sábado, 14 de septiembre de 2013

El escudo pesa más que los nombres

Hace poco de dos meses Carlo Ancelotti llegó al Real Madrid con la vitola de ‘pacificador’. Tras los tres años de constantes agitaciones que había propiciado Mourinho, con el italiano se suponía que iba a ser momento para la paz y la tranquilidad. Sin embargo, hasta el momento la situación nunca ha dejado de estar convulsa. Más que nada porque el nuevo entrenador ha tomado una decisión deportiva muy similar a una de las que llevó al portugués a enfilar la puerta de salida.

El de la portería es un asunto que tiene al madridismo a maltraer desde principios de año. Casillas se lesionó y con ello dio a Mourinho la excusa perfecta para que fichara un portero de los que le gustaban: alto, seguro por arriba y con buen juego con los pies. Diego López. Un pedazo de cancerbero que cogió la titularidad por los 'cuernos' y no la soltó en ningún momento. Hasta ahora. Ni un solo motivo ha dado el gallego para dejar de ser el hombre que defienda la portería del club más importante del mundo. Simplemente no ha fallado y ha cumplido su trabajo con un notable alto.

Así pues, su pretemporada ha sido buena. Mejor incluso que la de Iker Casillas, algo falto todavía en rodaje y, sobre todo, confianza. Al mostoleño se le vio dubitativo en la gira norteamericana, especialmente en el principal punto negro de sus características, los balones aéreos. Aún así hizo buenas actuaciones como la del encuentro ante el Chelsea. Pero insuficiente para ganarle el puesto a su compañero, quien sin duda está en el mejor momento de su carrera deportiva. Todo lo contrario que el capitán, inmerso en un mar de dudas e incertidumbres.

Si Ancelotti ha querido que Diego sea su titular en Liga por algo será. Por mucho que Casillas haya sido y pueda seguir siendo el mejor portero del mundo. La cuestión es que Iker no está en condiciones de esperar mucho tiempo sentado en el banquillo. El de Brasil está llamado a ser su último Mundial. Y eso, para alguien que es y será leyenda del fútbol mundial cuando se retire, es mucho pesar. Tiene que poner en la balanza su carrera profesional o su sentimiento madridista con la perspectiva de pasar muchas tardes a la sombra del banquillo y empezar a clausurar su brillante carrera. Así que es normal que tenga dudas.

Sin embargo, el italiano adelantó el viernes en rueda de prensa que tiene prevista una solución salomónica para este asunto. Por ahora Iker será el portero de la Champions, y quizás también el de la Copa del Rey. Eso, en el mejor de los casos, supone jugar la tercera parte de los partidos de la temporada. Algo que sigue sonando escaso para un portero acostumbrado a jugar hasta los amistosos. Aunque, a la vez, parece una decisión muy justa; porque pocas veces dos porteros de un equipo merecen jugar tanto como Diego y Casillas.

El panorama deja al mostoleño ante pocas oportunidades de evidenciar su valía. Pero opciones, al fin y al cabo. Si tanto quiere recuperar el puesto y quedarse en el Real Madrid, Casillas tendrá que demostrar en el campo que vuelve a estar a su mejor nivel. En su caso ya no puede haber presión que valga, pues tiene 32 años y ha ganado todo. Desde el próximo martes contará con minutos en el escaparate europeo y tendrá que hablar en el campo, dado que fuera está decidido a guardar silencio a pesar de todo lo que se ha escrito y se seguirá escribiendo. Calidad y personalidad tiene para hacerlo.

Pase lo que pase, hay que desearle lo mejor a los dos. Tanto a Casillas como a Diego López. Como madridista yo quiero que siempre que jueguen cada uno de ellos lo haga lo mejor posible. Y que el equipo gane. Porque aquí no hay ningún nombre que pese más que el escudo. El Real Madrid tiene 111 años de historia y su día a día no puede ni debe estar condicionado por quién debe ser o dejar de ser su portero titular. Estamos en el mes de septiembre y se ha hablado muy poco del nuevo proyecto y mucho de los porteros. Es el momento de dejar que Ancelotti haga su trabajo y Diego e Iker el suyo. Los dos van a tener oportunidades y pelearán duro. Todo para conseguir lo mejor para el club: los títulos. Que, al fin y al cabo, es lo verdaderamente importante en todo esto.

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