lunes, 6 de febrero de 2012

A Mou le queda mucha tela que cortar

Ahora que en los últimos días parece que las aguas han vuelto a su cauce en el Real Madrid, me gustaría hacer una reflexión sobre todo lo que se ha venido hablando en los últimos días. La derrota en la ida de la Copa ante el Barcelona generó un pequeño terremoto informativo en el club cuyo epicentro estuvo, sorprendentemente, en Madrid. De pronto, la prensa de la capital empezó a cargar contra Mourinho, aprovechando que el portugués estaba en una situación de ligera debilidad al haber equivocado su planteamiento en el partido.


El punto crítico llegó en la noche del domingo 22 de enero, cuando José Mourinho fue pitado por un sector considerable del Bernabéu en el partido ante el Athletic y compareció después en la rueda de prensa con cara de circunstancias. Un par de horas después, el periodista Siro López informaba de que Mourinho tenía la intención de abandonar el club el próximo mes de julio, ganara o no un título. Desde entonces, el rendimiento deportivo del equipo ha mejorado ostensiblemente, impulsado por el brutal partido jugado en el Camp Nou la semana siguiente. Pero lo cierto es que, en este tiempo, Mourinho ha intentado evitar a la prensa, colocándose al margen y cediendo en ocasiones el asiento a su segundo Aitor Karanka.

Interpreto que el técnico portugués está esperando a que amaine la tempestad mientras rumia su incomodidad con los medios de comunicación que se le han saltado al cuello en cuanto han podido. En cierto sentido, este cambio de actitud de algunas cabeceras ha venido a ser una respuesta al hecho de que Mourinho no haya dado prácticamente concesiones a la prensa en este año y medio que lleva en el club. El luso no ve a los periodistas como unos aliados, más bien como a unos trabajadores con unos intereses muy distintos a los suyos. Ya lo dijo en abril de 2011: "Como mi amigo Messina, tengo dudas de que la Prensa de Madrid quiera que ganemos, pero los aficionados no están ciegos. Están con el equipo".

Y lo cierto es que si no se comportaba así antes, la actitud distante del entrenador ha terminado por confirmar sus palabras. Como en la reflexión eterna y disparatada de si fue antes el huevo o la gallina, la realidad es que todo esto se ha convertido en una espiral donde la prensa no deja de buscarle las cosquillas al club y Mourinho se vuelve más hermético cada día que pasa. Algo poco relevante si se analiza desde la posición de que los medios son agentes externos respecto al Madrid, pero preocupante desde el momento en que los mismos son poderosos generadores de opinión, capaces de redireccionar, en algunos casos, los sentimientos de los seguidores.

Por eso, la situación se complicó en el momento en que hubo pitos hacia Mourinho. La grandeza del Real Madrid como club también le ha llevado a tener la afición más exigente del mundo. El Bernabéu sabe mucho de fútbol, tanto que tiene un paladar exquisito y no perdona a nada ni nadie si no le gusta lo que ve. En Chamartín son conscientes de que este club es lo más grande y que, si hay alguien que no cumple con sus exigencias, merece recibir un toque de atención. Sin embargo, esto no impide que el aficionado madridista sepa perdonar, valorando el esfuerzo por mejorar después de las críticas. Y es que el público de este equipo es muy duro, pero al mismo tiempo muy justo. Por eso, un sector de la prensa no ha tenido que hacer mucho hasta conseguir tocar la fibra sensible de una parte del madridismo.

Viene quedando claro que el técnico y el madridismo coinciden en su mentalidad ganadora, pero divergen en detalles que han provocado el último desencuentro entre ellos. Las palabras del portugués de que "entiendo a los aficionados, pero no los escucho" fueron quizás sacadas algo de contexto. Seguramente no fue un desprecio hacia el seguidor del equipo, al que el entrenador valora mucho. Simplemente fue una manera de decir que ha sido puesto en el club para entrenar al Madrid con plenos poderes y que no se deja influenciar por el entorno, ni para bien ni para mal. Al fin y al cabo, la responsabilidad es suya si vienen mal dadas ("las derrotas solo tienen un padre") y, como tal, no debe dejarse arrastrar por la corriente de cada momento.

La coincidencia de que los pitos llegaran en un momento tan crítico probablemente ha llevado a Mourinho a ver a la prensa como la culpable de todo este movimiento que se ha generado contra él. Una incomodidad ante la que ha reaccionado quitándose de los focos, evitando que los medios sigan analizando de manera enfermiza cada una de sus palabras, cada gesto. Simplemente, ha dado lugar a la especulación sobre su futuro, lo mismo con la intención de que el aficionado le valore en su medida justo en el momento en que tema que puede perderlo. Porque uno realmente no aprecia lo que posee hasta que no lo tiene.

Por eso, soy escéptico sobre que el entrenador no vaya a continuar en junio. "Lo mejor de esta plantilla está por llegar y no me lo quiero perder. Estoy muy a gusto, tengo el enorme orgullo de ser el entrenador del Real Madrid y no veo el momento de marcharme ni me quiero marchar" dijo en una entrevista hace solo 37 días. Y Mourinho es un hombre con las ideas claras, no es de los que cambien de parecer rápidamente. Y menos si tiene el reto por delante de demostrar su valía y categoría. Diría incluso que solo teniendo grandes éxitos la presente temporada habría más opciones de que el entrenador no siguiera, pues en ese caso seguramente sentiría que su misión está cumplida en Madrid y tendría una ocasión única de dejar con un palmo de narices a sus críticos.

Pero, a pesar que digo todo esto, me parece realmente absurdo intentar averiguar sobre qué hará de aquí a medio plazo. Le quedan dos años y medio de contrato y solo estamos a principios del mes de febrero de 2012. Quedan cuatro meses para que acabe la temporada y esto es mucho tiempo en el mundo del fútbol. En estas semanas pueden pasar muchísimas cosas. Tantas, como para cambiar el panorama 180º. Por eso, dejemos que Mourinho trabaje tranquilo y no hagamos quinielas sin sentido, porque la única respuesto a ello la tienen el propio entrenador y el club. Y la misma estará condicionada por algo que aún está por suceder.

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