El partido del miércoles en Amsterdam no me gustó. Prácticamente nada. Pero del mismo rescato varias conclusiones interesantes. La primera es que el Real Madrid gana fácil, muy fácil. Casi sin quererlo. La segunda es que es un equipo muy compacto en defensa, trabajado. A pesar de cambiar la zaga prácticamente al completo, el conjunto se fue de Amsterdam sin encajar gol. Y la tercera hace referencia al partido del sábado: el equipo está preparado para el que debe ser su bautismo de fuego. Ganarle en 90 minutos y de manera holgada al 'Pep Team'.
Mourinho dijo en agosto pasado que el Madrid necesita "jugar bien para ganar". Creo que eso era antes. El equipo ha llegado a un punto de madurez tal que ya no le hace falta jugar un buen partido para vencer sobrado. Lo de Amsterdam fue una clara prueba, pues se logró una victoria muy sencilla sin prácticamente pisar el campo rival. No hizo falta, porque tres magníficos pases en largo rompieron a la adelantada defensa del Ajax. El miércoles tocó jugar al contrataque, y el Madrid así lo entendió y lo ejecutó a la perfección.
Antaño, en temporadas pre-Mourinho, percibía que este conjunto sufría hasta para ganar a equipos menores. Lograba la victoria, sí, pero se la trabajaba y no se libraba de pasarlo mal en muchos partidos. Pero ahora la diferencia entre el Real Madrid y esas escuadras es abismal. Donde antes el Molinón era una película de terror con, generalmente, final feliz, ahora es prácticamente una superproducción llena de acción con el equipo blanco como gran protagonista. Y la extraordinaria condición física que ha logrado el cuerpo técnico tiene gran culpa de ello, pues la plantilla es una apisonadora que devora a sus rivales desde el primer minuto.
Hay una inercia ganadora. Algo que es evidente, que se explica desde las 15 victorias consecutivas que lleva. Pero el destino ha querido que este sábado se cruce la piedra más grande en el camino. La del Barcelona. No me suele gustar mucho eso de conseguir récords. O mejor dicho, estar a las puertas de lograrlos. Porque esto supone un plus de presión de para los jugadores. En este caso, y sin ánimo de ser 'cenizo', no puedo evitar acordarme de hace un par de veranos, cuando España logró en la Copa Confederaciones igualar el récord mundial de Brasil de estar 35 partidos seguidos sin perder. ¿Qué pasó en el 36? Que cayó sorprendentemente ante EE.UU. en semifinales.
Cuidado entonces. El Real Madrid está a las puertas de hacer historia. Y para conseguirlo, deberá superar a su antítesis. Al Barcelona. Un rival que parece estar en horas bajas pero que suele ganar sus partidos en casa por cuatro o cinco tantos de diferencia. El actual campeón de Europa y de Liga. Algo que no parece contar si los de Guardiola han encadenado tres o cuatro partidos malos fuera de su estadio. Es, en definitiva, un gigante dormido que tiene previsto despertarse justo a tiempo. En el Bernabéu. Y haciéndolo estará en su derecho de borrar todas sus dudas anteriores.
Ya he comentado en numerosas ocasiones desde este espacio que creo que el partido de este sábado va a ser clave. En el sentido de que ganarlo supondrá la culminación de los anhelos blancos. Porque la Copa se ganó, sí, pero en la prórroga y tras mucho sufrimiento. Y en la Supercopa se jugó mucho mejor y se perdió por los avatares del fútbol. Pero ahora hay que vencer de manera redonda. Sin apuros. Y haciéndolo bien. Porque, de no conseguirlo, sería como tropezar en la impoluta escalada que lleva el equipo, cediendo parte del terreno logrado para descubrir después que en el cuerpo hay magulladuras que harán que el próximo tramo sea más largo y complicado.
La cuestión es que tengo dudas sobre cómo va a plantear Mourinho el partido. Si el año pasado se me hubiera preguntado al respecto, hubiera pensado y apostado por un trivote para frenar al Barcelona. Como ya hizo con Pepe, Xabi y Khedira. Entonces no pensaba que hubiera otra forma de ganarle a los azulgranas. Pero ahora las cosas han cambiado. Creo que la fórmula del éxito ya está escrita y la lleva usando el equipo durante toda esta temporada: Intensidad, presión, recuperación, velocidad, remate y precisión. Seis palabras que definen al conjunto blanco y que deben estar en la mente de sus jugadores este sábado. Usándolas, estoy seguro de que esta vez Messi no será suficiente para que el futuro se escriba con el nombre del Real Madrid.
Mourinho dijo en agosto pasado que el Madrid necesita "jugar bien para ganar". Creo que eso era antes. El equipo ha llegado a un punto de madurez tal que ya no le hace falta jugar un buen partido para vencer sobrado. Lo de Amsterdam fue una clara prueba, pues se logró una victoria muy sencilla sin prácticamente pisar el campo rival. No hizo falta, porque tres magníficos pases en largo rompieron a la adelantada defensa del Ajax. El miércoles tocó jugar al contrataque, y el Madrid así lo entendió y lo ejecutó a la perfección.
Antaño, en temporadas pre-Mourinho, percibía que este conjunto sufría hasta para ganar a equipos menores. Lograba la victoria, sí, pero se la trabajaba y no se libraba de pasarlo mal en muchos partidos. Pero ahora la diferencia entre el Real Madrid y esas escuadras es abismal. Donde antes el Molinón era una película de terror con, generalmente, final feliz, ahora es prácticamente una superproducción llena de acción con el equipo blanco como gran protagonista. Y la extraordinaria condición física que ha logrado el cuerpo técnico tiene gran culpa de ello, pues la plantilla es una apisonadora que devora a sus rivales desde el primer minuto.
Hay una inercia ganadora. Algo que es evidente, que se explica desde las 15 victorias consecutivas que lleva. Pero el destino ha querido que este sábado se cruce la piedra más grande en el camino. La del Barcelona. No me suele gustar mucho eso de conseguir récords. O mejor dicho, estar a las puertas de lograrlos. Porque esto supone un plus de presión de para los jugadores. En este caso, y sin ánimo de ser 'cenizo', no puedo evitar acordarme de hace un par de veranos, cuando España logró en la Copa Confederaciones igualar el récord mundial de Brasil de estar 35 partidos seguidos sin perder. ¿Qué pasó en el 36? Que cayó sorprendentemente ante EE.UU. en semifinales.
Cuidado entonces. El Real Madrid está a las puertas de hacer historia. Y para conseguirlo, deberá superar a su antítesis. Al Barcelona. Un rival que parece estar en horas bajas pero que suele ganar sus partidos en casa por cuatro o cinco tantos de diferencia. El actual campeón de Europa y de Liga. Algo que no parece contar si los de Guardiola han encadenado tres o cuatro partidos malos fuera de su estadio. Es, en definitiva, un gigante dormido que tiene previsto despertarse justo a tiempo. En el Bernabéu. Y haciéndolo estará en su derecho de borrar todas sus dudas anteriores.
Ya he comentado en numerosas ocasiones desde este espacio que creo que el partido de este sábado va a ser clave. En el sentido de que ganarlo supondrá la culminación de los anhelos blancos. Porque la Copa se ganó, sí, pero en la prórroga y tras mucho sufrimiento. Y en la Supercopa se jugó mucho mejor y se perdió por los avatares del fútbol. Pero ahora hay que vencer de manera redonda. Sin apuros. Y haciéndolo bien. Porque, de no conseguirlo, sería como tropezar en la impoluta escalada que lleva el equipo, cediendo parte del terreno logrado para descubrir después que en el cuerpo hay magulladuras que harán que el próximo tramo sea más largo y complicado.
La cuestión es que tengo dudas sobre cómo va a plantear Mourinho el partido. Si el año pasado se me hubiera preguntado al respecto, hubiera pensado y apostado por un trivote para frenar al Barcelona. Como ya hizo con Pepe, Xabi y Khedira. Entonces no pensaba que hubiera otra forma de ganarle a los azulgranas. Pero ahora las cosas han cambiado. Creo que la fórmula del éxito ya está escrita y la lleva usando el equipo durante toda esta temporada: Intensidad, presión, recuperación, velocidad, remate y precisión. Seis palabras que definen al conjunto blanco y que deben estar en la mente de sus jugadores este sábado. Usándolas, estoy seguro de que esta vez Messi no será suficiente para que el futuro se escriba con el nombre del Real Madrid.
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