Por fin. Ya
está aquí el tramo de temporada que todos los buenos aficionados al
fútbol llevamos esperando desde que el balón comenzara a rodar en el
caluroso mes de julio. Ha llegado el momento de la verdad, en el que
los fallos se penalizan y donde los títulos se deciden por detalles. Al
Real Madrid, siendo lo más optimista posible, le quedan por delante
nueve partidos en donde tendrá que demostrar que todo lo trabajado
hasta ahora no ha sido en balde. Porque estamos ante 36 días destinados
a poner a cada uno en su sitio y a decidir hacia dónde se dirige el
proyecto madridista.
Si puedo catalogar en estos momentos mi situación respecto a lo que el fútbol se refiere, solo puedo definirla con una manera: expectación.
Porque tras el partido de esta noche ante el Sporting de Gijón, el
'menú' futbolístico que va a saborear (y sufrir) el madridismo va a ser
prácticamente inmejorable. Doble enfrentamiento ante el Bayern de Múnich en semifinales de la Liga de Campeones con parada entre medias en el Camp Nou. Es decir, los tres partidos más importantes del año (de momento) concentrados en solo 8 días. Todo o casi nada aglutinado en prácticamente un suspiro.
La buena noticia es que al Real Madrid le han ido respetando las lesiones,
al menos ahora que lleva el momento importante. Mourinho tiene a toda
la plantilla a su disposición y puede elegir y rotar a su gusto. Arriba
Cristiano Ronaldo está en el mejor momento de su carrera y tiene más
hambre que nunca, mientras que Benzema está cogiendo la buena costumbre
de asombrar al mundo en cada partido. Por su parte, Higuaín no disfruta
de uno de sus buenos picos de forma, pero la competencia le convierte
en un jugador letal que siempre va a estar ahí para llevar al Madrid al
éxito. Y qué decir de Kaká, Özil o Di María. En casos como estos gustaría que el fútbol fuera un deporte de 14 jugadores para que pudiesen estar todos.
En lo que respecta al resto de la plantilla, el bache vivido en marzo parece estar superado. Mitad bajón físico, mitad cansancio mental,
el Madrid pasó por la etapa que todo club tiene siempre como obligada.
No hay equipo que pueda mantener toda una temporada un nivel excelente
de rendimiento y los blancos lo evidenciaron. La segunda parte ante el Atlético, sin ser buena, demostró que el Madrid está otra vez en un punto óptimo de su preparación. Listo para afrontar el órdago que se le presenta en los próximos días.
Me atrevería a decir que estamos ante las semanas más importantes
para este club en los últimos ocho, nueve años. En este tiempo, el Real
Madrid nunca estuvo en una situación semejante con la Liga a seis
partidos y la Champions a tiro de tres. La última vez que el club consiguió el doblete fue en 1958, así que ya ha llovido.
Algo que da buena cuenta de lo difícil que es estar a una y a otra y
llegar al final para pelearlas. Ahora el equipo tiene todo de cara, solo
debe cumplir con lo que se espera de él en los próximos 36 días, los
que nos separan de la final de Múnich.
Serán poco más de cinco semanas que marcaran el presente y el futuro de este club.
Poniéndonos en la peor de las situaciones no voy a hablar de fracaso,
porque en caso de acabar de vacío, Mourinho nos estaría dejando una
estructura que antes o después está destinada a dar sus frutos. Pero está claro que ahora es el momento de llamar a la puerta del fútbol y recordar que el Real Madrid es el mejor club del Siglo XX.
Que es verdad que ha estado fuera durante casi diez años y que solo de
vez en cuando ha hecho pequeñas visitas en forma de Ligas, pero que
ahora ha llegado para quedarse. El antiguo 'rey' quiere recuperar su
sitio en el palacio de este deporte, sentándose en su trono. Pero para
ello tiene que demostrarlo pasando la prueba. La de los 36 días, la que decidirá si el Madrid de Mourinho es digno de tener su hueco en la eternidad.
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