sábado, 30 de noviembre de 2013

La excelencia solo se perfecciona con humildad

Dos años y un puñado de meses es el tiempo que ha tardado Pablo Laso en confeccionar el Real Madrid al que podía aspirar a su llegada. El equipo blanco logró con el título de Liga el espaldarazo de moral que necesitaba para creerse y saberse lo suficientemente bueno como para poder dominar el baloncesto español y, por qué no, el europeo en los próximos años. Por eso, el comienzo de temporada ha sido mejor que bueno, se podría decir que excelente. Pero no hay que bajar la guardia.

El madridismo ha pasado doce, quince años muy difíciles en lo que respecta a la sección de baloncesto. Bien es cierto que en los últimos tres lustros hubo chispazos esporádicos, como las etapas de Scariolo o Plaza, pero nunca fueron lo suficientemente sólidas como para pensar que el equipo podría tener un reinado prolongado en España y el 'Viejo Continente'. En muchas ocasiones el presupuesto se dilapidó en jugadores intrascendentes que lo único que consiguieron fue mantener al Madrid en la puja por los campeonatos nacionales. Pero poco más.

Ahora las cosas han cambiado. El Madrid ha empezado el año intratable, acumulando victorias escandalosas casi sin despeinarse. De pronto todas las piezas han encajado a la perfección, como una gigantesco y precisa maquinaria. La pasada campaña ya hubo síntomas de que algo grande se estaba cociendo, pero faltó algo de madurez y cabeza fría en los momentos claves, como en la segunda prórroga de los cuartos de final de la Copa del Rey o el segundo cuarto de la final de la Euroliga.

Las eliminaciones llegaron, pero el Madrid rescató la temporada ganando la Liga de forma brillante. Fue un momento clave en la etapa de Laso, ya que en caso de derrota el técnico hubiera quedado muy expuesto a las críticas. Sin embargo, por suerte no es más que un hipotético, porque el vitoriano se vio reforzado por el título y ahora acaba de renovar su contrato hasta el 2016 y la afición tiene el deseo y la esperanza de que esta 'bendita locura' no pare hasta junio.

No cabe duda que el Real Madrid es una de las tres o cuatro mejores plantillas de Europa en estos momentos. Si es la mejor es cuestión de gustos y matices. Pero cuenta con una ventaja diferencia que le da un plus respecto a los Olympiakos, Barcelona, CSKA o Fenerbahçe: es un equipo totalmente hecho. Solo ha incorporado a tres jugadores, a Mejri y Bourousis y Dani Díez. Y los tres han encajado a la perfección. El griego está siendo desde el primer día el pívot dominante que el club necesitaba como el comer y, lejos de dar problemas, ha hecho migas en el vestuario con gente como Mirotic.

Han sido tres pequeños y sabios retoques que han facilitado que el equipo tapara las pocas vías de agua que tenía, especialmente la defensa. Laso ha sabido confeccionar una plantilla con talento y unos cuantos 'picapedreros', jugadores como Slaughter, Draper o el propio Mejri que intimidan y realizan una aportación física de altísimo nivel. El técnico ha concebido a este equipo como una máquina defensiva al servicio de su mayor virtud en ataque: el contragolpe y la velocidad. Solo desde la anticipación y la agresividad atrás se puede concebir esta explosión ofensiva que está demostrando el Madrid estos primeros meses.

Y luego, por supuesto, está el tercer punto clave. El enorme crecimiento de diamantes en bruto como el 'Chacho', Mirotic o Llull. El hispano-montenegrino es insaciable en lo que respecta a autoexigencia y sus 22 años ya se puede decir que es el mejor ala-pívot de Europa (Orenga, por favor, la selección española no puede seguir dejando de lado a este jugador). Mientras tanto, el canario está a un nivel sublime y marca las diferencias en cada partido, marcando su mágico estilo. Y en lo que respecta a Llull, el balear ha alcanzado un punto de madurez que le hace más fiable y a la vez, más inteligente sobre la cancha.

Poco más se puede decir que no se haya visto ya de este Real Madrid. Con justicia se ha ganado el derecho a ser el máximo aspirante a ganar todos los títulos de esta temporada. Pero tengamos prudencia, porque este magnífico baloncesto solo tiene una pega. Y es que la 'casi' excelencia ha llegado demasiado pronto. Solo estamos a principios diciembre y resulta muy difícil imaginar a un rival que pueda ganar a este equipo. Sin embargo, lo lógico es que en algún momento dado lleguen las derrotas. Y habrá que estar preparados entonces, porque solo con humildad y sangre fría este equipo podrá perfeccionar su estilo y, de paso, cumplir con la lógica del éxito que dicta su juego actual.

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