Hace unos días Carlo Ancelotti señalaba en una entrevista para 'Marca' que "este mes no habrá fichajes. Nuestro fichaje será Modric, pero sin prisa". Pues bien, antes de que la semana haya acabado Lucas Silva ya está en Madrid tras
cerrarse una operación que se ha precipitado en los últimos días por
unos motivos que, por una cosa u otra, el club prefiere mantener lejos
de la prensa. Sin embargo, no hace falta ser muy avispado para entender
que tras esta maniobra hay una evidente intención de mandarle un claro
mensaje a los dos grandes perjudicados por el fichaje, Asier Illarramendi y Khedira.
En el caso
del jugador alemán no cabe duda de que su deseo de renovar ha llegado
demasiado tarde. El centrocampista decidió demorar tanto sus
negociaciones con el conjunto blanco que se ha acabado encontrando que
ahora, cuando él quiere seguir, es el club el que no tiene ninguna
intención de que así sea. Su tren pasó hasta en un par de ocasiones el
año pasado cuando el Madrid le planteó una oferta de
renovación acorde a su irregular rendimiento, pero el campeón del mundo
prefirió 'apretarle las tuercas' al club apurando el tiempo. Pero con lo
que no contaba era con tener un rendimiento tan pobre en el inicio de
temporada, el cual le ha acabado sentenciando como integrante de la
plantilla.
Con Khedira más fuera que dentro el otro jugador señalado ha sido Illarramendi. El Real Madrid
hizo una de sus apuestas más arriesgadas de los últimos años
fichándole. En el verano de 2013 el vasco era simplemente un buen
jugador, un futbolista que apuntaba maneras en la Real que se acababa de clasificar para la Champions y que además acababa de deslumbrar en el Europeo sub'21.
Pero a pesar de todo ello, su precio no era ni de lejos los casi 40
millones de euros que pagó el club. Quizá lo justo hubiera sido abonar
la mitad, o poco más. Pero Florentino, tan acostumbrado a pagar sobreprecios por el simple hecho de ser el Real Madrid, aceptó la situación y abonó la cláusula por el de Mutriku.
El jugador llegó a Chamartín con la vitola de ser el supuesto sucesor de Xabi Alonso, pero desde el primer momento se comprobó que no tenía ni el carácter ni la jerarquía de su paisano. Triunfar en el Real Madrid es realmente complicado y la suerte tiene que acompañar. Pero en el caso de Illarramendi
la suma de factores no se le hizo fácil de llevar y lo acabó pagando en
momentos concretos. Especialmente llamativo fue su error en Dortmund,
tras el cual Ancelotti no se cansó de decir que seguía contando con su
confianza. Sin embargo, a la hora de la verdad en la final de Lisboa el futbolista que cubrió la baja de Xabi fue Khedira, quien acababa de salir de una lesión.
La justificación del técnico entonces fue que prefería al alemán
porque es más alto y fuerte para defender las acciones a balón parado
del Atlético de Madrid. Eso fue lo que dijo, aunque
probablemente lo que pensaba iba un poco más allá. Porque como hemos
podido comprobar en este año y medio que lleva en el club, una cosa es
lo que dice en público Ancelotti y otra lo que piensa. A
la hora de hablar en público piensa como hombre de club, por mucho que
su discurso luego contradiga los hechos. Por eso el italiano siempre ha
intentado defender a Illarramendi, aunque luego a la hora de la verdad prácticamente no le haya dado su confianza.
A los hechos hay que remitirse, pues el futbolista no está
triunfando. Y no lo está haciendo porque sencillamente está jugando muy
poco. Cuando lo ha hecho no lo ha hecho mal, e incluso se podría decir
que ha tenido buenos partidos. Pero en ningún momento se ha echado el
equipo a la espalda ni ha demostrado la personalidad que todo jugador
que quiera triunfar en el Madrid debe tener. Quizá por
no sentir una verdadera confianza del entrenador, quizá por tener
implícitas esas características en su forma de ser. Probablemente todo
no sea más que una 'pescadilla' que se muerde la cola y que ha dejado a Asier dentro de un círculo vicioso que le está empezando a sacar del club.

Es una pena, porque Illarramendi no es mal jugador y
si se va lo va a hacer dejando la sensación de que se ha dejado mucho
en el tintero. Sus trazas han sido de futbolista aprovechable, pero que Ancelotti parece
haber dejado por imposible. Algo raro en un técnico cuya gran facultad
es la de 'moldear' jugadores para hacerlos aprovechables para sus
planes. Di María, Isco o James son resultado de su gran
mano diestra para sacar petróleo de sus hombres; por lo que llama la
atención que con el vasco no lo haya podido conseguir. Él está siendo su
única 'obra' inconclusa en el equipo, la única excepción en su
magnífica gestión del vestuario.
Así pues, ahora vendrá Lucas Silva y en julio probablemente lo haga Casemiro, por lo que Illarramendi
tendrá que buscarse las 'habichuelas' en otro equipo. No será más que
cambiar una decepción por una nueva ilusión, aunque es inevitable tener
un par de dudas razonables: ¿el brasileño realmente es mejor jugador que
el vasco? ¿Dará este nuevo fichaje mejor rendimiento que un futbolista
que conoce la Liga, el club y que ya está adaptado al equipo? Yo desde
luego las tengo, si bien esperaré para ver lo que Ancelotti consigue sacar de Silva. Aunque pase lo que pase, nunca podré evitar la sensación de que con Illarra se ha perdido la paciencia muy pronto y de forma injusta.