Admito que
soy pesimista. Aunque cada día que pasa menos, quizás por las ganas de
ver al equipo en Londres. Por fortuna el sistema de competición nos va a
ofrecer un desenlace en solo seis días, pues siempre una campaña
pro-remontada tiene un desgaste psicológico que acaba agotando. El
martes ya está a la vuelta de la esquina y con él, el desenlace de gran
parte de una temporada que ahora mismo pende de un hilo. Todo o (casi)
nada a tres goles de distancia frente al equipo invicto de la Champions,
un rival bisoño, pero de picadura mortal.
Desde que
el colegiado pitó el final del partido el pasado miércoles se sabía que
nos esperaban días de tirar de hemeroteca para recordar remontadas
pasadas e invocar al 'espíritu Juanito'. Sin embargo, yo soy de una generación que estaba en pañales cuando el Madrid devoraba a sus rivales en el Santiago Bernabéu
después de ser goleado en los partidos de ida. Se puede decir que no he
vivido estas remontadas gloriosas del equipo, más allá de momentos
puntuales y a menor escala en la Liga, como sucedió con Capello. Y sin
olvidar la Copa del Rey, con esa remontada 'interruptus' vivida ante el Zaragoza.
Pero lo del martes serán palabras mayores. Primero,
porque será Champions, no la UEFA que dio lustre al palmarés merengue en
los 80. Y lo segundo, porque el Madrid de ahora no es de hace casi 30
años. No cabe duda que el actual tiene más calidad, pero carece de la garra y el coraje de los Santillana, Camacho, Butragueño, Pirri o Juanito.
Por eso, hace falta una 'inyección' de madridismo en las venas de estos
jugadores, justo lo que faltó el pasado miércoles en Dortmund. Hace unos días comentaba en mi opinión que la eliminatoria debía empezar a ganarse en Alemania. Pues bien, en lugar de buscarla desde el minuto 1, el equipo mostró una indolencia, un pasotismo y una falta de actitud (confirmada por el capitán Ramos) realmente preocupantes.
Al término del encuentro Pepe llegó a comentar que "pensábamos que sería más fácil ganar al Borussia".
Tremendas declaraciones, pues vienen a decir que el equipo salió
confiado y con cierta prepotencia. Como si se vieran ya en Wembley. Mi sensación es que el Madrid se amilanó y minusvaloró el choque de ida, pensando que, pasara lo que pasara,
el Bernabéu iba a sentenciar. El dicho suele decir "cuando veas las
barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar". Pero ni siquiera
la paliza sufrida por el Barcelona 24 horas antes sirvió para espabilar
al Madrid.
La cuestión es que es el propio Madrid el que debe hacernos creer a todos el próximo martes saliendo a arrollar a su rival. El ejemplo es lo sucedido la temporada pasada durante los 15 minutos del partido ante el Bayern. La remontada solo se podrá cimentar desde la idea de que ya no tenemos nada que perder,
pues la final de Wembley nos la dejamos en Dortmund. Ahora mismo no la
tenemos, pero disponemos de una gran oportunidad para recuperarla en
Madrid. El madridismo no debe hacerse ilusiones, pero sí mantener la fe
de que todavía hay vida y esperanza.
Pero el gran problema de todo, la clave, estará en la defensa. No me cabe duda de que el Real Madrid marcará dos o tres goles ante el Borussia.
La cuestión es cuántos marcarán ellos. No se puede subestimar a un
equipazo como el de Klopp; joven, rápido, vertical y con unas
combinaciones portentosas en línea de tres cuartos. Sin olvidar el
tremendo estado de forma de Lewandowski. Por eso, desde el principio hay
que plantear el encuentro como una tarea titánica de marcar cuatro
goles, por las sorpresas que nos pudiéramos encontrar por el camino. El tres debe ser un punto de paso en el camino de la remontada, no una meta en sí mismo.
En dos días afrontaremos todos el partido más importante del último año. Un encuentro que sonará a reválida para Mourinho, quien parece ya tener los dos pies lejos de Madrid
de cara a la próxima temporada. Bajo esta tesitura, solo la final de
Wembley y la 'Décima' podrían rescatar del aprobado a la trayectoria del
portugués en el banquillo de Concha Espina. Parece que no habrá segundas oportunidades y que esta etapa se cerrará o quedará pendiente el martes de un épilogo londinense.
Así que vayamos con todo e intentemos honrar la historia de este club
dejándonos las gargantas, el cuerpo y el alma. Al fin y al cabo, es lo
que este club siempre ha sabido hacer mejor que nadie. Por algo es el único del mundo en el que la palabra 'imposible' está prohibida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario