sábado, 28 de septiembre de 2013

Motivación para escapar de la vulgaridad

Hace una semana comentaba en este espacio que dos meses es muy poco tiempo para pretender encontrar el sello de Ancelotti en este equipo. Y así es. Pero más allá del juego del equipo, hay otro aspecto que merece una reflexión. Hasta ahora está quedando patente es que el Real Madrid cuenta con vicios evidentes del pasado que van a ser muy difíciles de eliminar. Especialmente el de la actitud de muchos de los jugadores cuando el calendario les obliga a jugar en campos de equipos teóricamente inferiores y en partidos donde son claramente favoritos.

Tanto en la última temporada como en el inicio de la presente el Real Madrid se está demostrando como un equipo con problemas de motivación en partidos, a priori, asequibles. La Liga es un campeonato que con el paso de los años cada vez penaliza más los fallos puntuales, pues enfrente está un rival como el Barcelona que solo pierde un puñado de puntos cada año. Por eso, cada empate o cada derrota en este torneo es como una pequeña cornada para las aspiraciones del equipo.

El curso pasado se dio la circunstancia de que prácticamente en el mes de noviembre ya no había título de Liga que disputar. Se perdieron multitud de puntos en campos de equipos de menor nivel que el Real Madrid: Getafe, Sevilla, Granada, Betis, Málaga… Todos ellos con merecimiento, dicho sea de paso. Porque en estos encuentros el Madrid mostró su cara más apática y su juego más vulgar, con un estilo carente de alma y de intensidad.

Por entonces lo sucedido se explicó con base en las diferencias existentes en el vestuario entre jugadores y técnico. Bien, así pudo ser. Sin embargo, a día de hoy hay ciertas sensaciones que se siguen repitiendo como si de un molesto déjà-vu se tratase. Y ya no es una cuestión de jugar mejor o peor, sino de las sensaciones que transmite el equipo sobre el campo. Hay encuentros en los que la movilidad en ataque brilla por su ausencia y en los que todo parece más a expensas de una jugada aislada de Cristiano que de acciones trenzadas y bien diseñadas.

Así se venció en Granada. Luego se mejoró algo, a pocos ratos, ante el Villarreal. Y se ganó el miércoles en Elche. Pero la victoria ante los ilicitanos no puede ni debe tapar que este Madrid sigue teniendo problemas importantes a la hora de afrontar estos duelos de 'pico y pala' ante rivales batalladores.

Durante los últimos días Ancelotti ya se ha encargado de avisar que no se pueden empezar los partidos dormidos como ocurrió ante el Getafe. Y añado que tampoco podemos acabarlos como en el Martínez Valero, porque dos puntos que podía valer media Liga estuvieron cerca de irse al traste por un fallo de concentración.

Y como digo, ya no es cuestión exclusiva de hacer mejor fútbol o peor; pues en esto se tiene que ir mejorando con el paso de los meses. Es un asunto exclusivamente de sacar adelante los partidos poniendo lo mismo que el rival sobre el campo. Si los equipos pequeños juegan con ilusión ante el Madrid, el equipo blanco debe poner tanto o más que ellos. Si no se puede ganar a base de genialidades y de enamorar al público, hay que ir a por la victoria por carácter y orgullo. Es un componente mental, un 'chip' que hay que ponerse ya para no volver a desangrarnos desde el primer momento.

Por fortuna, esta apatía es solo cuestión de días puntuales. En casa y ante los equipos grandes el Madrid casi siempre responde. Mourinho enseñó a competir en las grandes citas a la mayoría de los jugadores de esta plantilla y eso se nota a la hora de la verdad. Ahí no suele haber queja que valga. Pero urge reflexionar sobre los 'otros' partidos y la actitud a la ahora de afrontarlos. Estamos en una época donde la Liga española es una de las más desiguales del mundo entre los aspirantes a ganarla y el resto de equipos. Pero esto sigue siendo fútbol profesional y aquí nadie regala nada. Por eso, el Madrid no puede permitirse el lujo de salir a jugar algunos partidos en segunda marcha. Más que nada porque ya no está Mourinho para cargar con las culpas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

No es momento para revoluciones

Solo le han dejado dos meses y ya están empezando a aflorar los primeros comentarios críticos. Un sector de la prensa lleva unos días vendiendo la teoría de que la mano de Carlo Ancelotti no se nota en el Real Madrid y de que el equipo blanco sigue sin tener un juego reconocible. Pero, ¿es que acaso se podía esperar otra cosa a estas alturas de temporada?

El Real Madrid ha jugado esta temporada trece partidos, ocho amistosos y cinco oficiales. Ha ganado doce de ellos y ha empatado solo uno, el último de Liga ante el Villarreal. Sin embargo, ya hay quien le pide más al equipo y empieza a recordar la promesa que Ancelotti hizo el 26 de junio pasado al ser presentado como nuevo entrenador madridista: la de buscar permanentemente el buen fútbol. Por ahora el equipo no se ha lucido demasiado, más allá de momentos concretos y de su espectacular goleada en Galatasaray. Pero es que a estas alturas no le podemos pedir mucho más.

En el fútbol dos meses no son nada. Y menos si en este tiempo ya ha habido dos 'parones FIFA' por los compromisos de las selecciones nacionales. Lo cual se traduce en un par de semanas en las que Ancelotti no ha podido trabajar con su plantilla. Si a eso se le suma que el primero de los meses fue de pretemporada, tenemos que el italiano solo ha dispuesto de unas pocas semanas para inculcar sus ideas y conceptos a los jugadores merengues. Un tiempo escaso para poder ni siquiera pensar que el Real Madrid está en disposición de mostrar su mejor cara a corto plazo.

En el fondo de todo este asunto se intuye una cierta paranoia sobre el legado de Mourinho. Algunos han llegado a vilipendiar tanto al portugués que están impacientes por dejar de ver cualquier rastro del técnico en este equipo. Pero que tampoco se esfuercen demasiado, porque por mucho que les duela, es inevitable que el Real Madrid siga teniendo un cierto toque 'Mou' en su estilo y en su juego. Más que nada porque el ahora entrenador del Chelsea fue el que lo reconstruyó prácticamente de cero desde el caos dejado por Pellegrini en 2010.

A día de hoy no podemos esperar un Real Madrid de juego puramente de toque (digamos tiki-taka), porque no está preparado para eso. Durante tres años el equipo ha sido programado para jugar de una manera muy concreta que, dicho sea de paso, se adapta a como un guante a las características de sus jugadores. La idea que subyace en todo esto es que el conjunto merengue no puede jugar a algo muy diferente a lo que ha jugado en los últimos tiempos porque no sabe hacerlo. El 'leitmotiv' de este equipo es la velocidad y juego directo y sería absurdo intentar cambiar esto.

Así se vio el martes pasado en Estambul, donde el Madrid completó su mejor segunda parte de la temporada. A la contra devoró al Galatasaray por rapidez, calidad y pegada. Y jugó muy bien, haciendo gala del estilo que le ha caracterizado en los últimos años y que en 2011 le permitió ganar la Liga más espectacular de la historia. No en vano, tiene a los dos mejores jugadores del mundo para este estilo, Cristiano Ronaldo y Bale. Y además le agrega otros muy buenos para ello como Di María, Jesé o Modric. Al fin y al cabo, cada uno intenta jugar como mejor sabe y el Madrid lo tiene muy claro desde hace tiempo.

Esto no impide que este año contemos con un equipo con más recursos gracias a los nuevos fichajes. Carvajal aportará más profundidad y ataque por la banda derecha, Isco más llegada y movilidad en segunda línea, Casemiro e Illarra más frescura y salida de balón en el centro del campo... Detalles que permitirán que el Madrid de Ancelotti cuente con más posibilidades a la hora de plantear los partidos, sin que se vea asfixiado ante rivales defensivos de gran orden táctico. Por ello, este conjunto tiene más variables y soluciones que el de Mourinho, pero en el fondo su esencia va a seguir siendo la misma. No nos volvamos locos y busquemos revoluciones, porque el objetivo es aprovechar el trabajo hecho en los últimos años y crecer a partir de él.

sábado, 14 de septiembre de 2013

El escudo pesa más que los nombres

Hace poco de dos meses Carlo Ancelotti llegó al Real Madrid con la vitola de ‘pacificador’. Tras los tres años de constantes agitaciones que había propiciado Mourinho, con el italiano se suponía que iba a ser momento para la paz y la tranquilidad. Sin embargo, hasta el momento la situación nunca ha dejado de estar convulsa. Más que nada porque el nuevo entrenador ha tomado una decisión deportiva muy similar a una de las que llevó al portugués a enfilar la puerta de salida.

El de la portería es un asunto que tiene al madridismo a maltraer desde principios de año. Casillas se lesionó y con ello dio a Mourinho la excusa perfecta para que fichara un portero de los que le gustaban: alto, seguro por arriba y con buen juego con los pies. Diego López. Un pedazo de cancerbero que cogió la titularidad por los 'cuernos' y no la soltó en ningún momento. Hasta ahora. Ni un solo motivo ha dado el gallego para dejar de ser el hombre que defienda la portería del club más importante del mundo. Simplemente no ha fallado y ha cumplido su trabajo con un notable alto.

Así pues, su pretemporada ha sido buena. Mejor incluso que la de Iker Casillas, algo falto todavía en rodaje y, sobre todo, confianza. Al mostoleño se le vio dubitativo en la gira norteamericana, especialmente en el principal punto negro de sus características, los balones aéreos. Aún así hizo buenas actuaciones como la del encuentro ante el Chelsea. Pero insuficiente para ganarle el puesto a su compañero, quien sin duda está en el mejor momento de su carrera deportiva. Todo lo contrario que el capitán, inmerso en un mar de dudas e incertidumbres.

Si Ancelotti ha querido que Diego sea su titular en Liga por algo será. Por mucho que Casillas haya sido y pueda seguir siendo el mejor portero del mundo. La cuestión es que Iker no está en condiciones de esperar mucho tiempo sentado en el banquillo. El de Brasil está llamado a ser su último Mundial. Y eso, para alguien que es y será leyenda del fútbol mundial cuando se retire, es mucho pesar. Tiene que poner en la balanza su carrera profesional o su sentimiento madridista con la perspectiva de pasar muchas tardes a la sombra del banquillo y empezar a clausurar su brillante carrera. Así que es normal que tenga dudas.

Sin embargo, el italiano adelantó el viernes en rueda de prensa que tiene prevista una solución salomónica para este asunto. Por ahora Iker será el portero de la Champions, y quizás también el de la Copa del Rey. Eso, en el mejor de los casos, supone jugar la tercera parte de los partidos de la temporada. Algo que sigue sonando escaso para un portero acostumbrado a jugar hasta los amistosos. Aunque, a la vez, parece una decisión muy justa; porque pocas veces dos porteros de un equipo merecen jugar tanto como Diego y Casillas.

El panorama deja al mostoleño ante pocas oportunidades de evidenciar su valía. Pero opciones, al fin y al cabo. Si tanto quiere recuperar el puesto y quedarse en el Real Madrid, Casillas tendrá que demostrar en el campo que vuelve a estar a su mejor nivel. En su caso ya no puede haber presión que valga, pues tiene 32 años y ha ganado todo. Desde el próximo martes contará con minutos en el escaparate europeo y tendrá que hablar en el campo, dado que fuera está decidido a guardar silencio a pesar de todo lo que se ha escrito y se seguirá escribiendo. Calidad y personalidad tiene para hacerlo.

Pase lo que pase, hay que desearle lo mejor a los dos. Tanto a Casillas como a Diego López. Como madridista yo quiero que siempre que jueguen cada uno de ellos lo haga lo mejor posible. Y que el equipo gane. Porque aquí no hay ningún nombre que pese más que el escudo. El Real Madrid tiene 111 años de historia y su día a día no puede ni debe estar condicionado por quién debe ser o dejar de ser su portero titular. Estamos en el mes de septiembre y se ha hablado muy poco del nuevo proyecto y mucho de los porteros. Es el momento de dejar que Ancelotti haga su trabajo y Diego e Iker el suyo. Los dos van a tener oportunidades y pelearán duro. Todo para conseguir lo mejor para el club: los títulos. Que, al fin y al cabo, es lo verdaderamente importante en todo esto.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Muchas esperanzas, pocas certezas

Nadie podía esperar que la confirmación del ansiado Gareth Bale nos iba a traer a continuación una consecuencia que nos iba a amargar el cierre del mercado de fichajes. El club tenía claro que para hacer semejante gasto por el galés tenía que equilibrar un poco más las cuentas, de forma que se apresuró a vender a un jugador. El elegido fue Mesut Özil, un futbolista que en los últimos días había estado rumiando su situación en el club, pero cuya relevancia en el mismo hacía diíficil de creer lo que al final se acabó cumpliendo.

En el traspaso de Özil todo ha sido bastante extraño. El club ha llevado esta operación con bastante discreción y ha hecho caso omiso de la evidente corriente de madridistas que se oponía a la salida del alemán. Cosa rara en Florentino Pérez, persona muy dada a escuchar a los aficionados y a no soltar a sus mejores jugadores. Por lo tanto, es evidente que el papel del propio jugador ha sido fundamental en todo esto. O más bien de su padre y agente, que como ha evidenciado parece moverse más por los intereses económicos que por el bien deportivo de su hijo.

Es difícil pensar qué aspiraciones puede tener Özil en el Arsenal. El inglés es un buen equipo, con jugadores de primer nivel. Pero lleva ocho años sin ganar un título. Bajo esta perspectiva será complicado que el alemán sea un futurible Balón de Oro, a pesar de que condiciones futbolísticas para ello tiene de sobra. No cabe duda que pasará de ser la 'cola de león' en el Madrid a ser la 'cabeza de ratón' gunner, pero eso difícilmente colme las expectativas profesionales de uno de los jugadores más talentosos de Europa y del mundo.

Solo el tiempo dirá si él se ha equivocado, aunque a día de hoy parece que así es. Un error que también se puede extrapolar al Real Madrid, toda vez que ha accedido a su petición y se ha desprendido de uno de esos futbolistas únicos que quizás sería objetivo del club el próximo verano de no haber vestido ya su camiseta durante tres años. Solo a nivel económico la operación se puede considerar como extraordinaria, con un rentabilidad de cerca de 40 millones de euros en solo 36 meses. La cuestión es que ya sabemos todos que el Madrid es un club de sobresaliente en la parcela económica, pero con defectos en los últimos años en la planificación deportiva. Y once años sin ganar la Champions así lo atestiguan.

En cuestión de dos días el equipo ha pasado de tener 'overbooking' en la mediapunta con Isco, Kaká, Özil y Modric a tener carencias ahí. Dos de estos jugadores han sido traspasados y el croata ahora está haciendo de 'parche' en el mediocentro; así que ahora solo queda 'rezar' para que el malagueño no coja ni un pequeño resfriado. Por lo pronto el jugador lleva unos días tocado de su tobillo en la concentración de la selección y ya hay cierta lógica preocupación. Porque ahora sin Özil y sin Higuaín la plantilla es más débil arriba.

Bajo esta tesitura Bale será el hombre encargado de cubrir la ausencia de estos dos futbolistas. El galés tendrá que multiplicarse para hacer de Özil y de Higuaín, aunque sea muy diferente a ellos. No en vano, lo ingresado por ambos ha ido en su fichaje. La responsabilidad que tendrá será máxima, pues es evidente que el equipo ha perdido 'punch' en ataque. En esta tarea contará con la ayuda de otros como Jesé o Morata, cuyo rendimiento está por ver, aunque ilusiona mucho de primeras.

Y veremos cómo se porta Benzema, quien está cumpliendo de momento por números pero no por entrega y ganas. Los próximos tres meses suenan a prueba de fuego para el ataque merengue, pues la sensación actual es que el Madrid está con lo justo arriba. Hay muchas esperanzas en que los canteranos cuajen y Karim responda, pero pocas certezas. De cómo salga todo en los partidos venideros dependerá que haya o no que pensar en completar en enero una plantilla que sonaba muy bien el 1 de septiembre, pero que el día 2 ya generaba ciertas dudas por la venta de uno de los mejores jugadores que ha tenido el Madrid en los últimos años.