Esta temporada Carlo Ancelotti está
intentando repartir minutos entre la mayoría de sus jugadores, pero en
el centro de la defensa las rotaciones no han sido precisamente
habituales. Se podría decir que esta zona es la más débil del equipo,
pues únicamente cuenta con cuatro centrales y uno de ellos, Varane, ha pasado los últimos meses más tiempo lesionado que jugando.
Esta circunstancia ha provocado que Ramos y Pepe
hayan formado la pareja de zagueros titular en el equipo blanco. Ambos
han tenido muchos partidos y una gran estabilidad, por lo que poco a
poco han ido evolucionando desde una cierta inseguridad inicial hasta
ahora, momento en el que forman una de las defensas más en forma de Europa. Gran parte de la culpa de este gran momento defensivo que atraviesa el equipo es de Pepe, quien a sus casi 31 años vive una etapa de madurez que le sitúa en el mejor momento de su carrera deportiva.
El portugués ha sabido reciclarse y centrarse.
No es necesario recordar los abundantes episodios de polémica que
provocó en el pasado por su impulsividad dentro del campo. Una forma de
ser que le ha granjeado bastantes problemas y que incluso llegó a
plantear su continuidad en el Real Madrid, un club al que ha demostrado
amar profundamente. En este tiempo nadie ha dudado sobre su increíble
categoría como central, pero muchas veces todo se ha visto empañado por errores que no dejaban su imagen y la del club en un buen lugar.

Es algo a lo que también ha contribuido la pujanza de Varane desde su juventud, pues cuando las lesiones le han dejado, el francés ha aumentado la competitividad en la zaga. Pepe
sabe que ya no es un niño y que cada vez va a tener que hacerlo mejor
para tener minutos en el campo. Y eso se está notando en sus partidos,
donde se le ve más centrado, tranquilo y atento. Probablemente está en el mejor nivel de su carrera, y eso es mucho decir. Propio del mejor central del mundo en este momento.
Es el punto donde todo el madridismo llevábamos años queriendo ver a
Pepe. Un lugar al que le ha costado llegar y en el que debe intentar
mantenerse haciendo lo que mejor sabe: jugar al fútbol. Sin más.