Hace unas semanas expresaba en este espacio mi preocupación ante la posibilidad de que el Real Madrid se
quedara con una plantilla corta para afrontar una temporada con seis
competiciones en juego. Ahora, una vez terminado el mercado de fichajes,
me ha quedado claro que el club tiene previsto afrontar el inicio de su
año más ambicioso con uno de los 'fondos de armario' más cortos de los
últimos tiempos. Aunque no totalmente por decisión propia, todo hay que
decirlo.
Quizás el punto de inflexión de este verano se produjo cuando a pocos días del cierre del mercado Xabi Alonso se plantó delante de Florentino Pérez y José Ángel Sánchez
para pedirles "encarecidamente" salir del club. Fue un paso inesperado y
casi se podría decir que improvisado, impropio de un jugador cabal y
profesional como el tolosarra. Las razones que están detrás de esta
petición solo las conoce él, pero lo que nadie puede dudar es que al Real Madrid no le quedó otra que aceptar su petición. Xabi Alonso siempre ha ido de frente con el club y ha tenido un comportamiento exquisito en los cinco años que ha pasado en Concha Espina, por lo que el deber de la institución era escuchar y atender su petición.
El traspaso consiguiente dejó un boquete en la plantilla que el
cuerpo técnico y la directiva minusvaloraron desde el primer momento. Ya
lo dijo Florentino Pérez, pues aseguró que el club consideró que tenía el centro del campo bien cubierto aún teniendo en cuenta la venta de Xabi Alonso. Por ello nadie movió ni un dedo para reforzar la medular, dejando a Khedira e Illarramendi como
sustitutos potenciales del internacional español. Sin embargo, el cruel
destino tardó solo unas horas en tirar por los suelos esta
planificación con la lesión del alemán. Seis semanas de baja y a empezar
a la temporada con Illarra como único pivote defensivo para el campeón
de Europa.
El problema que hay sobre la mesa es importante, pues ahora mismo Ancelotti tiene un puesto en el centro del campo que no tiene claro cómo ocupar. En las dos primeras jornadas ha optado por James,
más por el peso de sus 80 millones de euros que por estar ya adaptado y
acoplado al equipo. El colombiano es un excelente jugador, pero no es
ni mucho menos Ángel Di María. Ni tiene su velocidad,
ni su desborde ni su capacidad para desgastarse y recuperar balones. El
resultado de su titularidad es que el Real Madrid está
jugando con un once totalmente descompensado, donde todos los
centrocampistas y delanteros tienen 'gen' ofensivo. No en vano, se
podría decir que el equipo blanco jugó en Anoeta con cuatro jugadores
con alma de mediapunta (Modric, James, Isco y hasta Benzema) en un planteamiento táctico que, paradójicamente, no deja lugar para mediapuntas.
Una de las claves de la situación actual está en la política de
fichajes desarrollada este verano. El club gastó más de la mitad de lo
presupuestado en James Rodríguez, un 'cromo repetido'. El cafetero es un futbolista enorme, pero con características muy similares a lo que ya tenía el Real Madrid.
Fueron 80 millones que solo el tiempo dirá si se gastaron
adecuadamente, pero que por lo pronto impidieron que esta inversión se
realizara en otras posiciones que resultaban más necesarias, como el
centro del campo. El resultado es un ataque plagado de talento, pero un
medio carente de la mano de obra tan necesaria para mantener en pie a
cualquier equipo que se precie.
Una de las primeras cosas que dijo Ancelotti al llegar al Real Madrid es que su objetivo era encontrar "el equilibrio". Y lo hizo sorprendentemente con Di María.
Pero en los últimos meses el argentino hizo los movimientos oportunos
para facilitar su salida. Por mucho que diga ahora que no quería irse,
él fue el primero en generar dudas y en tener un comportamiento a todas
luces molesto para la directiva. Por eso las ventas de Xabi Alonso o Di María no deben ser achacables al club, pues fueron los propios jugadores los que hicieron todo lo posible para irse.
Sin embargo, ahí acaba la exención de responsabilidades, porque el Madrid
también debe asumir algunas. Han llegado cuatro magníficos jugadores,
pero no se han potenciado adecuadamente las posiciones más débiles. A
estas alturas hay una plantilla corta, sin extremos con desborde más
allá de Bale (y Jesé cuando se recupere), con pocos centrocampistas con capacidad de sacrificio y con la incógnita en ataque de 'Chicharito',
un voluntarioso delantero que no se sabe cómo va a responder. En
definitiva, muchas dudas y pocas certezas justo cuando debería ser todo
lo contrario. En mayo teníamos la 'Décima' bajo el
brazo y la seguridad de estar haciendo bien las cosas, pero por una cosa
o por otra ahora estamos ante un nuevo proyecto. Y eso significa que
esta temporada el Real Madrid se va a tener que reinventar si quiere ser el primer equipo de la historia que revalida la Champions League.
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