A estas alturas creo que lo que muchos aficionados del Real Madrid tienen claro es que, entre jugar bien y ganar, la prioridas es lo segundo. Y así lo ha entendido José Mourinho, quien no ha dudado en tirar de oficio en su primera temporada como técnico del conjunto blanco para conseguir arañarle al Barcelona la Copa del Rey. De ahí que en los Clásicos ante los azulgranas el juego no haya sido precisamente brillante, aunque sí muy efectivo. De hecho, puede que en esta campaña no hubiera una forma mejor de plantarle cara a los culés, al menos si se quería ganar. Pero ahora, con todo el verano por delante, esta concepción está a tiempo de cambiarse.
Cabe destacar que en el curso que acabamos de cerrar el Real Madrid ha demostrado a ráfagas un juego atractivo. Siempre basado en la velocidad de sus delanteros y en un contragolpe letal, el fútbol del conjunto blanco ha vuelto a ilusionar en determinadas fases de la competición. Sin embargo, el mismo no ha tenido la continuidad deseada. Más que nada, porque duelos como los que se han vivido ante los culés no invitaban a Mourinho a hacer un alarde de fútbol control con la pelota. Porque, por mucho que algunos se empeñen, Xabi, Özil y Khedira eran insuficientes en el centro del campo ante gente como Busquets, Xavi, Iniesta y Messi, ya que no debían ni podían jugarles de tú a tú. Hay que ser realistas y darse cuenta que el conjunto que tiene mejores futbolistas para mover el balón es el catalán.
De haberle intentado discutir la posesión del esférico al Barça, la historia probablemente hubiera acabado en una tragedia multiplicada por cuatro, una por cada Clásico reciente. Pero el técnico luso fue inteligente y al Barcelona le planteó los partidos como se debía, juego replegado y de trabajo, esperando las oportunidades para su momento justo. Así se consiguió la Copa y, quién sabe, quizás se hubiera logrado algo más de no ser por unos infames arbitrajes en semifinales de la Liga de Campeones.
Pero todo eso ya es pasado, de poco sirve volver la vista atrás si no es para sacar algo productivo de cara al futuro. Por eso, el Madrid debe aclarar en junio cuál quiere que sea su política de cara a construir la nueva plantilla. Parece evidente que Florentino y Mourinho no quieren dejarse los deberes para última hora y están adelantando mucho trabajo. De hecho, sin que se haya abierto oficialmente el periodo veraniego de fichajes, tres son las incorporaciones oficiales para la plantilla (Sahin, Altintop y Callejón) y otra está en camino (Coentrao). Cuatro futbolistas de medio perfil, jóvenes y de futuro en su mayoría, que vendrán a terminar de darle solidez a una estructura que ya presentaba unos cimientos muy firmes.
Sin embargo, todo apunta a que Florentino quiere traer su tradicional galáctico. Algo que, de acabar por hacerse, deberá ser con la aprobación de Mourinho. Hasta el momento viene sonando el nombre del Kun Agüero, un jugador sin duda excepcional. Pero la duda que surge ante la posibilidad de fichar al argentino es si realmente es necesario para este equipo. Porque con Benzema, Higuaín, Morata y, quién sabe, Adebayor, la delantera no parece precisamente la zona más debil de esta plantilla. Su fichaje probablemente llevará aparejada la salida de Benzema e Higuaín, dos jugadores de un presente y futuro excepcionales y congraciados con la grada.
En consecuencia, el análisis de esta temporada pide otro tipo de fichaje. Ni un delantero, ni un defensa, sino un centrocampista. Ahí es dónde ha estado la ventaja diferencial que ha decantado el año a favor del Barcelona, que ha impedido que el Madrid compitiera cara a cara con los culés en cuanto a buen fútbol. Otro creador de juego, un tercer acompañante para Xabi Alonso en el mediocentro merengue. Porque, aunque Sahin ya ha firmado y promete hacer historia de blanco, con otro 'jugón' más Mourinho completaría la cuadratura del círculo.
Ahí el nombre que le viene a muchos a la cabeza es Cesc Fábregas. Fichaje muy complicado, por el precio que pide el Arsenal y por el pasado culé del jugador. Sin embargo, no sería el primero en tomar el puente aéreo con destino a Madrid tras jurarle amor eterno al Barcelona. Por eso no habría problema. La cuestión sería convencer al futbolista de hacerlo, algo que no sería tan complicado de lograr si el propio Cesc se diera cuenta de que en el Barça su futuro se vería eclipsado por gente como Xavi, Iniesta o Thiago.
Convencerle de que para el Madrid sería la pieza que completaría el engranaje de una máquina perfecta, de un sistema que, esta vez sí, podría jugarle bien al fútbol a los azulgranas pensando también en el resultado. Porque apostar por Agüero y por Fábregas no sería más que potenciar las virtudes vistas hasta ahora dejando de lado los defectos. Pero la llegada del capitán del Arsenal sería la demostración definitiva de que este equipo ha decidido apostar por el espectáculo como camino directo hacia la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario