No son pocos los que las últimas semanas se han animado a criticar a Gareth Bale. Mucho se espera este curso del galés, principalmente porque su ausencia en el Mundial le
ha permitido descansar y completar la pretemporada desde el primer día.
De hecho se podría decir que fue el mejor madridista en la gira por los
Estados Unidos, pero a partir de ahí su fuerza se fue
apagando poco a poco hasta dar lugar a un debate alimentado por un
sector de opinión que tiene bastante poco de madridista.
La verdad es que suena bastante ridículo poner en duda a Bale. Sea en septiembre, en octubre o en mayo del año que viene. Porque el galés es un jugadorazo y a sus 25 años no tiene que demostrar nada a nadie.
Aunque esta temporada se permitiera el lujo de sestear (cosa que
evidentemente no hará) su fichaje ya está amortizado en una parte
importante tras su primer año en el club. Casi de puntillas y sin llamar
mucho la atención el zurdo marcó 22 goles y dio 16 asistencias en sus primeros 36 partidos oficiales con el Real Madrid, lo que equivale a decir que colaboró en más de un tanto por partido.
Aunque en este aspecto lo más importante es que demostró tener el don
de aparecer en los partidos grandes. Hasta su fichaje por el Real Madrid,
no había tenido la oportunidad de jugar muchas finales ni choques de
relevancia por el hecho de estar en un club de segundo nivel como el
Tottenham. Por eso su primera temporada en la capital de España fue como una pequeña prueba de fuego en la que demostró no arrugarse cuando la pelota normalmente 'quema' en los pies. En Mestalla hizo uno de los mejores goles de los últimos años para darle el título de Copa del Rey al Real Madrid cuando peor estaba la final para los blancos, mientras que en Lisboa supo acompañar la jugada para rematar suavemente el gol que acabó por despedazar al Atlético en la prórroga.
Bale ha 'caído' de pie en el club,
pues ya tiene hecho lo más difícil. Normalmente el primer año es el peor
por la adaptación, aunque el fútbol no es una ciencia exacta y tampoco
se puede descartar que en su caso la segunda temporada sea más floja.
Pero de ser así tampoco debería haber motivo para la preocupación,
porque estamos ante un jugador que es capaz de aportar mucho a pesar de no mostrar demasiada brillantez. El galés es un jugador tremendamente eficiente que marca y asiste con suma facilidad. Por lo pronto, de manera muy similar a la campaña pasada y sin hacer mucho ruido, ya ha conseguido 7 goles y 4 asistencias en los 15 encuentros disputados hasta hoy.
Y no olvidemos que todo ello lo está logrando con un considerable 'hándicap': el de jugar en una posición que no es la suya. Bale en la banda derecha rinde por debajo de
sus posibilidades. Se podría decir que se le nota incómodo, pues aunque
se defiende con su pierna derecha no tiene la misma conducción de balón
que en su banda natural. Su enorme talento le permite hacerlo bien
prácticamente en cualquier posición del campo, algo que queda en
evidencia en el hecho de que ha ido evolucionando desde el lateral
izquierdo hasta las posiciones de delantero. Pero a pesar de esta
polivalencia no se le puede exigir que rinda de sobresaliente todos los
días y al mismo tiempo se sacrifique por el bien del equipo jugando en
un puesto incómodo para él.
Tras poco más de un año viéndole jugar en el Real Madrid yo no albergo ninguna duda sobre Gareth Bale. Con su fichaje el Real Madrid
ha tenido un enorme acierto. Es un futbolista de gran calidad y
talento, con una enorme facilidad para aportar espectáculo y buenas
estadísticas. Aunque esto no me parece lo más importante de todo. Su gran virtud es que es perfectamente consciente del rol
que tiene en el equipo más importante del mundo. Sabe que su principal
misión es sacrificarse por el equipo y jugar para que su compañero y
amigo Cristiano Ronaldo brille cada día. El portugués es el gran 'crack' y Bale es uno de sus fieles escuderos. Por eso asume sin rechistar el planteamiento táctico de Ancelotti aunque
éste no esté hecho a su medida, porque tiene claro que lo importante es
sumar. Y eso es algo que él sabe hacer mejor que nadie.
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