A estas alturas de temporada lo normal sería que tanto el Real Madrid como el Barcelona estuvieran
en su punto más álgido. Sin embargo, nada de esto es así. El equipo
blanco no está precisamente para tirar cohetes con su fútbol, mientras
que el Barcelona acaba de sufrir uno de los varapalos más duros de su
historia reciente con su eliminación europea. Por ello, la final de Copa de Mestalla del próximo miércoles tendrá muy pocas certezas y muchas dudas.
Una de sus pocas evidencias es que el Real Madrid no ha logrado este año ganarle al Barcelona en
sus dos enfrentamientos directos. En ambos jugó peor que su rival y,
sobre todo, fue inferior en el aspecto táctico. En el partido de Liga del Camp Nou Ancelotti regaló 45 minutos empeñándose en utilizar a Sergio Ramos como mediocentro, mientras que en el del Santiago Bernabéu no alteró su frágil 4-3-3 a pesar de que los culés tenían una evidente superioridad en el centro del campo. Todo ello se resume en que el Madrid jugó
los dos partidos presa de un evidente complejo de inferioridad y fue
incapaz de dominar los tiempos salvo tramos breves de ambos.
No cabe duda que la táctica volverá a ser un elemento decisivo en el tercer partido (y último) de este curso. Hasta ahora Ancelotti se ha mostrado bastante reacio a alterar su esquema natural, pero la previsible ausencia por lesión de Cristiano Ronaldo no
le deja excusas posibles. Ante la baja del portugués la situación pide
reforzar el centro del campo con un jugador más, quizás Isco como acompañante de Modric, Xabi y Di María. Tanto el malagueño como el argentino son hombres que en un momento dado pueden ayudar a Bale y Benzema en ataque, por lo que con ellos el Madrid no andaría justo de poder ofensivo.
Todo sea por evitar que el Barcelona monopolice el balón, o que al menos lo mueva cómodamente como ocurrió en el Bernabéu. El Madrid no puede dejar que el equipo catalán piense y tenga espacios. El Atlético ha demostrado que con una buena presión y con las líneas juntas atrás el equipo del Tata Martino tiende a cortocircuitarse. La final de Copa será un día donde el trabajo sin el balón, la agresividad y la velocidad tendrán que estar presentes para que el Real Madrid sea superior a su rival. Y para conseguirlo será básico equilibrar las fuerzas en la medular y no permitir que Xabi, Modric y Di María tengan que perseguir impotentes el esférico.
Si esto se consigue todo será más fácil, porque el Madrid podrá
robar el balón y generar peligro en contragolpes e incluso recurriendo
al juego directo. En este sentido el equipo blanco no necesitará
complicarse demasiado, porque para eso ya se complica la defensa del Barcelona. La zaga culé es una feria este año y las previsibles bajas de Piqué y Puyol facilitarán aún más las cosas. En el último partido de Liga los de Ancelotti hicieron tres goles y pudieron marcar otros dos o tres más sin necesidad de hacer una brillante actuación. Y en la final de Copa no debería cambiar mucho la historia.
Por lo tanto, el Real Madrid debe cambiar algunas cosas si quiere levantar el primer título de la temporada. Tiene que aprender de sus errores y encarar el 'Clásico'
sin miedo ni complejos, yendo a por su rival desde el primer momento y
buscando igualar la 'batalla' del centro del campo. El miércoles el Barcelona será
un equipo herido y con dudas y lo peor que puede hacer el conjunto
merengue es ponerle las cosas fáciles por estar inmerso, a su vez, en
sus propias cuitas. Un título estará en juego y con él, una carga de
moral enorme de cara a la Liga y la Liga de Campeones.
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