Tras lo visto el viernes en Milán, el Real Madrid está más cerca que nunca de la 'Novena' Copa de Europa del
baloncesto. La diferencia respecto a la idéntica situación que se
planteó el año pasado en Londres es que este equipo es mucho más maduro y
'redondo': tiene 12 meses más de duro trabajo sobre sus hombros y una
plantilla más equilibrada y compensada. Y, sobre todo, cuenta con la
experiencia de la final perdida ante Olympiacos a pesar de haberla tenido prácticamente ganada en la primera parte.
En 2013 el Real Madrid hincó la rodilla ante el Olympiacos
por simple inexperiencia. Entonces el equipo griego demostró tener la
cabeza mucho más amueblada y supo jugar los momentos clave de la final a
pesar de haber estado en algunos momentos con casi 20 puntos de
diferencia en el marcador. Fue toda una lección para el equipo, una
experiencia vital en forma de 'espina' que ahora tienen clavada los 'Chacho', Llull, Felipe Reyes o Mirotic. Por eso, la final de esta noche ante el Maccabi promete ser diferente y no permitir que el 'globo' de la ilusión se pinche a mitad de camino.
Es el momento y los jugadores lo saben. La culminación del proyecto Laso,
el gran objetivo de un equipo que, no nos engañemos, pase lo que pase
hoy ya tiene escrito su nombre en el libro de oro de la historia del
baloncesto. Porque no se puede negar que si esta noche no se levanta la 'Novena' lo conseguido el viernes ante el Barcelona perderá valor. Pero tampoco se podrá desdeñar el mejor partido del Real Madrid en décadas. 38 puntos al eterno rival, al probablemente segundo mejor equipo de Europa.
Un rival que algunos decían que llegaba al partido en mejor momento que
los merengues. Meras palabras que desvanecieron ante los argumentos que
presentaron unos y otros en la cancha de Milán.
Por tanto, pase lo que pase, yo ya tendré para siempre en mi
videoteca el que será "el partido de semifinales de Euroliga en el que
el Real Madrid ganó de 38 al Barça". Pero ahora hay que culminar el gran trabajo realizado y para hacerlo es necesario superar al Maccabi.
Los hebreos no son el rival esperado, pero si están en la final es
porque se lo han ganado. Sin ser especialmente brillantes en ninguna de
las facetas de juego han logrado confeccionar un conjunto compensado a
partir de calidad y trabajo. Un conjunto superior en la pintura al Real Madrid y con exteriores atléticos que ya le dieron más de un dolor de cabeza al Madrid durante el Top-16.
Virtudes que, aún sumadas, se quedan cortas ante este Real Madrid. El equipo blanco es mejor que el Maccabi, pero tiene que demostrarlo. En este sentido quizás la paliza infligida al Barcelona no ayude por el riesgo de euforia que conlleva. Pero para ello ya está la experiencia de Londres.
La sensación que dejan estos jugadores es que saben mantener la
humildad y los pies en el suelo a pesar de lo conseguido hasta ahora.
Ellos desean tanto la Euroliga que están listos para apretar los dientes en cada partido sin importarles el rival. No se percibe aire de suficiencia en este Real Madrid,
sino de ambición. De buscar la canasta siempre, se pierda, se gane por
1, por 10 o por 38. Toda una garantía de que esta noche se podrá ganar o
perder, pero se dará todo para completar el pequeño gran paso que queda
hasta la 'Novena'. Razón de más para ser optimistas.
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