La lógica.
Ésa que se manipula en ocasiones según convenga, de forma que lo normal
se demoniza y lo extraño se alaba. No se puede explicar de otra manera
que en los últimos 10 días la mayor parte de la prensa haya hecho una
campaña brutal en favor de Iker Casillas para que recuperara la
titularidad prácticamente de forma inmediata, como si en lugar de una
grave lesión hubiera estado de vacaciones en Cancún. Se han llenado
páginas y páginas poniendo a parir a Mourinho por "faltarle el respeto a
Casillas", pero nadie ha dicho nada sobre el otro afectado, Diego
López.
Yo soy de Casillas. Vaya por delante.
Me parece el mejor portero del mundo y creo que merece un respeto, por
palmarés y por su sentimiento madridista. Evidentemente no es perfecto y
no siempre ha tenido la mejor actitud; pero como tampoco lo es
Mourinho. Desde que el portugués llegó a Madrid hay quienes están intentando enfrentar a capitán y entrenador,
pues saben que conseguirlo es resquebrajar el vestuario. Y quizás haya
en ello parte de razón y los dos no tengan demasiada sintonía. Pero de
ahí a llevarse mal o no hablarse como algunos dicen, hay un trecho. Tanto Iker como Mourinho son demasiado profesionales e inteligentes como arrimar el hombro juntos en favor del Real Madrid.
Sea como fuere, la prensa lleva todo el año indagando en la relación entre ambos. Mourinho hizo saltar la veda con la suplencia del portero
ante el Málaga y la Real, las cuales por cierto, acabaron viniéndole
muy bien al portero. Sin duda el final del 2012 había sido flojo por su
parte y en los primeros partidos del 2013 se notó que se había empezado a
poner las pilas. Hasta que, retorcido destino, Casillas se rompió la mano en Valencia. Justo lo que no le había pasado nunca en 14 años de carrera ocurrió en su momento más 'caliente' a nivel profesional.
Esta desgracia evidenció que Iker era el portero titular de este
equipo para Mourinho. Ni Adán, ni Jesús. El de Mejorada del Campo jugó
un par de partidos, pero más como mensaje al capitán que por haberse
ganado realmente el puesto. No cabe duda que Adán es un gran portero, pero para ser el titular del mejor club del mundo no basta con eso.
Mourinho lo sabe y fichó como recambio a Diego López, un hombre de la
casa, internacional y ya entrado en la treintena. Y el gallego empezó a
cumplir. Incluso mucho mejor de lo esperado. Poco importó que hubiera
estado casi toda la temporada en el ostracismo en el Sevilla. Porque sin
él, lo mismo ahora no estaríamos pendientes de lo que sucede el martes en Estambul.
A día de hoy, Diego se ha ganado un aplauso. Bien grande.
Por su profesionalidad y por su calidad. Por demostrar que está a la
altura. Se ha merecido ser el titular. Por mucho que el que venga por
detrás sea aún mejor que él y esté considerado como el número uno del
mundo. Quitar ahora a Diego sería un 'crimen' deportivo. Una injusticia en toda regla. Ya lo explicó Mourinho: mientras Casillas ha estado los últimos 70 días lesionado, el de Paradela ha estado rindiendo al mejor nivel de su carrera. No hay color.
Y eso es así más allá de amiguismos y del cariño y respeto que pueda levantar Iker. Se ha criticado al portugués por no haberle convocado para Zaragoza, pero estoy seguro de que si llega a viajar y se queda en la grada también le hubieran puesto 'verde'. Para mí hubiera sido más humillación convocarle y ni siquiera dejar que se vistiese. Si no estaba para jugar, mejor que no fuera. Así de claro. Y no me cabe ninguna duda de que no estaba listo todavía.
Algunos críticos piensan que esto del fútbol es fácil. Que lo de parar no tiene ninguna historia.
Que haberse roto una mano es algo nimio. Ésos creen que Casillas estaba
ya para jugar la semana pasada. Pero, por fortuna, en el banquillo del
Real Madrid hay alguien que sabe de verdad de esto. Y que, más allá de
lo que se pueda decir, que ha tenido el valor de seguir el curso normal de los acontecimientos
en la vuelta de Casillas. Porque estoy seguro de que en todo este
asunto no ha habido nada personal entre ellos. Solo decisiones
deportivas. Ha primado lo mejor para el Madrid.
Desde ayer, Iker ya está oficialmente de vuelta. Ya puede empezar a pelear de verdad el puesto.
Ahora tiene que ganárselo. Y seguramente lo acabe haciendo, más tarde
que pronto. De hecho, no me extrañaría que jugase algún partido liguero
de aquí a final de temporada. Pero lo más probable es que Diego sea el
portero en las grandes citas. Es normal, pues el margen es muy pequeño.
La temporada próxima será otro cantar. Pero esto es fútbol y aquí no hay
nadie intocable, ni siquiera el mejor portero del mundo. Es lo que
diferencia a Mourinho y a sus críticos: el portugués mira por el bien
del Madrid, los segundos lo hacen por sus intereses personales.
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