miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Cerradura: A vueltas con Origen

Lo ha vuelto a hacer. Nolan ha vuelto a dejar una película para el recuerdo, de ésas que no dejan indiferente a nadie y que trascienden la butaca del cine. Con apenas 40 años, el director británico sale a obra magna por película, pues tiene cinco de sus siete largometrajes en el Top100 de la historia del cine según ImdB (Memento, The Prestige, las dos de Batman y, ahora, Origen). Excepcional bagaje que demuestra que lo suyo no es coincidencia, que nos encontramos ante el director llamado a moldear el séptimo arte en este siglo XXI.

Y Origen es una prueba más de ello, porque se trata de una película de poso pronfundo, de reflexión eterna. Pasarán los años y los espectadores de todo el mundo seguirán sacándole nuevas interpretaciones al film, pues nos encontramos ante una cinta que en cada una de sus escenas nos añade una pieza más a un puzzle que, a pesar de su inmesa complejidad, es perfectamente comprensible por cualquiera que se siente delante de la pantalla de proyección.

La cinta comienza fuerte, muy fuerte. Desde el principio, el director nos sumerge en el sistema de sueños de Origen, creando de esta manera una gran confusión. Pero a la vez, nos hace la mejor descripción posible del mismo, ejemplificando con la acción de los personajes su funcionamiento. Surgen así multitud de interrogantes en el principio que sólo la habitual maestría narrativa de Nolan nos permite ir encajando según van pasando los minutos.

De esta manera, el espectador conoce las reglas del juego una vez que llega el momento clave de la película, pero éstas tienen tantas caras y son tan ambivalentes que Origen se acaba por convertir en un gigantesco árbol repleto de ramificaciones. Es ahí donde este film recuerda a Blade Runner, pues al igual que la obra maestra de Rydley Scoot, la historia tiene varias interpretaciones posibles. Hoy, 30 años después de su estreno, la película de los replicantes sigue sin tener un sentido pleno, convirtiéndose, por tanto, en una historia nueva tras cada visionado.

Sin embargo, Origen no alcanza el estatud de obra maestra como Blade Runner. No, al menos bajo mi juicio. La diferencia es que, mientras que en el caso de la historia de Rick Deckard lo que se representa en la pantalla no es más que la punta del iceberg de todas las connotaciones que tiene la cinta; en el caso de la ahora estrenada, la exposición de los elementos es apabullante. Es decir, mientras Blade Runner pinta con pincel, Origen lo hace con brocha gorda; dando lugar a dos grandes cuadros, pero uno con mejores trazos que el otro. Sólo así se explica que la primera cambiara la historia de la Ciencia Ficción en el celuloide.

Aun así, la película de Nolan ha hecho méritos para convertirse en un refente de cara al futuro. Debería cundir su ejemplo dentro de Hollywood, pues él es la demostración de que el cine de Hollywood no tiene porqué estar reñido con el de autor. Bien es cierto que el director siempre juega con temas susceptibles de manipular la realidad (superhéroes, magia, la memoria, los sueños), pero hasta el momento, siempre ha conseguido sorprender con sus creaciones.

Sólo el tiempo medirá en toda su magnitud a esta obra. Por ahora, su éxito de taquilla está siendo más que evidente y las críticas están siendo notables. Algo lógico por otra parte, porque en pleno verano de refritos comerciales (Karate Kid, El Equipo A, Predators), esta película supone un soplo de aire fresco que invita a la reflexión. Y posiblemente, a una reflexión sin solución. Por eso, en este caso, la 'peonza' de Origen seguirá girando eternamente.
PUNTUACIÓN: 10/10

jueves, 10 de junio de 2010

El proyecto de Messina demanda paciencia

Acabó la temporada para el Real Madrid de baloncesto y no lo hizo de una manera acorde a un proyecto valorado en 27 millones de euros. Ningún título para un equipo creado para ganar es un pobre bagaje al que hay que sumar la irregularidad en el juego que ha mostrado la plantilla.

Sin embargo, no se puede olvidar que por este conjunto han pasado hasta 17 jugadores a lo largo de la temporada y que en ocasiones las desgracias se han cebado con el Real Madrid. Las lesiones han sido una preocupación a lo largo de todo el año, de manera que Maceiras ha tenido que verse obligado en varias ocasiones a contratar jugadores a mitad de campaña para parchear los agujeros que se iban creando.

En definitiva, las condiciones no han sido las mejores. El aspecto físico no ha acompañado y, para colmo, enfrente ha estado el mejor Barcelona de los últimos años. Tanto en la Euroliga como en la Copa los culés se cruzaron en el camino merengue dejándoles apeados de unas competiciones en las que habían rendido mejor que en las campañas precedentes.

Y para rizar el rizo de las preocupaciones, el rendimiento de los veteranos no ha sido el esperado. Garbajosa se ha mostrado toda la temporada muy irregular, mientras que Hansen, Kaukenas y Bullock (por decir algunos) han estado extremadamente grises para lo que se esperaba de ellos. En definitiva, esta vez la experiencia ha sido más un lastre que un plus.

Pero, a pesar de todo ello, el proyecto de Messina merece un voto de confianza. En el banquillo merengue está, sin duda alguna, uno de los mejores entrenadores europeos. Y en los despachos, Antonio Maceiras trabaja con el aval de haber creado al Barcelona campeón del 2003. Una labor que se nota en el hecho de haber contratado a jugadores como Tomic y Velickovic; aspirantes a futuras estrellas mundiales de este deporte.

Paciencia, por tanto. El propio Messina era el primero que sabía que esto no iba a ser un camino sencillo. En la Final Four sólo están los mejores, y a la cima no se llega a la noche de la mañana. Quince años sin ganar en Europa son muchos y exigen un trabajo de base que esta temporada se ha empezado a hacer.

Por ello, el equipo sólo necesita reforzar su columna vertebral (Llull, Velickovic, Felipe Reyes y Tomic) con jugadores de primer nivel en puestos clave, como el de base, el de alero alto y el de pívot. Y leyendo las recientes declaraciones de Florentino, voluntad hay de ello. Así que paciencia, que las verdaderas alegrías deberían llegar a partir de la próxima temporada.