En pleno mes de abril, a punto de terminar la temporada, me sorprende que todavía algunos críticos se empeñen en decir que este Real Madrid de Mourinho no juega bien al fútbol. Evidentemente, el conjunto blanco no juega a este deporte como el Barcelona, pues su estilo no es el de manosear la pelota hasta el infinito para aburrir al rival con su monopolio del esférico. No. El estilo de Mourinho es muy distinto, antagónico incluso, pero no por ello peor o más alejado de un patrón futbolístico de lo idóneo.
Considero que jugar bien a este deporte se puede hacer de muchas maneras. Una son más estéticas, tal y como hace el Barcelona de Pep Guardiola. Al espectador le gusta el fútbol alegre, de toque y combinación, por eso el club blaugrana y la selección española son los grandes referentes a nivel social en el deporte ‘Rey’. Pero también hay otras formas, no tan bellas, pero quizás tan loables e intersantes como la apuesta culé. De hecho, el Real Madrid ya ha escogido la suya, y, a juzgar por lo visto ante el el Athletic, la sabe ejecutar muy bien.
El equipo merengue es un conjunto que tiene en la velocidad y la verticalidad de sus jugadores su mejor arma. A diferencia del Barça, es un equipo directo que no se anda en artificios para llegar a la portería contraria. Lo que la escuadra catalana tarde 15 pases en hacer, el Madrid intenta ejecutarlo en cuatro. Robo en su propio campo, unos pocas combinaciones rápidas en el centro del campo y balón en profundidad para que un hombre en velocidad rompa en un desmarque la defensa rival. Así llegaron el sábado pasado el primer penalti a Di María y el gol de Cristiano Ronaldo; si bien podemos ponerle decenas de ejemplos más esta campaña.
¿Es mejor o peor esta manera de jugar que la que practica el Barcelona? Para el aficionado, seguramente sea menos atractiva. Es lógico. Pero tiene también mucho mérito, porque de lo que se trata es de tener un estilo y de saber ejecutarlo a la perfección. Italia no ha ganado cuatro Mundiales sin saber jugar a esto. Lo que pasa es que, en la mayoría de los casos, lo ha hecho desarrollando a la perfección un estilo tosco y defensivo llamado a obtener resultados por encima del buen fútbol en el plano estético.
Por ello, la clave es saber lo que se hace, cómo se hace y por qué se hace. Y estos son tres conceptos que el Real Madrid de Mourinho está demostrando tener muy claros. A diferencia de los últimos siete años, desde que Del Bosque dejara el club, el conjunto merengue está dando síntomas de tener claro cómo jugar. En este tiempo pasaron por el banquillo muchos que supuestamente querían apostar por el buen juego (Juande Ramos, Schuster o Pelligrini), pero ninguno de ellos le dio personalidad a este Madrid. Ninguno, hasta Mourinho.
En unos pocos meses el portugués ha armado un equipo sólido en defensa y letal en ataque. Como una cobra que se agazapa en su terreno, el Madrid en cualquier momento puede soltar su mordedura venenosa y acabar con su rival. Estilo, que por otra parte, puede ser el idóneo para medirse este abril con el Barcelona. Buena defensa, presión, pocos espacios y contragolpe con verticalidad y velocidad, mucha velocidad. Así le ‘mató’ el Inter de Mourinho en semifinales de Champions la temporada pasada y así debe jugarle este año el Madrid. Con su sello propio que le viene caracterizando. Porque querer hacerlo batallándole la posesión de la pelota a los de Guardiola sería un suicidio y sería traicionar el estilo para el que este equipo está hecho.
Considero que jugar bien a este deporte se puede hacer de muchas maneras. Una son más estéticas, tal y como hace el Barcelona de Pep Guardiola. Al espectador le gusta el fútbol alegre, de toque y combinación, por eso el club blaugrana y la selección española son los grandes referentes a nivel social en el deporte ‘Rey’. Pero también hay otras formas, no tan bellas, pero quizás tan loables e intersantes como la apuesta culé. De hecho, el Real Madrid ya ha escogido la suya, y, a juzgar por lo visto ante el el Athletic, la sabe ejecutar muy bien.
El equipo merengue es un conjunto que tiene en la velocidad y la verticalidad de sus jugadores su mejor arma. A diferencia del Barça, es un equipo directo que no se anda en artificios para llegar a la portería contraria. Lo que la escuadra catalana tarde 15 pases en hacer, el Madrid intenta ejecutarlo en cuatro. Robo en su propio campo, unos pocas combinaciones rápidas en el centro del campo y balón en profundidad para que un hombre en velocidad rompa en un desmarque la defensa rival. Así llegaron el sábado pasado el primer penalti a Di María y el gol de Cristiano Ronaldo; si bien podemos ponerle decenas de ejemplos más esta campaña.
Por ello, la clave es saber lo que se hace, cómo se hace y por qué se hace. Y estos son tres conceptos que el Real Madrid de Mourinho está demostrando tener muy claros. A diferencia de los últimos siete años, desde que Del Bosque dejara el club, el conjunto merengue está dando síntomas de tener claro cómo jugar. En este tiempo pasaron por el banquillo muchos que supuestamente querían apostar por el buen juego (Juande Ramos, Schuster o Pelligrini), pero ninguno de ellos le dio personalidad a este Madrid. Ninguno, hasta Mourinho.
En unos pocos meses el portugués ha armado un equipo sólido en defensa y letal en ataque. Como una cobra que se agazapa en su terreno, el Madrid en cualquier momento puede soltar su mordedura venenosa y acabar con su rival. Estilo, que por otra parte, puede ser el idóneo para medirse este abril con el Barcelona. Buena defensa, presión, pocos espacios y contragolpe con verticalidad y velocidad, mucha velocidad. Así le ‘mató’ el Inter de Mourinho en semifinales de Champions la temporada pasada y así debe jugarle este año el Madrid. Con su sello propio que le viene caracterizando. Porque querer hacerlo batallándole la posesión de la pelota a los de Guardiola sería un suicidio y sería traicionar el estilo para el que este equipo está hecho.
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