sábado, 28 de abril de 2012

El partido equivocado

Hace cinco días publicaba mi último artículo. El mismo venía a ser un análisis, bajo mi prisma, de lo que había conseguido Mourinho en estas dos temporadas a cargo del Real Madrid. Una serie de elogios sobre los cuales me reafirmo de manera total, a pesar de que hoy mis palabras no sean tan benignas con el luso. Lo que ahora exponga no implica que me contradiga ni que cambie de opinión respecto a lo dicho hace unos pocos días, cuando el panorama era mejor. Es algo que quiero dejar claro, ya que las siguientes líneas solo deben entenderse como una crítica (constructiva) por lo sucedido frente a los alemanes. Y es que ni siquiera Mourinho es perfecto.

Lo comentado en mi última opinión pertenece a un análisis global, mientras ahora quiero proceder a poner el foco en lo ocurrido durante los últimos diez días. Yo fui el primero que me alegré de que el Real Madrid venciera el pasado sábado en el Camp Nou. Todo un gustazo ganar en el campo barcelonista y de la manera en que se hizo, pues se aseguraba también más de media Liga. Pero antes de disputarse el partido, tenía muy claro que el equipo no podía ni debía lanzar un órdago en la Liga, hipotecando con ello el choque de Champions del miércoles ante el Bayern de Múnich.

Lo comento porque la ventaja de cuatro puntos permitía ir con tranquilidad a Barcelona. En el peor de los casos, el Real Madrid siempre se hubiera levantado el domingo como líder, con un punto de ventaja. Es evidente que no hubiera sido el mejor panorama después de haber tenido diez en la buchaca, pero la tranquilidad de saber que el equipo dependía de sí mismo me parece que era suficiente como para no tomar los riesgos que se adquirieron. De ahí que, a priori y antes del partido, no me gustara nada que Mourinho repitiera el once de Múnich cuatro días después en el Camp Nou. Era forzar el motor, pisar el acelerador justo cuando el medidor de gasolina rozaba los límites de la reserva.

Bien es cierto que el Real Madrid demostró no estar muy mal físicamente en el 'Clásico'. Aguantó bien los 90 minutos e incluso acabó el partido en el área rival. Vamos, que todo hacía indicar que incluso el Barcelona andaba con las fuerzas más justas, como luego se vio en la Champions ante el Chelsea. Por eso me quedé tranquilo de cara al duelo ante el Bayern, pensando que quizás yo me había equivocado y que, al fin y al cabo, Mourinho no había cometido una temeridad al no rotar en la Ciudad Condal.
Pero al final todo el esfuerzo se terminó pagando. El portugués exprimió a la plantilla y acabó gripando al motor. Con 2-0 en el minuto 14 ante el Bayern, el equipo optó por la opción más conservadora, la de regalar el balón. Probablemente porque se sabía con las fuerzas muy justas y pensaba que a la contra podría sentenciar la eliminatoria. Pero ése fue el principio de su fin, porque desde ese instante hasta la mitad de la segunda parte, el conjunto alemán fue muy superior a los blancos.


Luego, en el tramo final de encuentro y en la prórroga las fuerzas de ambos equipos se volvieron a equilibrar y el Real Madrid incluso acabó mejor el partido que el Bayern. Pero no sirvió de mucho, porque el conjunto blanco había acabado jugando a la ruleta rusa con su rival y en esta ocasión salió cruz. Una verdadera pena, teniendo en cuenta que este año la 'Décima' estaba a solo 180 minutos. Dependía de ganar claramente a los alemanes y de superar al Chelsea en Múnich, algo muy asequible quizás en otro momento de la temporada. Pero no en éste, cuatro días después de haber ido a por todas en el Camp Nou con diez de los once hombres que fueron titulares ante los teutones.

Siempre me quedaré con la duda de qué hubiera sucedido si Mourinho hubiera apostado por gente como Callejón, Kaká, Higuaín o Albiol en el Camp Nou. Y sé que Kaká no se lució precisamente ante el Bayern. Pero su temporada no ha sido mala y estoy seguro de que no lo hubiera hecho mal en el campo culé. Quizás el resultado no hubiese sido el mismo, pero el Barcelona no lo hubiera tenido nada fácil, desde luego. Lo que sí tengo claro es que la Liga, a estas horas, todavía seguiría estando en nuestras manos, más sencilla o más complicada. Y que es muy probable que el choque ante el Bayern, bajo ese contexto, hubiera sido otra historia. Con la columna vertebral del Madrid más fresca, más dispuesta a plantear un partido sin complejos y con bastante más llegada de la que al final tuvo.

Por eso creo, humildemente, que Mourinho se equivocó a la hora de priorizar. La Liga es un título estupendo, magnífico, pero que, como reitero, no se decidía definitivamente para mal en el Camp Nou. En cambio, el partido más importante del año era el del Bernabéu ante el Bayern. El portugués quiso atacar los dos con sus mejores hombres y se encontró con que aseguraba el campeonato nacional, pero dejaba escapar el título que más ilusión hacía al madridismo. La 'Décima'. Una final sin el Barcelona de por medio y ante un Chelsea sin cuatro de sus pilares fundamentales.

Por eso, creo que es un error del que creo que tenemos que aprender, pues la temporada próxima promete ser más dura todavía que ésta. La experiencia dice que sin dosificar no se puede 'apretar' en todos los frentes, ya que los jugadores requieren descanso antes o después. La plantilla madridista de esta temporada ha sido muy amplia y las lesiones han respetado bastante, pero aún así, Mourinho se la ha jugado todo en tres partidos claves con solo 12 hombres. Algo que ha hecho que lo que podía haber sido una temporada histórica, la del doblete, se haya convertido solo en una buena campaña, culminada con únicamente el título de Liga. Un 'fruto' para estar satisfechos, sin duda, pero que a mí me deja con algo de hambre. Creo que hay que reflexionar sobre ello, para que solo tengamos que esperar un año más para conseguir la Champions con Mou al frente. Él nos ha traído hasta aquí y él, antes o después, debe llevarnos al preciado título.

martes, 24 de abril de 2012

Los frutos de Mourinho

Cuatro años esperando para este momento y ya ha llegado. El madridismo lo ha pasado muy mal en las últimas temporadas, ha tenido que aguantar muchas cosas. Entre ellas, la superioridad del mejor Barcelona de la historia, dominador del fútbol mundial durante el último trienio con justicia y por fútbol, a pesar de que en más de una ocasión sus logros llevaran aparejados arbitrajes más que cuestionables. Pero este bendito deporte está dominado por ciclos y el sábado empezó a quedar claro que el que hemos vivido recientemente está dando sus últimos estertores. Al menos, en lo que respecta a esta superioridad culé.

Desde el verano de 2010 se han jugado un total de once 'Clásicos' entre el Real Madrid y el Barcelona. En todas las competiciones y se podría decir que de todos los 'colores'. En estos casi dos años hemos visto de todo, desde baños culés (con el infausto 5-0 inicial) hasta exhibiciones de fútbol del Real Madrid en el Camp Nou (como en la vuelta de la Copa del Rey) o choques preciosos por su igualdad y emoción (final de Copa del Rey de 2011). Y el pasado sábado vivimos la última versión de este duelo que está pasando a la historia por enfrentar a dos de los mejores conjuntos de todos los tiempos, y en el que el club blanco consiguió justo el 'cromo' que le faltaba para la colección. El del triunfo en Barcelona.

¿Qué quiero decir con todo esto? Simplemente, que en los 22 meses que Mourinho lleva en el Real Madrid ya ha cumplido su primer gran objetivo y, a la vez, el más importante: equilibrar las fuerzas con el conjunto catalán. En mayo de 2009 Barcelona y Madrid no podían estar más lejos. Los blancos, convulsionados a nivel deportivo e institucional, en momentos previos a elecciones presidenciales y con un 2-6 culé clavado como una puñalada en el corazón. En cambio, el Barcelona tenía un triplete y acababa de encontrar un pozo de petróleo futbolístico: un estilo de juego espectacular que no tardó en enamorar al mundo.

Como digo, los dos clubes eran en esos momentos la noche y el día. En el verano de 2009, Florentino Pérez volvió para sacar al club de su grave crisis. Pero no empezó con buen pie, porque continuó con la filosofía que precisamente le había hecho abandonar el Real Madrid tres años antes. La de gastar millonadas en nombres para ponerlos al servicio de un entrenador de segunda fila, Pellegrini. Nuevos 'galácticos' comandados por un hombre de buen paladar para esto del fútbol, pero sin el carácter necesario. El error de querer construir la casa por el tejado se volvía a cometer. Se quería acabar de un plumazo con el emergente Barça a base de talonario, pero olvidando que, para ello, era necesario encontrarle una identidad al equipo.

La apuesta duró un año. Lo que tardó Pellegrini en fracasar de manera humillante en la Copa del Rey y patética en la Liga de Campeones. Siete años seguidos perdiendo en octavos de final en Europa, que se dice pronto. Pero eso sí, el chileno sacó pecho para decir que, aunque habían sido segundos en Liga, habían batido el récord de 96 puntos. Todo ello sin partidos entre semana desde marzo. En junio tenía el finiquito, como es lógico. Y entonces, Florentino supo lo que hacer. Traer al mejor, al hombre que ese mismo año había le había devuelto al Inter de Milan la Champions, más de tres décadas después de la última. A José Mourinho. Y, por primera vez, hizo lo que no había hecho nunca hasta entonces: le dio plenos poderes.


El presidente otorgó las llaves del Bernabéu y Valdebebas a Mourinho. Le cedió el protagonismo. Lo que ha tenido muchas consecuencias, innumerables. Porque el portugués, es único, por algo es 'The Special One'. Cuando se le fichó, el club ya sabía a quién traía. A alguien llamado a competir en poco tiempo con el mejor Barça de la historia. El precio, polémica y personalidad a raudales. En la primera temporada, demostró estar en el buen camino, la Copa del Rey fue prueba de ello. La Liga no estuvo muy lejos y la Champions, tampoco. El Barcelona seguía ganando los duelos directos de más importancia, pero el Madrid ya competía y, por qué no decirlo, 'mordía' y hacía sudar a su rival.

La presente temporada empezó de manera similar, con los blancos haciéndole trabajar y sufrir al Barcelona, aunque los culés continuaban llevándose el gato al agua en la Supercopa y Copa del Rey. A veces con un fútbol superior al Madrid, pero otras con los blancos demostrando que ellos también sabe jugar a esto. Con su particular manera, directos, veloces, verticales. La antítesis del juego preciosista de Pep. Y resultó que el Real Madrid empezó a ser más regular que su rival, más compacto. Con más profundidad de plantilla, mejor ataque y menos problemas en el vestuario. Y todo cambió, porque por primera vez en cuatro años, el Real Madrid pasó a ser líder y demostraba tener mejores costuras que un Barcelona que empezaba a ver grietas en su vestuario.

Mientras tanto, Mourinho trabajaba en Valdebebas. A pesar de las zancadillas constantes, puestas por parte de la prensa y sus detractores. Algunas ganadas a pulso, todo hay que decirlo, por una actitud huraña y franca. Pero muchas injustas. "Algunas veces me siento perdido, no sé qué dirección tomar" decía hace unos días en una entrevista en Italia. Lógico, porque debe ser muy molesto que te critiquen hagas lo que hagas. Nunca nadie en el fútbol ha sido tan vapuleado como él. Por eso, optó por apartarse de los focos, no hablar más en Liga. Ni una sola crítica a los colegiados en la plantilla en las últimas semanas, en los momentos claves. Política del silencio discutible desde la óptica del periodista, pero incluso aplaudible por el aficionado merengue. Con todo, las críticas volvieron a arreciar por su omisión. Pero él, a lo suyo. Trabajo, trabajo y más trabajo, porque el terreno que llevaba abonando muchos meses empezaba a entrar en época de cosecha.

viernes, 13 de abril de 2012

36 días para pasar a la eternidad

Por fin. Ya está aquí el tramo de temporada que todos los buenos aficionados al fútbol llevamos esperando desde que el balón comenzara a rodar en el caluroso mes de julio. Ha llegado el momento de la verdad, en el que los fallos se penalizan y donde los títulos se deciden por detalles. Al Real Madrid, siendo lo más optimista posible, le quedan por delante nueve partidos en donde tendrá que demostrar que todo lo trabajado hasta ahora no ha sido en balde. Porque estamos ante 36 días destinados a poner a cada uno en su sitio y a decidir hacia dónde se dirige el proyecto madridista.

Si puedo catalogar en estos momentos mi situación respecto a lo que el fútbol se refiere, solo puedo definirla con una manera: expectación. Porque tras el partido de esta noche ante el Sporting de Gijón, el 'menú' futbolístico que va a saborear (y sufrir) el madridismo va a ser prácticamente inmejorable. Doble enfrentamiento ante el Bayern de Múnich en semifinales de la Liga de Campeones con parada entre medias en el Camp Nou. Es decir, los tres partidos más importantes del año (de momento) concentrados en solo 8 días. Todo o casi nada aglutinado en prácticamente un suspiro.

La buena noticia es que al Real Madrid le han ido respetando las lesiones, al menos ahora que lleva el momento importante. Mourinho tiene a toda la plantilla a su disposición y puede elegir y rotar a su gusto. Arriba Cristiano Ronaldo está en el mejor momento de su carrera y tiene más hambre que nunca, mientras que Benzema está cogiendo la buena costumbre de asombrar al mundo en cada partido. Por su parte, Higuaín no disfruta de uno de sus buenos picos de forma, pero la competencia le convierte en un jugador letal que siempre va a estar ahí para llevar al Madrid al éxito. Y qué decir de Kaká, Özil o Di María. En casos como estos gustaría que el fútbol fuera un deporte de 14 jugadores para que pudiesen estar todos.

En lo que respecta al resto de la plantilla, el bache vivido en marzo parece estar superado. Mitad bajón físico, mitad cansancio mental, el Madrid pasó por la etapa que todo club tiene siempre como obligada. No hay equipo que pueda mantener toda una temporada un nivel excelente de rendimiento y los blancos lo evidenciaron. La segunda parte ante el Atlético, sin ser buena, demostró que el Madrid está otra vez en un punto óptimo de su preparación. Listo para afrontar el órdago que se le presenta en los próximos días.


Me atrevería a decir que estamos ante las semanas más importantes para este club en los últimos ocho, nueve años. En este tiempo, el Real Madrid nunca estuvo en una situación semejante con la Liga a seis partidos y la Champions a tiro de tres. La última vez que el club consiguió el doblete fue en 1958, así que ya ha llovido. Algo que da buena cuenta de lo difícil que es estar a una y a otra y llegar al final para pelearlas. Ahora el equipo tiene todo de cara, solo debe cumplir con lo que se espera de él en los próximos 36 días, los que nos separan de la final de Múnich.

Serán poco más de cinco semanas que marcaran el presente y el futuro de este club. Poniéndonos en la peor de las situaciones no voy a hablar de fracaso, porque en caso de acabar de vacío, Mourinho nos estaría dejando una estructura que antes o después está destinada a dar sus frutos. Pero está claro que ahora es el momento de llamar a la puerta del fútbol y recordar que el Real Madrid es el mejor club del Siglo XX. Que es verdad que ha estado fuera durante casi diez años y que solo de vez en cuando ha hecho pequeñas visitas en forma de Ligas, pero que ahora ha llegado para quedarse. El antiguo 'rey' quiere recuperar su sitio en el palacio de este deporte, sentándose en su trono. Pero para ello tiene que demostrarlo pasando la prueba. La de los 36 días, la que decidirá si el Madrid de Mourinho es digno de tener su hueco en la eternidad.

sábado, 7 de abril de 2012

Hay que empezar a mirar hacia abajo


Como casi siempre a estas alturas de año, los medios empiezan a bombardearnos sobre candidatos futuribles a jugar en el Real Madrid a partir del próximo mes de julio. Las plazas vacantes parecen ser la de lateral derecho, centrocampista creativo, mediapunta e incluso delantero. Solo las dos primeras parecen responder a una necesidad real y evidente de la plantilla, pues la posición de ‘10’ está supeditada a la decisión sobre el futuro de Kaká, mientras que en la delantera un fichaje únicamente respondería a un capricho. Y es que con Higuaín y Benzema cualquier interés por otro ariete suena más a búsqueda de fichaje mediático que a verdadera necesidad.

 De momento, se puede decir que toda esta rumorología va más hacia rellenar portadas que a otra cosa. Porque con la temporada por decidir y la Eurocopa de por medio, todo apunta a que el mercado se empezará a mover más tarde de lo habitual. Hasta julio no se ‘cortará el bacalao’ en este tema, lo que no impide que el club deba empezar a plantearse su política al respecto.

Me refiero a la tendencia innata que hay en las oficinas del Santiago Bernabéu a preferir gastarse millonadas con la intención de llenar el Santiago Bernabéu en la presentación del nuevo crack de turno antes que darle una oportunidad a un chaval de la cantera. Esta temporada he podido seguir la gran mayoría de partidos del Castilla en la Segunda División B, categoría en la que, por cierto, es líder ahora mismo. Y no me cabe duda de que estamos ante una generación comparable a la que teníamos hace poco más de un lustro, con gente como Jurado, Soldado, Mata, Negredo, De la Red, Codina, Valero, etc.

No sé si el filial actual tiene más calidad que el de entonces. Cosa difícil. Pero de lo que sí estoy seguro es de que este Castilla juega mucho mejor que su anterior versión. Como técnico, Alberto Toril me tiene ganado. Es joven, le gusta el buen fútbol y sabe trabajar con la gente joven. En enero de 2011 el equipo dio un cambio absoluto con su llegada y pasó de estar casi desahuciado a luchar por el ascenso jugando los play-offs. Sin duda, un mérito tremendo el del cordobés.

Ahora el filial está inmerso en la lucha por ascender a la categoría de plata y no me cabe duda de que es uno de los mejores de su categoría. Bien es cierto que su única lacra es su juventud. Es un equipo sin demasiada experiencia que suele pagar los momentos de presión, los partidos en campos con olor a historia. El Carlos Belmonte o el Heliodoro Rodríguez López son plazas aún demasiado grandes para que rindan a su verdadero nivel. Pero esto es algo que se cura con los meses, con los años. Y jugando partidos en categorías superiores. 

Al respecto, mi quiniela particular tiene tres nombres escritos: Jesé, Carvajal y Morata. Por este orden. Sin desmerecer al resto de jugadores, como Joselu, Álex Fernández o Juanfran, entre otros; también con un futuro brillante. Pero estoy seguro de que, si las lesiones los respetan, los tres que menciono al principio llegarán muy lejos en el fútbol español. Mi duda es si será con la camiseta del Real Madrid o del Getafe. O quizás del Valencia. Porque ésta está siendo la tendencia de los últimos años. De la Red y Granero triunfaron en el conjunto azulón antes de regresar, donde ahora está Sarabia. Como Soldado y Parejo en la ciudad del Turia. Y muchos más.

Hasta hace poco justificaba esta situación con la ansiedad que atravesaba el club, la necesidad de títulos. Con el Barcelona arrasando, no había tiempo a correr riesgos con la cantera. Era hasta cierto punto lógico recurrir a la apuesta más segura, tirar de chequera. Porque muchos hablan del conjunto culé como paradigma de modelo de la cantera, pero no nos olvidemos de que hace 15 años la Masía palidecía ante la Ciudad Deportiva madridista. La cuestión es que al conjunto catalán le han surgido, algo por suerte y bastante por trabajo, tres jugadores superlativos en la misma época (Xavi, Iniesta y Messi). Les ha tocado la lotería por triplicado después de haber comprado muchos boletos. Y a partir de ahí, a beneficio de corriente, se han consagrado los demás canteranos que ahora están en el primer equipo.

Pero a lo que voy, Mourinho está dando respuesta al hambre de títulos. Veremos como acaba la temporada, pero el Real Madrid ya ha encontrado el rumbo, ya tiene un bloque joven. No hay necesidad de buscar las soluciones con desesperación lejos de casa, ni de hacer en verano siete fichajes. Porque la columna vertebral de este equipo ya está cimentada. Ahora es el mejor momento de los últimos años para empezar a mirar hacia Valdebebas. Bien es cierto que un par o tres fichajes siempre vendrán bien, pero no mucho más de eso, porque para lo demás debe estar la cantera.

¿Para qué buscar un lateral derecho teniendo a un pedazo de jugador como Carvajal? ¿Es necesario hablar de Agüero teniendo dos terceros delanteros como Morata y Joselu? ¿No tiene pinta Jesé de ser un futurible internacional con la absoluta? Por eso, creo que ya va siendo hora de que dejemos de creernos que el dinero siempre va aparejado a la calidad y al éxito. La ecuación veraniega del Madrid 2012/13 debe incluir también incógnitas del Castilla. Porque la ‘Quinta del Buitre’ nos demostró que antes hubo una época en la que este club sabía mirar hacia abajo. Y el resultado fue el de alumbrar a una de las mejores generaciones de la historia del fútbol mundial. Así que ya va siendo hora de que lo volvamos a intentar, despacito y sin prisas.

lunes, 2 de abril de 2012

Benzema o la esencia del fútbol


Reconozco que Benzema en sus dos primeros años en el Real Madrid nunca me entusiasmó. Lo que no quiere decir que fuera uno de sus detractores, ojo. Simplemente, me parecía un jugador joven y prometedor que era excesivamente frío a la hora de comportarse y cuya capacidad goleadora distaba de ser extraordinaria. Un buen delantero suplente, digamos, que tenía mucho por demostrar. Porque yo siempre he sido (y seré) un 'higuainista' convencido. Bajo esta tesitura, para mí el argentino siempre estuvo por delante del francés, en la etapa de Pellegrini y en el primer año de Mourinho. Pero ahora todo ha cambiado.

Porque Karim ha explotado. Por fin. A los 24 años se ha convertido en la estrella mundial que Florentino Pérez creía ver cuando fue hasta su casa de Lyon para convencerle personalmente de que tenía que fichar por el Real Madrid. Algo que, por cierto, el presidente ha hecho con muy pocos jugadores más, probablemente ninguno. Hay que ser muy bueno para que el principal dirigente del mejor club del mundo toque el timbre de tu casa para decirte que viajes con él a Madrid. Y luego, demostrarlo ya en el propio club, también el más exigente del planeta.

Dos años ha tardado Benzema en conseguirlo. El primero echado a perder por exceso de joventud y por tener a un entrenador (Pellegrini) incapaz de meter en vereda a su plantilla. Y el segundo a medio camino entre el adormecimiento y la reacción, motivada por un Mourinho que recurrió casi a la ridiculización pública para que el francés espabilara. El técnico lo comparó con un gato y seguramente que el galo se picó. "Sacó la rabia que tenía dentro" comentaría después el delantero. Hubo una conversación entra ambos a principios de 2011 que cambió el panorama, que encaminó al jugador en la dirección correcta. La de ser uno de los mejores futbolistas del mundo.

Ahora, a comienzos de abril de 2012, ya tenemos a Benzema en su punto justo de madurez. Se le ve centrado, sacrificado, comprometido. Es un jugador feliz y satisfecho, que se siente valorado por su entrenador, por su club y por su afición. A estas alturas de temporada ya lleva más goles que en las dos temporadas anteriores y cada uno de sus partidos es un clínic de cómo debe jugar un delantero a esto del fútbol. Lo suyo es la elegancia de la sencillez, porque estamos ante un futbolista que rehúye de lo barroco, de las alharacas. Sus movimientos en el campo evidencian una gran facilidad para ejecutarlos, aunque lo que hace está fuera del alcance del resto de mortales. 

Su gol el sábado en Pamplona terminó de colocar en el Olimpo a este jugador. A mí me recordó por estética al gol de Zidane en Glasgow, aunque evidentemente que su ejecución y relevancia son incomparables. Otros están mentando al tanto de Van Basten en la final de la Eurocopa de 1988. Sea como fuere, una verdadera obra de arte solo al alcance de los cracks. Y un motivo para la alegría del madridismo, porque Karim lleva un año y medio en crecimiento constante y todavía no se visualizan los límites de su techo. Ya es uno de los mejores delanteros del mundo y, por extensión, del mundo, pero es probable que la cosa no se quede ahí.

Hablo de ser el mejor. Algo realmente difícil conviviendo en el tiempo con dos 'monstruos' como Cristiano Ronaldo y Messi. Sin embargo, dudo que estos dos tengan tanto fútbol en las botas como Benzema. Quizás el francés no sea más rápido, ni tenga mejor regate, remate o gol que ellos dos. Pero no me cabe ninguna duda que tiene más fútbol que ambosPorque Benzema es un jugador con mayúsculas, es mejor futbolista que delantero, aunque resulte paradójico. Es de los que hacen buenos a sus compañeros, que engrandece a sus equipos en el campo. El francés tiene la magia de hacer todo prácticamente bien, sin necesidad de reclamar la atención del público y los medios.

Vislumbro en él una regularidad que terminará por hacerlo grande. Quizás nunca sea 'Pichichi' ni se lleve la Bota de Oro, pero no importará. Porque él juega en otra Liga, la de sumar para su equipo, la de hacer honor a todos los fundamentos básicos de este deportePor eso se complementa a la perfección con Higuaín, pues junto al argentino forma una dopla temible en la delantera. El 'Pipa' es mejor delantero, Benzema es mejor futbolista. Y juntos son un dúo perfecto que el Real Madrid debería tratar de conservar como oro en paño. Porque son parte de su patrimonio y su conexión indisoluble está llamada a marcar una época en el Santiago Bernabéu. Al tiempo.