Más allá de
los cracks que todo el mundo podría tener en mente, si hay un jugador de
la actual plantilla del Real Madrid que siempre querría tener en mi
equipo, ése es José Callejón. El de Motril me ha convencido, de hecho ya
lo hizo la temporada pasada. Y prácticamente desde el principio. Porque
el suyo es un ejemplo de cómo un canterano debe aprovechar sus
oportunidades para acabar cumpliendo su sueño de jugar en el mejor club
del mundo.
En las oficinas del Santiago Bernabéu llevan varios años siguiendo la política de vender a las jóvenes promesas de la casa con opción de recompra.
La idea es similar a la de una cesión, solo que con la estabilidad que
agrega el traspaso a otro club. Así no hay obligación de recuperar al
futbolista si no cumple con las expectativas. Una opción que tiene, a mi
modo de ver, sus claroscuros; pero que también puede dar buenos e
interesantes frutos. Como ha sucedido con Callejón, un chaval que se ha ganado, a fuerza de tesón y trabajo, su espacio en la plantilla más competitiva del planeta.
¿Su secreto del éxito? Pues diría que es una receta donde no faltan la calidad, el esfuerzo, la dedicación, la pelea y mucho sentimiento. Madridista, por supuesto.
Y es que no es casualidad que se señale siempre el escudo cada vez que
marca un gol. Detrás de este gesto hay un mensaje muy claro, la
confirmación de que se trata de un futbolista con 'ADN' madridista. Él
siempre tiene presente dónde juega y agradece cada minuto que disfruta
sobre el terreno de juego. A sus 25 años tiene la cabeza perfectamente amueblada y sabe que es todo un privilegiado por formar parte de esta aventura.
Ha pasado un año y medio desde que fuera repescado por el club blanco
tras su magnífico rendimiento en Cornellà. Mourinho sabía muy bien lo
que hacía al pedir su incorporación, pues Callejón tenía todo para
encajar en su proyecto: era un hombre de la casa, joven, con proyección y que no rehuía las labores defensivas. De hecho, se ha llegado a decir que el portugués habló con él antes de su fichaje para serle claro
y comentarle que, si venía, no iba a tener muchas oportunidades. Pero
el granadino aceptó sin dudar porque estaba decidido a convencer a su
entrenador.
Su historia desde entonces se resume en una suplencia muy dulce. Porque el extremo ha sabido asumir su situación con profesionalidad e ilusión. Nunca ha protestado por no tener más minutos, pues sabe cuál es su rol en este Real Madrid.
Su papel es jugar las segundas partes de los partidos más importantes y
ser titular en los choques menores. Pero esto le sobra y le basta para
llamar la atención de manera habitual. El madridismo ya se ha
acostumbrado a sus inteligentes desmarques, a sus definiciones
infalibles y a su ardua labor en la presión cuando el equipo no tiene el
balón.
Por mi parte, pocas veces he visto un jugador más efectivo que él. En el uno contra uno es 'mortal', ya que desde la época de Ronaldo u Owen no recordaba a un delantero que culminara mejor los manos a mano.
El martes se volvió a comprobar con el segundo tanto del Madrid frente
al Ajax: control espectacular para bajar el pase de Modric y remate
perfecto ajustado a la cepa del palo. Golazo. Un ejemplo más de que el
delantero ha venido a Madrid para quedarse, para ser el ejemplo y modelo
de todos los jóvenes y niños de Valdebebas que sueñan con triunfar
algún día vistiendo de blanco. Porque Callejón es mucho más que un enorme suplente, es el espejo en el que deben mirarse los canteranos merengues.
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