Y no me refiero solo a ganar o perder los partidos. Lo digo porque el juego del equipo ha variado completamente, cimentándose sobre una filosofía antagónica a la que regía el Real Madrid la temporada pasada. De ser una escuadra que buscaba el control del ritmo del partido y se apoyaba en la defensa para ganar, ahora se ha pasado a todo lo contrario: velocidad, intensidad y juego ofensivo, dejando en un plano secundario lo que respecta a no recibir puntos. Ahora el Real Madrid es un equipo vistoso que encaja mucho mejor en las características de sus jugadores. Porque seamos realistas, con Messina y Molin gente como Mirotic, Velickovic, Sergio Rodríguez o Llull tenían condicionado su baloncesto.
Así que, esta temporada se podrán ganar títulos o no, pero los aficionados han ganado un equipo espectacular, cuyo juego entra por los ojos. A ello han contribuido las dos grandes sorpresas del mercado español, los fichajes de Rudy Fernández e Ibaka. El 'lockout' ha permitido que los dirigentes blancos hagan las dos mejores contrataciones de la sección en años. La lástima es que, por mucho que se pueda desear lo contrario, el parón sindical de la NBA no parece que vaya a ir más lejos de principios del año que viene. Y eso, con suerte.
Es decir, que este Real Madrid, tal y como el que jugó el jueves en Tel Aviv, no sobreviva más allá de un par de meses. Es un conjunto hecho para el aquí y ahora, no para los meses de abril, mayo y junio, cuando el equipo se juegue los títulos. Entonces, prácticamente seguro que Ibaka no estará, mientras que es probable que Rudy tampoco. Sobre el balear tengo más dudas, pues sospecho que cada día que pasa en el club, el Madrid lo gana un poquito más para su causa. Cuando el 'lockout' termine la pregunta que le asaltará será si le conviene más quedarse liderando a un equipo que aspira a todo en Europa o volver a la NBA para jugar un puñado de minutos con los campeones del anillo en una temporada apresurada y a medio disputar.
Imagino que, ante el (im)previsto de la salida de estos dos NBA, el Real Madrid ya tendrá pensado un plan B. Pero sea como fuere, sin Rudy e Ibaka el Madrid pasaría de ser un equipazo a ser un gran equipo. De poder ganar todo lo que juegue a pelear por estar en las finales y, con suerte, ganarlas. Creo que a estas alturas ya queda claro que Carroll es mucho más jugador que Tucker, o que Pocius es un alero excelente, además de que Begic puede incluso robarle minutos a Tomic. Hay más equipo que el año pasado, en definitiva. El problema es que el 'lockout' de la NBA está confundiendo al Madrid.
Lo comento porque percibo que algunos jugadores de la plantilla siguen sin tener claro su rol en el equipo. Carroll estaba acostumbrado a ser la referencia en el Gran Canaria, mientras que ahora está a la sombra de Rudy. Mirotic no tiene claras sus funciones con Laso y la llegada de Ibaka solo le ha confundido más. Carlos Suárez también ha perdido su papel protagonista, mientras Pocius aún sigue sin asentarse. Mientras tanto, el mejor pívot de la ACB la pasada temporada, Tomic, acumula minutos en el banquillo ante la pujanza de Begic y su falta de kilos para la zona.
Y el caso de los bases es para echar de comer a parte. El equipo fía todo a un jugador con alma de escolta, Sergio Llull, y a otro que sigue sin encontrar la magia de su juego, Sergio Rodríguez. El canario no muestra su baloncesto alegre y sigue sin coger su papel en el equipo, además de ser un agujero negro en lo que respecta al plano defensivo. Hay que tocar madera, porque dos bases en cualquier plantilla son pocos y más si uno de ellos no es especialista. Y es que hay talento en el puesto, pero no madurez ni consistencia.
Lo comento porque percibo que algunos jugadores de la plantilla siguen sin tener claro su rol en el equipo. Carroll estaba acostumbrado a ser la referencia en el Gran Canaria, mientras que ahora está a la sombra de Rudy. Mirotic no tiene claras sus funciones con Laso y la llegada de Ibaka solo le ha confundido más. Carlos Suárez también ha perdido su papel protagonista, mientras Pocius aún sigue sin asentarse. Mientras tanto, el mejor pívot de la ACB la pasada temporada, Tomic, acumula minutos en el banquillo ante la pujanza de Begic y su falta de kilos para la zona.
Y el caso de los bases es para echar de comer a parte. El equipo fía todo a un jugador con alma de escolta, Sergio Llull, y a otro que sigue sin encontrar la magia de su juego, Sergio Rodríguez. El canario no muestra su baloncesto alegre y sigue sin coger su papel en el equipo, además de ser un agujero negro en lo que respecta al plano defensivo. Hay que tocar madera, porque dos bases en cualquier plantilla son pocos y más si uno de ellos no es especialista. Y es que hay talento en el puesto, pero no madurez ni consistencia.
El resultado de todo ello a principios de noviembre es un Real Madrid esperanzador e ilusionante, pero imprevisible. Fiado a un 'lockout' que se solucionará porque el dinero así lo dice, los blancos viven el presente sin preocuparse mucho por el futuro. Lo que es un riesgo. La llegada de los dos 'cracks' NBA ha cambiado el panorama y ha elevado el baloncesto a realizar a la enésima potencia, pero también ha variado los papeles de los jugadores en el equipo. Ahora la mayoría no saben si jugarán en el próximo encuentro 10, 15 ó 25 minutos. Ni si lo harán de escolta o alero o si mañana Rudy no estará y pasarán a estar en primer plano. Percibo desorden y caos, incertidumbre. Y eso solo se puede solucinar con la estabilidad que dará el tiempo al saber quiénes serán los hombres que lucharán por este escudo a partir de abril. Por eso, y aunque parezca mentira, mientras dure el 'lockout' solo veremos una imagen aumentada y borrosa del Madrid.
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