miércoles, 20 de febrero de 2008

Eterno Raúl

La Champions ha vuelto y lo ha hecho a lo grande para el Real Madrid. No por el resultado, que fue un 2-1 injusto según lo visto en el terreno de juego, sino por la intensidad y el buen partido realizado por el conjunto merengue. La máxima competición europea le pone al Madrid, siempre lo ha hecho; y eso que en los últimos tres años se había convertido en un equipo vulgar incapaz de pasar de octavos. Esta vez el marcador no ha sido bueno, pero si nos atenemos al juego, se puede ser ligeramente optimista.

Digo ligeramente porque este Madrid está dando muestras recientemente de ser un equipo endeble en defensa, justo la impresión contraria que nos dejaba la escuadra que dirigía Capello la temporada pasada. Es curioso, pero parece que los resultados que consigue el conjunto capitalino son inversamente proporcionales al juego desplegado: cuando mejor se juega, peores resultados se consiguen. Cuanto más se dispara a puerta, más cuesta marcar. Y cuanto menos les tiran, más goles les meten.

Será cosa de la mala suerte, que es un recurso muy manido para las situaciones como ésta en las que se da al palo en dos partidos consecutivos. O será problema de las lesiones que asolan al equipo durante casi toda la temporada, porque bajas como las de Pepe, Sneijder, Robinho o Metzelder pasan factura, sobre todo a estas alturas de temporada.

Sin embargo, no creo que sea un aspecto físico. Es cierto que los equipos de Schuster suelen tener un bajón que les afecta a partir del mes de febrero, pero el Real Madrid ayer no dio la sensación de ser un equipo fundido. Incluso me atrevería a decir todo lo contrario, ya que acabó el partido manejando la pelota y acosando a su rival. Y si profundizamos un poquito más y nos centramos en algunos de los jugadores, podemos apreciar que algunos como Gago, Ramos, Guti o Cannavaro están en una gran forma.

Pero independientemente de los motivos que nos han llevado a perder los últimos tres partidos que hemos jugado fuera, como digo el Madrid ha dado muestras que indican que ha sacrificado esa seriedad capelliana por el estilo alegre y desenfadado de Schuster. Esto implica una mejora considerable en el juego, pero al mismo tiempo también supone la pérdida de esa ventaja de disponer de todo bajo control. Con el italiano teníamos un equipo feo pero efectivo, que dominaba todos los aspectos tácticos del partido. Ahora el Real es un conjunto mucho más alegre y vistoso, pero no es fiable.

El resultado de ello es que es el líder de la Primera División con cinco puntos de ventaja, mientras que en la Champions las cosas están pendientes de remontada y en la Copa ya está eliminado. Resultados que si los comparamos con los del año pasado son mucho mejores en la actualidad, pero al mismo tiempo engañosos: el equipo de Capello era una máquina que a estas alturas empezaba a engrasarse a la perfección, mientras que el Madrid actual tiene un margen de mejora menor. De hecho, me atrevería a decir que nos iban tan bien las cosas que era casi imposible mejorarlas, así que puede que este equipo haya estado cerca de tocar techo en cuanto a sus posibilidades.

No querría acabar este artículo sin hacer mención de Raúl, quien merece que me detenga en su figura próximamente. El capitán blanco anotó anoche su gol 60 en la Champions, marcando un nuevo récord en la competición. Como en él suele ser habitual, la estética del tanto no fue destacable, porque se limitó a desviar un disparo frontal de un irregular Guti. Pero fue un gol de pillo, de los de Raúl. Y es que puede ser que el madrileño haya perdido ésa frescura que tenía hace seis o siete años, pero sigue siendo uno de los grandes cracks mundiales. Le basta con entregar todo lo que tiene en cada partido y con conservar ese instinto innato para desmarcarse mejor que nadie y estar siempre en el lugar adecuado. Tú te lo pierdes, Luis...

1 comentario:

Anónimo dijo...

eternamente torpe, haber si os dais cuenta que Raúl hoy en día es un estorbo. Pero para los que no somos madridistas mejor, seguid jugando con él, es un detalle por vuestra parte