domingo, 10 de agosto de 2008

Estados Unidos o el baloncesto mentira

Cincuenta y cinco, treinta y dos, treinta y seis, veintiuno y once. Son los puntos de ventaja con los que la selección estadounidense de baloncesto cerró sus cinco partidos preparatorios para el torneo de los JJ.OO. Unas diferencias claras que hablan del potencial de un equipo que parece pasearse por las canchas de baloncesto en las que juega. Y es que ocho años sin ganar un título internacional destacado es mucho tiempo, y el combinado yankee se ha decidido a llevar a varios de sus mejores jugadores NBA para volver a situarse a la cabeza mundial. Estrellas del baloncesto acostumbradas a cobrar millones de dolares cada año, pero... ¿con el éxito asegurado en Pekín?

Es un gran equipo, sin duda. Pero no hay que llevarse al engaño. Porque esta selección está a años luz del baloncesto de aquél combinado que se reunió para jugar en Barcelona allá por 1992 (quizás el mejor equipo de toda la historia, pasada, presente y futura) y porque presenta una prepotencia malsana. No es cuestión de ganar a sus rivales por una diferencia que roza la humillación, no. Es cuestión más de márketing, de nombre. No hay más que ver la admiración china que levanta el conjunto durante sus partidos en la capital del país asiático, representada en las expresiones exclamativas de los aficionados cada vez que un jugador norteamericano abusa del pobre aro rival.

Estados Unidos, como se hace en su NBA, juega de cara a la galería. No sabe hacer otra cosa. Correr, saltar y tirar. Cualquiera diría que algo de manual en baloncesto. Y sí, es lo más básico de este deporte, es diríamos su ABC. Pero si nos paramos a analizar un poco la situación del básket mundial, plantear hoy en día ése juego en un partido FIBA es jugar al estilo propio del Paleolítico. Por fortuna, el baloncesto actual presenta una profundidad mucho mayor que la que se pregona en EE.UU, unas posibilidades que se ven ampliadas merced a aspectos como la táctica y la técnica. Incluso a algunos de los jugadores yankees les sobra de la segunda, como a Kidd o a Bryant, pero de la primera tienen poco conocimiento.

Llegados a este punto, con el físico les sobra para pasar por encima del 95% de sus rivales. Poco importa que la mayoría de los árbitros FIBA hagan la vista gorda en la mayoría de las infracciones flagrantes que cometen según la normativa europea (pasos de salida, dobles y demás normas que dificultan la práctica de este deporte), porque EE.UU tiene una poderosa ventaja sobre el resto. Son más fuertes, saltan más y mejor y saben hacer un juego rápido y directo, de esos que a los oponentes les obligan a hacer un partido casi perfecto para ganar. No hay más que ver sus partidos, todo un compendio de saltos y acrobacias aéreas que entran por los ojos, pero que no exprimen las verdaderas posibilidades de este juego.

Así pues, las claves para ganarles pasan por plantearles un partido duro tácticamente y tener algo de acierto en los porcentajes de tiro. La defensa en zona, recurso que no se utiliza en la NBA porque es antónimo de espectáculo, se presenta como principal baza de los equipos europeos que jueguen contra el combinado de las barras y estrellas. A lo que hay que unir un tempo de partido lento que no les permita realizar sus clásicos contrataques acabados en machaque del aro rival; algo que ya hizo con éxito Grecia en el último Mundial (101 - 95). Y es que EE.UU sufre mucho cuando tiene que atacar en estático, sus ataques posicionales dejan mucho que desear y sus porcentajes bajan claramente como resultado de que cada jugador sólo sabe hacer la guerra por su cuenta.

En resumen, el juego en equipo unido a la suerte en el tiro se antoja como factor desequilibrante de los equipos que quieran batir a los estadounidenses. Porque los americanos son un gran equipo, pero ni mucho menos invencible como parece que quieren aparentar. Arrastran la pesada carga de suceder al Dream Team, cuando no tienen ni la mitad de magia e imaginación que el equipo de Jordan, Magic, Malone o Pippen atesoraba. Ahora sólo pueden ofrecernos mucho músculo y un poco de calidad. Y España tiene mucha calidad y un poco de músculo. Así que, ¿quién dijo miedo?


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