El Barcelona lleva cultivando durante años y un exagerado amor propio
que ahora les empieza a traicionar. Durante la etapa de Guardiola el
conjunto catalán vivió tantos éxitos que llegó a creerse perfecto en
todos sus aspectos, en un pensamiento que con Tito Vilanova y el Tata
Martino se ha ido heredando. Por eso, ahora el club es incapaz de asumir
sus problemas como propios y prefiere culpar de lo ocurrido a los
demás, en un ejercicio de lamentable 'autonegación'.
A estas alturas resulta bastante demencial que en el asunto de Neymar el Real Madrid esté teniendo una amplia parcela de protagonismo. Todo comenzó cuando Bartomeu en su primera comparecencia como presidente culé sacó a relucir el asunto Di Stéfano, como si
el fichaje de Neymar hubiera sido una venganza del Barcelona servida
como plato frío 60 años después de la llegada del argentino a España.
Un pensamiento ridículo a más no poder que pretendía justificar que su
club hubiera hecho todo lo posible para traerse al delantero y
quitárselo de las manos a Florentino Pérez.
Por lo que se ve, esta operación iba más allá de la parcela deportiva
y tenía un inquietante valor político y social que facilitó que en las
oficinas culés aceptaran todas las extrañas imposiciones que hizo el entorno del jugador.
De hecho, resulta gracioso comprobar cómo en el Barcelona se jactan de
haberle quitado un fichaje al Real Madrid y de que Neymar les hubiera
preferido a ellos antes que al rival. Algo totalmente lógico si
se tiene en cuenta todo el dinero y comisiones que ha movido la
operación y que, supuestamente, han ido a parar al bolsillo de la
familia del futbolista. Se suele decir que 'poderoso caballero
es don dinero' y lo evidente aquí es que el Barcelona ha cometido unos
'excesos económicos' que Florentino Pérez se negó a llevar a cabo por
simples principios.
Si Neymar ahora está en el Barça no es porque sea 'més que un club', sino porque la oferta culé era mejor para el padre,
a pesar de que aparentemente su ficha no sea tan alta como la que
hubiera tenido en Madrid. Rosell supo seducir al entorno del jugador y
aceptó todas sus imposiciones, desglosadas en un laberíntico contrato de
difícil lectura. Tanto que, a día de hoy, las cifras bailan según el
medio que se lea, a pesar de su filtración por 'El Mundo' y la posterior
aclaración interesada del propio conjunto catalán.
La cuestión es que ahora el Barcelona tiene un problema de largo recorrido. La Justicia está investigando el asunto y las consecuencias de ello pueden ser múltiples. Según el diario 'AS' el Barcelona ya negocia con la empresa DIS el pago de una indemnización millonaria y no se puede descartar que el fichaje de Neymar acabe resultando mucho más caro de esos 57 millones que el club mantuvo que costó el jugador hasta hace una semana. Toda una 'bofetada' en la cara a la política de cantera que pregona el conjunto culé y que animó al Tata Martino a criticar el fichaje de Bale y catalogarlo de "falta de respeto".
Ante todo ello, la estrategia del barcelonismo ha sido clara: echar balones fuera y culpar a un ente indefinido, pero madrileño, de conspiración. Además de quejarse de que el fiscal "no sea uno de los nuestros" (como si un fiscal pudiera ser de unos o de otros), Bartomeu ha insinuado la influencia de
alguien en Madrid para hacer que prospera la querella. Sin embargo,
ante la ausencia de pruebas no se han dado nombres, aunque un 'valiente'
periodista catalán se atrevió a mezclar directamente a Florentino Pérez con todo este asunto.
Como es lógico, el presidente merengue y el club o tardaron en contestar y en amenazar con defender su honor ante las acusaciones vertidas.
La situación ha llegado a un punto extremadamente desagradable en el
que el conjunto blanco no puede seguir tolerando que algunos le intenten
vincular directamente con todo este asunto. El Real Madrid no obligó al
Barcelona a firmar el contrato de Neymar, que es el que se está
investigando. Y si se está haciendo es porque el juez ha visto indicios
para hacerlo. El único 'pecado' del club blanco ha sido existir.
Porque, con su sola presencia, obligó a que el Barcelona hiciera todo
lo que estaba en su mano para intentar responder a la 'afrenta' de Di
Stéfano. Era mucho más que un fichaje para ellos, era una
venganza. Y eso fue lo que les llevó a superar unos límites que podrían
acabar costándoles muy caros. La Justicia dirá.
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