Mientras la prensa ocupa sus días en rumores e informaciones varias sobre hipotéticos fichajes del Real Madrid, en las oficinas de Concha Espina se trabaja con la mirada puesta en una temporada clave. Y es que la campaña 2011/12 promete ser aún más intensa y dura que la que acabamos de cerrar. No en vano, el futuro institucional y deportivo del club estará claramente en juego después de que, una vez más, el Barcelona se haya vuelto a proclamar como vencedor moral del año.
Bajo un análisis individual, parece evidente que la temporada desarrollada por el Real Madrid se puede calificar de positiva. Sin embargo, al tratarse del club que es, el desgrane de su participación nunca se debe ni se puede hacer aislado del que ha hecho su eterno rival, el F.C. Barcelona. O lo que es lo mismo, el valor de los resultados obtenidos por el club blanco siempre se ponderan y miden en base a los que ha obtenido el conjunto catalán. Y dado que en la Ciudad Condal están celebrando la Liga y la Champions, el balance no ha de ser excesivamente benigno.
Bien es cierto que se ha conseguido la Copa del Rey. Un trofeo que, más allá de su relevancia histórica, tiene el poder del simbolismo. La forma en la que se logró su consecución, arrebatándoselo al todopoderoso conjunto catalán en una final para el recuerdo, supone un punto de apoyo para la esperanza del club y su afición. Porque aunque es cierto que el Barcelona es el verdadero triunfador de la campaña, esta vez los de Guardiola han dejado entrever un punto de debilidad, una simple señal de que el cambio de orden en el fútbol español podría no estar tan lejos como parece.
Por tanto, la próxima temporada es la clave. Mourinho ha salvado su primer año en el Real Madrid con un título, acabando de esta forma con las urgencias más inmediatas que existían en el seno del club. Pero lo que de primeras vale y consuela, como la Copa del Rey, de segundas se convertiría en un botín escaso y decepcionante. El club de Chamartín está obligado a prosperar, a mantener su escalada y a recuperar el trono nacional y europeo. Porque tres años sin ganar la Liga y nueve sin hacer lo propio en la Champions es mucho tiempo.
Los que saben un poco de esto son conscientes de que armar un equipo competitivo en doce meses es una tarea hercúlea. Y más si se compite con un equipo como este Barcelona. Mourinho ha puesto las bases del Real Madrid que quiere, ha creado un equipo a su imagen y semejanza y lo ha hecho suyo con la connivencia de Florentino Pérez. Algo en lo que es experto, pues no hay que olvidar que en el Inter de Milan necesitó de dos temporadas para hacer a la escuadra italiana campeona de Europa 35 años después de la última vez. Es decir, el luso lleva más de un año sembrando para recoger los verdaderos frutos en mayo de 2012.
Lo que ha habido hasta ahora ha sido un mero ensamblaje de piezas, de futbolistas de gran calidad que han necesitado de meses para encontrar su sitio y conocer el club en el que juegan. Por ello, la época de prácticas ha finalizado y la máquina promete estar engrasada para la campaña 2011/12. El reto ha de ser máximo, terminar el trabajo empezado en a final de Mestalla de abril pasado, derrocando a un Barcelona aparentemente invencible pero realmente vulnerable.
En consecuencia, en juego estará el presente y el futuro del club, a nivel deportivo e institucional. Con el despido de Valdano, Florentino ha hecho un all in en toda regla en favor de Mourinho. Se trata de una apuesta a la vez arriesgada y fiable, pues jugar las cartas del portugués es apostar a ganador. El problema reside en que el rival juega también con una mano prácticamente inmejorable. Si todo sale bien, el Real Madrid podrá decir que ha logrado salir de uno de los peores baches de su historia, pero si sale mal, es posible que no haya una nueva oportunidad. El crédito del entrenador es grande, pero quizás el mismo no sobreviva a una campaña similar a la última. Por una vez, presidente y técnico van unidos de la mano y de lo que suceda en el campo dependerá que este club recuerde quién es y, lo más importante, descubra a dónde se dirige.
Bajo un análisis individual, parece evidente que la temporada desarrollada por el Real Madrid se puede calificar de positiva. Sin embargo, al tratarse del club que es, el desgrane de su participación nunca se debe ni se puede hacer aislado del que ha hecho su eterno rival, el F.C. Barcelona. O lo que es lo mismo, el valor de los resultados obtenidos por el club blanco siempre se ponderan y miden en base a los que ha obtenido el conjunto catalán. Y dado que en la Ciudad Condal están celebrando la Liga y la Champions, el balance no ha de ser excesivamente benigno.
Bien es cierto que se ha conseguido la Copa del Rey. Un trofeo que, más allá de su relevancia histórica, tiene el poder del simbolismo. La forma en la que se logró su consecución, arrebatándoselo al todopoderoso conjunto catalán en una final para el recuerdo, supone un punto de apoyo para la esperanza del club y su afición. Porque aunque es cierto que el Barcelona es el verdadero triunfador de la campaña, esta vez los de Guardiola han dejado entrever un punto de debilidad, una simple señal de que el cambio de orden en el fútbol español podría no estar tan lejos como parece.
Por tanto, la próxima temporada es la clave. Mourinho ha salvado su primer año en el Real Madrid con un título, acabando de esta forma con las urgencias más inmediatas que existían en el seno del club. Pero lo que de primeras vale y consuela, como la Copa del Rey, de segundas se convertiría en un botín escaso y decepcionante. El club de Chamartín está obligado a prosperar, a mantener su escalada y a recuperar el trono nacional y europeo. Porque tres años sin ganar la Liga y nueve sin hacer lo propio en la Champions es mucho tiempo.
Los que saben un poco de esto son conscientes de que armar un equipo competitivo en doce meses es una tarea hercúlea. Y más si se compite con un equipo como este Barcelona. Mourinho ha puesto las bases del Real Madrid que quiere, ha creado un equipo a su imagen y semejanza y lo ha hecho suyo con la connivencia de Florentino Pérez. Algo en lo que es experto, pues no hay que olvidar que en el Inter de Milan necesitó de dos temporadas para hacer a la escuadra italiana campeona de Europa 35 años después de la última vez. Es decir, el luso lleva más de un año sembrando para recoger los verdaderos frutos en mayo de 2012.
Lo que ha habido hasta ahora ha sido un mero ensamblaje de piezas, de futbolistas de gran calidad que han necesitado de meses para encontrar su sitio y conocer el club en el que juegan. Por ello, la época de prácticas ha finalizado y la máquina promete estar engrasada para la campaña 2011/12. El reto ha de ser máximo, terminar el trabajo empezado en a final de Mestalla de abril pasado, derrocando a un Barcelona aparentemente invencible pero realmente vulnerable.
En consecuencia, en juego estará el presente y el futuro del club, a nivel deportivo e institucional. Con el despido de Valdano, Florentino ha hecho un all in en toda regla en favor de Mourinho. Se trata de una apuesta a la vez arriesgada y fiable, pues jugar las cartas del portugués es apostar a ganador. El problema reside en que el rival juega también con una mano prácticamente inmejorable. Si todo sale bien, el Real Madrid podrá decir que ha logrado salir de uno de los peores baches de su historia, pero si sale mal, es posible que no haya una nueva oportunidad. El crédito del entrenador es grande, pero quizás el mismo no sobreviva a una campaña similar a la última. Por una vez, presidente y técnico van unidos de la mano y de lo que suceda en el campo dependerá que este club recuerde quién es y, lo más importante, descubra a dónde se dirige.
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