Muchos quizá en junio no apostaban por ello, pero el cuarto Real Madrid de Laso
ya está en marcha. El club supo tener paciencia y sangre fría y no
cedió al impulso de destituir al vitoriano tras consumarse la enorme
decepción que supuso no ganar la Liga o la Euroliga. Y es que la campaña
del equipo blanco se resumió en un 'mucho ruido y pocas nueces' donde
el espectacular baloncesto del equipo sólo pudo conformarse con la
conquista de dos títulos menores como la Supercopa y la Copa del Rey.
El golpe anímico de la final de Milán fue enorme. Se podría decir que en esa maldita final ante el Maccabi se acabó la temporada para el Real Madrid.
Más que nada porque en los siguientes partidos el equipo sólo fue una
sombra de lo que había sido unos pocos días antes. La campaña tuvo su
colofón demasiado temprano, el del 100-62 al Barcelona
en las semifinales. Un resultado que muchos madridistas no olvidaremos
en la vida, aunque a la larga sólo fuera el inicio de una debacle
inesperada.
Al final de temporada la sensación fue de haberse llevado un suspenso
claro a pesar de que el año no acabó ni mucho menos en blanco. Pero aún
así pesó la trayectoria de Laso y la ilusión que en
este último tiempo había generado su equipo. Por mucho que estemos
hablando del club de las ocho Copas de Europa, jugar dos finales de Euroliga
consecutivas es un magnífico bagaje para una institución que se ha
pasado casi dos décadas viendo estos partidos por la televisión. Por eso
la dirección del baloncesto dio al técnico una nueva oportunidad, la
que se había ganado a base de trabajo en los tres años que llevaba en el
banquillo.
Y ahora en esas estamos. La sensación es que el club ha perdido un par de magníficas oportunidades de pasar a la historia coronándose en Europa. Pero probablemente por esto también merece la pena seguir intentándolo, porque la generación de Sergio Rodríguez, Llull, Rudy y Felipe
no merece despedirse dentro de unos años sin haberle puesto la guinda a
esta trayectoria. En consecuencia, con la continuidad del núcleo del
grupo la apuesta sigue estando clara: hay que seguir intentándolo. Y el Madrid lo va a hacer con una plantilla muy reforzada que pone al servicio del entrenador un enorme abanico de oportunidades.
En este sentido el club ha doblado su apuesta. Conscientes de que la
plantilla acabó desfondada la temporada pasada por una combinación de
cansancio y lesiones, los responsables merengues han aceptado cerrar un grupo de 13 hombres de primer nivel.
Este año el Madrid ha ido por la vía rápida y ha confeccionado un
conjunto que mezcla veteranía, talento y 'mala leche'. Justo lo que
probablemente le faltó el año pasado al equipo para triunfar. Los 5 nuevos fichajes son hombres bastante contrastados y de perfil variado, lo que a la larga Laso acabará agradeciendo por la multitud de opciones que se le presentan a la hora de plantear los partidos.
De cómo gestione el entrenador esta plantilla dependerá el éxito a
final de la temporada. Por ahora las dos únicas referencias válidas son
los partidos de Supercopa de la pasada semana, en los
cuales el técnico pareció repartir de forma bastante equilibrada los
minutos. Si se trató de una casualidad o de una declaración de
intenciones lo sabremos en pocas semanas. Lo que sí está muy claro es
que esta temporada la plantilla es más profunda y tiene más experiencia
que la del año pasado. Se nota que en el club han querido darle una
nueva vuelta de tuerca al equipo, quizás para afrontar la temporada como
una última oportunidad para este proyecto maduro. Además, este curso la
final europea será en Madrid y eso plantea una
estupenda oportunidad de ponerle el broche de oro a este proyecto. Pero
tampoco repitamos los viejos errores de precipitar los acontecimientos y
empecemos de nuevo de cero teniendo muy presente a lección que sacamos
del curso pasado: los títulos no se ganan en noviembre o en diciembre, sino en mayo y junio.
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