sábado, 27 de abril de 2013

El futuro pasa por mirar al pasado


Admito que soy pesimista. Aunque cada día que pasa menos, quizás por las ganas de ver al equipo en Londres. Por fortuna el sistema de competición nos va a ofrecer un desenlace en solo seis días, pues siempre una campaña pro-remontada tiene un desgaste psicológico que acaba agotando. El martes ya está a la vuelta de la esquina y con él, el desenlace de gran parte de una temporada que ahora mismo pende de un hilo. Todo o (casi) nada a tres goles de distancia frente al equipo invicto de la Champions, un rival bisoño, pero de picadura mortal.

Desde que el colegiado pitó el final del partido el pasado miércoles se sabía que nos esperaban días de tirar de hemeroteca para recordar remontadas pasadas e invocar al 'espíritu Juanito'. Sin embargo, yo soy de una generación que estaba en pañales cuando el Madrid devoraba a sus rivales en el Santiago Bernabéu después de ser goleado en los partidos de ida. Se puede decir que no he vivido estas remontadas gloriosas del equipo, más allá de momentos puntuales y a menor escala en la Liga, como sucedió con Capello. Y sin olvidar la Copa del Rey, con esa remontada 'interruptus' vivida ante el Zaragoza.

Pero lo del martes serán palabras mayores. Primero, porque será Champions, no la UEFA que dio lustre al palmarés merengue en los 80. Y lo segundo, porque el Madrid de ahora no es de hace casi 30 años. No cabe duda que el actual tiene más calidad, pero carece de la garra y el coraje de los Santillana, Camacho, Butragueño, Pirri o Juanito. Por eso, hace falta una 'inyección' de madridismo en las venas de estos jugadores, justo lo que faltó el pasado miércoles en Dortmund. Hace unos días comentaba en mi opinión que la eliminatoria debía empezar a ganarse en Alemania. Pues bien, en lugar de buscarla desde el minuto 1, el equipo mostró una indolencia, un pasotismo y una falta de actitud (confirmada por el capitán Ramos) realmente preocupantes.

Al término del encuentro Pepe llegó a comentar que "pensábamos que sería más fácil ganar al Borussia". Tremendas declaraciones, pues vienen a decir que el equipo salió confiado y con cierta prepotencia. Como si se vieran ya en Wembley. Mi sensación es que el Madrid se amilanó y minusvaloró el choque de ida, pensando que, pasara lo que pasara, el Bernabéu iba a sentenciar. El dicho suele decir "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar". Pero ni siquiera la paliza sufrida por el Barcelona 24 horas antes sirvió para espabilar al Madrid.

La cuestión es que es el propio Madrid el que debe hacernos creer a todos el próximo martes saliendo a arrollar a su rival. El ejemplo es lo sucedido la temporada pasada durante los 15 minutos del partido ante el Bayern. La remontada solo se podrá cimentar desde la idea de que ya no tenemos nada que perder, pues la final de Wembley nos la dejamos en Dortmund. Ahora mismo no la tenemos, pero disponemos de una gran oportunidad para recuperarla en Madrid. El madridismo no debe hacerse ilusiones, pero sí mantener la fe de que todavía hay vida y esperanza.

Pero el gran problema de todo, la clave, estará en la defensa. No me cabe duda de que el Real Madrid marcará dos o tres goles ante el Borussia. La cuestión es cuántos marcarán ellos. No se puede subestimar a un equipazo como el de Klopp; joven, rápido, vertical y con unas combinaciones portentosas en línea de tres cuartos. Sin olvidar el tremendo estado de forma de Lewandowski. Por eso, desde el principio hay que plantear el encuentro como una tarea titánica de marcar cuatro goles, por las sorpresas que nos pudiéramos encontrar por el camino. El tres debe ser un punto de paso en el camino de la remontada, no una meta en sí mismo.

En dos días afrontaremos todos el partido más importante del último año. Un encuentro que sonará a reválida para Mourinho, quien parece ya tener los dos pies lejos de Madrid de cara a la próxima temporada. Bajo esta tesitura, solo la final de Wembley y la 'Décima' podrían rescatar del aprobado a la trayectoria del portugués en el banquillo de Concha Espina. Parece que no habrá segundas oportunidades y que esta etapa se cerrará o quedará pendiente el martes de un épilogo londinense. Así que vayamos con todo e intentemos honrar la historia de este club dejándonos las gargantas, el cuerpo y el alma. Al fin y al cabo, es lo que este club siempre ha sabido hacer mejor que nadie. Por algo es el único del mundo en el que la palabra 'imposible' está prohibida.

sábado, 20 de abril de 2013

La experiencia, nuestra guía en Dortmund


Ya está aquí. Desde el fatídico 25 de abril del año pasado el madridismo llevaba esperando esta nueva oportunidad que se le ha presentado. La de estar en las semifinales de la Liga de Campeones para quitarse de una vez las dos 'espinitas' clavadas de las últimas temporadas, a una por año. Primero el Barcelona y luego el Bayern, la primera con mucha polémica arbitral y la segunda con mucha mala suerte. Se suele decir que a la tercera va la vencida, pero las frases hechas no valen para nada. 

La cuestión es que el Real Madrid actual es un equipo ya maduro que ha vivido una larga travesía antes de afrontar su tercer asalto consecutivo a las semifinales de la Champions. En 2010 José Mourinho empezó a levantar un equipo joven y ambicioso que poco a poco ha ido planteándose objetivos mayores. Primero llegó la Copa del Rey, luego lo hizo la Liga más brillante de la historia. La progresión ha sido clara, aunque la lástima es que este año el equipo se ha centrado tanto en Europa que desde noviembre ya no sueña con revalidar el título de la regularidad. Un fallo perdonable si, y solo si, el Madrid alza la 'Décima' en Wembley.

Y es que la temporada pende de esta carta más el comodín de la Copa. La final ante el Atlético ilusiona, sí. Pero si el Madrid acaba la temporada con la Copa como único título (más la Supercopa), no cabe duda de que todo habrá sabido a poco. Sería como una pequeña involución para el equipo, pues habría que conformarse con el tercer título por importancia como ya pasó hace dos años. Por eso, todas las miradas están puestas en la 'orejona'. Son 11 años sin levantarla y y el madridismo solo vive por y para ella. En ese sentido, este año el hecho de estar ya descartados para la Liga es incluso hasta una ventaja

En 2012 el Real Madrid acabó pagando muy caro el estar enfrascado con el Barcelona en una épica pugna por ganar la Liga. Algo que propició que el equipo llegara fundido a su brutal eliminatoria ante el Bayern de Múnich. La diferencia con esta temporada es clara, pues mientras Mourinho se permitió el lujo de rotar a más de medio equipo ante el Betis, hace 12 meses ponía toda la carne en el asador para asaltar el Camp Nou y llevarse el título. En esta ocasión los jugadores llegarán a tope al momento clave y, lo que es más importante, sin distracciones de ningún tipo.

Ya tenemos un punto a favor. Pero hay otro. Es la experiencia comentada anteriormente. Son ya dos años cayendo en el mismo punto, 24 meses de espera que han incrementado aún más el hambre de este club. La plantilla actual es muy similar a la que fue eliminada por el Barcelona y el Bayern, por lo que los jugadores saben los errores que cometieron entonces y cómo deben afrontar los choques ante el Borussia. Especialmente tengo en el recuerdo la forma que se escapó la final de Múnich, después de gozar de un 2-0 ante los alemanes a los 20 minutos de partido.

Entonces, con todo en nuestra mano, el Madrid dejó vivo al equipo de Heynckes. Especuló y le dio el balón. Quizás por el cansancio después de dejarse todo para ganar en el Camp Nou. Quizás también por simple precaución, con el objetivo de matar a los bávaros a la contra. La cuestión es que el planteamiento salió mal y el Madrid lo pagó muy caro. Se tentó a la suerte y ésta nos dio a la espalda. Un duro golpe que debe servir como aprendizaje ante el Borussia, pues los de Mourinho deben evitar especular.

El duelo ante ellos llegará en un gran momento físico para todos, especialmente para Cristiano Ronaldo. Este Madrid es mejor que el que hace seis meses se vio superado en la fase de grupos por los de Dortmund. Por eso, el miércoles hay que ir a Alemania a ganar. Sin pensar en que el empate con goles sería bueno o que el Bernabéu puede resolver en la vuelta. Estas semifinales deben empezar a ganarse a domicilio, desde ya mismo. Porque malo sería tener que empezar a hablar de remontadas a partir del jueves. Es la hora de quitarse los miedos y los complejos de encima. De decidir que hay que ir a por la 'Décima' con todo. Sin calculadoras, especulaciones o conformismos. Vayamos a Dortmund a por todas.

sábado, 13 de abril de 2013

Europa está a solo tres pasos

11 y 18 años. Es el tiempo que lleva el Real Madrid sin levantar una Copa de Europa en fútbol y baloncesto, respectivamente. Mucha espera para un club malacostumbrado por si historia, para una institución que ha labrado su grandeza a base de éxito internacional. Por eso, en este 2013 el madridismo tiene una doble ilusión que pasa por Londres. Una ciudad que debe ser talismán y que puede acabar con la prolongada sed de esta afición.

En fútbol estamos en el mismo lugar por tercer año consecutivo. Por eso, en esta ocasión existe la esperanza de que el equipo supere su prueba de madurez y cumpla eliminando al Borussia de Dortmund. Después de tener una dura fase de grupos y un cruce envenenado contra el Manchester, parece que la suerte se ha aliado con el Madrid y le ha ido dejando el camino más asequible posible: Galatasaray y Dortmund. Que no quiere decir sencillo, sobre todo en lo que se refiere al conjunto alemán.

Porque, como se puede esperar siempre en unas semifinales de Champions, el Dortmund será un duro escollo. Evidentemente no está a la altura del Real Madrid en cuanto a jugadores, pero tiene aspectos como la frescura, la juventud y la ambición que le convierten en un equipo muy peligroso. Tampoco son el Borussia que el año pasado arrasó al Bayern, si bien aún conservan ese peligro que los hace imprevisibles. Tanto que hace seis meses fueron ligeramente superiores a los de Mourinho. Aunque por entonces las sensaciones y las necesidades eran otras. Ahora es el momento de la verdad y el Madrid jugará con otra actitud.

Así, por ponerle alguna pega al sorteo del pasado viernes, solo diría que no me gusta lo de jugar la vuelta en casa. El año pasado esto le pasó factura al equipo ante el Bayern, pues se volvió timorato tras un espectacular arranque que le permitió ponerse 2-0. Puede parecer sorprendente, pero Mourinho especula mucho y jugar la vuelta en casa hará que el Madrid piense más en defender su portería que en mirar a la del rival. Aunque todo dependerá del resultado que se dé en la ida. Sea como fuere, lo cierto es que la mayoría de madridistas hubieran firmado jugarse el billete para Wembley ante el Dortmund. Pues bien, aquí está la oportunidad y esta vez no la podemos dejar escapar.

En cuanto al baloncesto, el equipo está en una situación muy similar: a tres pasos de tocar la Euroliga. El primero está ya prácticamente dado, ya que solo queda rematar al Maccabi. El conjunto hebreo está decepcionando por ahora, pues ha sido incapaz de plantarle cara a los blancos más allá del primer cuarto del primer partido. Por eso, todo apunta a que el Madrid culminará la faena la semana que viene en Tel-Aviv. Y, a partir de ahí, a jugar la Final Four con los dedos cruzados, esperando que los jugadores tengan su día y su ambición por ganar minimice la presión.

En Londres todo será como una ruleta rusa para el equipo, pues la escuadra de Laso es tan capaz de ganar a cualquiera como de perder ante cualquiera. Panathinaikos o Barcelona en semifinales, quizás CSKA en la final. Al menos la experiencia vivida hace dos años en la Final Four de Barcelona debe servir. Entonces el Madrid fue apalizado en los dos partidos. Faltaban la madurez y la solidez que hay ahora, aspectos que permitirán competir y soñar. Porque si el equipo llega allí, todo será posible. Y es que, al igual que la 'décima', la 'novena' está muy complicada, pero también está ahora más asequible que nunca. Y eso ya es una gran noticia.

sábado, 6 de abril de 2013

Mou y la lógica del fútbol


La lógica. Ésa que se manipula en ocasiones según convenga, de forma que lo normal se demoniza y lo extraño se alaba. No se puede explicar de otra manera que en los últimos 10 días la mayor parte de la prensa haya hecho una campaña brutal en favor de Iker Casillas para que recuperara la titularidad prácticamente de forma inmediata, como si en lugar de una grave lesión hubiera estado de vacaciones en Cancún. Se han llenado páginas y páginas poniendo a parir a Mourinho por "faltarle el respeto a Casillas", pero nadie ha dicho nada sobre el otro afectado, Diego López.

Yo soy de Casillas. Vaya por delante. Me parece el mejor portero del mundo y creo que merece un respeto, por palmarés y por su sentimiento madridista. Evidentemente no es perfecto y no siempre ha tenido la mejor actitud; pero como tampoco lo es Mourinho. Desde que el portugués llegó a Madrid hay quienes están intentando enfrentar a capitán y entrenador, pues saben que conseguirlo es resquebrajar el vestuario. Y quizás haya en ello parte de razón y los dos no tengan demasiada sintonía. Pero de ahí a llevarse mal o no hablarse como algunos dicen, hay un trecho. Tanto Iker como Mourinho son demasiado profesionales e inteligentes como arrimar el hombro juntos en favor del Real Madrid.

Sea como fuere, la prensa lleva todo el año indagando en la relación entre ambos. Mourinho hizo saltar la veda con la suplencia del portero ante el Málaga y la Real, las cuales por cierto, acabaron viniéndole muy bien al portero. Sin duda el final del 2012 había sido flojo por su parte y en los primeros partidos del 2013 se notó que se había empezado a poner las pilas. Hasta que, retorcido destino, Casillas se rompió la mano en Valencia. Justo lo que no le había pasado nunca en 14 años de carrera ocurrió en su momento más 'caliente' a nivel profesional.

Esta desgracia evidenció que Iker era el portero titular de este equipo para Mourinho. Ni Adán, ni Jesús. El de Mejorada del Campo jugó un par de partidos, pero más como mensaje al capitán que por haberse ganado realmente el puesto. No cabe duda que Adán es un gran portero, pero para ser el titular del mejor club del mundo no basta con eso. Mourinho lo sabe y fichó como recambio a Diego López, un hombre de la casa, internacional y ya entrado en la treintena. Y el gallego empezó a cumplir. Incluso mucho mejor de lo esperado. Poco importó que hubiera estado casi toda la temporada en el ostracismo en el Sevilla. Porque sin él, lo mismo ahora no estaríamos pendientes de lo que sucede el martes en Estambul.

A día de hoy, Diego se ha ganado un aplauso. Bien grande. Por su profesionalidad y por su calidad. Por demostrar que está a la altura. Se ha merecido ser el titular. Por mucho que el que venga por detrás sea aún mejor  que él y esté considerado como el número uno del mundo. Quitar ahora a Diego sería un 'crimen' deportivo. Una injusticia en toda regla. Ya lo explicó Mourinho: mientras Casillas ha estado los últimos 70 días lesionado, el de Paradela ha estado rindiendo al mejor nivel de su carrera. No hay color.

Y eso es así más allá de amiguismos y del cariño y respeto que pueda levantar Iker. Se ha criticado al portugués por no haberle convocado para Zaragoza, pero estoy seguro de que si llega a viajar y se queda en la grada también le hubieran puesto 'verde'. Para mí hubiera sido más humillación convocarle y ni siquiera dejar que se vistiese. Si no estaba para jugar, mejor que no fuera. Así de claro. Y no me cabe ninguna duda de que no estaba listo todavía.

Algunos críticos piensan que esto del fútbol es fácil. Que lo de parar no tiene ninguna historia. Que haberse roto una mano es algo nimio. Ésos creen que Casillas estaba ya para jugar la semana pasada. Pero, por fortuna, en el banquillo del Real Madrid hay alguien que sabe de verdad de esto. Y que, más allá de lo que se pueda decir, que ha tenido el valor de seguir el curso normal de los acontecimientos en la vuelta de Casillas. Porque estoy seguro de que en todo este asunto no ha habido nada personal entre ellos. Solo decisiones deportivas. Ha primado lo mejor para el Madrid.

Desde ayer, Iker ya está oficialmente de vuelta. Ya puede empezar a pelear de verdad el puesto. Ahora tiene que ganárselo. Y seguramente lo acabe haciendo, más tarde que pronto. De hecho, no me extrañaría que jugase algún partido liguero de aquí a final de temporada. Pero lo más probable es que Diego sea el portero en las grandes citas. Es normal, pues el margen es muy pequeño. La temporada próxima será otro cantar. Pero esto es fútbol y aquí no hay nadie intocable, ni siquiera el mejor portero del mundo. Es lo que diferencia a Mourinho y a sus críticos: el portugués mira por el bien del Madrid, los segundos lo hacen por sus intereses personales.