Las Fiestas Navideñas no han venido nada mal para templar un poco la
tensión que había en los últimos días en torno al Real Madrid. La
derrota en Málaga hizo que el equipo entrara en una ebullición que solo
se ha calmado con el paso de los días. Y eso que ha habido algunos
empeñados en seguir enturbiando las aguas a base de informaciones que
sonaban más a venganza personal que a lo que deberían ser realmente,
puro periodismo.
Llevo mucho tiempo constatándolo, pero la sensación actual está más acentuada que nunca: el Real Madrid y su afición están prácticamente solos.
Digo 'prácticamente' porque, por fortuna, todavía hay algunos medios
como Defensa Central que siguen respetando al club por encima de todo.
Hace mucho tiempo que la prensa deportiva madrileña dejó de ser
claramente madridista para pasar a desarrollar una política de lo más
particular donde la denominación de 'cuarto poder' adquiere un sentido pleno y absoluto.
Hoy en día se lleva lo de atacar a Mourinho. El
equipo va muy mal en la Liga y solo ha jugado bien al fútbol en tres o
cuatro partidos de toda la temporada. Esto es algo innegable. Por eso,
la oportunidad es única para que los medios de comunicación de Madrid y
Barcelona hayan acentuado su campaña contra el portugués. Los primeros
porque no soportan que el técnico (y, por ende, el club) no faciliten su
labor periodística. Y los segundos, por simple inquina a una persona
non-grata entre el barcelonismo desde que saliera del club hace más de
una década.
Mourinho es un entrenador tan ácido que se convierte en
indigesto para muchos, especialmente a los que no les gusta su estilo
humano ni deportivo. Se podría decir que el luso ha hecho que
el mundo se divida entre los que le adoran y los que le 'odian'. O estás
con él, o contra él. Pero no deja a nadie indiferente. De ahí que ahora
sus detractores se froten las manos con el objetivo de intentar arañar
algo más de desgaste en su labor como técnico merengue. La Liga del
Madrid está siendo pésima y toca acentuar la campaña para echarle del Santiago Bernabéu.
Cada uno es libre de pensar lo que quiera, pero hay ciertos límites que con Mourinho se han superado.
El entrenador ha sido muchas veces minusvalorado, vilipendiado,
linchado y denigrado por un sector de la prensa; y no en pocas ocasiones
de forma poco honesta
o incluso falsa. Con él se ha llegado a un punto donde prácticamente
todo vale para hacerle la vida imposible. Creo que la crítica siempre es
constructiva, pero solo si viene acompañada de buenas intenciones. Sin embargo, con el portugués ésta casi siempre ha ido acompañada de veneno.
Después de dos años y medio el mensaje 'anti-Mourinho' de algunos medios ha calado tanto que hoy el madridismo lucha por no desintegrarse en varios bandos. Unos son del míster, otros no. Y dentro de cada uno de estos grupos hay quienes discuten por polémicas recientes como las de Toril,
Ramos o Casillas. Algunos dicen que el portero no debería haber sido
suplente en Málaga, mientras que otros aplauden a rabiar la decisión del
portugués. Y, más allá, están los que se empeñan en crear una guerra
entre el de Móstoles y el entrenador, aunque lo más probable es que
estos últimos no sean verdaderos madridistas.
La sensación que hay es que esta labor de desgaste de un sector
concreto de la prensa está logrando confundir a la afición y dividirla. La
película se está planteando como si Mourinho, jugadores y club remaran
en direcciones diferentes. Se percibe desconcierto en el ambiente. Y eso
es malo. Muy malo. Hay gente interesada en dividir al
madridismo, en crear rencillas internas con la intención de moverle la
silla al entrenador. Basta con vender que 'The Special One' solo mira
por sí mismo y que actúa únicamente por intereses personales. Como si no
compartiera objetivos con el club.
Por ello, hay que luchar contra esta propaganda tan nociva. El bien de Mourinho es el del Real Madrid. Y el de Casillas. Con la Liga prácticamente imposible, el gran sueño de esta temporada es la 'Décima'. Por eso, hay que convertirla en el gran nexo de unión.
En el eje central que haga de este club y de su afición un uno
indivisible. Todos los madridistas queremos que en 2013 se consiga.
Todos. Fundamentalmente porque ya son diez años sin levantarla y porque es la única vía a la salvación de la temporada.
Sin olvidar además que, el ganarla sería también una cuestión de
orgullo. Hacerlo callaría innumerables bocas y demostraría que, aunque
algunos lo han intentado desde numerosos frentes, no han podido con este
club y su gente. Estamos solos, sí. Pero por eso debemos demostrar que
el Madrid es un equipo que, cuanto más se le intenta hundir, más flota.
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