sábado, 28 de enero de 2012

Un detalle capaz de cambiarlo todo


El miércoles el Madrid cayó eliminado. Y encima, contra el Barcelona. En cualquier otra situación el disgusto hubiera sido mayúsculo. Pero esta vez acabé satisfecho. Casi hasta contento. Y poco me importó que Mourinho y este equipo me dieran toda una lección, demostrándome que tienen mucho más fútbol en su botas del que podía llegar a pensar. Hace unos días me equivoqué al defender que el trivote era la solución a los problemas del Madrid con el conjunto catalán y ahora estoy encantado de haberlo descubierto. Porque el miércoles quedó claro que este equipo está capacitado para hacer algo grande, para empequeñecer al Barcelona como nunca nadie lo había hecho en los últimos cuatro años. Pero solo si aplica un concepto, una idea de juego que es capaz de cambiarlo todo.

Por lo visto, el 4-3-3 defensivo no es el único camino ni imprecindible para ser mejores que los azulgranas. Solo es una opción. Así que rectifico y de buena gana. Pero hay algo que también mencioné hace unos días y que en el último partido se destapó como fundamental. La presión. Algunos de los lectores me llegaron a comentar en mi anterior artículo que entendían que yo estaba diciendo que los jugadores del Real Madrid no tenían ganas de vencerle al Barcelona. Nada más lejos de la realidad. Yo solo les he achacado en partidos concretos una falta de actitud, de presión, de intención de ir a robarle el balón a los de Guardiola agobiándoles y asfixiándoles en su propio campo. Esto no se hizo en el Bernabéu y pasó lo que pasó. En el Camp Nou sí, y todo fue distinto.

Hay un detalle que ha tenido lugar en dos de los tres últimos partidos entre el Madrid y el Barcelona y sobre el que pocos han reparado. En el Clásico liguero del pasado 10 de diciembre, el gol de Benzema llegó a los 15 segundos de juego después de una pérdida del Barcelona por la magnífica presión realizada por los delanteros madridistas. El miércoles pasado, también a los 15 segundos Higuaín se plantó solo ante Pinto por un error causado por la agresividad inicial de los blancos. Dos jugadas casi calcadas que son una plasmación del punto débil del Barcelona: su bloqueo ante un equipo que les muerde en la posesión del esférico, que no les permite pensar y sobar la pelota.

A Mourinho le han llovido muchas críticas por su planteamiento del partido de ida. Lo de Carvalho y Altintop es algo que no han digerido aún numerosos aficionados, aunque es probable que, con estos o con otros, se hubiera perdido igualmente. El gran dolor fue ver al Real Madrid con miedo en su propio estadio, asustado ante el Barcelona. Una táctica tosca y fea, que despreciaba el balón. La cuestión es que el portugués la hizo con una intención muy clara, no encajar goles en casa. Para él, las eliminatorias de 180 minutos se deciden normalmente en la vuelta, especialmente si ésta se juega fuera de casa. Por eso planteó distintos el partido de Liga y el de Copa en el Bernabéu, aunque con resultados similares. En el de Copa decidió  defender con las líneas atrás, sin dejar espacios, sin presión arriba. Justo lo que dio resultado el miércoles. Sacrificó la entrega y el derroche físico por no correr riesgos, lo que pasa es que le salió mal por dos errores defensivos. Algo que no sirve para justificarle, pero sí para entenderle.

A ello hay que sumarle que los jugadores se encuentran incómodos jugando así ante su parroquia. Se sienten más presionados, con mayor responsabilidad, extraños al no poder ir al ataque como hacen siempre que están en el Bernabéu. En cambio, en el Camp Nou todo cambia, pues en esos partidos es cuando los futbolistas saben qué es lo que toca: arriesgar y salir arriba a morder al Barcelona. Es curioso, pero lo cierto es que hoy por hoy, jugar un Clásico en casa es un lastre para el Real Madrid.

Pero lo realmente importante es que, tras diez partidos, este equipo ya sabe cuál es la fórmula. Ahora, cada vez que se pregunte "¿Cómo podemos ganarle al Barcelona?" podrá coger el vídeo del último Barcelona-Madrid de Copa del Rey y seguir sus pautas. Aunque pocos lo hayan dicho, Mourinho tiene también mucho mérito porque por fin ha encontrado la tecla, el punto débil del equipo de Guardiola. Nadie le había tuteado así a este equipo en cuatro años. Así que ha costado mucho, pero la solución a la ecuación está ahí. En sus manos queda usarla cuando llegue el momento, en el próximo de Liga y, quién sabe, quizás en la Champions.

De lo que tengo pocas dudas es de que esta Liga pinta en blanco. Evidentemente que aún queda mucho por jugar y no está ganada, pues hay que huir de prontas euforias. Pero desde el primer momento he pensado que la Copa del Rey era un aspecto secundario que no debía tapar lo verdaderamente importante. La competición del K.O ya se ganó la temporada pasada, saciando 18 años después una deuda del club con la historia. Lo que el curso pasado sirvió para paliar la carestía de títulos, esta no hubiera sido suficiente. Así que, en vista de que no se ha podido, dejemos que en Barcelona se cansen luchando domingo y miércoles por este torneo mientras ven cómo van pagando en forma de lesiones el esfuerzo físico. A estas alturas solo tienen 14 jugadores sanos en la plantilla, han jugado más partidos que nadie y están en tres competiciones... Un contexto bajo el que no parece muy descabellado recordar la frase que dice que, quien mucho abarca, poco aprieta.

martes, 24 de enero de 2012

Así no podemos seguir


Seguramente, tras ver el titular, muchos empiecen a leer estas líneas esperando encontrarse con un feroz ataque hacia Mourinho. Pues nada más lejos de la realidad. Porque este artículo tiene mucha crítica, sí. Pero constructiva. Hacia lo propio y lo ajeno, esta última menos permisiva. Y fundamentalmente es un apoyo sin fisuras a José Mourinho, al técnico que hasta hace 72 horas era el mejor posible para el Real Madrid y que ahora parece que no vale para nada por estar siendo incapaz de ganarle los enfrentamientos directos al Barcelona.

Antes que nada, quiero destacar mi admiración por Zinedine Zidane. Sin duda, un modelo futbolístico y personal por el madridismo, más allá también de los pequeños errores que enturbiaron su carrera deportiva, principalmente a última hora. El francés habló este viernes para 'As' y no pudo ser más claro. Me quedo con la sensación de que todas y cada uno de sus palabras son un acierto, de que hay que escuchar al de Marsella casi con el mismo respecto que a Don Alfredo Di Stéfano. Ellos son patrimonio del madridismo y deben ser la guía en momentos difíciles como estos.

Como él, yo también me sorprendo de que Mourinho sea crucificado después de una nueva derrota ante el Barcelona. La mejoría que ha experimentado el equipo en este año y medio es innegable, ni siquiera por sus numerosos detractores. Se ha ganado un título, aunque menor, sí. Y ha hecho un conjunto, con jugadores jóvenes y de futuro; dotándoles de personalidad y carácter ganador. Este Madrid ha acostumbrado a sus seguidores al buen juego semana tras semana y a los récords. Porque el portugués ha osado acercarse a los números de Miguel Muñoz. Y eso son palabras mayores. En el Real Madrid y en la historia del fútbol.

22 victorias en 24 partidos. Es cierto, las dos excepciones ante el Barcelona y de manera casi vergonzante. La diferencia es que este miércoles explotó todo. El pasado 10 de diciembre se perdió también, por peor resultado (1-3) y jugando prácticamente igual de mal. Por lo visto, aquel día se perdonó todo porque el técnico no traicionó su dibujo habitual de 4-2-3-1 y fue valiente. Antes de ese partido, yo pedía jugarle al ataque al Barcelona. Me equivoqué, como se equivocó Mourinho. Sí, porque él también yerra, algo que algunos no le perdonan precisamente por las pocas veces que lo hace.

Así que para el partido de Copa yo lo tenía claro. Había que jugarle con trivote a los culés. No creo que muchos se sorprendieran antes del partido. Lo raro sí fue ver a Altintop y Carvalho. Pero seamos claros, ninguno de los dos fue específicamente responsable de la nueva derrota. Fue todo el equipo. Tal y como ha dicho Zidane, casi nadie se quejó al descanso de que la táctica fuera tan reservona. El marcador era 1-0 y la ilusión de ir ganando pesaba más que el sabor amargo de no estar jugando bien.

Pero todo cambió en la segunda parte. Dos graves errores defensivos propiciaron la remontada culé y el Madrid se hundió. Hasta casi el minuto 50 todo estaba más o menos controlado. Gol de Puyol y el equipo se disolvió como un azucarillo. Se había fiado todo a no encajar gol, en un planteamiento calcado al del pasado abril en la ida de las semis de la Liga de Campeones. Entonces lo que rompió los planes fue la expulsión de Pepe y el miércoles ocurrió lo mismo con el gol. El año pasado nadie se acordó del feo planteamiento del equipo, porque el árbitraje era coartada y, además, coherente y lógica según lo visto.
 

Sí, porque en muchos 'Clásicos' el Real Madrid ha jugado muy mal y en bastantes ha utilizado el trivote. Solo la Supercopa se salva de esa quema, aunque con el tiempo me he dado cuenta de que esos partidos fueron un espejismo. Porque el Barcelona no estaba en forma. La otra excepción, la final de la Copa del Rey. Donde curiosamente, el centro del campo fue Khedira, Alonso y Pepe. Otro planteamiento defensivo, incluso sin delantero centro; con Di María, Özil y Cristiano arriba. Pero en Mestalla el equipo jugó un partidazo y fue muy superior a su rival en muchos momentos. ¿Cuál fue la diferencia entonces?

El error no creo que esté en el planteamiento, sino en su ejecución. En la final de Copa Di María trabajó lo que no está escrito. Y hasta Özil y Cristiano Ronaldo se dieron una paliza. Todos defendían sin balón. Había actitud, tensión, nervios, ganas de comerse la pelota. Presión adelantada, velocidad. El Madrid quería y lo intentaba. Y lo conseguía. Cuando tenía el balón, jugaba sin complejos, sin miedo a perderlo. Combinaba. Pero el miércoles (y en el partido de Liga), no vi nada de eso. Solo once hombres timoratos asustados ante un Barcelona que mordía arriba. En esas, Casillas fue nuestro organizador. Y así nos fue.

Empiezo a tener bastante claro que, esta temporada, por fútbol no le vamos a ganar al Barcelona. Cualquier centro del campo que se ponga va a salir perdiendo en la comparación con los Xavi, Iniesta, Messi y compañía. La tarea queda pendiente para el verano, momento en el que hay que apostar por gente como Silva, Valero o Hazard. Y por Sahin. Correr riesgos fichándolos y poniéndolos. Si no lo hacemos, seguiremos teniendo el mismo problema. Una y otra vez. Mientras tanto, no queda otra que aceptar la lógica de Mourinho y la del fútbol, la de afrontar los partidos partiendo de la inferioridad técnica, pero queriendo compensarla con superioridad física y de intensidad. Esto es lo que viene faltando últimamente y que los jugadores no están poniendo. Entrega y fe.

Así que creo que nos equivocamos si ponemos a Mourinho en la picota. Él también falla y comete desaciertos. El miércoles no lo hizo demasiado bien. Pero es poco entendible que el madridismo se dé un tiro en el pie atacándolo. A él, el entrenador que le ha ganado 2 de los 3 títulos que se ha dejado Guardiola por el camino. El que ha iluminado a este equipo aún a pesar de alterar su pensamiento y su línea ideológica habitual. La autocrítica es el camino hacia la mejora constante, pero no se debe confundir con la autodestrucción. Debe haber análisis crítico, pero siempre remando en la misma dirección. Por eso, un sector de la prensa madrileña ha empezado un camino que solo le lleva al equipo y a la afición a la confusión.

Lo digo porque empiezo a tener la sensación de que en DC nos estamos quedando solos. Ya prácticamente no se leen defensas del madridismo en el resto de medios afines. La línea a seguir ahora parece darle palos al entrenador olvidando sus capacidades y méritos y desvirtuando sus habilidades como manager. El Real Madrid se va quedando cada vez más solo en esto y lo más sorprendente es que el comportamiento de Mourinho desde septiembre está siendo prácticamente intachable sin dejar de ser polémico, lo cual es inherente a él. Parece haber un interés por alguna parte de que a este club le vaya mal. Y a partir de aquí, el contagio en el madridismo está siendo evidente. El mensaje intoxicador está calando y eso no es nada bueno. Así que parémonos, reflexionemos y miremos al futuro pensando en cómo mejorar y en qué se está haciendo mal. Pero siempre con Mourinho presente. Lo contrario no llevaría a nada bueno.

lunes, 16 de enero de 2012

Las contraindicaciones de la Copa


Una de las cosas más difíciles de hacer en fútbol profesional del máximo nivel es conseguir ganar todos los títulos en una temporada. Las altas exigencias de la competición acaban haciendo mella en las plantillas, de manera que estas suelen pagarlo dejando escapar uno de los torneos ante la imposibilidad de afrontar física y mentalmente todos los retos que se le van presentando. Así, muy pocos equipos en la historia han acabado una temporada logrando el triplete de Liga, Copa y Champions; quedando semejantes hazañas en los anales de este deporte.

La temporada pasada el Real Madrid conquistó la Copa del Rey. Un título que sació parcialmente las ansias de títulos del madridismo, pero que un año después sabe a muy poco. Por eso, José Mourinho y sus jugadores se han planteado como objetivos la Liga y la Champions League. Es simple lógica, porque ambas competiciones tienen más relevancia que el campeonato copero y porque, a la larga, son los títulos que hacen más ilusión a la afición.

Esto no implica que el Madrid vaya a pasar la Copa o a tirarla. Ni mucho menos. Es más, el azar ha querido que la posibilidad de repetir victoria en el torneo del K.O. pueda tener el valor añadido de eliminar al Barcelona en los cuartos de final. Lo que antes era un título secundario en los planes de Mourinho se ha convertido en un objetivo prioritario. Más por el hecho de superar al eterno rival y apearlo en una ronda intermedia que por el valor emocional del trofeo. Nadie duda de que este miércoles y el próximo los jugadores de este equipo darán todo lo que tengan por ganar a los azulgranas, ni de que el técnico no reservará a sus mejores jugadores.

Por eso, el Madrid debe tener cuidado. Los precedentes de este equipo en las últimas temporadas dan fe de la dificultad de entrar en el mes de enero peleando por tres competiciones. No hay más que ir a la temporada pasada para recordar que el equipo se dejó siete puntos en Almería, Pamplona y Coruña entre los meses de enero y febrero. Justo cuando estaba luchando por meterse en la final copera ante el Levante, el Atlético de Madrid y el Sevilla. El bajón físico llegó tras los turrones, y el Real Madrid pagó su brutal esfuerzo dejando escapar la competición de la regularidad.

Entonces la situación era algo distinta por el hecho de que en la Liga había una desventaja clara con el Barcelona, justo lo contrario que pasa en la presente. En consecuencia, hay un colchón tranquilizador que permite algún traspiés liguero. Pero ojo, porque el último partido en Mallorca ha podido ser un aviso. El equipo jugó muy mal en los 70 primeros minutos y solo reacción en un arreón de casta y de valentía del entrenador. No se dieron buenas sensaciones, el ritmo fue muy lento y anodino y el estado físico de algunos jugadores como Cristiano Ronaldo, Arbeloa, Xabi Alonso o Marcelo no pareció ser el mejor. En esta situación, la Copa aparenta tener parte de culpa.

Tras dos semanas de vacaciones en Navidades, la temporada no parece que le vaya a dar un respiro en lo que queda de curso. A un ritmo infernal de dos partidos semanales, el Real Madrid se va a examinar de manera habitual y está obligado a responder en las tres competiciones. Hasta ahora lo está haciendo de manera excepcional y con un fútbol convincente en el que se sustentan los 22 triunfos en los últimos 23 partidos. Aunque cuidado, porque el equipo de Queiroz también arrasaba a principios de 2004 y acabó desfondado por pelear por todo sin tener un buen fondo de armario.

De momento Mourinho parece que va a gestionar bien esta situación. El año pasado apostó por doce, trece jugadores y no se movió de ahí. En cambio, en el presente gente como Callejón, Kaká, Higuaín, Lass o Coentrao están permitiendo rotar. Y eso está facilitando que la condición física no se resienta demasiado por ahora. Si el Real Madrid quiere llegar lejos en los tres torneos en liza debe repartir minutos como hasta ahora y dosificar esfuerzos. En ese aspecto, la continuidad en la Copa del Rey será clave. Porque desde esta lectura, eliminar al Barcelona sería estupendo, pero caer ante ellos tampoco debería ser un drama.

Lo digo porque, en caso de caer derrotados ante los de Guardiola, veo bastantes opciones de acabar ganando la Liga y de llegar lejos en la Champions. Los hipotéticos problemas físicos que vengo comentando se esfumarían y pasarían a cebarse con los culés, quienes precisamente piensan aguantar hasta final de temporada con 17 ó 18 jugadores. Luchar por la Liga, la Copa y la Champions en su situación pueden hacer de la temporada un suplicio para ellos.

Mi reflexión es que si alguien alguien tiene más opciones de ganar este año el triplete, ése es el Real Madrid. Por plantilla, por frescura, por condiciones físicas y futbolísticas. El Barcelona está siendo mucho peor tratado por las lesiones y eso posiblemente se note en abril y mayo. Un problema que podría ser dramático para ellos si eliminaran a los de Mourinho en la Copa. Si sucediera a la inversa, la Liga aún estaría muy lejos de decidirse. Así que luchemos hasta el final para eliminar a los culés, pero hagámoslo con cabeza y teniendo claras las prioridades. La cuesta arriba no ha hecho más que empezar y el reto es hacer historia con este club. Hay que ir a por los tres títulos, pero la Champions y la Liga deben estar en un primer plano. La Copa debe tomarse como un premio, como la guinda del pastel. Intentémoslo pues, pero sin perder la cabeza.

domingo, 8 de enero de 2012

El gran rival de Cristiano es Ronaldo

"Cristiano Ronaldo es así, nosotros en el equipo estamos contentos con él". De esta forma intentaba explicar este sábado Sergio Ramos el gesto apático y ausente de Cristiano Ronaldo tras marcarle un gol al Granada en el último minuto de partido. El portugués no quiso celebrarlo, evidenciando que había algo en su interior que no marchaba bien. Quizás una mezcla de autoculpabilidad y de desencanto con la exigente grada del Santiago Bernabéu.

La explicación del sevillano es muy útil para entender cómo es el portugués. Como todos los genios tiene sus imperfecciones y hay que aceptarlas sin más, porque con 26 años que tiene es difícil que cambie. Al ficharle en el verano del 2009, el Real Madrid se gastó 96 millones de euros para traer al mejor goleador del mundo y uno de los mejores de la historia. Pero en el paquete también venía una cierta dosis de ambición, egoísmo y gen competitivo. Sin estos detalles, Cristiano no sería Ronaldo. No sería un futbolista que a mitad de su carrera deportiva ya ha hecho historia en multitud de aspectos.

Las circunstancias han querido que el de Madeira sea permanentemente comparado con el otro genio de su tiempo, Lionel Messi. La figura del argentino es muy alargada y siempre aparece como antítesis de Cristiano Ronaldo. Todo superhéroe tiene su enemigo, su rival, tan poderoso como él y que lleva al protagonista a la mejoría constante para vencerlo. Y en este caso, Messi ocupa la figura del villano para el madridismo, del rival a superar para acabar dominando el fútbol mundial. La cuestión es que, hasta el momento, el portugués no termina de encontrar la fórmula para terminar esta película con un final feliz para sus intereses.

Este lunes todo apunta a que Messi logrará su tercer Balón de Oro consecutivo. Mucho más justo que el que logró la temporada pasada, a mi modo de ver. Pero eso es otro cantar. Porque una vez más, Cristiano Ronaldo se tendrá que conformar con un premio secundario, una consolación a pesar de haber dado un rendimiento individual tan bueno o incluso superior al del argentino en la temporada pasada. Sus 41 goles en Liga así lo atestiguan. Todo eso no ha sido suficiente y Cristiano no termina de encontrarse cómodo con el panorama reinante en el fútbol internacional.

La cuestión es que el luso se siente todos los días examinado. Partido tras partido, los medios de comunicación se apresuran a analizar sus números, a desentrañar los nuevos récords que ha conseguido con sus últimos goles. El problema es que tras concluir una temporada excepcional, Cristiano Ronaldo está empezando a competir contra sí mismo, contra su ansiedad, contra sus anhelos. Messi ha quedado en un segundo plano. El '7' merengue está envuelto en una dinámica de responsabilidad donde cada partido en el que no marca supone prácticamente una crisis en su juego. Y si, además, no lo hace ante el Barcelona, el problema se convierte ya en una cuestión de Estado.

Superación. Es la palabra que este futbolista lleva grabada a fuego en su mente. Y que cada temporada que pasa se le hace más complicado de alcanzar. Es la que le ha llevado a ser quién es y que, al mismo tiempo, es la única capaz de convertirle en un jugador del montón. Porque si no la consigue llegan los nervios, la ansiedad, los errores. Llegan las malas caras, los enfados consigo mismo y con el sector crítico, el pronto contra sus detractores. Entonces su fútbol pierde la chispa, la alegría y Ronaldo pasa a ser a un autómata ausente, obcecado en ser el mejor para solo conseguir figurar como una caricatura de sí mismo. Es justo en estos momentos cuando es más débil y está más lejos de superar a Messi por el trono del fútbol mundial.

La cuestión es que los límites de Cristiano Ronaldo están en su mente. Ella es la que marca realmente su rendimiento en el campo, sus posibilidades de ser mejor jugador y aparecer en los momentos clave, los que diferencian a los grandes jugadores de las leyendas. Conseguirlo está dentro de sus posibilidades, pero para ello debe aprender a serenarse, descubrir que la ambición es una virtud que puede convertirse en defecto si se lleva al límite. Y él necesita encontrar el punto medio, en lugar donde su mente no juegue en su contra. Debe darse cuenta que lo único que le separa verdaderamente del olimpo es la naturalidad, disfrutar con esto. El día que lo haga, y solo entonces, descubriremos lo que realmente es capaz de hacer.


jueves, 5 de enero de 2012

El Madrid empieza a cambiar las tornas

CRÓNICA DEL REAL MADRID-BARCELONA - El Real Madrid logró este miércoles un importante triunfo ante el Regal Barcelona (78-74) que supone una tremenda inyección de confianza de cara al futuro. En un choque duro y muy marcado por la tensión, los blancos supieron mantener la frialdad en los momentos claves para volver a recuperar el liderato de la ACB. Carroll y Tomic (16 puntos) guiaron al equipo a la victoria, si bien fue el lituano Pocius el que realmente decidió el choque con cinco puntos cruciales en los últimos minutos.
 
El partido  comenzó con la emoción y la tensión prometida en un clásico. Los dos equipos no entraron a la pista muy entonados y combinaron los errores en los pases y los tiros con buenas acciones. La alternancia en el electrónico fue la tónica general en los primeros  instantes, hasta que los locales consiguieron la primera pequeña renta en el marcador gracias a la aportación de un acertado Suárez (10-6 min.3).

Sin embargo, los culés se hicieron fuertes en la pintura con Ndong y las penetraciones de Marcelinho y lograron un parcial de 0-6 que los volvía a poner por delante (10-12 min.6).  En ese momento surgió la versión más desconocida de Tomic para hacer dos mates consecutivos que marcaban el territorio para los de Pablo Laso. Estos, más otra canasta de Pocius, volvían a poner la ventaja de nuevo en los cuatro puntos. Nuevo espejismo, porque Ndong y Eidson limaron las diferencias hasta dejarlas en dos puntos al final del primer cuarto (18-16, min.10).

El partido entraba en los segundos diez minutos equilibrado y con problemas similares en los dos equipos. El Real Madrid presentaba un preocupante 0 de 6 en triples, mientras que los de Xavi Pascual se quedaban en un 42% en tiros de 2. La mano se encogía en los dos bandos y el choque estaba lejos de ser brillante. Situación idónea para que Felipe Reyes arañara sus primeros cuatro puntos (22-16, min 12).

Sin embargo, un par de triples de Huertas e Eidson volvían a hacer la goma para empatar el encuentro una vez más (24-24, min.14). Igualdad que se mantendría en las siguientes posesiones, protagonizadas por buenas versiones de Felipe Reyes y Eidson. Fue el momento en el que el Real Madrid se decidió a explotar el tiro exterior, de manera que un triple de Suárez y otro de Carroll más un tiro libre de Mirotic colocaban la máxima a favor de los blancos (37-30, min.17).

El Madrid parecía querer apretar el acelerador, pero a una velocidad por encima de la permitida. En la siguiente posesión el trío arbitral señalaba una discutida antideportiva de Rodríguez sobre Ndong y los azulgranas se volvían a acercar a cuatro. La injusticia enfadó al público y prendió la mecha para que el Real Madrid se disparase sin mirar atrás. Dos triples de un impresionante Carroll, otro de Pocius y dos puntos de Mirotic, unidos a unas buenas defensas, impulsaban a los blancos para delirio del público (48-36, min.20).

Pocius toma la responsabilidad

Los madridistas se iban al descanso tras certificar un segundo cuarto de ensueño, sellado con un parcial de 30-20, un 5 de 8 en triples y los 11 puntos del francotirador Carroll. El Barça tenía que arriesgar, así que salía en la reanudación con su mejor quinteto: Sada, Eidson, Mickeal, Lorbek y Ndong. De esta forma, tras saborear los locales una nueva máxima (+14), Mickeal empezaba a coger galones mientras a Tomic se le hacía la noche en la zona (53-44, min.25). El partido volvía a acumular errores en los dos aros y Sergio Rodríguez no ponía la pausa que pedía la situación.

Laso lo supo ver y metió rápidamente a Llull y Carroll. Mientras tanto, el Regal Barcelona iba picando poco a poco las diferencias ante un Madrid que había perdido el ritmo infernal del segundo cuarto (59-54, min.28). Un triple del base balear sería el único botín hasta el final del cuarto para los merengues, lo que dejaba al Barcelona inquietantemente cerca (62-58, min-30). La situación era complicada y pedía soluciones en las manos de Carroll. El norteamericano se echó sobre los hombros la responsabilidad ofensiva y con sus puntos mantenía al Barça a una distancia prudencial (68-63, min. 34).

En estas, cada posesión era una batalla y los puntos cotizaban al alza. Cinco consecutivos de Lorbek empataban a 68 la contienda con poco más de cuatro minutos por jugar. Era un nuevo partido y todo lo ocurrido antes perdía su importancia. En ese momento el Madrid se agarró de su torre más alta, Ante Tomic. El croata se fajaba en la zona y sumaba cuatro nuevos puntos mientras Huertas respondía con solvencia. El equilibrio no se rompía.

Una sobrenatural penetración de Pocius ponía dos arriba a los locales a falta de 1:40 (74-72) y el público decidía ser el sexto hombre. Fallo culé y triple de Carroll que escupía el aro. Nueva pérdida de los de Xavi Pascual y posesión a falta de un minuto. Sergio Rodríguez se precipitaba y erraba en el tiro. Suerte que el de Eidson también acabara en agua. Porque Pocius esta vez no iba a fallar. Dos más uno, pero equivocaba el libre. No importaba, porque cogía él mismo el rebote y era objeto de nueva falta. Uno más. 77-72 y 11 segundos de juego. Imposible, hasta para este pegajoso Barça. Victoria por 78-74, liderato y la sensación de que hay equipo, de que se puede. Solo es cuestión de creérselo.


FICHA TÉCNICA:
78 - REAL MADRID:  Sergio Rodríguez (4), Pocius (10), Suárez  (11), Mirotic (6), Tomic (16) -- cinco inicial-- Singler (0), Llull (7), Begic (2), Reyes (6), Carroll (16), Díez (-) y Sanz (-).
74 - FC BARCELONA REGAL: Huertas (13), Mickeal (14), Eidson (7), Lorbek (4), Ndong (12) -- cinco inicial-, Sada (0), Vázquez (6), Wallace (9), Ingles (7), Rabaseda (2), Mbaye (-) y Pérez (-).
PARCIALES: 18-16, 30-20, 14-22, 16-16.
ARBITROS: Hierrezuelo, Jiménez y Cortés. Sin eliminados.
PABELLÓN: Palacio de los Deportes. Lleno con 12.880 espectadores.