Probablemente mis mejores recuerdos futbolísticos en lo que respecta
al Real Madrid sean de Old Trafford. Más allá de los títulos y las
finales conquistadas, claro. Me refiero a aquellos partidos que se
quedan en la retina de por vida por el espectáculo que desprendieron. Y
es que el estadio del Manchester tiene algo que le hace especial. A la
magia de los campos británicos se le une un aura de historia que
convierte cada partido en un momento único. Por eso me gustó que el
sorteo de Champions nos emparejara con ellos. Pasara lo que pasara, iba a
ser una eliminatoria para disfrutar.
Y el
momento ya ha llegado. Solo queda un día para que los blancos se jueguen
más de media temporada en este mítico estadio. Posiblemente el Madrid
más irregular de los últimos años, pues es un equipo que me lleva desconcertando toda la temporada. Sus bandazos están siendo más que evidentes, con unos futbolistas capaces de hacer el ridículo el 2 de febrero en Granada
y de pasar por encima del Barcelona en el Camp Nou solo tres semanas
después. ¿Por qué? Me lo he preguntado ya muchas veces, pero cada vez
tengo más claro que la culpa la tiene la mentalización.
La cuestión es que el equipo llega al momento clave de la temporada lanzado y lleno de moral. El golpe dado en Barcelona el martes pasado fue brutal.
Era la primer encuentro de la verdad y el Madrid aprobó con matrícula
de honor. 0-3 a la hora de partido, un escenario que ni el más optimista
podría haber anticipado. El resultado certificó
lo que ya se venía anunciando con la Liga de la temporada pasada: este
Madrid no tiene nada que envidiarle al Barcelona. Es más, hoy por hoy está un peldaño por encima de los culés.
La clasificación de la Copa del Rey ha actuado como bálsamo.
El madridismo tenía hasta hace pocos días la comezón de que el equipo
podía quedarse sin aspiraciones a principios del próximo mes de marzo.
Ya no será así. En mayo nos espera una estupenda final para disfrutar
ante el vecino de la capital. Un título al que aspirar, un motivo para ilusionarse los próximos dos meses, pase lo que pase en Old Trafford.
Mentiría si dijese que no temo al partido del martes. Los dos 'Clásicos' me han hecho ilusionarme, pero no quiero dar rienda suelta a la euforia.
La temporada del Madrid no me lo permite. Han sido ya tantos golpes y
sinsabores en la Liga que me espero cualquier cosa. No me cabe duda de
que este equipo es bastante mejor que el Manchester y de que la empresa
de empatar con goles o ganar es asequible. Sin embargo, cuidado. Porque el United tiene un fútbol radicalmente diferente al del Barça. Y están mucho mejor a nivel físico y mental que los culés.
Prudencia y optimismo, por tanto. La oportunidad es única, el Madrid
llega a la hora de la verdad en su mejor momento. Hay que terminar de
demostrar la pasta de la que está hecha esta plantilla. Si queremos ganar la 'Décima' necesitamos de una noche mágica como la del 19 de abril de 2000.
Ese día el equipo merengue ganó 2-3 en Old Trafford en el, quizás,
mejor partido que le he visto al Madrid. Este club es grande por
partidos como esos, por presentarse siempre a sus citas con la historia.
Y el martes tenemos la próxima en el 'Teatro de los sueños', el mejor
lugar posible. Un campo que nos dará una nueva oportunidad para lograr
la única asignatura pendiente del Madrid de Mourinho: la de conseguir en Europa una victoria a domicilio de prestigio que le libere de 11 años de lastre.
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