El Real Madrid ya está de vuelta. Han tenido que pasar 18 años para
que el equipo blanco vuelva a pisar un territorio donde históricamente
ha sido el mejor: el de la final de la Copa de Europa. En este tiempo
los sinsabores han sido innumerables, aunque también hubo momentos
puntuales de alegría con triunfos varios a nivel nacional y una única
victoria en el Viejo Continente (la Copa ULEB en la 2006/07).
Insuficientes para un club rey en el baloncesto internacional que
durante mucho tiempo ha sido incapaz de encontrar el camino del
equilibrio.
En los últimos años ha habido aficionados que incluso han llegado a plantearse el cierre de la sección.
Una idea casi insultante, pues no estamos hablando de un equipo
cualquiera. Es el Real Madrid. Un conjunto que ha sabido estar a la
altura de la grandeza de los logros conseguidos en el fútbol y que dominó este deporte en Europa durante los años 60 y 70. Después el club vivió años más complicados, pero aún así logró mantener su competitividad hasta mediados de los 90. Y a partir de ahí, su pujanza internacional se esfumó.
¿Por qué? Desde luego que muchas cosas se hicieron mal. Y tampoco hubo suerte en muchos momentos.
El club dejó en segundo plano la sección y la inversión que se hizo en
el baloncesto no estaba a la altura de los otros grandes equipos del
continente. Digamos que el Real Madrid mantenía vivo al equipo de
baloncesto más por su grandeza de antaño que por verdadero interés en su
presente. Sin embargo, el equipo logró dos Ligas ACB y una Copa ULEB en
la primera década del presente siglo.
Pero había que cambiar muchas cosas. Florentino intentó apostar
definitivamente por el equipo en su regreso a la presidencia y optó por
un gran nombre, Messina. Pero salió rana, pues el italiano intentó encorsetar a la plantilla en base a una exigencia desmedida.
Y todo estalló. Aún así, el Madrid volvió a la Final Four 16 años
después de la última. Los dos partidos acabaron en paliza, pero el
primer paso ya estaba dado. Se estaba cimentando un futuro prometedor.
Laso cogió las riendas del equipo. Un hombre de perfil bajo, justo lo contrario que el transalpino.
Pero encajó a la perfección en el club y marcó un estilo definido.
Velocidad, juego ofensivo y una sólida defensa. Construyó un equipo
joven y ambicioso aprovechando que la directiva por fin había decidido
inyectar un presupuesto acorde a las expectativas. El equipo necesitaba
un 'crack', un líder, y llegó Rudy Fernandez. Y se le rodeó de
magníficos jugadores, muy acordes a lo que necesitaba el entrenador.
Carroll, Pocius, Slaughter, Draper, Begic... Por fin el equipo se
construía pensando en el juego, no en la calidad individual. Y las cosas empezaron a ir cada vez mejor.
Primero la Copa, luego la derrota en la final de la ACB por un
'maldito' triple de Huertas. La Supercopa también llegó y el Madrid
empezó arransando la nueva temporada en España y en Europa. Sin embargo,
la derrota en la Copa de Vitoria pilló por sorpresa. Pero vino bien
para espabilar. El equipo atravesó en febrero y marzo un bache que se podría considerar como lógico, aunque para abril ya estaba recuperado. Justo a tiempo para afrontar los dos últimos meses a un magnífico nivel.
El resultado es que hoy el Madrid disputará su primera final de Copa de Europa en 18 años. Contra el Barcelona poco importó que los blancos fueran un conjunto ciclotímico que jugó a rachas. Ganó porque agotó a su rival.
Y ni siquiera hizo falta que Rudy o Carroll aparecieran. En este equipo
cualquier jugador te gana partidos. Es su grandeza. No suele defender
al máximo nivel más que 15 minutos por partido, pero le suele bastar.
Aquí todos aportan y tienen las ideas claras. Ha encontrado su particular camino hacia el éxito.
Esta noche podrá ganar cualquiera. El Olympiacos es
un equipo con mayúsculas, aunque desde luego que no tiene las
individualidades del CSKA. Que pase lo que tenga que pasar. Porque lo
más difícil está hecho y podemos estar satisfechos. Como si de una maldición se tratara, el Real Madrid va a cerrar hoy su ciclo de 18 años.
Una mayoría de edad que se cumplirá ante el mismo rival con el que se
inició esta época de tiempos oscuros. En 1995 la 'octava' se ganó ante
el Olympiakos. En 2013 intentaremos hacer lo propio con la 'novena'. Pero, ganemos o no, desde mañana podremos mirar al futuro sin ataduras. Hemos tardado mucho, pero de nuevo estamos en el Olimpo.
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