viernes, 30 de agosto de 2013

A buenas horas, Kaká

Ha pasado tanto tiempo sin que Kaká diera síntomas de tener la más mínima intención de irse que su anuncio de este jueves cogió a todo el mundo por sorpresa. Después de 65 millones y cuatro años totalmente vacíos, el brasileño se ha dado cuenta de que no va a triunfar con la camiseta blanca. Por fin ha decidido poner fin a su etapa en Madrid y a una ficha escandalosa a cambio de una aportación prácticamente anecdótica.

Gran parte del madridismo no pudo evitar realizar un suspiro de alivio cuando el futbolista decidió dar la cara en la zona de mixta de Riazor para dar un discurso totalmente opuesto al que ha tenido en las últimas temporadas. Tras varios años diciendo continuamente que su deseo era quedarse en el Real Madrid, por fin el jugador ha cambiado de parecer. Sin embargo, su decisión ha llegado a destiempo y de forma impulsiva, dejando al club ante una carrera de contrarreloj donde el futbolista no tiene mucho que perder.

La cuestión es qué ha estado pensando Kaká durante los últimos 45 días. Fechas totalmente perdidas, las cuales hubieran venido muy bien para encontrar la mejor solución a este asunto. Pero en lugar de decir públicamente el 15 de julio que quería irse lo ha hecho el 29 de agosto. Curiosamente en este tiempo el Real Madrid le ha dado minutos para que se rodara en la pretemporada y le ha preparado un plan específico para que potenciara su maltrecha rodilla. Todo un trabajo de apoyo al futbolista que ahora se encuentra con un desdén de última hora que obliga a buscar soluciones inmediatas.

Pero, ¿cuándo se ha dado realmente cuenta Kaká de que su etapa en el Real Madrid debía finalizar? Todo hace pensar que no mucho tiempo. Quizás una semana, cuando se llevó varios abucheos en el, precisamente, partido más festivo de la temporada, el del Trofeo Bernabéu. Una amplia parte del madridismo ya no le pasa una, no le consiente su evidente dejadez ni sus carreras al trán-trán por el césped. Porque es evidente que Kaká nunca ha estado a su verdadero nivel en Madrid. Su brillantez se resumió en tres años magníficos y espléndidos en Milan, pero a partir de ahí, perdió su desborde y su velocidad sin parecer importarle demasiado.

Porque Kaká no ha dejado sensación de ambición a su paso por Madrid. Bien es cierto que ha sido profesional y ha sabido asumir su suplencia como el que se sabe a menor nivel que sus compañeros. Pero no evidenciado hambre ni ganas por agradar, ni por luchar por estar en el once. No se le ha apreciado un gran esfuerzo a pesar de sus limitaciones físicas. Simplemente se ha limitado a ser obediente y a cobrar escrupulosamente su contrato. Su situación profesional en el Madrid era ventajosa, y eso lo ha primado frente a su mala situación deportiva.

Ante ello es inevitable pensar que esta decisión ha llegado un par de años tarde. En su momento no fuimos pocos los que pedíamos nuevas oportunidades para el jugador, confiando en que Kaká sorprendiera a todos recordando por momentos a su antigua versión. Pero lo cierto es que ni él mismo parecía creer en ello. Minutos ha tenido y lo máximo que se le ha visto ha sido algún que otro gol interesante en partidos ante rivales de media tabla. La mayoría de ellos gracias a su buen disparo, no a una gran jugada personal. Porque el que tiene calidad la conserva toda su vida, más allá de sus condición física.

Se suele decir que mejor tarde que nunca. A ello toca agarrarse ahora, esperando que el club esté a tiempo de encontrar una solución para todo este asunto. Lo idóneo hubiera sido poder haberlo hecho hace varias semanas, no con la presión del calendario encima. Sin embargo, la situación es la que es y mejor esto que contar otra temporada con un suplente de lujo con muy poco que aportar. Al fin y al cabo, el club no puede dejar escapar la oportunidad ahora que se le ha presentado, aunque no haya sido de la mejor manera.

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