Permítanme que en las siguientes líneas me conceda la licencia de fantasear. En mi mente todavía perdura el partido que David Silva hizo el miércoles con la selección española ante Venezuela. Él, junto a jugadores como Iniesta, Xabi Alonso o Cesc, dio toda una exhibición de fútbol sobre el césped de La Rosaleda, dejando claro lo que muchos aficionados a la Premier llevan meses sabiendo: que Silva es uno de los cinco mejores jugadores del mundo de la actualidad.
Sin embargo, en lugar de jugar en un grande europeo, está en el Manchester City, prácticamente exiliado. Evidentemente que no es cuestión de despreciar al conjunto inglés, máximo candidato a ganar la Premier y la Europa League. Todo un equipazo. Pero seamos claros, el City es un club que no hace honor por historia al jugador canario. Se trata de una plantilla artificial, hecha recientemente a base de talonario en base a un palmarés interesante, aunque pobre a nivel nacional e internacional. Por eso, por mucho poder económico que tenga, nunca podrá competir de igual a igual con otros clubes con más caché como el Real Madrid, el Barcelona, el Milan o el Bayern de Munich.
Y sin embargo, Silva juega cada fin de semana en el Etihad Stadium. A su lado tiene a grandes estrellas como Ballotelli, Nasri, Agüero, Dzeko o Richards. Jugadores de primer nivel. Pero tengo la sensación de que este equipo se le queda corto, que cada día que pasa jugando con su camiseta se comete una injusticia con el mundo del fútbol. Porque David merece mucho más, merece ser una estrella mundial a la altura de los más grandes, de ésos que están año sí, año también, en la lista de candidatos al Balón de Oro. Merece vestir la camiseta del Real Madrid.
No pasa el día o la semana sin que yo, como aficionado y madridista, lamente que el club no lo fichara en el verano de 2010. Que Mourinho prefiriera otras opciones. Es verdad que en su lugar trajo a Mesut Özil, otro de los llamados a hacer historia con su chistera. Con el alemán más Kaká parecía que la posición estaba cubierta, por lo que el talentoso canario no tenía sitio. De hecho, no me extrañaría que el entrenador hubiera tomado la decisión de no traerle por la poca fortaleza física del ex valencianista, pero ése es un problema que ha subsanado en sus dos años en Manchester.
Sin embargo, en lugar de jugar en un grande europeo, está en el Manchester City, prácticamente exiliado. Evidentemente que no es cuestión de despreciar al conjunto inglés, máximo candidato a ganar la Premier y la Europa League. Todo un equipazo. Pero seamos claros, el City es un club que no hace honor por historia al jugador canario. Se trata de una plantilla artificial, hecha recientemente a base de talonario en base a un palmarés interesante, aunque pobre a nivel nacional e internacional. Por eso, por mucho poder económico que tenga, nunca podrá competir de igual a igual con otros clubes con más caché como el Real Madrid, el Barcelona, el Milan o el Bayern de Munich.
Y sin embargo, Silva juega cada fin de semana en el Etihad Stadium. A su lado tiene a grandes estrellas como Ballotelli, Nasri, Agüero, Dzeko o Richards. Jugadores de primer nivel. Pero tengo la sensación de que este equipo se le queda corto, que cada día que pasa jugando con su camiseta se comete una injusticia con el mundo del fútbol. Porque David merece mucho más, merece ser una estrella mundial a la altura de los más grandes, de ésos que están año sí, año también, en la lista de candidatos al Balón de Oro. Merece vestir la camiseta del Real Madrid.
No pasa el día o la semana sin que yo, como aficionado y madridista, lamente que el club no lo fichara en el verano de 2010. Que Mourinho prefiriera otras opciones. Es verdad que en su lugar trajo a Mesut Özil, otro de los llamados a hacer historia con su chistera. Con el alemán más Kaká parecía que la posición estaba cubierta, por lo que el talentoso canario no tenía sitio. De hecho, no me extrañaría que el entrenador hubiera tomado la decisión de no traerle por la poca fortaleza física del ex valencianista, pero ése es un problema que ha subsanado en sus dos años en Manchester.
En su lugar, Silva tuvo que irse a la Premier, donde ha explotado como una supernova. En Inglaterra ha ganado juego táctico y ha desatado su fútbol, convirtiéndose en uno de los mayores reclamos de la Premier. Pasarán décadas y los más viejos del lugar seguirán recordando la tarde de octubre en la que el pequeño español guió al City a humillar al United por 1-6 en Old Trafford. En definitiva, un crack, un jugador superlativo a la altura de los mejores: de Xavi, Iniesta o Xabi Alonso.
Hace unos días se publicaban unas declaraciones del futbolista en las que, con un deje de cierto rencor, venía a decir que el Madrid excusó su negativa a contratatarlo en base a rumores infundados. Intuyo que el deseo de Silva era vestir de blanco, no en vano de cadete hizo pruebas para acceder al club. Él tiene la espina clavada de no haber podido triunfar en el Real Madrid y con ella posiblemente se quede. A no ser que el equipo haga algo para rescatarlo.
Porque aún están a tiempo. El jugador acaba de cumplir los 26 años, está en el mejor momento de su carrera deportiva y sus límites todavía parecen lejanos. Nadie duda ya de que va a ser titular con la selección española en la próxima Eurocopa y de que, si le dejan, hará historia como uno de los mediapuntas más talentosos de toda la historia. La cuestión es que su futuro no se escribiría igual en el Manchester City que en el Real Madrid. Porque jugar en el Santiago Bernabéu le colocaría definitivamente en el Olimpo del fútbol. Y, de paso, cumpliría su sueño y mi deseo. El de ver a este escándalo de jugador vistiendo de blanco. Por la Liga española, por el Real Madrid, intentemos fichar el próximo verano a David Silva.
Porque aún están a tiempo. El jugador acaba de cumplir los 26 años, está en el mejor momento de su carrera deportiva y sus límites todavía parecen lejanos. Nadie duda ya de que va a ser titular con la selección española en la próxima Eurocopa y de que, si le dejan, hará historia como uno de los mediapuntas más talentosos de toda la historia. La cuestión es que su futuro no se escribiría igual en el Manchester City que en el Real Madrid. Porque jugar en el Santiago Bernabéu le colocaría definitivamente en el Olimpo del fútbol. Y, de paso, cumpliría su sueño y mi deseo. El de ver a este escándalo de jugador vistiendo de blanco. Por la Liga española, por el Real Madrid, intentemos fichar el próximo verano a David Silva.
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