miércoles, 24 de septiembre de 2014

La portería del Real Madrid se queda sin reglas

Iker Casillas y Keylor Navas
El Real Madrid traspasó el pasado mes de agosto a Diego López con el objetivo de eliminar de un plumazo el debate en la portería que en el último año y medio había desgastado al club. Sin embargo, poco más de un mes después de esta operación el club está viendo cómo su decisión sólo ha servido para todo lo contrario, pues en estos momentos el problema parece que se ha multiplicado exponencialmente.

No cabe duda que estamos ante un tema espinoso, por la presión mediática que se genera tanto por parte de los aficionados como de los medios de comunicación. Casillas no es un portero más, es el mejor cancerbero de la historia del fútbol español y uno de los más brillantes de todos los tiempos. Actualmente el mostoleño conserva una enorme legión de fans, aunque tampoco son pocos los que piensan que a sus 33 años debería dar un paso hacia a un lado para dejar paso a otros compañeros. Por lo tanto, el debate siempre va a estar en la calle y siempre habrá aficionados que le apoyen o que le piten.

La cuestión es cómo está gestionando el club esta situación. En estos 14 meses que lleva en el Real Madrid Ancelotti se ha caracterizado por gestionar de forma envidiable los conflictos que han ido surgiendo en uno de los vestuarios más complicados de llevar. Así, la recuperación para la causa de Di María fue un éxito atribuible del italiano; al igual que lo fue su solución en el asunto de la portería. El técnico encontró una solución bastante justa en la que se repartían las competiciones entre los dos cancerberos: Diego López la Liga y Casillas la Champions y la Copa del Rey.

El balance en este sentido fue muy positivo, pues el equipo conquistó dos títulos y no hubo necesidad de relegar a una suplencia continuada a ninguno de los dos porterazos que tenía el plantel. Pero este verano el club decidió cortar por lo sano, pensando que quizás lo idóneo para acallar el debate sería traspasar a Diego López para traer un portero más joven, de primer nivel y con la humildad y paciencia necesarias para asumir un rol de suplente en el tiempo que Casillas se mantuviera en el equipo. El problema es que hasta el momento Casillas no ha despejado las dudas sobre su rendimiento, sino más bien lo contrario. El capitán ha estado bastante desacertado e inseguro y ha acabado estando expuesto a una crítica feroz que no le ayuda a levantar cabeza.
 
Y en estas estábamos cuando ahora a Ancelotti se le ha ocurrido realizar una extraña rotación en la portería. De pronto el italiano ha decidido contar con Keylor Navas como titular ante el Elche, sin más premisas que la de su propia opinión y la de su cuerpo técnico. Hasta el partido de ayer el costarricense únicamente había disputado el partido amistoso que se jugó en Polonia ante la Fiorentina. Muy poco bagaje para uno de los porteros más en forma de la actualidad como quedó demostrado en el pasado Mundial de Brasil.

Por lo tanto, lo sorprendente no debe ser que ahora Keylor haya tenido minutos, sino en qué momento los ha tenido. Que también merece jugar es una evidencia, como lo era que Diego López merecía su cuota de oportunidades. Pero el tico ha aparecido en un momento importante de dudas y sin mediar ninguna 'regla' para regir su titularidad. Así como el año pasado cada portero sabía sus roles y competiciones, ahora la sensación es que se ha iniciado una política de rotaciones aleatorias en las que se impondrá el criterio del cuerpo técnico. Lo que viene a significar que el enorme 'globo' del debate que ya teníamos puede seguir creciendo en las próximas semanas.

La decisión de Ancelotti es valiente, pero tiene riesgos. Por ahora no ha dejado pistas sobre si se ceñirá a algún tipo de regla o costumbre. Es decir, la idea que se plantea es que estamos ante un año en el que un día podrá jugar Casillas y otro Keylor, sin importar la competición. Sólo mandará él como técnico a la hora de decidir. Y eso supone más presión mediática y más debate. Ahora la actuación de cada uno de los porteros se podrá medir y analizar y los números de uno y otro se podrán comparar. Algo que quizás sea positivo por incrementar la competencia entre ambos, pero que también puede convertirse en un arma de doble filo. Y es que este asunto no puede ni debe quedarse toda la temporada en las primeras planas de la actualidad del equipo, pues genera un gran desgaste y no ayuda precisamente a unir. Lo que me lleva a pensar que quizás ha sido un error terminar con lo que había demostrado funcionar tan bien la temporada pasada: el reparto de competiciones y roles en la portería.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Los once mejores jugadores no siempre hacen el mejor equipo

En este punto me resuta inevitable no recordar lo ocurrido en la temporada 2003/04. No porque crea que la cosa pueda acabar igual que entonces, que espero que no. De hecho, hay tiempo de sobra para corregir los errores que se están cometiendo. Sin embargo, hay algo de este nuevo Madrid que me remite al equipo que tras ganar la Champions en 2002 intentó seguir embelleciéndose hasta convertirse en un conjunto 'barroco' y sobrecargado de estrellas.

En el fútbol, como en la vida, los excesos no son buenos. Uno de sus puntos fuertes es que no se trata de una ciencia exacta, pues no está regido por matemáticas. Fichar a once estrellas no asegura el éxito si el entrenador no es capaz de que funcionen como un equipo. Y el Real Madrid de Queiroz fue un buen ejemplo de ello. Cuesta imaginar una plantilla con mejores jugadores que aquella, al menos en lo que refiere al once inicial. Por algo el club se ganó por entonces el apodo de 'galáctico'. No en vano, todo empezó de forma espectacular, con el equipo arrasando en todas las competiciones. Pero las opciones de lograr los títulos se fueron al traste en unos meses que ya forman parte de la historia negra del club.

Entonces el equipo cometió el error de pensar que con simplemente los nombres se podía ganar todo. La idea era poner a once muy buenos en el campo, sin importar si había equilibrio o no. Se podría decir que se intentó rizar el rizo utilizando como base el equipo que ganó la Novena en Glasgow, un conjunto quizás con menos calidad que el de 2004, pero bastante menos compensado. Y aquí es a donde me gustaría llegar. Noto cierta similitud con lo que vivimos estos días en que la eterna ambición devoradora del Real Madrid ha obligado al club a dar algo más a sus aficionados justo cuando menos hacían falta nuevos incentivos, tras la conquista de la Décima.

El pasado mes de mayo se ganó la Champions, sí. Pero resulta que este año vuelve a ser casi una obligación repetir el éxito. No en vano, es algo que nadie ha hecho desde que existe este formato de competición y esto es algo en lo que el Real Madrid también quiere ser pionero. Para ello se han hecho cuatro retoques en la plantilla, algunos de ellos obligados por las bajas obligadas de Xabi Alonso o Di María. Sin embargo, en lugar de buscar las opciones que mejor encajaban en las necesidades del equipo se ha dado prioridad a los nombres de moda. Y es que este 2014 ha sido año de Mundial, por lo que la directiva ha querido cuadrar el círculo con tres de los grandes cracks de la cita brasileña: Keylor, Kroos y James.

Carlo Ancelotti y James RodríguezDe ellos la presencia de Kroos y James está siendo prácticamente innegociable en el once en estas primeras semanas. Tanto por su calidad por lo que costaron. Sin embargo, cabe preguntarse si realmente encajan en el molde táctico que tenía el equipo hasta entonces. Porque ni el alemán es Xabi Alonso ni el colombiano es Di María. Ambos dan un salto de calidad en ataque al equipo, pero a cambio de menos trabajo atrás y de menos esfuerzo sin el balón. En estos momentos el Real Madrid juega sin mediocentro defensivo por la premisa de que a todos los buenos hay que ponerlos en el campo, olvidando que no siempre los once mejores hacen el mejor equipo posible.

No dudo que este Madrid necesite tiempo para ensamblarse, pero sí me genera dudas que con el once visto en el derbi ante el Atlético de Madrid se pueda llegar a un equilibrio similar al de la pasada temporada. Para mi gusto la participación de Illarra o Khedira (cuando este esté) debería ser innegociable, por una simple cuestión de compensación. Especialmente me sorprende el caso del vasco, quien fue fichado para relevar a Xabi Alonso y ahora que no está el tolosarra tiene todavía menos minutos que la pasada temporada. Quizás la clave está en que Illarra no es una estrella. Como Makelele en su momento, a quien el club dejó ir por considerarlo prescindible. Sin embargo, ese fue el primer error de los que provocaron que el Madrid de Queiroz se estrellara hace diez años. Aunque al menos ahora tenemos el consuelo de que tanto Illarra y Khedira siguen en la plantilla. Lo que significa aún hay tiempo de darse cuenta de que los títulos realmente no se ganan por el 'peso' de las estrellas, sino por el del esfuerzo.

domingo, 14 de septiembre de 2014

El Real Madrid, un esclavo del qué dirán

Ha vuelto a pasar. Es algo que empieza a convertirse en costumbre, en tradición para el Real Madrid. Año tras año, temporada tras temporada, vemos cómo el Real Madrid se deja un buen puñado de puntos en las primeras jornadas de Liga mientras sus grandes rivales ganan los partidos sin casi despeinarse. Y luego, como siempre, es el momento de hablar de conjuras, de que lo difícil no es imposible y de que quedan muchos partidos. Pero los milagros pasan una vez cada muchos años, diría que décadas. Y el último sucedió en 2007 con Capello. Hace nada, como quien dice.

Pero tampoco quiero precipitarme, pues quizá todavía no sea correcto usar la palabra 'milagro'. Sin embargo, seis puntos se antojan como una pequeña cuesta arriba en un momento crítico de la temporada. Y eso que la misma solo cuenta un mes de competición. Desde el gran partido de Cardiff al pésimo encuentro del Bernabéu ante el Atlético han mediado 32 días, tiempo más que suficiente para que el equipo haya dado mostrado sus dos caras más extremas. Lo malo es que la peor se vio el pasado sábado, en casa y ante el Atlético de Madrid. Aunque lo peor no es caer ante uno de los grandes rivales y uno de los principales candidatos al título (por mucho que el 'Cholo' se empeñe en vender su 'Vespa'). Lo peor es analizar la situación y darse cuenta de que el tiempo pasa y siguen sin atajarse los problemas más claros y básicos.

¿Que por qué tanto pesimismo? Pues porque la raíz del problema está en una plantilla corta y desequilibrada. Se habla mucho de Di María y Xabi Alonso, pero los dos jugadores querían irse. Y ya se sabe que cuando un futbolista fuerza la situación tiene todas las de ganar. Por lo tanto, el Real Madrid únicamente se adaptó a las circunstancias y las asumió. Pero su error vino después, porque el club se confió mirando la Décima en su vitrina. Se minusvaloró el papel que hacían el argentino y el español en el equipo, dando por hecho que los jugadores que ya había en la plantilla serían suficientes para cubrir estas dos importantes ausencias.

Sin embargo, ahora partido a partido nos estamos dando cuenta de que no hay dos jugadores como Xabi y Di María. Y si los hay, Ancelotti mira a otro lado. Me refiero a Illarramendi, el único jugador con Khedira lesionado que sería capaz de compensar las evidentes carencias del equipo en el centro del campo. No hay que ser muy perspicaz para ver que el centro del campo del Real Madrid no carbura con Kroos, Modric y James. Más que nada porque ninguno de ellos es un mediocentro de contención, un Xabi Alonso capaz de colaborar con los centrales en los marcajes y de hacer las coberturas a los laterales. Sin embargo, el italiano los sigue alineando, en un ejercicio de empecinamiento que tiene el dinero como responsable.

Jugadores del Real Madrid cabizbajosJames no tiene la culpa de lo que ha costado ni de ser mediapunta. Es muy bueno, pero si juega de interior pierde facultades y descompensa al equipo. El colombiano está metido con calzador porque ha costado casi 80 millones de euros, y ese dinero es una invitación a la titularidad. Su sitio está en uno de los tres puestos de ataque, los que ocupan Benzema, Cristiano o Bale. Quién deba jugar de los cuatro ya es problema del técnico. Pero el centro del campo necesita otra cosa, un centrocampista con capacidad de sacrificio y cuya prioridad sea guardar la posición delante de los centrales. No se fichó ningún jugador de este tipo este verano, pues Kroos no lo es, así que no queda otra que recurrir a los que ya tenemos. Por ello lo sangrante es que el sábado a Ancelotti no se le pasara por la cabeza el sábado dar minutos a Illarra, lo que viene a significar de que aún no es consciente del problema.

Y luego está la portería. Todo un problema que se soluciona fácilmente: con simple cordura. Que Iker ha sido el mejor portero del mundo durante una década nadie lo duda. Y que ya no está para ser titular tampoco. Creo que el primero que sabe que no está a la altura en estos momentos es él mismo. Su trayectoria le hacía merecedor de una nueva oportunidad de recuperar la titularidad, pero está quedando claro que le falta algo, empezando por confianza y acabando por agilidad. Con la venta de Diego López se ha conseguido justo el efecto contrario que se pensaba, pues el Madrid se deshizo del gallego queriendo huir de la polémica diaria y resulta que ahora tiene un debate elevado a la enésima potencia. Aunque con la diferencia en estos momentos de que hay una evidencia incontestable que se les hace difícil de negar incluso a los más incondicionales del portero de Móstoles.

En definitiva, la plantilla es la que es, al menos hasta el mes de enero. Sin embargo, no todo está perdido, pues hay recursos aprovechables en la plantilla a corto plazo. La clave es abrir los ojos y darse cuenta de los problemas. De que se han ido unos jugadores importantes y han venido otros también importantes, pero diferentes. Es lógico que el entrenador tenga ahora que hacer una labor de reconstrucción, pero eso es algo que se está haciendo desde la premisa equivocada de que no pasa nada si se cambia trabajo defensivo y sacrificio por más talento y calidad ofensiva. La táctica es la misma, pero ahora hay un jugador menos que trabaja (dos si se cuenta a Di María) y uno más que ataca. Y eso se traduce en un desequilibrio, cuyo origen está en el qué dirá la prensa y la afición. ¿Qué dirán si no juega James, el chico de los 80 millones de euros? ¿Qué dirán si no juega Casillas, el mejor portero de la historia de España? Pues que digan lo que quieran, porque lo importante es el Real Madrid y el equipo demanda soluciones al precio que sea.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Al campeón de Europa le toca reinventarse

Hace unas semanas expresaba en este espacio mi preocupación ante la posibilidad de que el Real Madrid se quedara con una plantilla corta para afrontar una temporada con seis competiciones en juego. Ahora, una vez terminado el mercado de fichajes, me ha quedado claro que el club tiene previsto afrontar el inicio de su año más ambicioso con uno de los 'fondos de armario' más cortos de los últimos tiempos. Aunque no totalmente por decisión propia, todo hay que decirlo.

Quizás el punto de inflexión de este verano se produjo cuando a pocos días del cierre del mercado Xabi Alonso se plantó delante de Florentino Pérez y José Ángel Sánchez para pedirles "encarecidamente" salir del club. Fue un paso inesperado y casi se podría decir que improvisado, impropio de un jugador cabal y profesional como el tolosarra. Las razones que están detrás de esta petición solo las conoce él, pero lo que nadie puede dudar es que al Real Madrid no le quedó otra que aceptar su petición. Xabi Alonso siempre ha ido de frente con el club y ha tenido un comportamiento exquisito en los cinco años que ha pasado en Concha Espina, por lo que el deber de la institución era escuchar y atender su petición.

El traspaso consiguiente dejó un boquete en la plantilla que el cuerpo técnico y la directiva minusvaloraron desde el primer momento. Ya lo dijo Florentino Pérez, pues aseguró que el club consideró que tenía el centro del campo bien cubierto aún teniendo en cuenta la venta de Xabi Alonso. Por ello nadie movió ni un dedo para reforzar la medular, dejando a Khedira e Illarramendi como sustitutos potenciales del internacional español. Sin embargo, el cruel destino tardó solo unas horas en tirar por los suelos esta planificación con la lesión del alemán. Seis semanas de baja y a empezar a la temporada con Illarra como único pivote defensivo para el campeón de Europa.

El problema que hay sobre la mesa es importante, pues ahora mismo Ancelotti tiene un puesto en el centro del campo que no tiene claro cómo ocupar. En las dos primeras jornadas ha optado por James, más por el peso de sus 80 millones de euros que por estar ya adaptado y acoplado al equipo. El colombiano es un excelente jugador, pero no es ni mucho menos Ángel Di María. Ni tiene su velocidad, ni su desborde ni su capacidad para desgastarse y recuperar balones. El resultado de su titularidad es que el Real Madrid está jugando con un once totalmente descompensado, donde todos los centrocampistas y delanteros tienen 'gen' ofensivo. No en vano, se podría decir que el equipo blanco jugó en Anoeta con cuatro jugadores con alma de mediapunta (Modric, James, Isco y hasta Benzema) en un planteamiento táctico que, paradójicamente, no deja lugar para mediapuntas.

James RodríguezUna de las claves de la situación actual está en la política de fichajes desarrollada este verano. El club gastó más de la mitad de lo presupuestado en James Rodríguez, un 'cromo repetido'. El cafetero es un futbolista enorme, pero con características muy similares a lo que ya tenía el Real Madrid. Fueron 80 millones que solo el tiempo dirá si se gastaron adecuadamente, pero que por lo pronto impidieron que esta inversión se realizara en otras posiciones que resultaban más necesarias, como el centro del campo. El resultado es un ataque plagado de talento, pero un medio carente de la mano de obra tan necesaria para mantener en pie a cualquier equipo que se precie.

Una de las primeras cosas que dijo Ancelotti al llegar al Real Madrid es que su objetivo era encontrar "el equilibrio". Y lo hizo sorprendentemente con Di María. Pero en los últimos meses el argentino hizo los movimientos oportunos para facilitar su salida. Por mucho que diga ahora que no quería irse, él fue el primero en generar dudas y en tener un comportamiento a todas luces molesto para la directiva. Por eso las ventas de Xabi Alonso o Di María no deben ser achacables al club, pues fueron los propios jugadores los que hicieron todo lo posible para irse.

Sin embargo, ahí acaba la exención de responsabilidades, porque el Madrid también debe asumir algunas. Han llegado cuatro magníficos jugadores, pero no se han potenciado adecuadamente las posiciones más débiles. A estas alturas hay una plantilla corta, sin extremos con desborde más allá de Bale (y Jesé cuando se recupere), con pocos centrocampistas con capacidad de sacrificio y con la incógnita en ataque de 'Chicharito', un voluntarioso delantero que no se sabe cómo va a responder. En definitiva, muchas dudas y pocas certezas justo cuando debería ser todo lo contrario. En mayo teníamos la 'Décima' bajo el brazo y la seguridad de estar haciendo bien las cosas, pero por una cosa o por otra ahora estamos ante un nuevo proyecto. Y eso significa que esta temporada el Real Madrid se va a tener que reinventar si quiere ser el primer equipo de la historia que revalida la Champions League.