Tras los dos
primeros meses de competición, las dudas que está presentando el Real
Madrid impiden que aún se puedan extraer grandes conclusiones. Sin
embargo, alguna se puede sacar ya. Me refiero a Raphaël Varane,
un jugador que está empezando a confirmar lo que ya dejó entrever la
pasada temporada: que se trata de uno de los mejores fichajes que ha
hecho este club en los últimos años. Y de largo.
Su primer año en el club blanco, el pasado, lo solventó sin ningún problema. Lo que ya es mucho decir para un chaval de solo 18 años que había llegado al mejor club del mundo
con el simple currículum de un descenso a la segunda francesa con el
Lens en su única temporada en el fútbol profesional. De hecho, su
fichaje por el Real Madrid sorprendió a todo el mundo, pues muy pocos
conocían al jugador y el simple desembolso de 10 millones de euros ya implicaba una apuesta muy arriesgada.
Mucho se está hablando en los últimos días sobre si Mourinho apuesta por la cantera o no. Pero lo que tengo muy claro es que el portugués conoce a la perfección a todos y cada uno de los futbolistas jóvenes que tiene el Real Madrid.
Es su trabajo y lo sabe hacer de la mejor manera posible. Por eso, no
tengo ni una sola duda de que el entrenador decide en cada momento lo
mejor, tanto para el primer equipo como para los chavales. En
consecuencia, es sintomática su confianza en Varane desde el primer día, desde el instante inicial.
En la primera campaña intentó proteger al jugador y le dio minutos
ante rivales asequibles, la mayoría de los casos en el Santiago
Bernabéu. Y como digo, el francés cumplió bastante bien.
No llamó la atención al no cometer errores y sus actuaciones tuvieron
una solvencia destacable para tratarse de alguien tan joven. Un total de 15 apariciones con el primer equipo que le permitieron ganarse el derecho a otro nuevo año más en el equipo más exigente del planeta.
Sin embargo, su segunda temporada no empezó demasiado bien. Raúl Albiol pareció ganarle la batalla por ser el primer suplente de Ramos y de Pepe e incluso algún periodista llegó a comentar que el futbolista estaba algo deprimido. Pero, de pronto, le llegó el momento: Mourinho le colocó como titular en lugar de Ramos, en la Champions y ante el Manchester City. Y Varane brilló esa noche, a pesar de que no tenía demasiado rodaje al ser su debut en la temporada.
A partir de entonces, todo le ha salido a pedir de boca. Las lesiones
de Arbeloa, Marcelo y Coentrao le han abierto las puertas de la
titularidad de par en par. Así, en solo dos meses ya ha jugado la tercera parte de todo lo que disputó el año pasado y ha terminado de confirmar que tiene madera para triunfar en el Real Madrid.
Porque, aunque a pocos les esté extrañando, Varane tiene 19 años y está
llevando la responsabilidad del puesto como si tuviera 30.
Lo que realmente me llama la atención del jugador es su capacidad
para no equivocarse. Su juventud invita a hacerlo, desde luego. Porque
la inexperiencia y la presión siempre son un lastre que, en ocasiones,
han acabado con la carrera de jugadores de lo más prometedores. Pero en el caso de Varane, ni rastro de una ni otra. El francés prácticamente siempre elige bien y cumple a la perfección. Es inteligente, fuerte, rápido y va muy bien al corte. Y tiene salida de balón. Sin olvidar que llega arriba de manera magnífica, pues los córners son un peligro para el rival con él en el campo.
Después de 15 meses en el club, Raphaël ya tiene mi completa admiración. Muy pocas veces vi antes a un jugador de su edad con tanta personalidad.
Un mérito que se incrementa por lo ingrato de la posición de central,
donde es difícil brillar y muy fácil errar. Y es que él está sabiendo
hacer sencillo lo más difícil en el mundo del fútbol, que es no
equivocarse y soportar la presión. Para ello cuenta con el mejor mentor
posible, José Mourinho. Su gran valedor y el artífice, en gran medida,
de los límites que alcance el jugador. Porque el portugués abandonará
algún día el Real Madrid, pero seguramente lo haga dejando en el club a
uno de los mejores centrales del mundo como legado: Varane.
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