Antes que
nada me gustaría reconocer y agradecer todo lo que ha conseguido la
selección española en los últimos seis años. Este equipo ha hecho
historia con letras de oro y ha conseguido algo que hace cuatro años
dudaba que lograra ver a lo largo de mi vida: ganar un Mundial.
Ha sido una generación para sentirse orgulloso y para recordar siempre,
pues difícilmente algún equipo llegue a sublimar tanto el fútbol como
lo hizo la 'Roja' entre 2008 y 2013.
Hasta ahí
los merecidos aplausos. Porque el propósito de este artículo es otro. El
de analizar los motivos por los que el equipo que nos enorgullecido
tanto ha llegado a un punto de casi avergonzarnos. Porque no se pueden
obviar los datos: un gol a favor (de penalti dudoso) y siete en contra
para el peor bagaje de España en la historia de los Mundiales.
La mejor generación de la historia de este país y una de las mejores de
todos los tiempos no merecía caer sin honor. Todo equipo tiene derecho a
tener su decadencia y a perder, pero no de esta forma.
Y es que ha sido una imagen que ha empequeñecido a este equipo y ha
sacado a relucir los pocos puntos débiles que ha tenido durante estos
años en su estilo de pase y juego preciosista.
La historia reciente ha tenido ya varios ejemplos de cómo una
campeona del mundo se estrellaba en el siguiente campeonato sin
remisión. Francia o Italia pueden dar fe de ello. El problema en el caso de España
es que se podía anticipar lo que luego ha ocurrido. Algo que no ha
impedido que el conformismo, la autocomplacencia y el inmovilismo hayan
seguido presentes. Resulta sorprendente que Del Bosque hiciera solo dos cambios tras el partido ante Holanda: Xavi y Piqué. ¿Era esa la revolución que necesitaba el equipo? Está claro que no. Y aún así no tocó nada más, mantuvo su planteamiento táctico e incluso debilitó aún más el centro del campo al cambiar a Xavi por Pedro, bajando a Silva a la medular ante un equipo como el chileno, que iba a plantear el partido con cinco medios de gran despliegue físico.
Es imposible evitar la sensación de que España no había trabajado este partido. El cuerpo técnico sabía desde hacía seis meses que Chile iba a ser su rival en este Mundial
y aún así no hubo ningún planteamiento enfocado a reforzar la medular o
a huir de la presión asfixiante de la selección sudamericana. Durante
el partido los jugadores españoles siempre se vieron rodeados de varios
rivales, no contaban apoyos y no podían mover el balón rápido y en corto
para huir del agobio. No tenían la fórmula de cómo jugarle a Chile, y eso que había habido tiempo de sobra para buscarla.
Mientras tanto Del Bosque se mantuvo impasible en la
banda. Ni un cambio táctico, ni una idea novedosa para cambiar el rumbo
de los acontecimientos. Fue una España vencida, hundida desde el gol de Vargas
tras un inicio decente, pero tampoco brillante. La selección agachó la
cabeza y claudicó manteniendo su estilo hasta el minuto 90, con el matiz
de que esta vez acabó siendo un boceto bastante triste de la brillantez
de antaño. Los pases ya no eran precisos, los jugadores no tenían
movilidad y se jugaba con más corazón que cabeza. Cuando el colegiado
pitó el final los futbolistas españoles penaban y deambulaban por el
campo.
Ha sido un triste final. Quizás era inevitable, aunque podría haber transcurrido con otro guión menos duro. Pero el seleccionador se ha empeñado en no variar nada, dejando las telarañas en el mismo sitio de siempre. Hace seis años cogió este equipo a modo de herencia de Luis Aragonés
y lo hizo campeón. Meritorio por ser el entrenador, pero ahora se
empieza a ver que quizás la clave de ese éxito estuvo en los jugadores. España
ha contado con la mejor generación del fútbol mundial en el último
lustro y así es mucho más fácil trabajar, sobre todo si antes hubo un
técnico que iluminó el camino a seguir.
Sin embargo, ahora los tiempos de bonanza se han acabado y es cuando la España más ha necesitado a su seleccionador.
Pero este se ha negado a ver la realidad y ha preferido mantener el
mismo rumbo de colisión, fiel a unas ideas añejas y caducadas.
Probablemente porque no sabe hacer otra cosa y no tiene 'cintura'. Para
mantener a un equipo en el buen camino quizás no haya otro mejor que él.
Pero si es para encontrarlo, mejor que la federación vaya buscando a
otro, porque Del Bosque no es hombre para grandes
revoluciones. Brasil era el momento y no lo ha hecho, así que será que
lo suyo no es el 'trabajo sucio'. Y es que la misión de la regeneración
de España no puede recaer en alguien más preocupado de
quedar bien con sus jugadores que de tomar las decisiones necesarias
para el bien del grupo, por dolorosas que estas sean.
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