martes, 5 de junio de 2012

Un equipo capaz de cualquier cosa

Desde el mismo momento en que Felipe Reyes levantó la Copa del Rey de baloncesto el pasado 19 de febrero yo respiré tranquilo. Se trataba de un título muy ansiado para los madridistas que seguimos este deporte, casi tanto como el de la Copa de fútbol. En ambos casos tuvieron que pasar 19 años para conquistar estos trofeos, por lo que en el basket también me supo a gloria conseguirlo ante el Barcelona en el Palau Sant Jordi. Se puede decir que este éxito colmó mis expectativas para la presente temporada, pues automáticamente pensé que, pasara lo que pasara en los siguientes meses, la campaña ya estaba resulta, saldada.

Quizás haya podido pecar algo de conformismo en este aspecto. Pero creo que, después de cinco años sin ganar ningún título, al Real Madrid de baloncesto tampoco se le puede exigir un regreso fulgurante a la élite del baloncesto español y europeo. No se debe olvidar que el madridismo lleva cerca de una década sufriendo una grave sequía de títulos para la sección más laureada en nuestro país y en Europa. En los últimos 13 años solo se han ganado tres Ligas, una Copa del Rey y una ULEB. Algo que sabe a muy poco teniendo en cuenta el potencial del club del que estamos hablando.

Los mediocres resultados obtenidos en este tiempo han sido un poco el fiel reflejo a lo vivido en el club y en el propio equipo de fútbol. El Real Madrid no ha tenido en la última década una gran estabilidad y solo con el regreso a la presidencia de Florentino Pérez las cosas han vuelto a su cauce. Y casi ni eso, pues su primer proyecto para el baloncesto terminó en fracaso tras la dimisión de Messina y el paripé de Molin intentando lidiar con un equipo al que no le supieron exprimir todo el jugo. Aún así, el Madrid regresó la temporada pasada a la Final Four 16 años después de la última, lo que ya era un paso adelante y un progreso a tener en cuenta.

Ahora, en esta temporada, Pablo Laso se ha limitado a remendar las buenas costuras que ya tenía el equipo dejado por los italianos. Ha utilizado la base de jóvenes que había (Llull, Sergio Rodríguez, Velickovic, Suárez, Mirotic, Tomic) y los ha complementado con un par de fichajes de esos que pasan a la historia por su gran rentabilidad: Carroll y Pocius. Además, el vitoriano le ha dado al Madrid un estilo, curiosamente similar al sello que Mourinho le ha aplicado al equipo de fútbol. Velocidad y poderío ofensivo; aunque sin la regularidad en los resultados y el juego que ha demostrado el campeón de Liga.

Creo que a este Real Madrid de baloncesto todavía le falta un punto más, una pincelada. Como espectador me gusta el juego que practica el equipo y me parece una apuesta arriesgada pero interesante. Sin embargo, no percibo aún la constancia y la madurez necesaria para llegar lejos en Europa. En España está claro que al Madrid le da de sobra para ser uno de los dos mejores, pero no olvidemos que el gran reto debe ser la Euroliga. Posiblemente sea un asunto de juventud o de falta de liderazgo en la plantilla, pero lo cierto es que los blancos tienen tendencia a complicarse la vida.

Es muy habitual ver cómo el Madrid de Laso sale desenchufado a los partidos, concediendo ventajas iniciales a sus rivales. O cómo se deja remontar encuentros encarrilados en la primera parte, tal y como le sucedió ante el UCAM Murcia en el Palacio de los Deportes. Se puede decir que estamos ante un equipo desconcertante, capaz de lo mejor y de lo peor, presa de sus lagunas defensivas y de la genialidad de sus jugadores cuando tienen confianza. Porque es difícil ver a un equipo FIBA jugar mejor que como lo hizo éste en la pasada final de Copa del Rey; pero también lo es ver a uno hacerlo peor que los merengues en su primer partido ante el Caja Laboral.

Así, creo que la próxima final de la ACB no se puede plantear con otra cosa que no sea la incertidumbre. Parece claro que esta temporada el Real Madrid ha logrado cogerle la medida al Barcelona, pero gran parte de lo que suceda dependerá del estado físico de Navarro y de la capacidad merengue para mantener la concentración. Aunque pase lo que pase, creo que hay motivos como para que el madridismo empiece a ilusionarse. Este equipo está cada vez más cerca de ser el conjunto al que lleva aspirando más de una década, una escuadra aspirante a ganar la Euroliga. A ello quizás contribuya la previsible vuelta de Rudy Fernández, así como las hipotéticas contrataciones de un base que devuelva a Llull a las posiciones de escolta y de un pívot que le ponga un poco de sangre a la talentosa pero insulsa zona del Madrid. Con estos retoques, no me cabe duda de que habrá licencia para soñar.

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