Terrorismo, término que según la RAE significa "sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror". Una definición que se queda corta a todas luces para expresar la profundidad e importancia semántica de una palabra que en los últimos años ha sido protagonista hasta la saciedad. El mundo tiene miedo, los principales países occidentales son incapaces de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y los telenoticias de los más importantes medios de comunicación llenan día sí, día también, sus pantallas con las consecuencias de unos atentados que se suceden a ritmo vertiginoso.
24 de diciembre de 2007, día de Nochebuena. Las agencias internacionales lanzan teletipos en los que se habla de un atentado terrorista en Mauritania en el que cuatro turistas franceses habían sido asesinados a quemarropa durante su visita al país africano. Un incidente más, sino fuera por las fechas y el lugar en el que aconteció. Y es que a las puertas de las Navidades, Francia constataba que sus antiguas colonias se habían convertido en más hostiles que nunca para los intereses occidentales.
Apenas dos semanas después, los ecos del suceso reverberan con más fuerza que en los días inmediatos y posteriores al suceso. ¿La razón? La suspensión de la principal carrera automovilística por etapas del mundo, el Rally Lisboa - Dakar. Una durísima prueba de 16 días de duración que se desarrolla por una amplia zona del África noroccidental y cuya organización supone en estos momentos unos altos riesgos tanto para sus participantes como para la caravana que los acompaña.
Las 8 etapas que en esta edición hubieran discurrido por Mauritania parecen tener la culpa de una anulación que ha sorprendido a pilotos y a aficionados. En esta ocasión, los avisos del Gobierno francés a la organización sobre los peligros que conllevaba pisar suelo mauritano no parecía que fueran suficientes para derrotar a una carrera que desde 1979 llevaba celebrándose de manera interrumpida. No, ¿cómo iba a poder con una prueba que hasta el momento había superado contratiempos tan importantes como los habituales asaltos de contrabandistas, las muertes de algunos de sus participantes o los conflictos políticos derivados de su celebración?
Pero la prueba más dura del mundo ha tenido que decir basta a tan sólo un día de su inicio. Poco importaba que las más de 2.500 personas que conforman la caravana estuviesen preparadas para su inicio, que la práctica mayoría de los 550 periodistas acreditados estuviesen ya en Lisboa prestos a contar cómo se desarrollaba la salida. Seguir adelante hubiera supuesto un riesgo desproporcionado e innecesario, incluso para el rally donde lo imposible suele convertirse en posible.
Con esta noticia se ha creado un importante precedente que amenaza con traer consecuencias nefastas. Y no me refiero solamente al aspecto deportivo, algo en lo que el rally puede haber quedado marcado de cara al futuro, sino también a nivel político. Durante los últimos 30 años el Dakar se había convertido en un símbolo de unión entre el mundo civilizado y el incivilizado, entre el ruido del motor occidental y el arenoso silencio del desierto africano. Un detalle en este tiempo que no ha dejado de causar el recelo entre muchos de los nativos de la zona, quienes ven en la prueba una nueva excusa del hombre blanco para invadir las tierras que tanto les costó descolonizar hace escasas décadas.
A consecuencia de ello, no han faltado en las últimas ediciones los ataques de guerrillas locales a la caravana de la carrera, en lo que era un ejemplo de repulsa hacia la prueba y a la simbología que hay detrás de ella, a la representación de Occidente. Sin embargo, esos simples contratiempos que antaño eran meras anécdotas para la carrera, en esta ocasión han conseguido su anulación tras ser aconsejada por un Estado tan importante como Francia.
Así pues, la noticia demuestra que Al Qaeda está logrando terreno en defensa de sus intereses y que empieza a ser capaz de marcar las reglas del juego en relación a Occidente. Por lo pronto ha conseguido frenar la anual incursión de esta caravana de "infieles" a tierras islámicas, con lo que ha logrado dar un espaldarazo de cierta magnitud a sus intereses políticos y militares en la zona. Sin duda, una mala noticia que este año el Dakar lo haya ganado el terrorismo.
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