Digo esto porque, más allá de forofismos, a todo el que le guste este deporte querrá que la final del próximo 19 de mayo la disputen el Real Madrid y el Barcelona. Siendo justos, los dos equipos han venido demostrando esta temporada que son los mejores del continente y la primera final europea de la historia entre ambos sería una fiesta del fútbol. Quizás, el mejor partido entre clubes de todos los tiempos. Un momento cumbre para este deporte. Sería poner la guinda a lo que pinta ser una gran campaña para el fútbol español, encumbrado entre tanta medianía que se ve en Europa.
Y es que no me cabe duda de que, como sucede con la economía internacional, el fútbol europeo está en crisis. No hay más que ver el doble repaso que le ha dado el séptimo de la Liga (el Athletic) al United, líder de la Premier League. O cómo el City se ha quedado fuera de la Europa League ante el Sporting de Lisboa. Ni siquiera el 'Calcio' parece estar en condiciones de hacer algo grande este año en el continente, con el Milan prácticamente condenado al fracaso en los cuartos de Champions por su enfrentamiento con el conjunto azulgrana. El mundo del fútbol habla hoy en día español y pocos dudan de que los dos mejores equipos del planeta son el Real Madrid y el Barcelona.
Sin embargo, esto no asegura el éxito en la Liga de Campeones. Lo digo porque tras estos dos equipos veo al Bayern en un escalón por debajo, aunque con capacidad para competirles la corona continental. Ya lo dijo Mourinho hace unos días en rueda de prensa: "La Champions no la gana el mejor, la Liga sí". La competición europea es un compendio de situaciones, de factores externos que acaban marcando su desenlace. Por eso, cualquier error en ella se puede pagar caro. Y si en una eliminatoria a doble partido están enfrente jugadores como Müller, Ribery, Robben o Mario Gómez, puede suceder cualquier cosa. Un escenario probable, que seguramente cotice a la baja para las casas de apuestas.
Se trata de un tema al que Mourinho lleva mucho tiempo dándole muchas vueltas. El que asocia a la afición madridista con el Santiago Bernabéu. El portugués ha deslizado directamente e indirectamente en un numerosas ocasiones que no está del todo satisfecho con el nivel de implicación en los partidos del madridismo. Puede ser que el entrenador todavía no haya sido capaz de asimilar que está ante la afición más especial del mundo, de un paladar único. El madridismo sabe mucho de fútbol y es muy difícil ganárselo. Hay que conquistarlo despacio, primero a fuerza de garra, luego a base de resultados y finalmente, con buen juego. Por su estadio han pasado los mejores equipos del mundo, los encuentros más importantes del planeta. Así que no se entrega así como así, en cualquier partido, por cualquier jugada.
Esto es algo que hay que entender. El público del Bernabéu se reserva para las grandes ocasiones, para los partidos únicos. Es su razón de ser, su leitmotiv. Por eso, si todo sigue el curso lógico y Madrid y Bayern hacen sus deberes, el próximo 25 de abril José Mourinho conocerá al verdadero Santiago Bernabéu. Al estadio que es capaz de transformarse en el duodécimo jugador, de hacer magia con las noches de fútbol. Al lugar donde, por algo, se honra al espíritu de Juanito. Será el momento para que el madridismo responda a la llamada del portugués, convirtiéndose en el factor clave en la eliminatoria ante los alemanes. Ese día 'su' Madrid tendrá la misión de terminar de conquistar a su gente y, si lo consigue, Mourinho terminará por darse cuenta de que está ante a la afición más exigente del mundo pero, a la vez, la más agradecida.
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