domingo, 6 de enero de 2013

Un acercamiento con pies de plomo


El Real Madrid me ha sorprendido en este inicio de año. Y para bien. En ningún momento hubiera podido esperar que el club diera un giro de 180º en su política de comunicación y decidiera que el 2013 sea de aperturismo mediático. Desde el primer día varios jugadores de peso del vestuario han ido desfilando por la sala de prensa de Valdebebas. Algo prácticamente inaudito y que viene a ser una declaración de intenciones sobre el rumbo que quiere llevar el club en este final de temporada.

Es evidente (y así lo apuntan todas las informaciones) que el presidente Florentino Pérez ha sido el que ha tomado la decisión al respecto. Quizas la proximidad de elecciones algo haya tenido que ver. Pero también el hecho de que el equipo llevaba cerca de un año y medio encerrado en su propia burbuja, enquistando su relación con la prensa. Y todo ello en gran parte por culpa de los medios de comunicación. La situación llegó a entrar en una espiral negativa que se retroalimentaba, pues a menos facilidades que ponía el Madrid a la prensa, más afiladas se volvían las 'plumas'. Y esto solo provocaba más la cerrazón del vestuario, prolongando el ciclo.

Tengo claro que la prensa no se ha ganado este 'premio' precisamente por su buen comportamiento, al menos el sector crítico que en estos meses se ha dedicado a difamar y a acosar al club y a su técnico de manera incesante. Además, hay quienes han interpretado este movimiento del Real Madrid como una claudicación ante este acoso y derribo, aunque yo tampoco quiero verlo así. Más bien lo interpreto como una llamada a la normalidad, a volver a funcionar como siempre lo ha hecho el club: con transparencia mediática, favoreciendo que sean los propios jugadores los que silencien las especulaciones si lo consideran oportuno.

Porque la única forma de acabar con las polémicas absurdas, las informaciones erróneas o las 'bombas de humo' es arrojando luz con la verdad. Ahora los futbolistas podrán hablar claro si lo estiman, siendo más dueños de lo que se diga de ellos. Por ejemplo, se ha hablado últimamente mucho sobre el futuro de Cristiano Ronaldo. No pocos medios han estado ahondando en su posible traspaso al United el próximo verano. Por eso, vino muy bien que el portugués se expusiera a los focos el pasado miércoles. Y es que yo, como madridista, estoy algo más tranquilo tras escuchar sus palabras.

Las falsedades deben combatirse con la verdad. En ocasiones, la ausencia de información provoca que la profesión periodística se haga retorcida, buscando la noticia por caminos bastante espinosos en un contexto contaminado por los intereses personales. Por eso, no cabe duda de que en los últimos meses la situación entre prensa y el Real Madrid había llegado a un grado de tirantez extrema, siguiendo un línea en la que ninguna de las dos partes salía beneficiada.

Así, el Madrid ha dado el primer paso para normalizar la situación. Desconozco si esto servirá para que algunos medios relajen su política de acoso y recibo. Diría que lo dudo. Bajo esta idea, puede parecer una locura darle agua al 'enemigo'. Pero no se puede negar que este movimiento es un arma de doble filo, pues ahora la voz del club se va a escuchar con fuerza. Los futbolistas van a hablar y van a poder aclarar muchos aspectos, evitando que se especule más de la cuenta a costa de ellos gracias a su silencio.

Y los aficionados saldrán ganando. El madridismo sabrá de sus jugadores por su propia boca, no únicamente por lo que escriba o diga la prensa. Se acabaron los días en los que suponíamos el estado ánimo de Casillas o Cristiano Ronaldo por lo que nos contaban los medios. Ahora ellos nos lo dirán claramente. Es una forma de recuperar parte del control, una aproximación del equipo a su gente, más allá de la prensa. Un paso adelante hacia el entendimiento, pero que también debe ser dado precacución. El sector 'duro' de la prensa aún tiene mucho que demostrar antes de que el club baje la guardia. En consecuencia, solo puedo decir que sí a las ruedas de prensa, pero con pies de plomo. Seguimos solos.

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