cerca de 287 millones. En cambio, el F.C. Barcelona tenía 38 millones.

Pero llevémoslo al extremo y, a pesar de todo, aceptemos barco. El Barça tiene más seguidores ahora. Algo que se responde fácilmente: el mundo del fútbol suele tener memoria frágil. No cabe duda que, ahora, muchos niños se hacen del Barcelona porque es el equipo que gana. Es pura lógica. Así ha ido siendo siempre y así seguirá siendo con cada club ganador a lo largo de las décadas. Y si a eso, le sumas que el Real Madrid viene sufriendo desde hace años serias campañas de desprestigio por parte de algunos medios, pues se obtiene que su popularidad ha bajado. De cajón. Revertir la situación es cuestión de tiempo y paciencia. De buenos resultados, de que las cosas vengan bien dadas. Cuando eso suceda, el Real Madrid volverá a arrasar en simpatías. Y mientras eso sucede, que el madridismo esté tranquilo. Porque podemos estar solos contra el mundo, pero seguimos siendo el Real Madrid. Es decir, una multitud necesaria. Un pedazo de alma del fútbol.

viernes, 7 de octubre de 2011

Palabras al viento

"Mourinho es el jefe, el puto amo". Estas palabras todavía resuenan en mis oídos, como una demostración de lo que realmente esconde Guardiola. Aquél 26 de abril de 2011 el técnico catalán cometió uno de los pocos deslices que ha tenido al frente del F.C. Barcelona, demostrando que no es oro todo lo que reluce en él. Una evidencia de que es humano y de que, en la mayoría de los casos, el Guardiola que se coloca frente a los medios no es más que una fachada. Y tras ella, se esconde un hombre de pensamientos más rudos de lo que sus refinadas formas aparentan.

Estas declaraciones, justo en las horas previas al encuentro de ida de las semifinales de la pasada Liga de Campeones, me sorprenden por varios aspectos. Uno, por suponer una salida de tono en la tónica general del de Santpedor, la de mantener las formas y evitar la polémica. Sin embargo, la presión del momento y las declaraciones de Mourinho le llevaron a sacar su Mr. Hyde particular. Dos, por acusar a Mourinho de orquestar a la prensa para atacar al Barcelona, cuando es de sobra conocido que el portugués no se casa precisamente con los medios de comunicación. Y tres, por ser una manifestación con ciertas dosis de hipocresía, toda vez que él tiene a la prensa catalana comiendo de su mano.

Esta última afirmación no es nada gratuita. Porque el amo del Barcelona y de los medios locales es él, y solo él. Ni Sandro Rosell, ni Messi, ni nadie más. Solo Pep Guardiola. Y si se me apura, de parte también de los medios españoles. No hay más que ver cómo, la semana pasada en Gijón, un periodista local no dudó en embelesarle con multitud de piropos antes de lanzarle su pregunta. No hay más que ver como el técnico tiene vía libre para no dejar hablar a algunos periodistas, como Carles Escolán, de Radio Marca. O no hay más que analizar los efectos que sus declaraciones tienen en la prensa local.

Porque es curioso, pero es hablar Guardiola y que la prensa corra a apoyar sus tesis. Hace un par de días me dio por analizar algunas de las declaraciones que había realizado el ex internacional español en relación a los arbitrajes en sus tres años al frente del Barça. Y cómo no, descubrí que Pep estaba lleno de contradicciones. Lo mismo era capaz de afirmar en una rueda de prensa que "yo no hablo de los árbitros jamás" para decir inmediatamente, dos frases después "pero el penalti a Messi es demasiado claro para no pitarlo". Por no mencionar sus alusiones a que representa al Barcelona y por eso evita criticar a los árbitros, mientras luego les manda un recadito, entre líneas claro, sobre que el argentino, si se cae, es porque le han hecho falta.

Y ejemplos como estos, varios. Puras contradicciones. Pero con mucho estilo, eso sí, Muy disfradas de buenas maneras y buenas formas, como le gusta ser a Guardiola. Alguien que dice no hablar de los árbitros, pero les critica veladamente, de manera indirecta. Y sus palabras se quedan suspendidas en el aire, flotando, a la espera de hacer su efecto subliminal y que alguien venga a recogerlas y a darles forma. Algo para lo que está la prensa catalana.

Esto ha sucedido esta semana. Tras el partido del Molinón, Guardiola habló de que Messi nunca se tira. Lo cual contradicen algunas imágenes aparecidas al caso. Pero el meollo del asunto es que, dos días después, el diario catalán 'Mundo Deportivo' abrió su edición hablando de "Escándalo" arbitral y señalando que, desde que está Florentino, al Madrid le han señalado 23 penaltis a favor y al Barcelona "solo" 8. Vamos, una queja en toda regla por los arbitrajes, una manera de bailarle el agua al técnico del equipo y de defender sus quejas.

Lo curioso es que, este medio, 18 días antes de esta portada, acusaba a los madridistas de "llorones" por quejarse de los árbitros. Y aún más curioso es que, su director adjunto, J.M. Artells escribía el pasado día 16 de septiembre que "desde la Central Lechera ya se habla de una campaña para impedir que los blancos estén en la final de Munich. Nada ha cambiado. En manos de Mou, el Madrid sigue siendo un equipo pequeño, llorón, instalado permanentemente en las excusas de siempre". El mismo que el día 4 de octubre cambiaba su opinión para señalar que "ciertamente, a Mou le va muy bien que al Barça le vayan birlando penaltis (y dos en contra) y que a su equipo le hayan señalado cinco a favor. Parece muy claro que Mou, a su manera ruidosa y mezquina, va ganando la batalla mediática del arbitraje".

Que cada uno analice esto como crea oportuno. Yo creo que los hechos y las evidencias hablan, pero que, como siempre, será Mourinho el que siga teniendo el papel de malo en esta función. El problema que se aprecia es que aquí, las formas y los modales pueden enmascarar comportamientos reprobables, tanto o más que los del portugués, La cuestión no me parece que sea si aquí debe haber cielo o infierno, si se deben aplicar los extremos. Ni Mou es tan malo como lo pintan ni Guardiola tan bueno. Los dos son dos grandes técnicos, quizás los mejores, que defiendes sus intereses con sus argumentos, pero de distinta manera. Uno de frente y claramente; otro de manera indirecta y velada, dejando flotar sus palabras. Y yo, si tengo que escoger, lo tengo claro. Me quedo con el estilo de Mourinho.

sábado, 1 de octubre de 2011

La tabla de Mourinho



He de confesar que estoy cansado. Cansado de que se critique, sin ton ni son a Mourinho. De que aficionados que no son del Real Madrid hablen cómo deben ser sus valores y se empeñen en dar lecciones sobre su señorío. De que algunos medios interpreten de manera negativa todo lo que sucede en el club, mientras le ríen las gracias a Guardiola y demonizan al entrenador portugués. De que muchos se crean que este equipo, para seguir siendo grande, debe dejar defender sus intereses y agachar la cabeza ante lo que considera que son injusticias.

Al Madrid le llueven últimamente los palos de todos lados. Hasta la UEFA ya no se corta, quizás espoleada por la corriente de desprestigio existente en el mundo entero contra este equipo. Ya que, seamos claros, lo que se lleva ahora es ser antimadridista. Mourinho es la excusa perfecta, porque como es un técnico sin medias tintas, al que se le quiere o se le odia, pues los detractores del madridismo han visto el cielo abierto con él. El que no está con el portugués lo ve como alguien muy antipático, algo que él mismo fomenta con gusto. Porque él no necesita más, le basta con conseguir que hablen de él, aunque sea mal.


 
Aún así, lo del antimadridismo no es algo nuevo. A lo largo de la historia, el Madrid ha generado, genera y generará muchas envidias. Es lo que tiene ser el mejor club del siglo XX. A este equipo siempre se le ha temido a donde ha ido, un sentimiento que acaba derivando en una especie de odio que se plasma en el antimadridismo mencionado. Lo que pasa es que, con Mourinho, muchos han tenido pábulo y excusa para exhibirlo. Como el entrenador no suele caer bien, pues la gente se permite el lujo de criticarlo haga lo que haga. Si rota, porque no pone a los titulares. Si repite alineación, porque no da descanso a la plantilla. Si critica a un jugador, porque echa balones fuera. Si carga con las culpas, porque se ha equivocado en el planteamiento... En definitiva, llegará el día que sea acusado de respirar.

Por todo ello, tengo la sensación de que hay un interés velado por conseguir que Mou se vaya del Madrid. Todo producto de una serie de factores, entre los que se encuentran sus propios errores (dedo incluido), su polémico comportamiento de cara a la sociedad, su calidad incuestionable como entrenador y el miedo que produce en Barcelona. Sí, exactamente a lo mismo a lo que me refería en el párrafo anterior: temor. En el conjunto azulgrana, Mourinho preocupa. Y mucho. Digamos que es como el hijo vilipendiado en el pasado, que ahora ha vuelto para pasar factura. Y lo hace comandando al enemigo más peligroso, el eterno. El Real Madrid.

Pero vamos más allá. Porque el portugués no es solo el mejor entrenador del mundo junto a Guardiola. Es el undécimo técnico del equipo en los últimos nueve años. Y el único que parece que va a estar en el equipo más del año y medio que estuvo Schuster. Es decir, la cabeza del primer proyecto serio que ha habido en Chamartín en la última década. Un oasis de estabilidad en un desierto de penurias deportivas de este club. En definitiva, un hilo para la esperanza del madridismo, un motivo para la ilusión y para pensar en el fin de ciclo azulgrana.

Porque si hay alguien capacitado para superar a uno de los mejores equipos de la historia, el actual Barcelona, ése es Mourinho. Como si fuera un náufrago en pleno, mar, el Real Madrid se ha agarrado a su tabla. Ya no hay vuelta atrás. Con sus cosas buenas, muchas, y con sus cosas malas, otras tantas. Esto es una huida hacia delante, es una apuesta que no da concesiones al abandono. Porque hacerlo sería destrozar, de nuevo, un proyecto que está naciendo ahora. Sería volver a los errores del pasado, cayendo otra vez en la oscuridad justo cuando se empezaba a ver la luz. Porque este club no puede permitirse destrozar todo el trabajo hecho en el pasado año, ya que eso implicaría fracaso y la prolongación, más todavía, del actual éxito azulgrana.

Por eso muchos le quieren fuera del Madrid. Porque implica plantarle cara al Barcelona saliéndose de los cauces normales. Porque como dice Florentino Pérez, Mourinho le ha abierto los ojos a este club. Le ha enseñado a competir, a tener claro lo que quiere. A no agachar la cabeza ante lo que cree injusto. A pelear por sus intereses. Le ha hecho ver que el Real Madrid no debe tener nunca complejos y que no merece ser ninguneado, por la UEFA, por los arbitrajes, o por quién sea. Ha recuperado el orgullo de este club, la parte del señorío que muchos no quieren entender y que también es inherente a esta institución. Y es que, con él, el Madrid ha dejado de ser cándido y de estar perdido, a la deriva. Ahora, está fuermente agarrado a la tabla de Mourinho.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Un parche para el balón

Que no cunda el pánico. El fútbol es un mundo de contrastes, es cierto. Pero no se puede pasar del cielo al infierno en diez días. No debe ocurrir. Por mucho que a algunos les interese que esto sea así. Hay que tener paciencia. Y no caer en los mismos errores de siempre, porque la lección está costando ser aprendida. Esto no ha hecho más que empezar y todavía hay lugar para la rectificación. Aunque eso sí, sin mucho más margen de maniobra.
Lo que ha ocurrido en tres días en Valencia y Santander no es nada normal. De hecho, ya se anticipaban problemas viendo los partidos que el equipo sacó adelante ante el Getafe y el Dinamo. Pero las victorias taparon las carencias que iban quedando expuestas, de manera que el mal juego solo se interpretó como un acontecimiento puntual. No en vano, el Madrid es un equipo que últimamente se ha acostumbrado a ganar aunque juegue mal, de ahí que no hubiera grandes preocupaciones tras el encuentro de Croacia.
Pero, de repente, surgieron las dudas. La confianza que tenía el equipo se esfumó. Y todo por una mal partido en defensa ante el Getafe y por la escasa puntería demostrada en Zagreb. Dos encuentros asequibles en los que se ganó sufriendo. Choques que borraron la magnífica imagen dejada en la Supercopa y en el primer partido de Liga ante el Zaragoza. De hecho, la semana de selecciones contribuyó a que el equipo perdiera el magnífico ritmo que había encarado en las primeras semanas de competición.
Poco a poco, todo ha ido a peor. Como un balón que se infla rápidamente y luego se consume por un pinchazo, el equipo de Mourinho se ha disuelto. No queda ni rastro del conjunto fresco, fuerte y peligroso que estuvo a un paso de conquistar el Camp Nou. ¿El problema? Claramente psicológico, aunque con culpabilidad futbolística detrás. Son dos partidos y medio sin marcar, cuando hasta hace unos días el equipo presumía de acumular una excepcional racha goleadora, de las mejores de su historia. Cristiano ha dejado de ser un estilete preciso, pues enSantander cuajó una de sus peores actuaciones como merengue. Benzema ha vuelto a ser el jugador tristón de la temporada pasada. Y esto solo son los ejemplos más claros de una lista que podría incluir a Özil o Sergio Ramos.
Todo se deriva en apatía, en falta de actitud sobre el terreno de juego. Así que la dinámica del equipo es peligrosa. Bastante. Porque el Madrid ha entrado en una etapa de frustración donde los errores llevan a más errores. Donde el fallo se traduce en desesperación y obcecación. Faltan ideas, faltan ganas, falta alegría en el juego. Muchos medios ya se atreven a decir que el ambiente en el vestuario no es bueno. Lo dudo mucho. Mourinho es exigente, es duro, es polémico. Pero sabe formar un grupo humano. Y lo más importante, premia a cada uno según sus merecimientos.
Algunos estarán más a gusto con Mourinho, otros menos. Pasa en todos los equipos, es ley de vida. Pero todos los jugadores están comprometidos con su causa. El éxito del técnico es el de los jugadores, y por ende, el del madridismo. No dudo en que todos quieren remar en una dirección. Pero la tarea del portugués es mostrársela, iluminarles cuando las dudas les oscurecen las ideas. De ahí que ahora sea el momento de motivar a la plantilla, de hacerla ver que, por un puñado de encuentros malos, no se pueden bajar los brazos. Y es que el madridismo perdona los partidos malos, pero lo que no perdona es la falta de entrega y la apatía.
Por tanto, tocan días de trabajo psicológico. Y de pizarra. El Madrid no puede perder más puntos ante equipos que se cierran atrás. El ataque en estático es uno de los grandes problemas de este equipo, que lleva muchos meses chocándose contra los autobuses que ponen los equipos rivales en sus estadios. Esto no es un ejercicio de cabezonería, sino de inteligencia. Mourinho debe encontrar la fórmula que ayude a abrir estas defensas, el parche que tape las fugas del equipo. Porque si lo consigue, estará mucho más cerca de lograr que el Madrid recupere el ánimo y las constantes vitales de hace un par de semanas.