lunes, 31 de marzo de 2008

Lo que China esconde

Ocho del ocho del dos mil ocho. Será en esta fecha cuando China de por inaugurados oficialmente los XIX Juegos Olímpicos de la Edad Moderna, un acontecimiento con el que el país asiático pretendía darse el impulso definitivo al panorama internacional. Sin embargo, a escasos cuatro meses de ese día, ha resurgido con intensidad el conflicto entre el gobierno local y la región del Tíbet, el cual amenaza con convertirse con un problema que podría enquistarse y estropear lo que es la gran fiesta del deporte mundial.

El último episodio del conflicto entre chinos y tibetanos tuvo su comienzo el pasado día 14 de marzo, cuando una multitud de tibetanos se unió a la protesta de monjes budistas por lo que consideraban una represión policial china durante unas manifestaciones celebradas en Lasha cuatro días antes. Así, los manifestantes atacaron con piedras e incendiaron establecimientos de la capital tibetana, lo que provocó una respuesta desproporcionada por parte del gobierno comunista que ha tenido eco en todo el mundo.

Y es que por mucho que China se esfuerce por dar una acicalada imagen en el panorama internacional, la realidad es que su situación social y política actual deja mucho que desear. Nos encontramos ante un país que cuenta con una población de más 1.200 millones de personas, lo que supone que uno de cada cinco seres humanos es de allí. Unas cifras descomunales que para muchos indican un potencial aletargado que sería capaz de agitar el mundo en caso de espabilar de su largo sueño. De hecho, muchos expertos empiezan a afirmar que el dragón ya ha despertado; un hecho que, de ser cierto, tendría en los Juegos Olímpicos una prueba de fuego.

Sin embargo, en vistas de lo sucedido los últimos días, parece evidente que China no está preparada. No lo está porque se trata de un país regido por un modelo híbrido (socialmente comunista y económicamente capitalista) donde sistemáticamente se incumplen algunos de los derechos humanos más fundamentales. Una situación que, lejos de variar con la cita de este verano, se ha visto reforzada ante el interés de los dirigentes locales por mostrar una imagen distinta de aquella nación que aquel 4 de junio de 1989 sorprendía al mundo por la dureza de sus actuaciones en la Plaza de Tian´anmen.

La situación es paradójica, porque aunque parece que China quiere demostrar que se ha realizado un lavado de cara en este inicio del siglo XXI, lo único que está consiguiendo es lo contrario. Su interés por realizar una hercúlea tarea de control y fidelización de la población está acabando por volverse en su contra, ya que como es normal, sus poco ortodoxos métodos no están pasando desapercibidos para la esfera internacional. Así, cuanto más se acercan los Juegos, más voces de protesta se alzan contra el gobierno chino, pues no hay mejor escaparate que éste para demostrar que no es oro todo lo que reluce.

La censura en los medios de comunicación e Internet, junto a la presión que se realiza sobre disidentes e independentistas son las principales razones de queja contra el gobierno chino, el cual, mientras tanto, intenta escurrir el bulto como puede y como lleva tantos años haciendo. Para ello se dedica a manipular la información que sale del país y maquilla cifras y estadísticas, en un esfuerzo por dar una imagen idílica de una nación que vive bajo un sistema político necesitado de la autoafirmación constante. Porque no se puede olvidar que cuando las cosas marchan mal, el silencio es el mejor aliado; y la ignorancia suele ir de la mano de la felicidad.

Pero no todo es negativo en la labor del país asiático. En el aspecto deportivo los Juegos suponen una oportunidad muy importante para demostrar su potencial humano y técnico, por lo que una vez más, y en este aspecto, EE.UU y Rusia se han convertido en los enemigos a batir en el medallero. Para ello llevan años preparándose y dedicando dinero y esfuerzo, no en vano los informes previos indican que China conseguirá once medallas más de oro que los deportistas estadounidenses. De confirmarse, estos datos sin duda se convertirían en el orgullo de un gobierno necesitado de buenos resultados que sean capaces de desviar la atención.

Cada vez queda menos para la ceremonia de inauguración, y a pesar de bravuconadas como la de Nicolas Sarkozy (en la que valoraba la posibilidad del boicot a Pekín) todo parece indicar que este verano se disputarán unos de los Juegos Olímpicos más polémicos de la historia. Un atributo, que si acaba por ser cierto, será una gran lastra para los políticos locales que pretenden convertirlos en los mejores de la historia. Porque los Juegos sólo deberían ser deporte y China se ha propuesto que sean más que eso.

viernes, 21 de marzo de 2008

La Cerradura: No es país para viejos

Sorprendente e intensa. Así se podría definir la última obra de los hermanos Joel y Ethan Coen, No es un país para viejos. Una historia que discurre a principios de los años 80 y que desprende aroma de western durante todo su metraje, si bien el tema central es más propio del cine negro: el ansia de poder y sus funestas consecuencias. Dos horas de tensión y violencia que no dejan indiferente al espectador y que además, aportan un mensaje de tintes filosóficos que le da una mayor profundidad a la cinta.

Llewellyn Moss (Josh Brolin), un cazador aficionado, descubre un día en pleno desierto los restos de una refriega de narcotraficantes. Entre los cadáveres se encuentra un maletín en el que hay dos millones de dólares, ante lo que decide cogerlo y llevárselo a casa. Sin embargo, unos errores en su planificación le llevarán a ser descubierto por Anton Chigurn (Javier Bardem), un despiadado asesino que no tarda en tomarse el asunto como algo personal. A ellos pronto se unirán el sheriff Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones) y el cazarrecompesas interpretado por Woody Harrelson, conformando una historia a cuatro bandas que en ocasiones llega a dispersarse.

Digo esto porque los papeles que desarrollan tanto Jones como Harrelson aportan únicamente profundidad al filme. El primero es un sheriff (estupendamente interpretado, como suele suceder en el caso del actor tejano) que en todo momento muestra su impotencia ante la evidente superioridad física y moral de Chigurn. Su misión en la película, queda, pues, para representar la inutilidad de la ley en ciertas ocasiones y para dar un toque moral a la cinta, lo que la enlentece hasta hacerla perder el buen ritmo marcado por Bardem y Brolin.

En cuanto a Harrelson, su personaje aparece en apenas cuatro escenas y cuando lo hace, es de una manera casi anecdótica. Porque a pesar de su interés por oponer resistencia al antagonista (colaborando en la tarea con Moss), la realidad es que su figura acaba por convertirse en un triste muñeco en manos de Chigurn. Sinceramente, creo que no hubiera estado mal su eliminación en el guión, porque el cazarrecompensas aporta realmente poco al discurrir de los hechos.

Sobre Brolin y su personaje simplemente destacar su correcta interpretación. Su final está cantado desde prácticamente el inicio, como buena lección de la frase hecha que dice que la avaricia rompe el saco. Por eso, por momentos llega a parecer algo patética su lucha contra Chigurn, ya que por mucho que sea un veterano de guerra y crea en sí mismo, la realidad es que en ningún momento consigue llevar la iniciativa en la película. Su inteligencia sólo le servirá para retrasar ligeramente su destino, el cual será representado con sorprendente indiferencia en el metraje.

Y llegamos a Chigurn, el psicópata espléndidamente interpretado por Javier Bardem. Se trata de un personaje frío y despiadado, incapaz de sentir empatía ni compasión por las personas que le rodean; lo que, sin embargo, no significa que no carezca de principios. Aunque eso sí, unos principios donde la vida humana tiene un valor muy bajo en comparación con el dinero. Porque para Chigurn ésta se puede decidir en el decantar de una moneda, en el simple azar; un azar que al mismo tiempo se convertirá en lo único capaz de ponerle en dificultades.

Es por ello que el personaje del actor español acaba por dar una sensación de omnipotencia. Su magnífica interpretación le otorga ese contraste de impenetrabilidad y de complejidad intelectual y moral que tanto gustan en las historias de psicópatas, un aspecto que ya se encargó de traer Hannibal Lecter al mundo del cine. Y por otro lado, como detalle curioso y distintivo, destacar su peculiar manera de "trabajar", con una bomba de oxígeno como única herramienta.

El resultado de todo ello es una de las mejores películas de los últimos años, caracterizada por un ritmo por momentos frenético (y en otros, todo hay que decirlo, hastiosamente lentos) y por unas interpretaciones destacables. Y aunque el filme cuenta con algunas taras reseñables, como la inutilidad del personaje de Harrelson o el escaso provecho que se le saca al de Jones; la realidad es que mientras se mantiene el duelo entre Brolin y Bardem la historia alcanza altas cotas, por muy desigualado que el envite resulte estar. Una vez que éste acaba, el filme cae casi en picado hasta convertirse en una narración de tintes morales y filosóficos, lo que a algunos les puede dejar un regusto amargo.

Pero eso sí, sea cual sea la sensación que deje en el espectador, la película pide a gritos un segundo visionado. Cosas del cine.

miércoles, 12 de marzo de 2008

España cambia la zapatilla por la patilla

El baile del Chiki-chiki. Éste es el "prometedor" nombre de la canción que representará a España el próximo 24 de mayo en el Festival de Eurovisión que se celebrará en Belgrado. Su intérprete será Rodolfo Chikilicuatre, un personaje salido de la factoría Buenafuente que con su desenfadada puesta en escena y su letra políticamente incorrecta ha conseguido lo que buscaba Televisión Española: reanimar un certamen que en este país estaba prácticamente en situación de encefalograma plano. Aunque creo que no es exactamente lo que la cadena pública buscaba...

Este año, al ente no se le ocurrió otra cosa que la feliz idea de abrir la presentación de candidaturas a todos los ciudadanos españoles que se creyeran capaces de representar al país con sus dotes artísticas. Una apuesta muy arriesgada, porque en la era de la democracia digital los resultados son totalmente imprevisibles y en la mayoría de los casos, no son todo lo satisfactorios que se podría esperar.

La respuesta inmediata por parte del público fue masiva, ya que un total de 530 candidatos presentaron su propuesta en la web de myspace habilitada para tal fin. Ahora sólo quedaba lo aparentemente más fácil, que no era otra cosa que las votaciones del populacho. Pero, llegados a este punto, yo me pregunto ¿quién iba a ser el guapo/a que se viese todas las propuestas y emitiese un juicio posterior? Alguno habrá capaz de ello, hoy ya nada me sorprende. Pero insuficiente si lo que pretendes es obtener la mejor canción de todas, musicalmente hablando.

Con estas premisas, estaba cantado que el ganador de esta primera fase iba a ser aquél intérprete que supiera publicitarse de la mejor manera. En esto apareció Buenafuente y su productora (El Terrat), quienes decidieron valerse de su programa en La Sexta para torpedear las inocentes intenciones de TVE. De esta manera, bastó con explotar las posibilidades que les ofrecía uno de sus personajes humorísticos para crear una curiosa canción donde la melodía era lo de menos, porque lo verdaderamente importante era reírse del propio concurso.

Así pues, el apoyo de Buenafuente y de su público fue más que suficiente para crear una corriente mediática en favor de Rodolfo Chikilicuatre y su canción. Era cuestión de tiempo que su candidatura lograse el privilegio de representar a España en el Festival, por mucho que TVE lanzara sutiles indirectas a lo largo de toda la gala de selección. La cadena quería salvar el certamen y lo lograba, pero a costa de traicionar los principios básicos con los que éste nació allá por 1956. La transmisión y la difusión de la cultura popular musical de cada país ha acabado derivando en una competición donde lo que más se valora es llamar la atención.

Los tiempos han cambiado y con ellos los gustos e intereses de los ciudadanos. Lo que antes se valoraba como un gran espectáculo ahora aburre y todo porque vivimos en un mundo mucho más complejo. No hay sitio para lo común en estos inicios del siglo XXI y ahora más que nunca la expresión renovarse o morir cobra más fuerza que nunca.

Sin embargo, esta renovación no puede ni debe realizarse merced a un cheque en blanco. El ejemplo de Eurovisión no es más que un caso más de la preocupante tendencia que se comienza a vivir en este país: la primacía de la caspa y el frikismo frente al trabajo bien hecho y a la aportación constructiva. Y es que lo que se lleva ahora es reírse de todo y de todos, en un proceso de banalización que amenaza con convertirse en un leitmotiv para millones de jóvenes.

Creo que éste no es el camino a seguir. Tras más de veinticinco años de democracia este país había conseguido salir de esa inopia cultural en la que se vio inmerso durante todo el régimen y parecía que comenzaba a convertirse en un referente social para el resto del mundo. Por eso, no debemos cometer el error de retornar a la idea de simpleza que tanto tiempo atrás nos caracterizó y que constituyó una de nuestras grandes lacras hasta las décadas de los años 70 y 80.

Algo que no supone prescindir del humor ni de la parodia, pues si éste es inteligente y bienintencionado, bienvenido sea. Lo que únicamente pido es que mantengamos una actitud crítica y responsable que no nos deje caer en una corriente trivializadora que acabe por derivar en una filosofía de vida poco recomendable para las generaciones venideras. Porque si el Chiki-chiki es la imagen que todos queremos para España, señoras y señores, yo me bajo de ella.


martes, 11 de marzo de 2008

domingo, 9 de marzo de 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Y los políticos se convirtieron en estrellas del pop

Lo admito, no lo pude evitar. Una media sonrisa se esbozó en mi cara cuando lo vi. Y la verdad es que tenía motivos, porque la política está llegando a unos extremos insospechados. Cada día nos sorprende más, será cosa de que estamos en pleno siglo XXI y es lo que se lleva. Nuevas tecnologías, espectáculo, colorido, fiesta, actos frente a las grandes masas... Todo por conseguir el apoyo de los votantes y evitar aburrirles con los aspectos más áridos de la economía, la educación, los pactos bilaterales o las sesiones en el Congreso.

Sí. Hablo del fastuoso espectáculo y baño de masas que se dieron el pasado día 2 de marzo Vladimir Putin y su delfín Medvedev. Frente a miles de sus votantes, los líderes locales salieron a un escenario más propio de las estrellas del pop que de los políticos. Con vaqueros y cazadoras, ambos le hablaron a su pueblo merced a unos micrófonos con los que parecía que más bien se iban a poner a entonar unas notas. Y detrás de ellos, tres gigantescas pantallas proyectaban la imagen de lo que parecía el logo del partido (Rusia Unida); escena que se completaba con la presencia de un grupo de música, con instrumentos y todo. Rusia, quién te ha visto y quién te ve...

La antigua cuna del comunismo es a día de hoy un país que se ha transformado a marchas forzadas por las vías del capitalismo. Su gran extensión y amplia población, junto a sus peculiares características climatológicas lo han hecho a lo largo de la historia en una nación difícil de gobernar, pero que con Putin ha sabido encontrar una engañosa estabilidad. Convertido en el máximo referente para un país que lleva dos décadas buscando reconstruir su propia identidad, Putin se ha rodeado del ejército y de las bandas mafiosas criminales, lo que le ha permitido mantener el control de Rusia.

Baderitas por aquí, fotografías por allá, aplausos de un público enfervorizado... Los rusos se concentraron masivamente para celebrar la victoria de Medveded con un sorprendente 70,28% de los votos totales. Vamos, unos comicios sin historia. Putin le había dado todo su apoyo antes de las elecciones, algo más que suficiente para un país donde los periodistas críticos con el poder aparecen muertos de manera misteriosa o donde los secuestros organizados por las bandas terroristas se solucionan a disparo limpio, sin importar las víctimas inocentes que ello comporte.

El resultado es que nos queda Putin para rato, porque aunque se vea obligado a dejar la presidencia, el judoka de San Petersburgo continuará manejando los hilos del país desde la cómoda posición de Primer Ministro. Con él la paranoia de la Guerra Fría continuará flotando en el aire, lo que provocará que la mayoría de los rusos sigan agachando la cabeza y acepten sin rechistar la política impuesta por su líder. Es lo que tiene cambiar en veinte años el comunismo por el capitalismo sin querer saber lo que significa la democracia.

Sin embargo, el caso de Putin no es el único de ego desmesurado dentro del panorama internacional. En Francia tenemos a Nicolas Sarkozy, un individuo que desde que llegó al Eliseo ha acabado por convertirse en más protagonista por sus apariciones en la prensa del papel couché que por sus decisiones políticas. Este último verano se empezó a hablar de él por unas fotos suyas de vacaciones en las que supuestamente se le había eliminado un michelín (sí, jocoso, pero verídico). Luego llegó su separación y su posterior affaire y boda con la ex modelo y cantante Carla Bruni; todo ello aderezado por unas supuestas informaciones sobre cuernos a tres bandas.

La última salida de tono del mandatario francés es su hipócrita "gilipollas" que blandió a un ciudadano que se había negado a darle la mano. Digo hipócrita porque Sarkozy escupió el insulto de su boca mientras no dejaba de sonreír y saludar a la masa que se había congregado para verle en el Salón de Agricultura francés. Porque en esto de los políticos metidos a estrellas de pop, la imagen hay que conservarla, aunque luego tu verdadera personalidad te traicione...

Acabo con el tercer político estrella, si bien en este caso, podría decir también estrellado. Se trata de George Bush. Sería capaz de enumerar un largo listado de escenas y momentos en los que el presidente norteamericano ha llegado a dar vergüenza ajena, pero me quedo con la más reciente. El pasado día 5 de marzo, no se le ocurrió otra cosa que marcarse unos pasecitos de baile frente a la puerta de la Casa Blanca mientras esperaba a John McCain para reunirse con él. Un acto que, además de patético, es reincidente, porque el mandatario yankee ya se había marcado un bailoteo en una visita a África hace unos meses. Pues sí, mira quién baila...


jueves, 6 de marzo de 2008

El Madrid se olvida de su identidad

Se veía venir. Es lo primero que pensé cuando vi como el romanista Taddei anotaba el 0-1 en el Bernabéu merced a un colocado testarazo a la escuadra de Íker Casillas. Corría el minuto 72 del Madrid - Roma (1-2) y el conjunto local apenas había dispuesto de un par de ocasiones de gol para remontar la eliminatoria, un pobre bagaje para el equipo más laureado en la historia de Europa. Enfrente tenía a un equipo ordenado y tácticamente sobresaliente, que, apoyado en un espléndido Totti, había sabido hasta entonces manejar los tempos de un partido soporífero, indigno de lo que estaba en juego.

De poco serviría el postrero gol del omnipresente Raúl y el posterior arreón final, porque la eliminatoria ya estaba cerrada desde el minuto 70. En ese momento Pepe se autoexpulsó de manera estúpida tras ver la segunda amarilla por una falta a la altura de la línea de fondo. El Madrid se había quedado con diez jugadores, precisamente en el punto en el que más necesitaba de todos sus futbolistas, en el momento en el que el fútbol suele sustituirse por la épica.

Sin embargo, dudo mucho que con los once en el campo hubiera podido ofrecer mucho más en esos instantes finales. La primera hora de juego del encuentro se podría describir como un encefalograma plano madridista, sustentado en un juego axfisiado y carente de ideas en el que los únicos capaces de brillar fueron Gago y Baptista. El primero es un jugador que día a día se afianza en el mediocentro merengue y que con confianza puede convertirse en una nueva referencia para el equipo, como lo fueron en su momento Ulrich Stielike o Ricardo Gallego. El chaval tiene jerarquía y además ofrece trabajo y brega, algo sin duda muy apreciable. Pero no nos engañemos, no es el nuevo Redondo como muchos lo han intentado vender, porque carece de un último pase destacable. Lo suyo es robar e iniciar el juego, otorgándole a sus compañeros la responsabilidad de poner la magia .

Por su parte, Baptista hizo lo que pudo, es decir, un par de tiros lejanos. El primero de ellos apenas puso en apuros al meta Doni, mientras que el segundo hizo temblar la escuadra romanista. Pero nada más. El brasileño es un portento físico aderezado con grandes dosis de técnica, lo que no es suficiente para considerarle un buen delantero. Es cierto que en el Sevilla marcó 50 goles durante sus dos temporadas en el conjunto hispalense, pero lo hizo siempre como segunda referencia ofensiva e incluso en ocasiones como tercera. Conclusión, no es un nueve.

Como tampoco lo es Raúl. El siete nunca debe jugar como jugador más adelantado del equipo, porque ése no es su lugar. Por sus características e inteligencia en el campo el madrileño siempre ha anotado goles, pero lo ha hecho a la sombra de un delantero referencia que lo acompañe. Y es que cuando Raúl está en el área contraria crea preocupación en la zaga contraria, pero nunca miedo. Situarle como único punta apoyado en un segundo delantero como Baptista es prácticamente renunciar a una intensidad ofensiva tan necesaria en este encuentro.

Las bajas y algo más
Se echó en falta, pues, a Van Nistelrooy. El holandés es quizás uno de los tres mejores delanteros del mundo, lo que ha llevado al Madrid a depender mucho de él. De hecho, la crisis de resultados del club de Concha Espina ha llegado coincidiendo con el bajón físico del ariete, lo que es muy preocupante. Un problema que se agrava de manera voluntaria por la actuación de Schuster, quien prácticamente se niega a alinear a su recambio más claro dentro de la plantilla, Roberto Soldado. Parece que el rubio entrenador le tiene fobia a todo aquello que huela a nuevo y proceda de la cantera, sobretodo si no se ha fogueado en el Real Madrid durante más de seis meses.

Es el caso del valenciano, quien se quedó esta temporada en el Madrid bajo falsas promesas. Soldado es un delantero que a mí personalmente me parece perfectamente válido para el equipo, porque posee todas las características que necesita un jugador para su posición: es bueno técnicamente, remata notablemente tanto con el pie como con la cabeza, tiene multitud de recursos ofensivos, no se desmarca mal y además, tiene gol. Todo a los casi 23 años y con ya una internacionalidad a sus espaldas. ¿Qué más quieres, Bernardo?

Para completar la lista de errores, el colmo del despropósito táctico llegó con el planteamiento que ayer presentó el Madrid. Alineó un centro del campo con el manido y temido trivote, con Gago y Diarra en las tareas de recuperación y Guti en la organización. El malí es hoy por hoy un jugador que resta más que suma y que tras la Copa de África debería haber perdido la titularidad en favor de un jugador de banda. Por eso, a la Roma le bastó con atar al torrejonero, porque con Diarra desaparecido y con Gago aplicándose en tareas defensivas, el conjunto blanco fue incapaz de darle la salida al balón. Algo que se cumplimentó trágicamente con el hecho de que apenas había jugadores que se les moviesen por delante: las bandas estaban totalmente huérfanas, mientras que Robinho acusaba su lesión y prefería intentar la guerra por su cuenta entrando por el centro.

Como excusa, es verdad que junto a Van the Man faltaban otros jugadores importantes para el equipo, como son Robben, Sneijder, Metzelder, Saviola y Ramos. Éste último se echó especialmente en falta ayer, porque era junto a Raúl el único capaz de ponerle una marcha más al encuentro, justo lo que el equipo necesitaba. Y es que los diarios deportivos habían apelado mucho en las horas previas a la manida frase de Juanito de Noventa minuti in Bernabéu son molto longo. Pero la realidad es que durante toda esta temporada, y especialmente ayer, el Madrid dio síntomas de haber perdido la garra y entrega que siempre le han caracterizado; y que en junio le permitió ganar una Liga de manera casi milagrosa.

Este no es mi Real. No hay que olvidar que este curso el equipo ha tenido la posibilidad de remontar tres eliminatorias en el Santiago Bernabéu (Sevilla en la Supercopa, Mallorca en Copa y Roma en Champions) y en las tres ha acabado saliendo escaldado. Ni siquiera ha sido capaz de dominar los partidos, ni siquiera ha sido capaz de hacer creer al público en la remontada. Y el Bernabéu necesita mucho eso de la fe, porque es un estadio que depende en gran medida de la temperatura a la que se encuentren las camisetas merengues. Si no hay entrega en el campo, el aficionado madridista no se entrega en la grada. Pero como vea que sus jugadores se dejan la piel, pobre del rival...

Benito, Camacho, Pirri, Gento, Hierro, Raúl, Ramos... la historia blanca ha estado repleta de jugadores que ponían todo en el terreno de juego, que no daban nunca un balón por perdido. Ayer eso no se vio, y el resultado fue un partido anodino en el que parecía que el equipo no se jugaba nada. Poco a poco parece que el espíritu de garra que le implantó Capello al conjunto se ha ido perdiendo en detrimento de un equipo sin referentes que ayer naufragó por el terreno de juego sin un atisbo de entrega.

Y es que puede que la calidad como única receta sea suficiente para ganar una Liga como la nuestra, pero visto lo visto, es insuficiente para campeonar en Europa. Para ganar la Champions se necesita algo más. ¿El qué? Busquen en los libros de historia merengues...

domingo, 2 de marzo de 2008

Un voto frente al populismo

El primer debate electoral entre Zapatero y Rajoy comenzó con una sorprendente alocución del candidato popular, quien dejó en el aire una cuestión de preocupante respuesta: ¿realmente estamos mejor que hace cuatro años? Porque es evidente que las cosas han cambiado mucho en muy poco tiempo, quizás demasiado. Lo que no significa que las modificaciones hayan sido positivas, al menos no todas. Y cuando a alguien que se le hace esa pregunta le entran dudas, malo. Como es mi caso.

Pues sí, ha sido una legislatura de profundos cambios en el país, especialmente en materia social. La situación que rodeó al 11- M y a las elecciones posteriores provocó que el PSOE llegase a la Moncloa con la intención de hacer borrón y cuenta nueva. El objetivo era distinguirse, diferenciarse del partido al que acusaba como principal responsable de los males del país. Para ello tenía cuatro años por delante y un montón de propuestas. Unas buenas, otras malas; polémicas la mayoría de ellas.

Desde el 96 el partido socialista no estaba en el poder, mucho tiempo para una formación que había afianzado la transición democrática a lo largo de más de tres lustros. Así pues, la necesidad de volver a tomar los mandos acuciaba en Ferraz; la España del siglo XXI pedía a gritos una política más liberal y moderna. Y en estas llegó Zapatero, ansioso por hacer honor de su adjetivo de progre: retirada de las tropas de Irak, acercamiento de posturas en materia nacionalista, bodas gays, ayudas a los jóvenes... Incluso, en su afán para tener a todos contentos, el nuevo presidente se sentó a negociar con ETA.

Craso error. El resultado fueron cuatro años de retroceso en la lucha contra el terrorismo, una batalla que empezaba a ganarse gracias a la última legislatura del Partido Popular. Un tiempo perdido que la banda vasca aprovechó para reorganizar su infraestructura, justo cuando se encontraba en los peores momentos de su historia. Ahora, ETA vuelve a ocupar las primeras planas de los periódicos nacionales y el PSOE por fin se ha decidido a combatir el terrorismo con hechos, no con palabras. Con cuatro años de retraso.

Talante. Era una palabra que en apariencia, sería capaz de solucionar los principales problemas del país y conducirnos a un futuro de un bienestar social hasta entonces desconocido. Pero el término era mera fachada, como la mayor parte de la política desarrollada por el PSOE durante este periodo. Es decir, contentar a la gente con medidas populistas y eficaces, pero sin realizar demasiado esfuerzo. Como resultado tenemos todos los problemas que, ahora, cuatro años después, comienzan a aflorar de manera paulatina, pero inclemente.

Tasas de paro rondando el 9%. La inflación y los productos básicos, por los aires. La educación española, en crisis. En política internacional, nula relación con EE.UU y ausencia de apoyo de Sarkozy y Merkel, mientras que Cuba se afianza como uno de los principales aliados. Y dentro de nuestras fronteras, la consulta independentista vasca para el próximo 25 de octubre; por no recordar los distintos actos antimonárquicos sucedidos en Catalunya. En infraestructuras, caos en Barcelona por las obras del AVE. Y la lista continúa... ¿de verdad estamos mejor que hace cuatro años?

En vista de la situación, el PP se convierte en una opción viable ante el reto del próximo 9 de marzo. Rajoy no es un líder carismático, pero como reza uno de los eslóganes de su campaña, tiene las ideas claras. La situación pide mano firme y una política eficaz y unitaria, que rehúya del populismo y la superficialidad. No debe haber lugar para medias tintas y menos para conceptos ambiguos. Porque además de avances en política social, este país necesita de otras cosas.

Por eso es momento de olvidar los errores cometidos tras los atentados de Atocha, porque por mucho que lo recuerde Zapatero, el partido ya ha pagado por ellos. El PP salió por la puerta de atrás del Gobierno y ahora ya ha abandonado esa estructura monocéfala centrada en Aznar. Ha aprendido de sus errores y ha comenzado un proceso de renovación que seguramente se alargue durante varios años. Como muestra de ello es que en esta ocasión ha apostado por una mesura que paradójicamente, se empieza a echar en falta en el PSOE, centrado en algunos casos (como el de González) en el insulto fácil y en la creación de tensión.

Inmigración sí, pero con límites; una economía realista y que no hipoteque el futuro, tolerancia 0 con el terrorismo, unidad territorial y una política que no desprecie el papel de nuestro país en el mundo son algunas de las principales propuestas de la derecha para estas elecciones. Sin duda, una oportunidad para cambiar la tendencia populista en la que nos hemos instaurado en los últimos años, dando prioridad al trabajo y al esfuerzo realizado fuera de los focos. Porque España no es sólo cuestión de artistas.

sábado, 1 de marzo de 2008

"¿Has bailado alguna vez con el diablo bajo
la luz de la luna?"

(Joker - Jack Nicholson, Batman/ 1989)