viernes, 11 de abril de 2008

Jugando a ser Dios

Un día cualquiera de abril. Una tarde más, diría yo. Ojeo los diarios digitales como casi siempre hago. Esta vez toca el ADN.es. Mi mirada se posa en una noticia, aunque no es muy llamativa a primera vista. Pero es de las que me gustan, de aquellas que si me topo con una, me la leo de pe a pa, como se suele decir. El titular reza "El laboratorio LHC tiene un 75% de probabilidad de extinguir la Tierra". Mmmmm, veamos, según dice, el mes que viene se pone en marcha un laboratorio físico en Ginebra, que, en opinión de un par de científicos, podría suponer la destrucción absoluta del planeta.

Lo que nos faltaba. Ahora resulta que, por si no teníamos suficiente con calentamientos climáticos, chávez de turnos, terroristas islámicos y catástrofes meterológicas, nos surge un nuevo problema a la vista. Según la teoría de estos dos hombres, el estadounidense Walter Wagner y el español Luis Sancho, cuando el llamado LHC ( Large Hadron Collider) entre en funcionamiento, hay altas probabilidades (un 75% según el español) de que nuestro planeta se convierta o bien en un agujero negro o bien en una bonita estrella de neutrones. Vamos, todo un planazo para el verano.

¿Las razones que dan tan atemoradizos científicos para tamaños riesgos? Pues que el centro, que cuenta con unos túneles aceleradores de 27 kilómetros, pondrá en juego unas energías nunca antes recreadas por el ser humano. Algo que se conseguirá cuando dos haces de protones se crucen en su interior a una velocidad próxima a la de la luz. El resultado de estos choques se desconoce y, en los peores de los casos, podría provocar que se generara o bien un agujero negro que empezase a crecer descontroladamente hasta devorar el planeta entero, o unos quarks que contaminaran toda la materia de la Tierra y que nos acabasen por convertir en substancia extraña...

La verdad es que parece la típica broma apocalíptica que cada poco tiempo surge en los medios, pero el tema ha suscitado debate, tanto en Internet como en medios de la trascendencia del New York Times. Algo que puede traer cola, porque estos dos individuos han puesto una demanda en un juzgado de Hawai para impedir el comienzo de las actividades de este laboratorio, el cual promete ser una herramienta fundamental para comenzar a desvelar los misterios del cosmos. Así, y por el momento, han conseguido su objetivo, porque el juez de la exótica isla ha admitido a trámite la misma. El resultado es que el proyecto de los 5.000 millones de euros se tambalea.

Al menos, temporalmente. Porque hay mucho en juego como para que dos científicos consigan detener la experimentación en los subterráneos del CERN. Por lo pronto, una gran parte de la comunidad científica se ha pronunciado para tranquilizar a los preocupados ciudadanos, no nos pase algo similiar que en el célebre programa radiofónico de Orson Welles. Expertos como el IFCA (Instituto de Física de Cantabria), Javier Sabadell o Juan José Gómez Cádenas ya han salido a la palestra para afirmar que no hay ningún riesgo, pues según sus valoraciones, la energía puesta en juego será a todas luces insuficiente para ocasionar consecuencias tan funestas.

No hay duda de que el precio de la ciencia y, por ende del saber, es caro. Los libros de historia están llenos de páginas en las que los antiguos científicos eran perseguidos e incluso ajusticiados por defender sus teorías. Ahora, en el siglo XXI, llega el momento de empezar a conocer verdaderamente los porqués del universo, una tarea no exenta de peligros que nos obliga a extremar la cautela. Y es que, en esta ocasión, los riesgos no están tras un tribunal de la Inquisición enfervorizado, sino en nuestro propio aprendizaje.

De hecho, el ser humano está comenzando a tocar las teclas clave que rigen nuestra existencia y eso son palabras mayores. Ahora tenemos la posibilidad de manipular el genoma de los seres vivos, de teletransportar fotones o de generar pequeños agujeros negros. Un poder nunca antes imaginado que, en nuestras manos inexpertas, puede convertirse en un arma de doble filo. Porque con él se abre un horizonte de posibilidades infinitas, pero al mismo tiempo, se destapa una Caja de Pandora que no sabemos cómo se cierra. Porque ahora el peligro reside en nosotros. Ya lo decía Ganivet: "el hombre es el más misterioso y el más desconcertante de los objetos descubiertos por la ciencia"...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace nada, creo que fue en El Mundo, lei un artículo sobre las diez causas más probables por las que se podría extinguir el ser humano. La escala iba de 1 a 10, correspondiendo el 10 a la más probable. Pues bien, el único 10, si no recuerdo mal, se lo daban a un laboratorio que pudiese crear un agujero negro descontrolado. En fin. Tu dios dirá Jaime. Ponte a buscar que adelanta la Biblia sobre esto. Un abrazo!