sábado, 13 de julio de 2013

De tan buenos, cándidos

¿Vale Asier Illarramendi los 32 millones que el Madrid ha pagado con él? Solo el tiempo puede responder esta pregunta en toda su extensión, pero a día de hoy parece evidente que no. Una vez más el club se ha visto obligado a pagar a precio de oro por un futbolista que en cualquier otro contexto seguramente hubiera tenido un precio de poco más de 20 millones de euros. Es lo que tiene pertenecer al club más poderoso a nivel económico del mundo, tal y como indica la prestigiosa revista 'Forbes'.

Huelga decir que la Real Sociedad ha estado en su derecho de negarse vender al jugador y señalar a la cláusula de rescisión, que para eso está. Sin embargo, si hacemos una cronología de todos los hechos ocurridos a lo largo de la semana nos encontramos con que el comportamiento del equipo vasco ya no ha sido tan irreprochable. Y es que el fichaje parecía cerrado a finales de la semana pasada, pero el presidente Aperribay se echó para atrás cuando se dio cuenta de que no podía decirle a su afición que había aceptado una oferta para vender al jugador.

Así pues, todo se ha tenido que solucionar por la vía de la cláusula. Al menos, oficialmente. Aunque quizás todo haya sido una maniobra para que el mandatario de la Real no perdiera crédito entre su gente, pues temía que todo esto le pasara factura en las próximas elecciones. Sea como fuere, en toda esta película el Madrid ha tenido que asumir el rol de 'malo', cargando con todas las responsabilidades y emulando-ejecutando una acción hostil. Algo que la institución de Concha Espina ha aceptado, a pesar de que ha implicado que Florentino falte a su palabra de no recurrir más a la cláusula.

Y así ha sido porque no ha quedado más remedio para llegar a un final feliz. El Madrid tenía la esperanza de que la Real pusiera algún tipo de facilidad, pero los intereses electorales de su presidente han primado y las cosas se han tenido que hacer a su manera. Aunque todo parecía que iba a ser muy sencillo, el repentino cambio de idea del mandatario vasco modificó el panorama. Y de por medio estaba el jugador en una situación muy complicada, muy presionado por su deseo evidente de dar un paso en su carrera deportiva.Así que toda esta historia derivó en una difícil decisión para Florentino Pérez: o traicionaba públicamente su promesa sobre las cláusulas de rescisión o dejaba 'tirado' a Illarra.

Evidentemente, en este caso privó el aspecto humano y el Madrid fue hasta el final por el jugador. A pesar de que para ello ha tenido que pagar un precio desorbitado y ha quedado como el villano de una película que, por momentos, ha parecido una tomadura de pelo. Ha tocado mantener el tipo y seguir adelante con la operación, por una simple cuestión moral. Y porque era lo mejor para todos: para Illarra, para la Real Sociedad y, a fin de cuentas, para el Madrid.

Y eso que quizás en algún momento el Madrid debería haberse olvidado del asunto para buscar en otro lado. Pero no ha sido así, y ha habido que 'tragar'. Al final el club blanco ha hecho gala de su candidez y su 'buenismo', anteponiendo los intereses del equipo 'txuri-urdin' a los suyos propios. Por eso no puedo evitar tener la sensación de que el Madrid ha ejecutado servicialmente todo tal y como ha querido la Real Sociedad. Y ante esta reflexión me pregunto: ¿hubiera pasado por este 'aro' Mourinho de ser el entrenador?

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