Seguramente, tras ver el titular, muchos empiecen a leer estas líneas esperando encontrarse con un feroz ataque hacia Mourinho. Pues nada más lejos de la realidad. Porque este artículo tiene mucha crítica, sí. Pero constructiva. Hacia lo propio y lo ajeno, esta última menos permisiva. Y fundamentalmente es un apoyo sin fisuras a José Mourinho, al técnico que hasta hace 72 horas era el mejor posible para el Real Madrid y que ahora parece que no vale para nada por estar siendo incapaz de ganarle los enfrentamientos directos al Barcelona.
Antes que nada, quiero destacar mi admiración por Zinedine Zidane. Sin duda, un modelo futbolístico y personal por el madridismo, más allá también de los pequeños errores que enturbiaron su carrera deportiva, principalmente a última hora. El francés habló este viernes para 'As' y no pudo ser más claro. Me quedo con la sensación de que todas y cada uno de sus palabras son un acierto, de que hay que escuchar al de Marsella casi con el mismo respecto que a Don Alfredo Di Stéfano. Ellos son patrimonio del madridismo y deben ser la guía en momentos difíciles como estos.
Como él, yo también me sorprendo de que Mourinho sea crucificado después de una nueva derrota ante el Barcelona. La mejoría que ha experimentado el equipo en este año y medio es innegable, ni siquiera por sus numerosos detractores. Se ha ganado un título, aunque menor, sí. Y ha hecho un conjunto, con jugadores jóvenes y de futuro; dotándoles de personalidad y carácter ganador. Este Madrid ha acostumbrado a sus seguidores al buen juego semana tras semana y a los récords. Porque el portugués ha osado acercarse a los números de Miguel Muñoz. Y eso son palabras mayores. En el Real Madrid y en la historia del fútbol.
22 victorias en 24 partidos. Es cierto, las dos excepciones ante el Barcelona y de manera casi vergonzante. La diferencia es que este miércoles explotó todo. El pasado 10 de diciembre se perdió también, por peor resultado (1-3) y jugando prácticamente igual de mal. Por lo visto, aquel día se perdonó todo porque el técnico no traicionó su dibujo habitual de 4-2-3-1 y fue valiente. Antes de ese partido, yo pedía jugarle al ataque al Barcelona. Me equivoqué, como se equivocó Mourinho. Sí, porque él también yerra, algo que algunos no le perdonan precisamente por las pocas veces que lo hace.
Así que para el partido de Copa yo lo tenía claro. Había que jugarle con trivote a los culés. No creo que muchos se sorprendieran antes del partido. Lo raro sí fue ver a Altintop y Carvalho. Pero seamos claros, ninguno de los dos fue específicamente responsable de la nueva derrota. Fue todo el equipo. Tal y como ha dicho Zidane, casi nadie se quejó al descanso de que la táctica fuera tan reservona. El marcador era 1-0 y la ilusión de ir ganando pesaba más que el sabor amargo de no estar jugando bien.
Pero todo cambió en la segunda parte. Dos graves errores defensivos propiciaron la remontada culé y el Madrid se hundió. Hasta casi el minuto 50 todo estaba más o menos controlado. Gol de Puyol y el equipo se disolvió como un azucarillo. Se había fiado todo a no encajar gol, en un planteamiento calcado al del pasado abril en la ida de las semis de la Liga de Campeones. Entonces lo que rompió los planes fue la expulsión de Pepe y el miércoles ocurrió lo mismo con el gol. El año pasado nadie se acordó del feo planteamiento del equipo, porque el árbitraje era coartada y, además, coherente y lógica según lo visto.
Como él, yo también me sorprendo de que Mourinho sea crucificado después de una nueva derrota ante el Barcelona. La mejoría que ha experimentado el equipo en este año y medio es innegable, ni siquiera por sus numerosos detractores. Se ha ganado un título, aunque menor, sí. Y ha hecho un conjunto, con jugadores jóvenes y de futuro; dotándoles de personalidad y carácter ganador. Este Madrid ha acostumbrado a sus seguidores al buen juego semana tras semana y a los récords. Porque el portugués ha osado acercarse a los números de Miguel Muñoz. Y eso son palabras mayores. En el Real Madrid y en la historia del fútbol.
22 victorias en 24 partidos. Es cierto, las dos excepciones ante el Barcelona y de manera casi vergonzante. La diferencia es que este miércoles explotó todo. El pasado 10 de diciembre se perdió también, por peor resultado (1-3) y jugando prácticamente igual de mal. Por lo visto, aquel día se perdonó todo porque el técnico no traicionó su dibujo habitual de 4-2-3-1 y fue valiente. Antes de ese partido, yo pedía jugarle al ataque al Barcelona. Me equivoqué, como se equivocó Mourinho. Sí, porque él también yerra, algo que algunos no le perdonan precisamente por las pocas veces que lo hace.
Así que para el partido de Copa yo lo tenía claro. Había que jugarle con trivote a los culés. No creo que muchos se sorprendieran antes del partido. Lo raro sí fue ver a Altintop y Carvalho. Pero seamos claros, ninguno de los dos fue específicamente responsable de la nueva derrota. Fue todo el equipo. Tal y como ha dicho Zidane, casi nadie se quejó al descanso de que la táctica fuera tan reservona. El marcador era 1-0 y la ilusión de ir ganando pesaba más que el sabor amargo de no estar jugando bien.
Pero todo cambió en la segunda parte. Dos graves errores defensivos propiciaron la remontada culé y el Madrid se hundió. Hasta casi el minuto 50 todo estaba más o menos controlado. Gol de Puyol y el equipo se disolvió como un azucarillo. Se había fiado todo a no encajar gol, en un planteamiento calcado al del pasado abril en la ida de las semis de la Liga de Campeones. Entonces lo que rompió los planes fue la expulsión de Pepe y el miércoles ocurrió lo mismo con el gol. El año pasado nadie se acordó del feo planteamiento del equipo, porque el árbitraje era coartada y, además, coherente y lógica según lo visto.
Sí, porque en muchos 'Clásicos' el Real Madrid ha jugado muy mal y en bastantes ha utilizado el trivote. Solo la Supercopa se salva de esa quema, aunque con el tiempo me he dado cuenta de que esos partidos fueron un espejismo. Porque el Barcelona no estaba en forma. La otra excepción, la final de la Copa del Rey. Donde curiosamente, el centro del campo fue Khedira, Alonso y Pepe. Otro planteamiento defensivo, incluso sin delantero centro; con Di María, Özil y Cristiano arriba. Pero en Mestalla el equipo jugó un partidazo y fue muy superior a su rival en muchos momentos. ¿Cuál fue la diferencia entonces?
El error no creo que esté en el planteamiento, sino en su ejecución. En la final de Copa Di María trabajó lo que no está escrito. Y hasta Özil y Cristiano Ronaldo se dieron una paliza. Todos defendían sin balón. Había actitud, tensión, nervios, ganas de comerse la pelota. Presión adelantada, velocidad. El Madrid quería y lo intentaba. Y lo conseguía. Cuando tenía el balón, jugaba sin complejos, sin miedo a perderlo. Combinaba. Pero el miércoles (y en el partido de Liga), no vi nada de eso. Solo once hombres timoratos asustados ante un Barcelona que mordía arriba. En esas, Casillas fue nuestro organizador. Y así nos fue.
Empiezo a tener bastante claro que, esta temporada, por fútbol no le vamos a ganar al Barcelona. Cualquier centro del campo que se ponga va a salir perdiendo en la comparación con los Xavi, Iniesta, Messi y compañía. La tarea queda pendiente para el verano, momento en el que hay que apostar por gente como Silva, Valero o Hazard. Y por Sahin. Correr riesgos fichándolos y poniéndolos. Si no lo hacemos, seguiremos teniendo el mismo problema. Una y otra vez. Mientras tanto, no queda otra que aceptar la lógica de Mourinho y la del fútbol, la de afrontar los partidos partiendo de la inferioridad técnica, pero queriendo compensarla con superioridad física y de intensidad. Esto es lo que viene faltando últimamente y que los jugadores no están poniendo. Entrega y fe.
Así que creo que nos equivocamos si ponemos a Mourinho en la picota. Él también falla y comete desaciertos. El miércoles no lo hizo demasiado bien. Pero es poco entendible que el madridismo se dé un tiro en el pie atacándolo. A él, el entrenador que le ha ganado 2 de los 3 títulos que se ha dejado Guardiola por el camino. El que ha iluminado a este equipo aún a pesar de alterar su pensamiento y su línea ideológica habitual. La autocrítica es el camino hacia la mejora constante, pero no se debe confundir con la autodestrucción. Debe haber análisis crítico, pero siempre remando en la misma dirección. Por eso, un sector de la prensa madrileña ha empezado un camino que solo le lleva al equipo y a la afición a la confusión.
Lo digo porque empiezo a tener la sensación de que en DC nos estamos quedando solos. Ya prácticamente no se leen defensas del madridismo en el resto de medios afines. La línea a seguir ahora parece darle palos al entrenador olvidando sus capacidades y méritos y desvirtuando sus habilidades como manager. El Real Madrid se va quedando cada vez más solo en esto y lo más sorprendente es que el comportamiento de Mourinho desde septiembre está siendo prácticamente intachable sin dejar de ser polémico, lo cual es inherente a él. Parece haber un interés por alguna parte de que a este club le vaya mal. Y a partir de aquí, el contagio en el madridismo está siendo evidente. El mensaje intoxicador está calando y eso no es nada bueno. Así que parémonos, reflexionemos y miremos al futuro pensando en cómo mejorar y en qué se está haciendo mal. Pero siempre con Mourinho presente. Lo contrario no llevaría a nada bueno.
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