domingo, 29 de junio de 2014

Laso no merece dudas

Las malditas dudas. Tras tres años de tregua otra vez estamos igual que siempre. O al menos, que en las últimas dos décadas. Porque desde mediados del 90 el Real Madrid de baloncesto no ha pasado más de un trienio sin tener deseos de autodestrucción, de hacer 'borrón y cuenta nueva' para con la esperanza de que alguna vez suene la 'flauta' y por fin llegue la novena Copa de Europa. Laso llegó en 2011, por lo que el plazo se cumple este verano y parece que la tradición no va a faltar a su cita. De hecho ya estamos escuchando cómo hay voces que ponen en duda la continuidad del técnico y, por ende, de un proyecto que no merece un abrupto y triste final.

Impaciencia. Es una palabra que a este club le ha hecho muchísimo daño en los últimos años, tanto en fútbol como en baloncesto. El Real Madrid es la institución deportiva más importante del mundo y eso tiene el precio. El de tener la exigencia permanentemente aferrada al cogote obligando año tras año a ganar todo; a pesar de que el fútbol y el baloncesto no son una ciencia exacta y no siempre gana el que tiene mejor equipo o el que hace un juego más vistoso. El equipo de la canasta lo ha podido comprobar este año, un curso en el que ha labrado el mejor baloncesto FIBA de los últimos años a cambio de desfondarse durante el tramo final de temporada. En esta ocasión la realidad ha sido cruel y ha dejado claro que de nada sirve lucirse antes de marzo si luego no se remata el trabajo a la hora de jugar las finales.

Durante años he visto cómo esta sección merengue penaba sin un rumbo fijo. Han sido temporadas de dar palos de ciego y de fichar jugadores de medio pelo sin ton ni son, en un ejercicio casi más de azar que de fe en las propias posibilidades. Durante muchos años el club ha confiado poco en su equipo de baloncesto y lo ha dejado arrinconado en un segundo plano, con unos tristes réditos que saltan a la vista: 16 años sin jugar una Final Four, 18 años sin ganar una Copa del Rey y cuatro míseras ligas en los últimos 20 años. Un bagaje de equipo de segunda fila e impropio del mejor club europeo de todos los tiempos.

Tras regresar a la presidencia Florentino Pérez se dio cuenta de la papeleta y renovó ilusiones. Fichó al mejor entrenador posible, Messina. Pero el italiano no encajó en el proyecto y duró meses. Se volvió a empezar por enésima vez. Y el siguiente plan fue optar por un perfil más bajo, el de un hombre joven y buen conocedor de la casa: Pablo Laso. La apuesta fue arriesgada, pero mereció la pena. Por una vez en mucho tiempo el Real Madrid trabajó desde la paciencia, la humildad y apostó por el baloncesto de ataque. Ya tocaba que todo volviese a ser como antes. La misión costó, pero poco a poco la labor se fue imantando hasta traer todos los títulos nacionales.

Pablo LasoUna Liga ACB, dos Copas del Rey y dos Supercopas de España en tres años. Dos subcampeonatos de Europa y dos subcampeonatos de Euroliga. Así se resumen los tres años de Laso en el Real Madrid. Luces y sombras, pero un denominador común: finales. La obligación de este club por historia es competir siempre todos los títulos y estar siempre peleando los trofeos a la hora de la verdad. Se podrán ganar luego o no, pero este club necesitaba sentirse protagonista. Y Laso ha hecho el trabajo más difícil, el de coger un equipo despedazado para reconstruirlo, darle una identidad, un juego y ponerlo otra vez en el panorama internacional. Porque por mucho que el Real Madrid tenga ocho Copas de Europa en sus vitrinas no se puede obviar que en 16 años nadie fue capaz de llevarle hasta una final de Euroliga.

Este año se han cometido errores. Empezando por unas rotaciones desequilibradas que han sobrecargado de minutos a jugadores como Llull, Rudy o Sergio Rodríguez en partidos intrascendentes. Y siguendo por hablar y pensar en los árbitros a destiempo, como tras el primer partido de la última final. Tocará aprender la lección. Pero también es cierto que este equipo ha jugado como nadie en Europa en los últimos años. Ha batido récords de victorias y ha enamorado en cada pista en la que ha jugado. Eso ya es mucho, aunque los títulos no hayan venido detrás. Porque el buen baloncesto genera ilusión por sí solo y generalmente es un ingrediente básico de la receta del éxito. Si este año no ha sido así es porque el juego ha ido de más a menos y se ha agotado demasiado pronto. Un problema a estudiar, pero con presumible solución.

Sinceramente, estoy preocupado por la situación. Empiezo a percibir la misma sensación de inseguridad de antaño, esa ansiedad constante por ganar a costa de cualquier cosa. De cambiar por cambiar a la desesperada, de querer paliar una decepción con caras nuevas a pesar de que el equipo ha recuperado su sitio entre los más grandes. Algunos piensan que si se va Laso el entrenador que vendrá en su lugar hará uno o dos pequeños retoques. Lo dudo. Porque este Madrid lleva el sello de Laso, ha sido confeccionado por él. Y el que viniese ahora querría hacer lo propio para construir un conjunto a su medida.

Así pues, creo que con el cambio acabaría una etapa inolvidable. Y lo triste es que lo haría con la sensación de que el 'Laso Team' podía dar todavía más de sí y de que la Euroliga estaba al caer más pronto que tarde por simple cuestión de madurez. Ahora estamos inmersos en día se decisiones importantes, en los que existe una corriente favorable a regresar a la vieja estrategia del 'borrón y cuenta nueva'. La misma táctica que durante años solo nos ha traído desilusiones en cadena. Todo por simple impaciencia y por creer que hasta los títulos se llega siempre en línea recta. La presión de algunos para provocar el cambio va a ser muy fuerte en estas fechas, pero el club todavía tiene en su mano decidir qué quiere hacer: apostar por la paciencia manteniendo lo mucho que se ha hecho bien y cambiando lo poco que se ha hecho mal, o volver a empezar de cero y declarar el estado de incertidumbre. Yo, desde luego, tengo muy claro lo que haría.

sábado, 28 de junio de 2014

De la estrella a estrellarse en cuatro años

Antes que nada me gustaría reconocer y agradecer todo lo que ha conseguido la selección española en los últimos seis años. Este equipo ha hecho historia con letras de oro y ha conseguido algo que hace cuatro años dudaba que lograra ver a lo largo de mi vida: ganar un Mundial. Ha sido una generación para sentirse orgulloso y para recordar siempre, pues difícilmente algún equipo llegue a sublimar tanto el fútbol como lo hizo la 'Roja' entre 2008 y 2013.

Hasta ahí los merecidos aplausos. Porque el propósito de este artículo es otro. El de analizar los motivos por los que el equipo que nos enorgullecido tanto ha llegado a un punto de casi avergonzarnos. Porque no se pueden obviar los datos: un gol a favor (de penalti dudoso) y siete en contra para el peor bagaje de España en la historia de los Mundiales. La mejor generación de la historia de este país y una de las mejores de todos los tiempos no merecía caer sin honor. Todo equipo tiene derecho a tener su decadencia y a perder, pero no de esta forma. Y es que ha sido una imagen que ha empequeñecido a este equipo y ha sacado a relucir los pocos puntos débiles que ha tenido durante estos años en su estilo de pase y juego preciosista.

La historia reciente ha tenido ya varios ejemplos de cómo una campeona del mundo se estrellaba en el siguiente campeonato sin remisión. Francia o Italia pueden dar fe de ello. El problema en el caso de España es que se podía anticipar lo que luego ha ocurrido. Algo que no ha impedido que el conformismo, la autocomplacencia y el inmovilismo hayan seguido presentes. Resulta sorprendente que Del Bosque hiciera solo dos cambios tras el partido ante Holanda: Xavi y Piqué. ¿Era esa la revolución que necesitaba el equipo? Está claro que no. Y aún así no tocó nada más, mantuvo su planteamiento táctico e incluso debilitó aún más el centro del campo al cambiar a Xavi por Pedro, bajando a Silva a la medular ante un equipo como el chileno, que iba a plantear el partido con cinco medios de gran despliegue físico.

Vicente del BosqueEs imposible evitar la sensación de que España no había trabajado este partido. El cuerpo técnico sabía desde hacía seis meses que Chile iba a ser su rival en este Mundial y aún así no hubo ningún planteamiento enfocado a reforzar la medular o a huir de la presión asfixiante de la selección sudamericana. Durante el partido los jugadores españoles siempre se vieron rodeados de varios rivales, no contaban apoyos y no podían mover el balón rápido y en corto para huir del agobio. No tenían la fórmula de cómo jugarle a Chile, y eso que había habido tiempo de sobra para buscarla.

Mientras tanto Del Bosque se mantuvo impasible en la banda. Ni un cambio táctico, ni una idea novedosa para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Fue una España vencida, hundida desde el gol de Vargas tras un inicio decente, pero tampoco brillante. La selección agachó la cabeza y claudicó manteniendo su estilo hasta el minuto 90, con el matiz de que esta vez acabó siendo un boceto bastante triste de la brillantez de antaño. Los pases ya no eran precisos, los jugadores no tenían movilidad y se jugaba con más corazón que cabeza. Cuando el colegiado pitó el final los futbolistas españoles penaban y deambulaban por el campo.

Ha sido un triste final. Quizás era inevitable, aunque podría haber transcurrido con otro guión menos duro. Pero el seleccionador se ha empeñado en no variar nada, dejando las telarañas en el mismo sitio de siempre. Hace seis años cogió este equipo a modo de herencia de Luis Aragonés y lo hizo campeón. Meritorio por ser el entrenador, pero ahora se empieza a ver que quizás la clave de ese éxito estuvo en los jugadores. España ha contado con la mejor generación del fútbol mundial en el último lustro y así es mucho más fácil trabajar, sobre todo si antes hubo un técnico que iluminó el camino a seguir.

Sin embargo, ahora los tiempos de bonanza se han acabado y es cuando la España más ha necesitado a su seleccionador. Pero este se ha negado a ver la realidad y ha preferido mantener el mismo rumbo de colisión, fiel a unas ideas añejas y caducadas. Probablemente porque no sabe hacer otra cosa y no tiene 'cintura'. Para mantener a un equipo en el buen camino quizás no haya otro mejor que él. Pero si es para encontrarlo, mejor que la federación vaya buscando a otro, porque Del Bosque no es hombre para grandes revoluciones. Brasil era el momento y no lo ha hecho, así que será que lo suyo no es el 'trabajo sucio'. Y es que la misión de la regeneración de España no puede recaer en alguien más preocupado de quedar bien con sus jugadores que de tomar las decisiones necesarias para el bien del grupo, por dolorosas que estas sean.

domingo, 15 de junio de 2014

Los amigos de Del Bosque

Habrá algunos que digan que esta selección española es intocable por todo lo que ha conseguido durante los seis últimos años. Pero eso no es así. Este equipo merece un respeto, pero también merece reflexión desde la autocrítica. Porque el partido del pasado viernes fue una mancha histórica y una humillación que quizás pudo sorprender por la magnitud de la herida, pero que a muchos no nos extraña en el fondo. Y es que este equipo lleva meses dando síntomas que su seleccionador se ha negado a ver por su tendencia innata a dorarle la píldora a un sector del vestuario.

Decía el jueves Xavi Hernández que el estilo de España es innegociable. Bien. Pero lo que sí es negociable es su presencia en el equipo. Y la de otros jugadores caducados hace tiempo o en un evidente lamentable estado de forma. Ante Holanda el propio Xavi se dedicó a andar por el campo, al igual que su compañero Busquets, quien por lo visto está jugando con una pubalgia que está reduciendo sus actuaciones a tristes ridículos. El viernes España no tuvo centro del campo y ahí empezaron todos sus males. Acusar a los centrales o incluso a Casillas es solo arañar la superficie de los verdaderos problemas de este equipo. Es, digamos, ser muy simples.

La cuestión es mucho más profunda y viene de que esta campeona del mundo tiene varios jugadores que andan. Y quizás lo peor es que se veía venir. Todo por el patético empeño del seleccionador en perpetuar un once inicial desgastado en varias zonas, con un buen número de futbolistas que han demostrado su decadencia en el Barcelona. En la Ciudad Condal llevan años asignándose las méritos de las victorias de la 'Roja', y puede que al final algo de razón tuvieran. El mejor argumento de ello es que Del Bosque se ha tapado los ojos ante el pésimo año culé y ha seguido llevando y poniendo a los Xavi, Busquets, Piqué y cía. De ellos solo se salvan de la quema Iniesta y Pedro, también lejos de su mejor nivel, pero al menos con la capacidad de cargar con sus botas.

Tras la convocatoria de España se ha hablado de grupo y de bagaje de esta selección. Se ha justificado la presencia de futbolistas como Torres o Pepe Reina con base en que hacen piña y caen bien al grupo. El tema es que esto se trata de jugar al fútbol. Y ni Reina ni Torres están entre los cinco mejores en su puesto de España. Algo que se podría hace extensible a Xavi, Busquets, Villa o Cazorla. Pero son 'amiguetes'. Por esa misma razón se ha quedado fuera un señor como Arbeloa, un futbolista que también era de este grupo pero al que parece que algunos han vetado desde ese mismo vestuario. El salmantino no hace piña y Del Bosque prefiere que el núcleo culé de la 'Roja' no se encuentre con una cara que consideran 'non grata'.

En definitiva, esto es cuestión de amiguismos. De esos hay pocos del Real Madrid, quizás únicamente Casillas. Ramos y Xabi Alonso van con España porque son los mejores en su puesto. Sin discusión. Si no fuera así, quizás Del Bosque también los hubiera dejado fuera, ya que no son muy de la línea marcada por uno de los líderes del vestuario, Xavi Hernández. Algo que explica también por qué dos campeones de Europa como Carvajal o Isco estén ahora en su casa siguiendo el Mundial por la televisión. Incomprensible a todas luces, pero como Del Bosque tiene un Mundial y una Eurocopa había que aplaudir su convocatoria. Total, apostaba por los mismos de casi siempre. Solo que con cuatro años más que en Sudáfrica y ya se sabe que ningún país ha repetido Mundial desde los años 60. Por algo será.

Y que nadie se equivoque, porque la goleada ante Holanda me ha dolido en el alma. Por eso quizás soy tan crítico en estos momentos. Lo que no impide que aún tenga la mínima esperanza de que esto se pueda reconducir de alguna forma. Al fin y al cabo, estos jugadores siguen siendo muy buenos y el miércoles tendrán ganas de cerrar bocas. Quieren, veremos si pueden. Pero para eso Del Bosque tendrá que hacerse notar y coger el bisturí para cortar y suturar aquí y allá. Sin miedo a los que puedan quedar en el camino, por muy amigos que sean y por muy bien que se les dé jugar a la pocha. Todo lo que no sea hacerlo se convertirá en un claro homenaje a la leyenda de los miembros de la orquesta del Titanic, quienes prefirieron resignarse a morir desde la autocomplacencia que dedicar sus esfuerzos a sobrevivir.

domingo, 8 de junio de 2014

Cristiano, ante un sacrificio difícil de regatear


¿Alguien se imagina el Mundial de Brasil sin Cristiano Ronaldo? Cuesta hacerlo, desde luego. El portugués es uno de los futbolistas más ambiciosos del planeta y el 2014 ha empezado bastante bien para él. Si el Balón de Oro se entregara hoy quizás la única duda estuviera en si se lo llevaría el propio Cristiano Ronaldo o su compañero Sergio Ramos. Por eso, el delantero está ante una ocasión única de demostrar en la cita de este verano que merece revalidar el trofeo y, por qué no, hacer algo grande con su país. Sin embargo, la rodilla izquierda no deja de pedirle tregua.

Cristiano Ronaldo y lesión han sido palabras que se han escrito y dicho juntas muchas veces en los dos últimos meses. El 'crack' arrastra problemas físicos desde hace varias semanas, algunas antes del duelo de cuartos de final ante el Borussia Dortmund. Su imagen tirado en el suelo y pidiendo el cambio en el partido de ida de la citada eliminatoria fue llamativa. Él, el hombre que lo quiere jugar todo, pedía irse del campo porque no podía más. Fue la mejor demostración de que algo estaba fallando en su rodilla y de que el asunto iba más allá de unas simples molestias. Cristiano Ronaldo estaba lesionado justo cuando la temporada entraba en su recta final.

A partir de entonces la articulación del jugador fue una habitual de la actualidad merengue. El de Madeira desapareció y apareció de forma intermitente en el equipo, alternando pequeños descansos con partidos. Sin embargo, no pudo estar en la final de Copa del Rey y se quedó en el camino en su intento de ayudar al equipo en las últimas jornadas de Liga. Su ausencia se notó y el equipo la pagó en campos como el Nuevo José Zorrilla o Balaídos, donde la pólvora ofensiva demostró estar bastante mojada. El título se esfumó y ya solo quedaba la Champions.

Cristiano RonaldoEra un partido, el más importante del año, así que el esfuerzo mereció la pena. Aún así, Cristiano no fue Ronaldo en Lisboa. No jugó bien y se notó que su empeño venía más de su corazón que de su cabeza. Con la Champions aún caliente, él mismo admitió que jugó bastante mermado. Pero no importó, porque el equipo ganó e incluso él tuvo el caramelo de cerrar el partido con su gol de penalti. Misión cumplida y a pensar en el Mundial, aunque con la tarea pendiente curar la renqueante rodilla.

El problema es que los 120 minutos de Lisboa le pasaron factura y se presentó en la concentración de su país en una situación preocupante. Tanto como para que el seleccionador Paulo Bento llegara a dudar de su presencia. Sin embargo, muy mal tendría que estar el portugués para que el 16 de junio no esté de inicio en el debut de los suyos ante Alemania. Cristiano Ronaldo sabe que su país le necesita y que el Mundial le reclama. Tiene 29 años y cada vez le quedan menos escaparates como éste. Él ni se plantea faltar ese primer día, ni los que vengan a continuación. Una vez más, el esfuerzo le merecerá la pena, porque este torneo no será uno más.

Así que Cristiano jugará y no descansará. Justo lo contrario que pide una lesión como la tendinitis rotuliana, la cual reclama algún mes de reposo para no convertirse en crónica. Su descanso tras el mundial se limitará a tres o cuatro semanas a lo sumo, porque el Real Madrid se jugará la Supercopa de Europa el 12 de agosto. Aunque para entonces no se descarta que el delantero haya decidido primar su salud sobre los objetivos inmediatos. Es algo que tendrá que hacer tarde o temprano, porque su lesión no se cura de un día para otro. El problema es que el calendario de este año está más apretado que nunca y Cristiano se debe a sus equipos. Su cabeza le pide parar, pero su corazón se lo impide. Por eso, quizás en agosto sea el momento de tomar las difícil decisión que lleva posponiendo desde finales de marzo. Será un sacrificio necesario por su bien y por el del Real Madrid.