lunes, 27 de octubre de 2014

El Real Madrid, una orquesta afinada que domina todos los registros


Comentaba Xabi Alonso hace unos días en una entrevista publicada en Alemania que el estilo del Real Madrid es como el 'Rock&Roll', mientras que el del Bayern de Múnich es más Jazz. Sin embargo, por mi parte empiezo a pensar que esta teoría del ex jugador merengue empieza a estar desfasada. El 'Clásico' del pasado sábado fue una demostración de que el Madrid 2014/15 es un equipo de tantos registros y estilos que no necesita agarrarse a un plan concreto para fulminar al rival que se le ponga por delante.

El Real Madrid celebra el gol de Pepe en el 'Clásico'Siguiendo con las menciones, Xavi Hernández justificó la derrota del Barcelona en el Bernabéu argumentando que el Real Madrid sacó adelante el partido jugando al contragolpe. La del culé es una reminiscencia del pensamiento único implementado por Guardiola durante su época en 'Can Barça', el cual venía a decir que el único fútbol bonito y digerible es el que pasa por sobar el balón hasta la extenuación para llegar la portería rival siguiendo el camino más largo posible. Lo cierto es que resulta bastante curioso que un futbolista de su nivel sea capaz de decir algo así y quedarse tan tranquilo, pues con ello lo único que demuestra es un mal perder enfermizo y un profundo desconocimiento de la esencia del deporte que tan bien se le ha dado.

Que el fútbol haya conseguido en los últimos 150 años convertirse en el deporte rey por excelencia no es casualidad. Al balompié se puede jugar de infinitas maneras distintas. Se pueden ver miles de partidos en una vida, que siempre ofrece algo nuevo en cada jugada, en cada acción. Sus posibilidades tácticas y técnicas son incontables y por ende, hay tantos estilos como entrenadores. A donde quiero llegar es que nadie tiene en su poder el abecedario del fútbol ni está en el derecho de proclamarse defensor de su fe. Como madridista no me duelen prendas en decirle a Xavi que sí, que el Real Madrid ganó el sábado a base de contragolpes. ¿Y qué?.

No hay motivos por los que avergonzarse. Nunca los ha habido, ni siquiera en la época de Mourinho, al que algunas mentes 'brillantes' - nótese la ironía- tildaban de defensivo a pesar de que acabó haciendo ¡121! goles en una sola Liga. Con el portugués el Real Madrid practicó un fútbol basado claramente en la contra, y aún así creó escuela y dejó un año para la historia. Desde entonces han pasado ya dos años y el Madrid no ha dejado de evolucionar con Ancelotti. El equipo está ahora en el punto en el que es un hermoso 'híbrido' camaleónico. La plantilla aún mantiene un grupo de auténticos especialistas en el juego de contragolpe como Bale, Cristiano, Benzema, Marcelo o Jesé; pero a la vez dispone de un varios finos estilistas (Kroos, Modric, James o Isco, por decir algunos) que le permiten jugar como los ángeles al estilo de fútbol que Xavi parece querer imponer cada vez que le vienen mal dadas.

El sábado la primera parte del Madrid no fue buena. A mí no me gustó y me llenó de pesimismo para la segunda mitad. El equipo intentó plantarle cara al Barcelona con su versión más moderna, la que pasaba por quitarle el balón. Pero el experimento no salió bien, en parte por lo atrasadas que estuvieron todas las líneas desde el principio y en parte por la buena presión barcelonista. La idea que quedó en mi cabeza es que en esos 45 minutos el Barcelona fue el Barcelona y el Madrid fue un equipo desconocido. A esas alturas el combate estaba perdido a los puntos, aunque se seguía luchando y los dos contendientes estaban en pie.

Sin embargo, en la reanudación el Real Madrid cambió y recurrió a su 'plan B': el de darle el balón al Barcelona, esperar atrás con el equipo muy junto y salir rápidamente a la contra. A pesar de que últimamente no lo había utilizado mucho salió a la perfección. Más que nada porque sigue siendo el mejor del mundo a la hora de ponerlo en práctica. Fue un 'click' que cambió radicalmente el partido y que destapó las carencias del Barcelona de Luis Enrique. Los culés ahora son una copia barata de sus años de mayor lucidez, un equipo que aumenta progresivamente su calidad según se avanza desde la portería a la delantera, pero sin la frescura, velocidad y la claridad de ideas de antaño.

La reflexión es que el Madrid supo adaptarse a las circunstancias y acabó dándole un repaso a su rival. Los goles fueron tres, pero nadie se hubiera extrañado si hubieran sido cinco o seis. Los de Ancelotti se presentaron la tarde de su gran 'concierto' con la intención de dar un recital de Jazz, pero a mitad de la función cambiaron de registro y de instrumentos para pasarse al rock o, por momentos, incluso al 'heavy'. Porque esa es la gran virtud que está demostrando últimamente este equipo merengue: la de saber hacer muy bien muchas cosas distintas. Los mismo te juega al 'tiki-taka' que cambia y opta a conveniencia por el contragolpe. Algo que prácticamente ningún otro equipo del mundo puede hacer con tanta precisión y efectividad. Y eso es algo que a la larga debe dar al Real Madrid una ventaja diferencial, porque normalmente los equipos que dominan más registros y se adaptan mejor a las circunstancias son los que tienen más papeletas para el éxito.

jueves, 23 de octubre de 2014

Gareth Bale, la estrella sacrificada


No son pocos los que las últimas semanas se han animado a criticar a Gareth Bale. Mucho se espera este curso del galés, principalmente porque su ausencia en el Mundial le ha permitido descansar y completar la pretemporada desde el primer día. De hecho se podría decir que fue el mejor madridista en la gira por los Estados Unidos, pero a partir de ahí su fuerza se fue apagando poco a poco hasta dar lugar a un debate alimentado por un sector de opinión que tiene bastante poco de madridista.

La verdad es que suena bastante ridículo poner en duda a Bale. Sea en septiembre, en octubre o en mayo del año que viene. Porque el galés es un jugadorazo y a sus 25 años no tiene que demostrar nada a nadie. Aunque esta temporada se permitiera el lujo de sestear (cosa que evidentemente no hará) su fichaje ya está amortizado en una parte importante tras su primer año en el club. Casi de puntillas y sin llamar mucho la atención el zurdo marcó 22 goles y dio 16 asistencias en sus primeros 36 partidos oficiales con el Real Madrid, lo que equivale a decir que colaboró en más de un tanto por partido.

Gareth BaleAunque en este aspecto lo más importante es que demostró tener el don de aparecer en los partidos grandes. Hasta su fichaje por el Real Madrid, no había tenido la oportunidad de jugar muchas finales ni choques de relevancia por el hecho de estar en un club de segundo nivel como el Tottenham. Por eso su primera temporada en la capital de España fue como una pequeña prueba de fuego en la que demostró no arrugarse cuando la pelota normalmente 'quema' en los pies. En Mestalla hizo uno de los mejores goles de los últimos años para darle el título de Copa del Rey al Real Madrid cuando peor estaba la final para los blancos, mientras que en Lisboa supo acompañar la jugada para rematar suavemente el gol que acabó por despedazar al Atlético en la prórroga.

Bale ha 'caído' de pie en el club, pues ya tiene hecho lo más difícil. Normalmente el primer año es el peor por la adaptación, aunque el fútbol no es una ciencia exacta y tampoco se puede descartar que en su caso la segunda temporada sea más floja. Pero de ser así tampoco debería haber motivo para la preocupación, porque estamos ante un jugador que es capaz de aportar mucho a pesar de no mostrar demasiada brillantez. El galés es un jugador tremendamente eficiente que marca y asiste con suma facilidad. Por lo pronto, de manera muy similar a la campaña pasada y sin hacer mucho ruido, ya ha conseguido 7 goles y 4 asistencias en los 15 encuentros disputados hasta hoy.

Y no olvidemos que todo ello lo está logrando con un considerable 'hándicap': el de jugar en una posición que no es la suya. Bale en la banda derecha rinde por debajo de sus posibilidades. Se podría decir que se le nota incómodo, pues aunque se defiende con su pierna derecha no tiene la misma conducción de balón que en su banda natural. Su enorme talento le permite hacerlo bien prácticamente en cualquier posición del campo, algo que queda en evidencia en el hecho de que ha ido evolucionando desde el lateral izquierdo hasta las posiciones de delantero. Pero a pesar de esta polivalencia no se le puede exigir que rinda de sobresaliente todos los días y al mismo tiempo se sacrifique por el bien del equipo jugando en un puesto incómodo para él.

Tras poco más de un año viéndole jugar en el Real Madrid yo no albergo ninguna duda sobre Gareth Bale. Con su fichaje el Real Madrid ha tenido un enorme acierto. Es un futbolista de gran calidad y talento, con una enorme facilidad para aportar espectáculo y buenas estadísticas. Aunque esto no me parece lo más importante de todo. Su gran virtud es que es perfectamente consciente del rol que tiene en el equipo más importante del mundo. Sabe que su principal misión es sacrificarse por el equipo y jugar para que su compañero y amigo Cristiano Ronaldo brille cada día. El portugués es el gran 'crack' y Bale es uno de sus fieles escuderos. Por eso asume sin rechistar el planteamiento táctico de Ancelotti aunque éste no esté hecho a su medida, porque tiene claro que lo importante es sumar. Y eso es algo que él sabe hacer mejor que nadie.

domingo, 19 de octubre de 2014

La envidia también alimenta al Real Madrid


Esta semana el madridismo ha podido constatar cuánto daño ha hecho la 'Décima' en el barcelonismo. Tras años de silencio les ha llegado el momento de desempolvar los libros de historia para recuperar las viejas teorías conspiranoicas sobre la trayectoria del Real Madrid. Sin duda se trata de la mejor comprobación posible de que el fútbol español y europeo ha recuperado su jerarquía habitual, la que tiene a los blancos como referentes absolutos y a los azulgranas como eternos rezagados.

Alfredo Di StéfanoDurante cerca de un lustro la afición y la prensa culés no han necesitado volver atrás para justificar su evidente inferioridad histórica. Los últimos años han predicado el discurso del "aquí y ahora", una teoría según la cual los títulos en blanco y negro tienen menos valor por ser pasado. Pero ahora que venimos de un año de sequía en el Camp Nou toca volver a mirar atrás y recuperar una excusa que durante décadas ha servido a algunos para autojustificar algo que de otra forma les sería muy difícil de asimilar: que su eterno rival ha sido mejor que ellos durante la segunda mitad del siglo XX y que en ese tiempo puso tanto terreno de por medio que ahora parecen condenados a vivir permanentemente a su zaga.

El argumento fundamental es uno sencillo y complejo al mismo tiempo: la política. ¿Que el Real Madrid ganó muchas Ligas y Copas de Europa en los años cincuenta y sesenta? Pues el culpable fue Franco. Fácil, rápido y de difícil contraargumentación. Más que nada porque detrás de estos asuntos tan espinosos siempre hay sentimientos, ideologías, opiniones y realidades interpretables. No hay más que dibujar la historia desde un prisma interesado y subjetivo para conseguir toda una teoría que pone en duda la limpieza de los éxitos del club blanco. Total, el debate puede derivar en un "es mi opinión contra la tuya", lo que generalmente termina con un 'enroque' de posturas que dejará contento a todo culé partidario de la teoría conspiranoicas.

La historia no es objetiva y por eso hoy en día hay expertos que pueden tener opiniones enfrentadas en un mismo tema. Siempre habrá alguien que haga una interpretación diferente de los hechos, por mucho que los mismos parezcan claros. Por eso ponerse a discutir sobre si el franquismo ayudó al Real Madrid o al Barcelona es absurdo. Es simple y llanamente perder el tiempo. Cualquiera de las dos partes encontrará argumentos y sustentos para defender su posición y lo más probable es que sólo esté defendiendo una percepción adulterada de la realidad.

Por mi parte tengo claro un hecho inconstestable, que el Real Madrid siempre logró sus éxitos jugando once contra once en el campo. Ningún político saltó al campo para empujar a la red un pase de Di Stéfano o para rematar un centro de Gento. La grandeza del club se labró a mediados de los 50 gracias a dos pilares básicos que nadie es capaz de negar hoy en día: Di Stéfano y Bernabéu. Bien es cierto que el traspaso del hispano-argentino siempre será discutido por el barcelonismo, pero también lo es que está probado que fue el conjunto catalán el que decidió renunciar a los derechos del jugador a cambio de una compensación económica. Y es que en 1954 la 'Saeta Rubia' era sólo un buen jugador y prácticamente nadie podía sospechar hasta dónde iba a llegar.

Digo prácticamente nadie porque Bernabéu sí lo supo ver. El manchego fue probablemente el gran visionario de la historia del fútbol. Un hombre adelantado a su tiempo que fue capaz de dar con la 'tecla' a mediados de los cincuenta y a partir de ahí tuvo la inteligencia para mantener al club a la cabeza del fútbol mundial. En este deporte lo difícil no es llegar, sino mantenerse, y eso Bernabéu lo hizo con maestría. Apostó por Di Stéfano, acertó y cuando llegó el momento de decirle adiós lo hizo sin tapujos. A Don Santiago no le tembló nunca el pulso a la hora de tomar decisiones porque para él lo más importante era el Real Madrid. Y ahí estuvo el secreto de su fórmula.

Es una fórmula que el Real Madrid lleva ya en sus genes y que siempre le ha funcionado y le funcionará. Los jugadores, los entrenadores y los presidentes pasan, el club perdura. Y en ella reside la clave para haber sido el Mejor Club del Siglo XX y para seguir aspirando a serlo en el Siglo XXI. Ni Franco, ni políticos ni árbitros. 32 Ligas, 10 Copas de Europa o 19 Copas del Rey no se ganan en los despachos ni haciendo amigos en el palco. Es el resultado de esfuerzo e inteligencia, de hacer bien las cosas desde el 'año 0', el de la llegada de Di Stéfano, y de saber mantener un idilio permanente con el éxito. En definitiva, una serie de factores que hasta ahora sólo ha logrado conjuntar el Real Madrid. De ahí que sea un club admirado y odiado a partes iguales, como demuestra el último documental de 'TV3'. Un reportaje que hay que asumir como parte de este juego, pues la grandeza del Real Madrid también se alimenta de la envidia ajena. Y en ese sentido el madridismo también tiene mucho que agradecerle al barcelonismo, pues sin ellos no tendría tanto mérito haber llegado hasta aquí para ser los mejores.

miércoles, 1 de octubre de 2014

A Laso se le multiplican los caminos

Muchos quizá en junio no apostaban por ello, pero el cuarto Real Madrid de Laso ya está en marcha. El club supo tener paciencia y sangre fría y no cedió al impulso de destituir al vitoriano tras consumarse la enorme decepción que supuso no ganar la Liga o la Euroliga. Y es que la campaña del equipo blanco se resumió en un 'mucho ruido y pocas nueces' donde el espectacular baloncesto del equipo sólo pudo conformarse con la conquista de dos títulos menores como la Supercopa y la Copa del Rey.

Real Madrid de baloncestoEl golpe anímico de la final de Milán fue enorme. Se podría decir que en esa maldita final ante el Maccabi se acabó la temporada para el Real Madrid. Más que nada porque en los siguientes partidos el equipo sólo fue una sombra de lo que había sido unos pocos días antes. La campaña tuvo su colofón demasiado temprano, el del 100-62 al Barcelona en las semifinales. Un resultado que muchos madridistas no olvidaremos en la vida, aunque a la larga sólo fuera el inicio de una debacle inesperada.

Al final de temporada la sensación fue de haberse llevado un suspenso claro a pesar de que el año no acabó ni mucho menos en blanco. Pero aún así pesó la trayectoria de Laso y la ilusión que en este último tiempo había generado su equipo. Por mucho que estemos hablando del club de las ocho Copas de Europa, jugar dos finales de Euroliga consecutivas es un magnífico bagaje para una institución que se ha pasado casi dos décadas viendo estos partidos por la televisión. Por eso la dirección del baloncesto dio al técnico una nueva oportunidad, la que se había ganado a base de trabajo en los tres años que llevaba en el banquillo.

Y ahora en esas estamos. La sensación es que el club ha perdido un par de magníficas oportunidades de pasar a la historia coronándose en Europa. Pero probablemente por esto también merece la pena seguir intentándolo, porque la generación de Sergio Rodríguez, Llull, Rudy y Felipe no merece despedirse dentro de unos años sin haberle puesto la guinda a esta trayectoria. En consecuencia, con la continuidad del núcleo del grupo la apuesta sigue estando clara: hay que seguir intentándolo. Y el Madrid lo va a hacer con una plantilla muy reforzada que pone al servicio del entrenador un enorme abanico de oportunidades.

En este sentido el club ha doblado su apuesta. Conscientes de que la plantilla acabó desfondada la temporada pasada por una combinación de cansancio y lesiones, los responsables merengues han aceptado cerrar un grupo de 13 hombres de primer nivel. Este año el Madrid ha ido por la vía rápida y ha confeccionado un conjunto que mezcla veteranía, talento y 'mala leche'. Justo lo que probablemente le faltó el año pasado al equipo para triunfar. Los 5 nuevos fichajes son hombres bastante contrastados y de perfil variado, lo que a la larga Laso acabará agradeciendo por la multitud de opciones que se le presentan a la hora de plantear los partidos.

De cómo gestione el entrenador esta plantilla dependerá el éxito a final de la temporada. Por ahora las dos únicas referencias válidas son los partidos de Supercopa de la pasada semana, en los cuales el técnico pareció repartir de forma bastante equilibrada los minutos. Si se trató de una casualidad o de una declaración de intenciones lo sabremos en pocas semanas. Lo que sí está muy claro es que esta temporada la plantilla es más profunda y tiene más experiencia que la del año pasado. Se nota que en el club han querido darle una nueva vuelta de tuerca al equipo, quizás para afrontar la temporada como una última oportunidad para este proyecto maduro. Además, este curso la final europea será en Madrid y eso plantea una estupenda oportunidad de ponerle el broche de oro a este proyecto. Pero tampoco repitamos los viejos errores de precipitar los acontecimientos y empecemos de nuevo de cero teniendo muy presente a lección que sacamos del curso pasado: los títulos no se ganan en noviembre o en diciembre, sino en mayo y junio.