Este miércoles se cumplía una semana de los incidentes del Camp Nou. Siete días en los que no se ha hablado prácticamente nada de fútbol y sí mucho de José Mourinho y la tangana posterior al choque. El llamado "otro fútbol" ha sido el protagonista de minutos de televisión y radio, a la par que de las páginas de periódicos. Porque lo sucedido en los últimos minutos de ese 'Clásico' ha eclipsado injustamente lo que todo el mundo vio en los 90 minutos anteriores: un partidazo en el que el Real Madrid, por segunda vez en tres días, le dio un repaso al F.C. Barcelona.
El madridismo llevaba más de tres temporadas esperando este momento. Aquel en el que su equipo, el Real Madrid, iba a superar en buen juego al Barcelona. Con el mérito de hacerlo en el Camp Nou. Pero, avatares del destino, una entrada fea y destiempo de Marcelo precipitó los acontecimientos y dio pábulo al conjunto catalánpara que iniciara una maniobra de pérdida de tiempo y, por qué no decirlo, de distracción. El conjunto dirigido por Guardiola había jugado su peor encuentro en mucho tiempo, quizás años; y lo había hecho teniendo enfrente al Real Madrid de Mourinho. Así que el post partido, a pesar del título logrado, no pintaba muy benigno en Can Barcelona.
Sea como fuere, la jugada le ha salido redonda a los culés. Perdieron tiempo, ganaron el partido y se pudieron mostrar, una vez más, como víctimas propicias de cara a la sociedad. "Algunos están más adaptados que yo a la hipocresía del fútbol, lo hacen con la cara escondida, con la boca tapada y en lo más profundo de los túneles"dijo Mourinho en su carta pública del pasado martes. Pues eso. Porque el Barcelona ha sido partícipe y actor en todo lo ocurrido, de una manera o de otra; y debe asumir su parte de responsabilidad en los sucesos en vez de echar balones fuera. El problema es que su participación, una vez más, se gestó y labró en un segundo plano, lejos de la ostentosidad casi pueril de los blancos.
Y es que el estilo azulgrana es poco televisivo. En un alarde, sin duda, de inteligencia, los de Guardiola son maestros en el juego psicológico y teatral, propicio a pasar inadvertido. Como el niño que delante de sus padres muestra una cara angelical mientras que lejos de ellos gusta de comportarse mal, este Barcelona está formado en la idea de la apariencia. A primera vista su comportamiento es intachable. Pero luego, según se van viendo imágenes, uno descubre que donde Messi parecía un genio de comportamiento exquisito es, en realidad, un maestro de la provocación. O que Busquets, además de jugar al fútbol, habla demasiado sobre el césped. Por no decir más ejemplos.
Por eso, el Real Madrid debe plantearse la situación de cara a los 'Clásicos' futuros. No debe dejarse llevar a territorio barcelonista, a ese lugar de provocaciones donde acostumbra a entrar al trapo de manera inocente. Y ni mucho menos, debe distraerse su atención de su objetivo primordial. Que no es otro que concluir el trabajo iniciado la temporada pasada. El de quitarle la supremacía al Barcelona. Algo para lo que ha demostrado estar en el buen camino, al menos en lo que respecta al plano deportivo. Porque el Madrid de Mourinho ha evidenciado haber pulido su concepto futbolístico en estos últimos meses, mejorando y potenciando su plan para derrocar al eterno rival.
En consecuencia, no dejemos que Mourinho y el Barcelona se conviertan en los protagonistas de la actualidad del equipo. Hagamos un esfuerzo por evitar que el Real Madrid y su juego sea un aspecto secundario. Porque, a la hora de verdad, lo realmente importante será si el equipo consigue la Liga, la Champions o la Copa del Rey. Y para eso hay que centrar los objetivos y no desviarse de ellos. Una cosa es que Mou le quite presión a los jugadores y otra es que monopolice la atención. Hasta el momento se ha perdido una semana en la que el equipo se podría haber llevado muchas alabanzas por su excepcional actuación en el Camp Nou. Sin embargo, eso no ha ocurrido. Todo lo contrario. Así que, seamos inteligentes y prácticos y dejemos que el protagonista sea el fútbol. A la larga, el madridismo lo agradecerá.
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