La temporada del Real Madrid va camino de convertirse en una montaña rusa con más bajadas pronunciadas que subidas. Hay días en los que el equipo convence,
pero también otros muchos en los que decepciona. Porque no termina de
haber rastro del equipo que arrasó la temporada pasada en la Liga, más
allá de momentos puntuales como en la goleada de Mestalla. El equipo no
está bien, no termina de ser regular y, lo que es peor, no da la
sensación de tener bajo control los partidos. Sufre para marcar sus
ocasiones y padece hasta el extremo si se ve en la obligación de hacer
ataques en estático.
Mourinho ha
hecho de éste un equipo claramente contragolpeador. Sin embargo, no ha
sido hasta esta temporada cuando se ha demostrado incapaz de tener
alternativas para atacar equipos encerrados en su área. El problema
siempre ha estado ahí, pero el Madrid prácticamente siempre supo
minimizarlo para conseguir hacer dos temporadas interesantes en las que
se ganó una Liga y una Copa. Y parte de la 'culpa' de ello
estuvo en que los jugadores supieron estar a la altura mentalmente y
físicamente a la hora de la verdad.
Sin embargo, algo parece haber cambiado. Quizás sea una cuestión de
desgaste del vestuario, quizás de falta de ambición, o quizás de
depresión. Pero el Madrid ha perdido su frescura en el juego, su alegría. El equipo de este año se parece muy poco al del pasado.
En Liga, en Copa y en Champions, sin excepción. Donde antes había un
equipo preciso ahora se suceden los errores. En lugar de ideas claras
hay confusión. Los jugadores se han visto inmersos en una espiral de factores negativos y algunos de ellos se están dejando llevar.
Y es que no percibo que muchos de ellos estén 'enchufados'. Y no es
muy difícil sacar algunos nombres. Porque puede ser entendible que
Marcelo perdiera la forma tras su importante lesión, pero ya lo es menos que casi un mes después de tener el alta siga quedándose fuera de las listas de convocados. Aunque más decepción aún me provoca lo que está sucediendo con Benzema e Higuaín, dos jugadores que se están apagando por falta de confianza y por la incomodidad que les genera su papel en el equipo.
Tanto el galo como el argentino siempre me han parecido una
pareja idónea de nueves para la plantilla por complementarse muy bien.
Cada uno aporta cosas que no tiene el otro. Y Mourinho siempre ha sido
justo con ellos, pues ha procurado repartir los minutos ajustándose al
perfil de los equipos rivales. Diría incluso que su gestión del asunto
ha sido modélica y ha funcionado magníficamente hasta que los resultados
no han empezado a acompañar. Cuando esto ha sucedido los dos ha
empezado a decepcionar. Y en el peor momento, a la hora de pasar el
examen decisivo.
El Madrid necesita de ambos. Cristiano es muy bueno, buenísimo. Pero sin sus compañeros no es suficiente.
El miércoles el portugués mantuvo viva la eliminatoria de cara a la
vuelta en Manchester, pero para entonces el equipo necesitará de la
mejor versión de todos para lograr el objetivo de eliminar al líder de
la Premier. Quedan solo dos semanas y varios jugadores necesitan enchufarse ya para llegar a tiempo.
Deben recuperarse para estar a la altura de este club y para demostrar
que se puede renovar la confianza en ellos. Si no, hay el peligro de que
los meses de marzo, abril y mayo se nos hagan muy largos.
Entramos en los días donde se demostrará todo. La Liga ya es una
utopía, pero la Champions y la Copa están abiertas. Todo o nada. El
futuro se decide en estas semanas. Aún hay tiempo, pero hay que
reaccionar. Por la afición, por el club, por poner un broche de oro a este ciclo blanco. Si no, la decepción se hará patente. Y la mejor forma para acallarla será pensar solo en fichajes. En el mes de marzo.
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